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Full text of "Elementos de clinica médica interior : muy útiles no solo a los que principian esta ciencia, sino también a los profesores por contener las doctrinas de los mejores autores antiguos y modernos"

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ELEMENTOS 

i*» 

DE 

CLÍNICA medica interior 

muy ÚTILES 

NO SOLO A LOS QUE PRINCIPIAN ESTA CIENCIA, 

SINO TAMBIÉN A LOS PROFESORES 



CONTENER LAS DOCTRINAS 
DE LOS MEJORES AUTORES 

ANTIGUOS Y MODERNOS, 

DALAS A LUZ UN AMERICANO. 

PRIMERA EDICIÓN. 

PUEBLA. 

Imprenta del hospital de San Pedro, á cargo del Ciudadano 
Mauuel Buena-Abad. 



1832. 






¡Óó 
E 

Prohalos auctores semper lege, et si quando fíd olios d<.ver- 
tre libmrit, cd prioris red it; qittu mulla percurrerisxinem escerpt 
tqucd illa die concoquas. Hcc ipse qvoque fació; es pluribus a/i- 
quem too aprendo.. . .soleo enim ni aliena castra transiré, non 
ianquan transfuyut, sed tanquam esplorator. 

Séneca Epist. II. 



Procura estudiar los autores de mayor aprobación, y si 
quisieres pasar ít otros, vuelve fi los primeros: y después de 
liaber recorrido Jas mejores doctrinas, elige la que puedas 
aprender en el dia. Esto mismo hago yo, de muchos aprendo 
une: y si entro en los campos ágenos, paso, no como fu- 
gitivo, sino como esploiador. 

S. E. 2. 



INTRODUCCIÓN. 



los métodos de ensenar la medicina, como la* 
demás ciencias, fruto lentodel tiempo y de la espe- 
nencia, tienen sus principios y aumentos sucesivos, 
V lo que en cierta época puede admitirse, no pue- 
de verificarse en otra; progresando cada dia mas 
los conocimientos adquiridos sucesivamente, tanta 
en la patología y anatomía, como en otras cien- 
cias accesorias. Sin embargo, la observación (que 
siempre ha sido ei norte de los médicos apli- 
cados al estudio profundo de la naturaleza, y 
qae siguiendo la senda trazada por Hipócrates, 
solo han fijado su atención en los resultados 
de una larga experiencia, apesar de la revolu- 
ción que los diferentes sistemas y teorías ar- 
bitrarias han introducido en la medicina en to- 
das épocas) es el único medio por el cual pue- 
de llegarse á formar un cuerpo de doctrina 
que ni los mas lucidos sistemas, ni las teorías 
mas especiosas puedan alterar ni destruir. Tri- 
butemos, pues, eterno obsequio al talento ob- 
servador ríe Hipócrates, el cual escribió histo- 
rias médicas con tanta verdad y solidez, como 
iconismo, y que ha abierto [mas de veinte si- 
i hace] la verdadera senda de la observa- 
ción, como también la del método descriptivo. 
¿No debemos, pues, á este método sencillo, tra- 
ído por el padre de la medicina todos, los só- 
lidos progresos que ha hecho esta ciencia por 
espacio de muchos siglos? ¿Y que no debemos 
3? 



prometernos siguiendo este mismo nimbo? Por 
otra parte, sí parece haber llegado la época en 
que todas las ciencias han hecho descubrimien- 
tos y adelantamientos casi suficientes, para ec- 
sistir [si pnede decirse] aisladas: si la física re- 
conoce leyes generales y particulares, que dedu- 
cidas de lo constante de la naturaleza en sus 
operaciones, presiden á todos sus fenómenos: si 
la química sujeta á leyes precisas de afinidad, 
presenta hechos permanentes é invariables en 
el orden de composiciones, descomposiciones, 
cristalizaciones, &c: si la fisiología despojándo- 
se de cuantos ausüios parecia podían suminis- 
trarle la hidráulica, mecánica, matemáticas &c. 
hace solo depender de las propiedades vitales, 
las leves que gobiernan y presiden sus fenóme- 
nos: ¿por qué, pues, si todas las ciencias tienen 
sus leves especiales, solóla medicina ha de es- 
tar ceñida al débil lenguaje escolástico, ha de 
estar subyugada a frivolas teorías, y no ha de 
seguir las leyes que le prescribe la naturaleza 
v que presenta la observación? No parezca por 
ésto que una larga experiencia y constante ob- 
servación me han llegado ya a proporcionar oca- 
siones en que poder comparar las ventajas que 
por esta facilita, antes el contrario ceñido todavía 
á los conocimientos que varios autores me han 
suministrado, y cuyas ideas se han aclarado 
apenas con la práctica, estoy lejos de pen- 
sar ser capas! de presentar un tratado de 
medicina, que pueda competir con ninguno de 
los de su clase; lo primero, por no ser en gran 
parte mas de un estructo de muchos de ellos; 



y lo segundo, por ser esta tina empresa incom- 
patible todavía con mi edad, y que supondría 
conocimientos mucho mas profundos que los que 
hasta aquí poseo. Por tanto, estoy cierto que 
en este mi tratado, no se encontrará mas mé- 
rito que el deseo de instruirme y tener bajo tm 
golpe de vista metódico, conciso y arreglado, 
todos los afectos de medicina clínica. 



t 

CONSIDERACIONES GENERALES. 



csisten en la naturaleza dos clases de seres, 
de propiedades, y de ciencias. Los seres son orgá- 
nicos, ó inorgánicos; las propiedades vitales 6 
no vitales; y las ciencias fisologicas ó fisicas. 

Los animales ) vegetales son orgánicos: e 
inorgánicos los minerales. Sensibilidad y con- , 
tractiüdad: ne aqui las propiedades vitales: gra- 
vedad, afinidad, elasticidad &c. son las propie- 
dades no vitales: la fisologia animal, la vegetal, 
y la medicina componenlas ciencias fisiológicas: 
la astronomía, la física, y la química pertene- 
cen 4 las ciencias físicas. 

Estas diferencias dependen esencialmente de 
las qne ecsisíen entre las propiedades, que pre- 
siden á los fenómenos que son el objeto de cada 
clase de ciencias. Estos fenómenos que pueden 
considerarse como objeto de las ciencias físicas, 
6 de las fisiológicas, se ve que están separadas 
en su naturaleza y esencia, por un espacio casi 
inmenso; pero este nace del que ecsiste entre 
]as leyes de los anos, y de los otros. Las leyes 
físicas son constantes é invariables; no están su- 
jetas ni á aumento, ni á disminución: por 
el contrario á cada instante se aumentan, dis- 
minuyen y alteran la sensibilidad y contractilidad» 
de tal modo que casi nunca son estas propieda- 
des las mismas. Se sigue de aqui que todos los 
fenómenos físicos son constantemente invariables; 
que soa unos mismos en todas las épocas, bajo» 



2 

todas las infidencias, que puede por consiguien- 
te preverse, pronosticarse ose. al contrario en to- 
das las funciones vitales que son susceptibles de 
una porción de variedades. Ellas salen frecuen- 
temente de su grado natural, no están sujetas á. 
ningún cálculo: serian necesarias casi otras tan- 
tantas fórmulas cuantos casos se presentarán; nada 
podemos prever ni calcular en sus fenómenos, 
sobre los que no tenemos sino aprocsimaciones, 
aun las mas veces inciertas; por que á la ver- 
dad ¿quien es capaz de señalar los limites, 6 
prescribir las reglas que observa la economia ani- 
mal en el ejercicio de sus funciones? 

Vemos que los cuerpos vivos insensantemen- 
te compuestos y descompuesto^, adquieren y es- 
pelen á cada instante substancias nuevas, al "con- 
trario de los inertes que quedan siempre cons- 
tantemente los mismos, y conservan los mismos 
elementos hasta^que la frotación ú otras causas los 
destruyen. De la misma manera vemos en los 
elementos de los fluidos inertes una uniformidad 
invariable, una identidad constante en sus prin- 
cipios, al paso que estos mismos variables sin ce- 
sar en los fluidos de los cuerpos vivos, presentan a 
cada paso una multitud de circunstancias, que 
nos es imponsiblc determinar. Diariamente vemos 
que las glándulas, y las superficies ecshalantes* 
derraman según el grado de sus fuerzas vitales 
uu mismo fluido, pero diversamente modificado: 
aun mas, derraman una multitud de fluidos real- 
mente diferentes según que sus propiedades vi- 
tales se hallan masó menos ecsaltadas, y á cada 
paso se nos presenta ana multitud de fenorae* 



3 

ños, que no podomos esplicar sino por las va- 
riaciones qne sufren ostas mismas propiedades. 
Estas partes, ó mas bien estas leves vitales que 
tigeh y gobiernan la economía animal, que pre- 
siden sus fenómenos, y á que debemos esclil- 
sivamente las facultades de nutrición y acre- 
cent.uniento, al paso que aun mas alto grado de 
perfección son las qaé nos sirven para estable- 
cer numerosas relaciones con los objetos que nos 
rodeari: que enlazan nuestra ecsistendia con la 
de los demás seres, que la apartan ó la acercan á 
él!o> Según nuestros temores ó necesidades, y 
p >r las que p -trece que apropiándonoslo todo 
en la naturaleza, todo lo referimos á nuestra 
écsi>tencia: estas, digo, deben por su naturaleza 
debilitarse, y él tiempo las aniquila en el mis- 
ino cuerpo que animan. 

Eesaltadas en la infancia, quedan como es- 
éstacionanas en la edad adulta, y se debilitan y 
destruyen en los últimos tiempos de la vida. Es- 
tas diversas modificaciones de qne son suscepti- 
bles todas las funciones de la economía animal, 
y que no son debidas, como ya queda dicho, mas 
que i la mayor ó menor energía con que obran 
las propiedades vitales, y á las diferentes alte- 
raciones de que son capaces; lian dado lugar a 
que algunos autores no hayan visto en las enfer* 
piedades! sino fuerza ó debilidad, y de consi- 
guiente sus medicamentos han sido debilitantes ó 
Fortificantes, Esta idea verdadera en parte, es 
fjlsa que se generaliza demasiado, pues cada fuer- 
zi vital tiene los medios propios para reanimarla 
cuando está disminuida, y para oprimirla cuando 



4 

rsta aumentada, y de consiguiente no hay forti- 
fi cacantes, ni debilitantes aplicados a todos casos. 
La contractilidad animal, v. g. aumentada en las 
convulsione*, no se debilitara como la contractili- 
dad orgánica insensiblemente aumentada en la in- 
flamación, ni una ni otra se aumentaran con los 
mismos remedios, del mismo modo que los tras- 
tornos morbosos que esperimentan la contracti- 
lidad orgánica v la sensibilidad animal, no se mo- 
aeran con unos miónos ausilios, paescada fuerza vi- 
tal tiene sus medicamentos apropiados. Esto su- 
puesto, no siendo las enfermedades otra cosa que 
el desareglo ó trastorno de las propiedades vi- 
tales mas ó menos aumentadas, disminuidas ó 
abolidas, y odificadas de diverso modo en ca- 
da tejido, en cada sistema, y encada órgano; 
parece no debe ser otro el objeto del arte de 
curar que el de reducir al estado de energía 
vital que les sea natural las partes en que se 
hallen estas propiedades trastornadas. Mas como 
el conocimiento de todas las alteraciones de que 
son capaces estas propiedades vitales, de todas 
las anomalías, v diversas modificaciones dé que 
son susceptibles, de los fenómenos morbosos que 
de su alteración deben resultar en el ejercicio de 
Jas funciones, el modo de precaverlos, ó de cor- 
regirlos &c. no puede ser sino el fruto lento 
del tiempo y de la esperiencia; ha debidodecírselc 
ó llamarle con el nombre de medicina práctica á 
aquella parte del arte de curar, que teniendo 
por objeto el conocimiento de los afectos inter- 
nos, nos manifiesta por medio de la observación 
adquirida a la cabecera del eufertno, la naturale- 



5 
«a, cansas, síntomas, y accidente de las enfer- 
medades, para poder satisfacer seguramente las 
indicaciones, y estas a dos pueden reducirse gene- 
ralmente hablando: la primera, consiste en conser- 
var las fuerzas vitales en un estado de energía ca- 
paz de resistir y superar á los agentes morbo- 
sos, y la segunda en oponérsela la acción de estos 
agentes. Para la pirimera tónicos, corroborantes, 
en particular, do un buen método dietético: pa- 
ra la segunda medicamentos v medios apropia- 
(ios a las indicaciones propias, que presente ca- 
da especie de afecto, como dué en cada ana 
de ellos separadamente. 

TRATADO GENERAL DE DIETA. 



¿&\ 



apenas ofrece el arfe de curar nn asfinto 
mas digno de la consideración del médico. Es- 
ta voz que significa modo de vivir arreglado, 
según la acepción común, mereció fijar !a aten- 
ción del gran Hipócrates; como se deduce de 
su precioso libro de uiela, y en todas las eda- 
des ha sido el objeto de las indagaciones del 
mas ilustrado; y verdaderamente ¿qué ¡junto pue- 
de ofrecerse mas interesante que la satisfacción 
de la indagación vital, ó lo que es lo mismo, 
que la conservación de las pocas fuerzas 
que restan al paciente en medio de sus afec- 
ciones morbosas? Puede deducirse a prime- 
ra vista que aun la administración de los reme- 
dios mas enérgicos será inútil si no se elevan 
■Jas propiedades vitales hasta un grado de vigor, 



6 
en el cual sean suficientes para librar al cuer- 
po de la opresión con que le tienen subyuga- 
r-i agentes morbosos. 

Podrá inferirse que no es mi ánimo # tra- 
aquella parte de la dieta que prescribe 
aía conservar la vida animal en el es- 
do salud, con el buen uso de las seis co- 
sas no naturales, llamadas asi impropiamente, 
pues este tratado es obra de la Higiene. Esto 
es, me limitare á considerar la dieta curativa 
perteneciente á la terapéutica, y al régimen 
que debe prescribirse á los enfermos con res- 
pecto al alimento que deben usar conveniente 
á la situación en que se hallan. Es imposible 
arreglar leyes generales debiendo ser varias res- 
poeto de un número considerable de circuns- 
tancias. La agudeza ó lentitud con que las en- 
fermedades caminan á su fin, la edad, el estí- 
mulo productor, el clima, estación, estado de la 
enfermedad y la costumbre, deben variar la can- 
tidad y calidad de los alimentos como se verá 
mas adelante. A pesar de estos inconvenientes, 
para proceder con algún método, considero con 
separación lo perteneciente k las enfermedades 
agudas y crónicas, haciendo algunas refiecsio- 
nes sobre lo que corresponde observar respec- 
to á los estímulos mas frecuentes en producir 
las dolencias. 



A LAS ENFERMEDADES AGUDAS. 

4J^a atonia que comunmente ataca todos 
los sistemas, en estas se hace bastante sensible 
en las viceras destinadas para formar la pri- 
mera preparación de los alimentos. Entonos ma- 
nifiesta que seria un error agoviar el estómago 
con los alimentos acostumbrados en el estado 
de salud, los que obrarían como unas potencias' 
nocivas, capaces de aumentar la intensidad de 
la dolencia, y lian de ser manantial de nuevas 
enfermedades. El sabio Hipócrates sin duda pro- 
curando evitar los escollos que presenta cual- 
quiera estremo en esta materia, dice que el ali- 
mento no debe ser ni muy ligero ni en cunta 
cantidad, ni muy abundante ni muy consisten- 
te. Divididos los autores en opiniones, se en- 
cuentran panegiristas ya de la dieta vegetal, va 
de la animal; y aunque la mayor parte de los 
prácticos han seguido las huellas del padre de 
la medicina; con todo, los partidadarios del sis- 
tema de Jírown, han procurado patentizar que 
e-to podra ser peligroso en algunas ocasiones. 
Hipócrates la hacia consistir en su tizana de 
cebada, la que ha logrado muchas alabanzas 
entre los médicos de las primeras edades, y en 
nuestros días es recomendado por médicos de 
la moyor nota. Se le lian atribuido virtudes ca- 
paces de ser útiles en todas las dolencias. De 
su cualidad ascecente, han deducido su virtud 
antiséptica: la han juzgado capaa de corregir, 



8 
todas las acrimonias, y han creido que ecsistia 
en ella un azúcar alimenticio, propio para pre- 
oaveer la tendencia de los humores á la putre- 
facción. Galeno modificó nuevamente el uso de 
eíta tizana por medio de su división en dieta 
tenue, muy tenue y tenuísima: la primera cocimien- 
to cebada: la segunda, lo mismo (jileen poca canti- 
dad: la tercera, el meücraton ó agua miel, y la 
abstinencia. ¿Asentiremos á e^tas opiniones apo- 
yadas por la mayor parte de los médicos? ¿Po- 
dremos pensar que un mismo alimento sea ca- 
paz de convenir indistintamente en sugetos do 
diferentes edades, distintos temperamentos, que 
habitan climas opuestos, y sufren enfermedades 
tan contrarias en su naturaleza, como opuestas 
en : su modo curativo? Creo no faltar de nin- 
guna manera, á la veneración de estos sabios 
padres de la medicina, aunque nos alejemos en 
algunas ocasiones de e^te camino, que apesar 
de ser el mas frecuentado no es el mas segu- 
ro: se oyen por todas parte? declamaciones con- 
tra la dieta que en el dia se usa, recordando 
la costumbre de los vegelales, admitida en los 
principios del mundo, y renovada por la secta 
de filósofos pitagóricos; ¿pero por ventura, go- 
zan ahora los hombres de la robustez que nos 
cuentan de los primeros tiempos? ¿Acaso se le 
oculta á alguno que el lujo, la vida afeminada, 
la educación y un número grande de .vicios 
hereditarios han constituido la naturaleza huma- 
na en su senectud, ó mejor diré, en un desfa- 
llecimiento habitual, que ecsige-, para su conser- 
vación el uso de las substancia$,dotadas de uija 



9 

cualidad mas nutritiva que los vegetales* Esta» 
consideraciones nos inducen á creer, que si los 
antiguos hubieran vivido en nuestros dias, so 
hubieran visto precisados á pensar de distinto mo- 
do, habitando nuestros climas: ¿por ventura, los 
habitantes de la Grecia, pais muy cálido, nece- 
sitan alimentos tan consistentes como los pue- 
blos del Norte? llagamos un cotejo dé estes dos 
climas, y veremos en la Grecia la estación del 
verano, mientras el Norte nos presenta un in- 
vierno continuado. Ahora bien, si los alimentos 
y la bebida deben variar por razón de la esta- 
ción, según convienen todos los autores, ec-si- 
giendo el verano alimentos mas tenues, y mas 
uso de los vegetales que el invierno, ¿por qu& 
hemos de querer dirigir bajo reglas uniformes 
.unos pueblos tan contrarios en el temperamen- 
to, clima y modo de vivir? Por otra parte, la 
misma naturaleza que derramó con profusión 
lo que hacia falta en cada provincia, cuidó de 
engendrar en los climas meridionales fintas sa- 
brozas y variedad de vegetales, al pa?o que en 
los del Norte cuidó de establecer la aspereza, 
y los bosques tan útiles para el alvergue de la 
caza, como para el pasto de los ganados. Este 
lenguaje mudo de la naturaleza, parece que le 
avisa al hombre los alimentos que debe usar 
en los diferentes países: fuera de todo esto la 
costumbre, á la cual denominaron justamente los 
antiguos otra naturaleza, estableció en los tiem- 
pos pasados los alimentos vegetales en el esta- 
do de salud, conociéndose poco entonces el uso 
de las carnes, ¿por qué, pues, se les habia de 



10 

prescribir en el estado morboso una dieta ani- 
ma!, tan poco conforme con la costumbre, como 
con la disposición de sus fuerzas digestivas?- 
Corramcs los diversos establecimientos, y vere- 
mos admitido en todas partes el uso de los ve- 
getales y animales. ¿Podríamos sujetar nuestros 
enfermos sin riesgo en muchas enfermedades a 
la dieta vegetal? Algunos han atribuido las mu- 
chas afecciones de putrefacción que destruyen 
el Egipto al abuso de las carnes; y aunque sea 
cierto que sus moradores disfrutaban mucha sa- 
lud en los tiempos antigaos que usaban la die- 
ta vegeta!, no por eso se ha de decir que las 
dolencias á que hoy dia esíán espuesíos depen- 
dan de esta causa, teniendo a la vista otras mu- 
chas que sin duda iniiuyen mas en su produc- 
ción; tales sen las inundaciones del Nilo, cotí 
las cuales y el calor se forman varias cor- 
rupciones de animales y vegetales, que ecs- 
ha!an unas miasmas capaces de inficionar la 
atmósfera, obrar sobre !a máquina humana coa 
su virtud deletérea, produciendo el desarreglo 
en los solidos y fluidos. Si agregamos la bar- 
barie que caracteriza á los egipcios, comparada 
con aquella política y sabio gobierno que en 
los siglos pasados daba leyes ai universo; y eu 
fin si cotejamos su curiosidad, suntuosos edifi- 
cios, y riquezas en la antigüedad, con la he- 
diondez, falta de lencería, cosas mal ventiladas 
y decadencia de estos pueblos en ostos dias, en- 
contraremos manantiales fecundos de donde to- 
mar el origen de tantos males, sin acudir al 
uso de las carnes. Entre los motivos que lian 



11 

ocasionado la proscripción de los caldos, pue- 
de contarse la tendencia qne estos tienen k la 
alcalesencia, y el apetito con que los enfermos 
piden áccidos, o los ascesentes, mientras miran 
con un tedio insoportable las substancias ani- 
males. Uno y otro punto ec^igen un ecsamen 
circunstanciado, y una pluma mas bien cortada 
que la mia; á pesar de esto, como que nada 
pierdo en ello, aventuraré mi juicio. Los ciegos 
defensores de la patalogia humoral, qne no miran 
otras causas de enfermedad, mas que la bilis der- 
ramada, ya en el estómago e intestinos, ó ya 
convinada con una supuesta pituita en primeras 
vias y aun transmitida al torrente de la circu- 
lación, aquellos que siguen las huellas de Ga- 
leno, y que contemplan la disolución pútrida 
humoral como causa morvífica, y no como efec- 
tos de las alteraciones de los sólidos, se empe- 
ñan en neutralizar las supueslas causas por me- 
dio de los aferentes, juzgando que los caldos 
de carnes son capaces de aumentar las dichas re- 
generaciones humorales; pero los resultados distan 
mucho de corresponder á sus esperanzas, y que no 
ceden hasta que la tintura de quina y otros es- 
citantes restablecen la acción vital de los varios 
sistemas. Los felices electos que producen los 
medicamentos conocidos con el nombre de an- 
tisépticos, se deben mas bion á la energía 
que comunican á los sólidos, por cuyo tono 
se modifican los fluidos que tienen su acción 
sobre estos últimos. Supuesto esto, y desalojando 
antes los materiales degenerados ecsistentes en pri- 
meras veces, ¿pasarán á ordenar la dieta de lii- 



12 

jpócrate?, ó cualquiera otra compuesta de rege* 
tales, sin temer aumentar la debilidad reconoci- 
da como causa primaria? Yo creo que e to se- 
ria un error, y pienso que debia preferirse la 
animal, de cuja virtud tónica no dudaremos si 
cotejazuos la fuerza de aquellos que viven de 
vegetales, con las de los que usan las comidas 
de carnes. Los primeros contraen con mas fa- 
cilidad las enfermedades de putrefacción a las 
que los disponen su debilidad. España ha 
puesto á la vista un ejemplo. Mientras las per- 
sonas bien alimentadas que ufaban de carne, y 
los licores fermentados han estado a cubierto de 
los contagios, los miserables solo reducidos a 
vegetales, incurrieron en estas afecciones de las 
que debieran haberse libertado, si los acsesen- 
tes fuesen un correctivo de los estímulos pútri- 
dos y biliosos. Aun en el caso de mirar dichos 
productos como causa de la debilidad, y demás 
fenómenos de las enfermedades, ¿no se pueden 
mezclar á los caldos de los animales varios ve- 
getales capaces de neutralizar su tendencia á 
la alcalescencia, y aun los áecidos como se prac- 
tica todos los dias? Juzgo que este es el me- 
jor medio, ya para hacer inocentes los caldos, 
ya también para ocurrir á la debilidad: omitun- 
do detenernos mas, paso á dar mis ideas en el 
segundo. 

Se han atribuido los varios apetitos que 
experimentan los enfermos á cierto estímulo de 
la naturaleza, que por instinto mnv semejante 
al que se observa en los animales les indica lo que 
conviene. £s verdad que un Criador pe rfecti- 
2 



13 

simo, y que prevea las necesidades, respectirfcj 
de los seres vivientes, estableció en los irracio- 
nales un gusto y un olíalo suficientes para formar 
elección de lo que debia constituir su nutrí* 
cion, y servirle; de remedio en sus enfermeda- 
des queriendo asi resarcirles en parte el deleito 
de raciocinio, quede otro modo era indispen- 
sable para su conservación; pero también lo es 
que todo lo que en el animal depende del ins- 
tinto, quiso que en el hombre dependiese ó con- 
sistiese en la razón, observación y analogía, pre- 
ceptos que enseñan al hombre lo que la natu- 
raleza á los animales. De esto infiero que lo 
apetitos en el estado preternatural de nuestra 
economía, lejos de ser sostenidos por la natura- 
leza que indica lo provechoso, deben despreciar- 
se en muchas ocasiones: ¿ piien será capaz de 
probar que un hidrópico .sanaría con el abun- 
dante uso del agua que tanto apetece? , ¿Quien 
se atreverá á conceder á un convaleciente, ó 
cualquiera otro sugeto que tenga el apetito au- 
mentado, todo el alimento que ecsige su ham- 
bre devora<Jora,sin que le sea perjudiciel? ¿Quien 
permitirá á una clorótica que se deja llevar de 
todos los apetitos físicos v morales que la agitánt 
Estas reflecsiones no son dirigidas á pro- 
bar que siempre debamos oponernos 4 los ape- 
titos de los enfermos, pues muchas ocasiones 
son conformes con los ausilios capaces de dis- 
minuir la enfermedad. Ni menos se pensará nue 
es mi animo levantar sobre las ruinas de los an- 
tiguos el sistema de Brovvn. Me persuado nue 
uua dieta tenuísima, pone al enfermo en un estado 



14 

de languidez, y conozco cuan fatales consecuen- 
cias resultarían introduciendo en un estómago 
decaído carne y huevos, aconsejados por los parti- 
darios de Brown, y que no pueden menos que 
aumentar mas y mas la atonía del canal ali- 
mentario, sirviendo estos mal preparados alimentos 
de un nuevo estímulo para fomentar las degenera- 
ciones y la intensidad de la causa morbosa. En es- 
tas circunstancias quisiera mediar entre estos dos 
sistemas, abrazando la dieta que mas conduz- 
ca, con respecto á diferentes enfermedades agu- 
das, proporcionando la cantidad, calidad y mo- 
do mejor de ministrar los alimentos. Los anti- 
guos hacían consistir la curación de las enfer- 
medades acudas en la abstinencia. Herodoto no 
permitía ning-nn alimento en los tres primeros 
dias. Iíeraclides quería prolongar la abstinen- 
cia hasta el dia séptimo. Uno duba ;;g-ua has- 
ta el treinta; por mas que sea esta práctica te- 
mible podra servir para de.-truir 'o* temores de 
algunos profesores que opinan que los enfermos 
podrán ser víctimas de la falta de alimento 
bajo una dieta muy terne: les hará conocer cuan 
detestable sea el a bu o de abrumar los estóma- 
gos débiles de caldos repetidos, chocolate y otras 
drogan, aun en las enfermedades agudas. Pro- 
curaremos huir de todo estremo, constituyéndo- 
se siempre en un medio. £1 alimento podrá 
administrarse dos, tres ó mas u-ces al dia, se- 
gún las circunstancias de agudeza y demás, de- 
biendo permitirse aun menos en las agudísimas 
y perngudas, que en las agudas. Las hor¡¡s 
íiias propias s>on el tiempo de la apirecsia, si 



15 

ecsisíe, y si no el de la remisión, cuidando siem- 
pre de evitar el tiempo en que la accesión es- 
tá en su mayor vigor. Cuando no se observen 
los tiempos de apirecsia ó remisión, se podrá con- 
ceder el alimento cada cuatro horas, según 
la columbre. Lste deberá ser menos substan- 
cioso, á proporción del grado ma>or de calentura. 
Por mas que el oso de los caldos no sea el 
mas conveniente en ciertas enfermedades acu- 
das, siendo muy difícil destruir la preocupación 
que indistintamente hace que sirvan en todas las 
aficiones, pi (curaremos conciliar las propieda- 
des diferentes según la naturaleza de las dolen- 
cias. En las afecciones infl;>mat<>rius en las que 
hay un aumento sensible de i; ciínmcnto, seria 
de desear que los enfermos se sujetasen á "la 
diela vegetal liquida, es decir á la tizana do 
cebada ó avena, al suero y futías bien sazona- 
das, ya propaladas por una lig-era decocción, ya 
también del modo que las ofrece la nnturairza, 
siendo t;n alimento sumamente agradable y útil 
al pncipníe; pero esto no siempre puede hacer- 
lo e) medico, en cuyo ca*o deberá hacer que 
se subministren caldos refrescantes, esto es, com- 
pne-to de ia c.'.rre de baca ó pollo flaco y la 
hacedera, lechuda &c. A proporción que el in- 
citamento aumentado que acompaña á toda en- 
fermedad inflamatoria, va va disn.im:> endose y 
prestando los caracteres que demuestran la ec- 
sisteneía de la debilidad, será necesario dismi- 
nuir las cualidades refrescantes de los cabios 
6 lo (¡i-e es lo mismo; hacerlos mas corrobo- 
rantes. Las emulcionet) compuestas de las stmien- 



16 

ios frías, podrán formar una p*rte de la dieta 
en las enfermedades inflamatorias, sirvien lo al 
mismo tiempo para templar el calor escesivo. 
Cuando las dolencias agudas dependen ó reco- 
nocen por causa un estímulo catarral, el ali- 
mento deberá consistir en caldos tenues pero 
analépticos; tales son los que se preparan de 
las carnes magras de baca ó carnero, de las 
gallinas, perdices, &o. condimentados con la ca- 
nela y otros aromas, y aun vigorizados con un 
poco de vino, si la necesidad lo ecsije. Tanto 
estos caldos como los demás deb n pasarse por 
un cedazo repetidas veces para despojarlos de- 
vanas impurezas que quedan después de for- 
mada la decocción, y aau se les podrá quitar la 
gordura que sobrenada, la cual suele ser nucí* 
va á los estómagos. Las cremas de pan ó arroz 
con la cascara de naranja, y aun la leche en 
algunos casos formarán un buen alimento do- 
minando el estímulo catarral. He aqai el mo- 
do de prepararlos. 

Tres onzas pan ó migajon, cójase por una ho- 
ra en dos libras de agua: mistúrese en morte- 
ro, y vuélvase á cocer hasta la consistencia de 
crema: añádasele media onza de azúcar, y dos 
escrúpulos de agua espirituosa de canela ó cor- 
teza de naranja &c. Otra: dos cucharadas de 
arroz Jabado y treinta almendras dulces despo- 
jadas de su película: esta machaquese con agua 
hasta reducirlo á pasta, y después tozase por 
dos horas en agna, añadiendo la azúcar y ca- 
nela: cuando quieren hacerse mas nutritivas se 



17 
les añaje tina yema de huevo, si las iuerzas 
no lo Repugnan. 

i h U enfermedades viliosas en los pnnci- 
é roiraráh los alimentos de las frutassub- 
átjci la , i'tiius v demás substancias aosesentes 
v. ot. fiama de céhiada, avena &fc.» proscribí en- 
río los ' al los de puchero si es posible, \ cuan- 
do ntt pfleda renli^hjrse se neutralizará la ten- 
líericia > e é^ós tienen á la (putrefacción) al- 
cnleceiiáa éon alófanas «otas de sumo limón, 
vfoagfe &<*• v mezclándoles átennos vegetales 
cbrílo !Íij"tv>s. Todo esto tiene lugar al prin- 
cipio, \ h-ía tanto qíie se hayan desalojado 
U19 productos rnórbosos; pero luego que su- 
ce'rla v se advi ¡>rtá la postración ó cualquier 
otro síntoma que amínci'é le debilidad, se de- 
jan lo- végétáíes debilitantes, y se us;in los cal- 
dos (•!>'> el áe/ilo de limón, preparados con ias 
pr -eaiioiori'-s dichas. Para ¡satisfacer la indica- 
ción vital en las eníérinedadés dependieras del 
estímulo" piVri lo, recomiendan casi todos los 
autores las cremas v la dieta vegetal, proscri- 
b>en lo enteramente el uso de las carnes. Esta 
opinión ha sido combatida en nuestros dias por 
los partidarios de, Brovvn y otros sófidístas. Omi- 
tiré detenerme en este asunto remitiéndome & 
Jo que dejo dicho. Verdaderamente dice 
F , es uní cosa contradictoria bas- 
tante ver á los profesores amrmtes á la die- 
ta vestal encargar á tos religiosos (pie por 
s¡i instituto se ven precisados á u-ar de los ve- 
getales, en un caso de debilidad sin fiebre el 
uso de las carnes, al paso que lo prohiben en los 



18 

mismos sugetos se cuando hallan febricitantes. De- 
jando á un lado toda teoría, y suponiendo que 
la tendencia de los humores á la putrefacción, 
depende de una debilidad del sólido, vov á es- 
tablecer la dieta en este estimulo. En los pri- 
meros dias, hasta tanto que se logre estraer los 
materiales morbosos, creo será suficiente la ti- 
zana hipocrática y alguna crema; pero des- 
pués de satisfecha esta indicación pienso sean 
preferibles los caldos de carnes tiernas, condi- 
mentados con el agua vegetal, y acedados con 
el zumo de limón después de bien colados. 

En las afecciones ocasionadas por el esti- 
mulo gástrico, como estas traen su origen de 
la desproporción que media entre la candad y 
cantidad del alimento y las fuerzas digestivas, 
seria un error recargar en los principios el es- 
tomago con alimentos nutritivos, pues con ellos 
se le proporcionaría un agente que empeñase 
esta viscera mas y mas, y que agotase las 
fuerzas. 

Esto supuesto, hasta dar salida á los ma- 
teriales indigestos, la abstinencia, ó á lo sumo 
la tizana de cebada serán suficientes; pero lue- 
go que por este medio haya salido el estómago 
del estado de torpeza y opresión en que se ha- 
llaba constituido, se satisfará la indicación vital 
por los caldos nutritivos sin cracisie, y vigorados 
con un poco de vino bueno, ascendiendo gra- 
duadamente á los alimentos mas consistentes, se- 
gnn la naturaleza de la afección, y estado de 
las fuerzas digestivas. 

Si el estimulo agente esterno obrase dismi- 



18 

huyendo la fuerza de la potencia ñerviosn, y 
produciendo todos los fenómenos que maoiiirs- 
ta la debilidad de este sistema, entonces desde 
los principios «-lijo la dieta vegetal, proporcio- 
no á mis enfermos caldos ténuos y nutiitivos, 
compuestos de aves tientas y carnes magras, con- 
dimentadas con canela y bien coludos, añadién- 
doles agua triacal ó buen vino. Evito d;ir de 
una vez grandes cantidades, pues me parece 
mejor administrarlos en cortas dosis y á mena do. 

DE LA BEBIDA. 

■1-E--1' vino, hidromel y el ojimiel, formaron la 
bebida, que Hipócrates acostumbraba en las en- 
ferm > 1.» ifs; setfun sus escritos, el vino suave sir- 
ve para facilitar la expectoración; pero es poco 
a proposito para templar la sed. El blanco fuer- 
te Má d>ta 1j d¿ propiedades duréticas, y el 
austero y fuerte es conveniente cuando se hace 
precito ebrjjpuoriir y restreuir el vientre; estan- 
do contraindicado ciando el esputo sale tardo 
y los enfermos sienten una pe ka dea de cabeza, 
ó hay sumí escasez de orina?* Cl hidromel que 
era la bíbida que mu comunmente concedía 
Hipócrates á sus eaferavjs, conñstia en la sim- 
ple m.»zcla del agua y 1 1 miel, puesta después 
á hervir hasta formar espuma por el hervor: se 
emn'eaba cuan l > ara contraindicado el ali- 
món* j ti i ii l) p>r la violencia de la calentura, sifi- 
vienl) na p >c > pira témalas la sed. Siendo li- 
gara tíÁA pjbida gjlia sjn'ir pira promoverla 



20 v 

salida de los esputos, y la evacaacion de la ori- 
na; siendo mas fuerte promueve e! vientre pe- 
ro es dañoso cuando las deposiciones son bi- 
liosas y espumosa 5 , pues aumenta el dolor, ca« 
lor y tensión, y domas sintonías en vea de dis- 
minuirlos. El ojimiel se formará por una mez- 
cla del hidromel con vinagre; de este formó 
tres clases el mismo Hipócrates, íi s;:b?r: muy 
agrio, menos agrio y levemente agrio: el prime- 
ro e->tá contraindicarlo, cuando no es libre la 
espectorucion, pues la intercepta é impide la 
tos. Ei segundo carece de estos inconvenientes, 
tiene la propiedad de escitar la orina, pero suel- 
ta el vientre y ocasiona dolores. Hipócrates ha- 
cia tomar esta bebida ppr la noche, juzgaba 
que por contener vinagre convenía á los de tem- 
peramento bilioso, v dañaba los melancólicos. 
Como quiera que se, i, eslas bebidas no se tisan 
en nuestros día?. La agua que en estos 
tiempos mernce tintos elogios, 116 mereció 
la consideración de Hipócrates. Acaso la esca- 
sez de bebidas que tolos los médicos han con- 
cedido á los enfermo-i en los siglos pasados, de- 
pende de ser demasiado adictos á los principios 
líipocráticos. Esta práctica antigua lia túdo por 
fortuna deaterrada en nuestros dias, y no apa- 
rece (\n motivo capaz de proscribir la costum- 
bre nuevamente recibida. En las afecciones in- 
flamatorias la bebida deberá ser pura y fresca, 
cual la ofrece la fuente, desterrando para siem- 
pre los cocimientos conocidos con el nombre de 
atemperantes, el accido de limón en una jnsta 
proporción con el agua, templa la sed y hson- 



21 

£ea el paladar; la falta de esfe accido puede 
substituirse con vinagre ó sumo de agraz: esto 
deberá entenderse cuando la inflamación no re- 
sista en -alguna viscera de Ja cavidad vital, pues 
en este caso debe huirse todo lo frió, como Lo 
conoció Hipócrates. En las afecciones biliosas se 
usará igualmente la agua convinada con áci- 
dos vegetales; pero mas fresca que en las in- 
flamaciones. Si ocurrieren algunos síntomas de 
putrefacción, se acudirá á los áccidos minera- 
jes, v. gr. el áccido nitnco en agua basta una 
aecidez agradable: esta misma podrá servir en 
las enfermedades de putrefacción. En las do- 
lencias dimanadas de un e-timuío catarral^ la 
agua no se mandará muy fresca, antes bien se 
templará y mezclara con ios sub-accidos. 

En las afeccionos gástricas, podra servir de 
bebida la anua natural con algún jarabe sapo- 
nació, y últimamente en las afecciones nerviosas 
se prohibirá el uso abundante del agua, y aun 
la que se beba irá mezclada con algo espiri- 
tuoso. El ponche que se compone de ron, agua, 
sumo de^ limón y azúcar, será una bebida agra- 
dable y útil á los enfermos. Es difícil esponer 
reglas cp¡e iu distintamente puedan servir en to- 
das ocasiones. El profesor para no errar consul- 
tará las fuerzas del enfermo, la naturaleza y 
estado de las diferentes dolencias. Lo mismo to- 
cante á alimentos. 



22 
DIETA EN LAS ENFERMEDADES CRO. 

NICAS. 



l=-l ?i las enferme dados crónicas se lince preci- 
so una dieta muv diferente de la que hemos 
espuesto en las enfermedades ayudas, va porque 
el sistema gá-trico se halla regularmente en dis- 
posición de actuar alimentos mas consistentes, 
ya también porque en indisposiciones de larga du- 
ración, según común santir, es necesario socor- 
rer la indicación vital con alimentos mas tóni- 
cos para que las fuerzas no desfallezcan á la 
presencia de un estimulo, que emplea todas sus 
fuerzas para destruir la vida. Una dicta crasa 
ó mediocre correspondiente a la naturaleza de 
la enfermedad, y 4 la costumbre del enfermo se- 
rá la mejor en esíe caso, Los alimentos analépti- 
cos ya en f o fifia liquida, va en forma sólida, 
son recomendados por todos los autores. Enfer- 
ma sólida podremos usarlos en aquellas ocasio- 
nes en que los pacientes estaban acostnmbrado- 
c'jhmIo sanos, siempre que eri el sisteina gas- 
trico haya aptitud para ¡a cocción. En forma 
líquida convendrá en un estado de suma debilidad, 
en el cual las fuerzas digestivas no pueden actuar 
alimentos consistentes, se han reputado por escelen- 
tes en estos casos los caldos de vivoras, caraco*. 
les, cangrejos, galápagos &c. y aun se les atri.. 
fruyó en la antigüedad ciertas virtudes mediei.. 
líales. Por ejemplo, usaban del caldo de vivo. 
ras en las afecciones cutáneas y ulceroosas de 



2.1 

!a piel, y en todos los casos que era necesario 
restrbleccr las escreemnes de este órgano, y cuan- 
do eran muy grave?, sfe propinaba el de caraco- 
les; pero principalmente en las tumefacciones 
pituitosas del pecho, ríñones, y aun en las obs- 
trucciones y grandes debilidades. Los de galápa- 
gos eran destinados particularmente en las con- 
sunciones, toces rebeldes, flucsiones acres, úlceras 
del pulmón, enfermedades vaporosas de alguna 
duración, escorbuto &c. Últimamente, ios de ra- 
na se reputaban co:no un poco superiores á los 
de poüo, vaca, &c. y se ordenaban en las in- 
disposiciones simples, acompañadas de calor, es- 
cesiva sensibilidad, sed habitual, dolores vagos 
y espasmódicos, y en los males leves ya fuesen 
del pecho, ya de! mesenterio acompañados de in- 
flamación lenta ó snb inflamación. Ln nuestros días 
se ha abolido casi del todo el uo de estos caldos, y 
si hemos do creer á Mr. TI». . . .desconfiaremos 
de las virtudes medicinales, que muchos prác- 
ticos les atribuyen contemplando que fínicamen- 
te ecsiste en ellos una energía mayor que en 
las decocciones de los caldos ordinarios. Consin- 
tiendo la disposición del enfermo en alimentos só- 
lidos, se deben u^ar aquellos que en poco vo- 
lumen contiene mucho nuicilago ó tuco nutri- 
tivo. Entre estos deben mirarse como principa- 
les las carnes de aves tiernas, jóvenes don e-ti- 
cas, las gelatinas compuestas de dichas carnes, 
Inveniente aromatizadas, las cremas con la cor- 
teza de naranja, los cangrejos, ranas y <?alapa- 
gvDS. La leche siempre que no ec-istan degene- 
raciones accidas en priitíerasvias, ha de censi- 



24 

dorarse como uno de l< s alimentos mejores en 
las enfermedades crónicas, en las cuales puede 
servir también de medicamento. Para formar los 
caldos analépticos, podran servir las carnes de 
animales cuadrúpedos adultos, cuales son de va- 
ca, carnero, cordero, añadiéndoles las de capo- 
nes, gallinas, pollos, perdices &o. para hacer- 
los agradables se pueden mezclar cebollas, chi- 
rivias', apio &c. La bebida será el vino añejo 
v generoso, no permitiendo que abusen los en- 
fermos de grande cantidad de agua, pues sus 
efectos siempre serán uu aumento de debilidad 
fatal. 

TRATADO DE CALENTURAS, 

NOMENCLATURA. 



las voces que deben tenerse presente en la 

doctrina de las calenturas, san Izpirecsia, que es el 
estado en que el calor se halla aumentado y el 
pulso acelerado, y que en las calenturas remiten- 
tes se llama parogismo ú ecsaservacion, ó mas 
bien crecimiento. Este estado de pixecsia consta 
de tres tiempos, á saber: de frío, de calor y su- 
dor; la palabra piresia se ha tenido por. sinóni- 
mo de calentura tal; pero Cullen y otros au- 
tores lian limitado lu primera á la calentura que 
on está acompañada de afección local. 

Apirecsia. Que es el estado en que el calor y 
los demás síntomas febriles ó de pirecsia no 
eesbten, porque la A es privativa, y es 



25 

lo mismo que decir no hay calentura. (En 
las intermitentes decimos está en la apire sia ó 
intermisión.) 

Intermisión. Es el espacio que media <r 're 
el sudor de una accesión, v el frió del pa 
mo siguiente. 

Reñiitiion. Es el espacio qu< hay entre ecsa- 
servaeien y ecsaseryacion, en eefe caso solo -e 
hayan disminuidos los síntomas sin faltar del to- 
do la calentura._ 

Aeeesiiu. Es lo n isn^o que reí ieti< u >n de ?ín- 
tomas 6 nuevo acometimiento de ea . [Se 

usa sedo en las intermitentes.^ É esa ser \ ación, pa- 
Tcghmo, crecimiento, o recargo. Es la repetición 
6 aumento de ¡sintonías febriles qué no ¡alian 
cedido del todo, p< r lo que estas veces n< ¡ e- 
ben emplearse sino en las calenturas remitentes. 

Pericdo. Es una parte de la enfermedad, que 
consta de una accesión ó eesaservaejon, \ le 
una remisión, \engan ó no á una Lora deter- 
minada. 

Tipo. Es el orden determinado que guarda 
la nalnralezi en la repetición de las accesiones 
y ecsaservaciones: v. gr. si acomete una calen- 
tora á las siete de la mañana \ se quita a las 
cinco de la tarde, repitiendo en los mismos tér- 
minos se lliiima tipi ja; pero si varia de horas to- 
dos los dias se llai hará periódica, las que no 
guardan tipo ni periodo se llaman erratio 



26 

CAPITULO I. 

De la calentura en general. 



LJnt ; e*ndese P or calentura un estado preter- 
natural del cuerpo en que hav aumento de ca- 
lor, frecuencia de pulso, y algún daño sensible 
en las funciones. 

Sintonías. Las calenturas unas veces acome- 
ten con lentitud, y otras repentinamente. El frió 
con mas ó menos intención y duracion.es siem- 
pre el ecsliordio de esta enfermedad. Todos los 
que van áser acometidos de ella, experimentan las- 
cifud espontanea, impotencia 6 embarazo para eje- 
cutarlos movimientos voluntarios pierden el apetito 
v se hallan displicentes, ha^ta que se presenta la ca- 
lentura del mismo modo que á los que ataca repen- 
tinamente, esto es, con frió, después calor, dolor 
de cabeza, alteración de pulso &c. 

Frío. El orden que guardan los síntomas 
n presentarse, son primero el frió, de corta 
ó larga duración; en seguida el calor, sudor 
&c. El frió con que principia la calentura va- 
ria infinito, en cantidad, intensidad y duración; 
á unos dura media hora, á otros una y aun 
mas, al puso que (tros perciben unos ligeros 
calosfríos (de corta duración). Este en las in- 
termitentes se anuncia por bostezos, esperezos, 
por cierta sensación desagradable en la parte mas 
delgada del dorso, y en las puntas de los de- 
dos; -después sobreviene frió vehemente con hor- 



27 

ror el qne algana3 veces es tan fuerte que tia- 
ce temblar la cama: durante el frió todas las 
funciones de la economía animal sufren una 
grande mutación, y asi se observa que la cu- 
lis se pone pálida y áspera, á matura de las 
gallinas cuando se despluman, la conjuntiva, las 
mejillas, los labios y las uñas loman color li- 
bido: los sentidos internos y estemos ee entor- 
pecen: la respiración se liare pequeña, acelera- 
da y torta: la acción del corazón es lángui- 
da, pues aunque se encuentra hmcr número de 
Teces lo hace con poca rnf'rgn}, de donde re- 
sulla un puho pequeño, c'ebíl, ñas ó menos 
acelerado, y á voces tan contraído que apenas 
se percibe: las funciones naturales también su- 
fren alguna mutación, liay sed, el estómagos 
reciente, viene ia naucea, el vómito: los hipo- 
condrios se contraen, las cscresicnes se dismi- 
nuyen, escepto la orina que es . mas abundan- 
te pero mas clara, indicando el gran espasmo 
que hay en ledo el sistema tecretorio, la 1< li- 
gua está blanquecina y húmeda, v todo el cuer- 
po se halla contraído y reducido» motor volumen. 
Calor. Pasado este periodo principia el de 
calor, permaneciendo todavía en los principios 
la naucea, el vómito y ia dificultad de respi- 
rar; pero se disminuyen poco á poco a medi- 
da que el pulso se llena y fortalece, y se va 
mudando a su estado natural todo el aparató 
de síntomas que fe hon picudado mientras el 
frió. Durante este Ja lengua iMá <eca, hay sed 
dolor de cabeza, mudas utts dtliiio v algu- 
nas í.cpcr ? la rapiíacitn es \clcz peio "ctrcdi- 



28 
ta; el pulso fuerte, lleno y rápido; h orinaron, 
muy teñida y con algún sedimiento. En e->te estado 
principia á ponerse el puho mas blando, la 
frecuencia y fuerza de la respiración disminu- 
yen, debilitándose algún tanto las sensaciones y 
demás funciones de la economía anima!, hasta 
que ¡>or último sobreviene el sudor. 

Causas. Las de las calentaras se dividen en 
prócsimas y remotas. 

Prócsima. Acerca de la causa prócsima han 
sido varias las teorias que en diferentes épocas 
se han seguido en las escuelas, y con las que 
han llegado á alucinarse ingenios ilustrados. 
Las que con especialidad han hecho época en 
los anales de la medicina, han sido en primer 
lugar la de Boerhave, que admitía como causa 
prócsima de la calentura al calor, á la que 
después su comentador Vansvieten agregó la 
frecuencia del pul>o. Siguiéronse á esto losfer- 
ment¡>4as, que establecían consistía aquella en 
el predominio de partículas áccidas ó alcalinas, 
que tendiendo siempre á saturarse, producían en 
el acto de verificarlo una efervescencia en la 
maza de la sangre, a la que se seguía el ca- 
lor y la frecuencia del pulso: Cullén siguien- 
do un camino enteramente inverso, constituye 
la causa prócsima de la calentura en el espas- 
mo, el cual depende de la debilidad directa ó 
indirecta del sistema, y cuya ecsistencia se nos 
manifiesta por el estado que precede a la ca- 
lentura: para vencer este espasmo recurre á la 
acción del frió y del calor, que al paso quQ 
3 



29 

lo considera romo consecuencia de aquel, es- 
tablece no obstante la necesidad de su ecsisten- 
cia para destruir su propia causa» 13rown em- 
peñado en combatir esta doctrina, solo estable- 
ce la causa de la calentura en el aumento ó 
disminución del incitamento, y en la mutua re- 
lación que cosiste entre esta acción y la esci- 
t&bilidad. Algunos otros quieren fundar sus teo- 
rías sobre la debilidad, de la que hacen nacer 
el frió, de este el espasmo al que *e sigue el 
calor como medio que emplea la naturaleza pa- 
ra vencer la acción de los agentes que la opri- 
men. Pero otros á quienes el ejemplo de Hi- 
pócrates y su propia esperiencia ha enseñado 
el poco fruto que se saca de las teorías en la 
curación de las enfermedades, sin meterse á in- 
dagar la causa próesima de la calentura, no 
hacen mas que considerarla como un esfuerzo 
de la naturaleza, ó como un acto vital' que em- 
plea para oponerse a la acción de las potencias 
r;ue impiden el libre ejercicio de sus funciones. 
Éstos, pues, no admiten calenturas pútridas, 
héticas, tijo, ni otra alguna especie, sino una 
clase general á quien denominan con el título 
de calentura, y á la que bajo todos los aspec- 
tos de que es su:>.ceptible manifestarse en razón 
de la edad, del clima, de la estación, del tem- 
peramento y del concurso de las causas remo- 
tas, y solo la atribuyen la propiedad de ser el 
medio de reacción sobre los agentes destruc- 
tores. 

La calentura, pues, considerada bajo este 
aspecto, se debe desear y aun favorecer en mu- 



c' a« enferme Ta le*, principnlmén'e en aque^* 
« que la falta de reacción del si tema no f>- 
v rece a la cri,is ó terminación de las enfer- 
rv e ladeSj 

Causas remotas. Son aquellas que no pue- 
dan producir por sisólas las enfermedades; pe. 
rolo verifican por medio de so asoei ci n v< n 
las predisponentes, va (bren <n primeras vías' 
en la \ tel ó en otra parte del cuerpo, hacien- 
do sin duda la puntera impre ion en el siste- 
ma nervioso, y en vos síntomas pie - tirsnrcs son 
el frió, , el dolor de crabeza, pesadez &c/con ñutí 
principian las calenturas, coya mudanza morbo- 
sa del sistema ner\ ii.so, se propaga después por 
medio de éí al sistema vascular y deinSs p r- 
tes de la economía. Todos éstos estímu- 
los ios reduciremos, tU n líolieruve á los anco 
órdenes siguientes, 

Inr/esla. Por P sta roe se entiende todo Iq 
que entra en el ¡estómago que sea cap. z cíe pro- 
ducir una mutación morbosa, propagando e a 
toda la maquina J produciendo la calentura, 
como son las snnstancias aeres venenosas, los 
medicamentos y también las b bula-, comidas y 
condimentos que pjfepden por su cuantidad y 

Retenta, Bajo ete orden se comprehende co- 
mo causas remotas de la calentura, todo lo ni e 
se retiene dentro del cuerpo que debía esp/ier* 
se; y i si se ve con frecuencia en la práctica 
presentarse calentaras con varios caracteres, ( | ( » 
resultas de la ¿upresion del menstruo, de loa lo- 



*«* 



31 
qflios, de leche, del flujo blanco, leucorrea 
&e, sucediendo esto sin duda porque el humor 
detenido adquiere alguna degeneración, ó por 
cualesquiera otra mutación que causeen lama» 
quina. 

Gesta. En esta voz se comprehende la vida 
sedentaria, la apatia ó tranquilidad del espiri- 
ta, siempre que perturben el orden ue la eco- 
nomía animal, como también el calor, la mu- 
danza repentina de pais, costumbres &c. nu me- 
lado todo esto como otras tantas causas oca- 
sionales. 

Aplicata esterna. Este orden comprehende 
todas las substancias estimulante?, que aplicadas 
§ la superficie del cuerpo la irritan y producen 
dolores, ít otra sensación incomoda, y alguna 
vez lo calentura, como son las cantáridas, los 
sinapismos, las fricciones de alkali volátil, la ur- 
ticacion &c. comprehendiéndose también en es- 
te orden las consecuencias del ardor escesivo 
del sol, y la picadura de animales venenosos, si- 
guiéndose en're otros males la calentura. Final- 
mente en este último orden se deben compre- 
ben.der como causas ocasionales de calentura, la 
deprabaeion de los hnmores anima!e>, como tam- 
bién las pasiones de animo escitáhtés, tales co- 
mo la ira, el furor, la eseesiva alegría &c. las 
cuales obrando dilectamente sobre el ór° - ano prin- 
cipal de la circulación (según las ideas de Bi- 
t hat) propagan su acción á todo el sistema vas- 
cular. 

Efectos. Los mas generales de la calentura 
son: la pronta e»pul¡>ion de los humores: la pro- 



32 
pulsión la agitación de lo que estaba contenido, 
la subaccion de las partes ó materias que se 
resisten; la cocción de la materia morbífica, la 
secreción de lo cocido, la crisis de las enfer- 
medades, la mutación del temperamento ó dis- 
posición del enfermo para ejecutar cosas á que 
no e-taba acostumbrado, la evacuación de las 
partes muy tenues ó líquidas, la inspisitud de 
todas las demás, la sed, el calor, el dolor, las 
aneiedades, la debilidad, lascitud, gravacion ó 
pesadez. 

Las calentaras tienen tres .terminaciones, que 
son en salud, en otra enfermedad y la muer- 
te. Que terminan en la salud nadie lo ignora, 
pues por fortuna la mayor parte de ellas tie- 
nen esta benéfica determinación, ya sea por la 
acción de la naturaleza, ó por los ausilios del 
arte, concluyendo las mas veces con un sudor, 
diarrea, ú otra evacuación crítica. En todas las 
calenturas no se observan siempre visiblemente 
estas saludables evacuaciones, pues no se vere- 
fican en las calenturas nerviosas &. 

No es estraño que terminen en otra enfer- 
medad, pues lo mas general es incurrir en ana 
deblidad y en las afecciones que dependan de 
ella, se ve también con frecuencia en las biliosas 
que son muy fuertes, terminar en nna inflama- 
ción de la parte donde ha obrado con mas fuer- 
za el estímulo, ó en diarreas ictéricas, 

Algunas veces terminan en la muer- 
te, cuando es tanta la violencia de los 
síntomas, y la causa productora, es tan pode- 



i-osa qne Inrpn nulos los esfuerzos de la na- 
turaleza, ó ineficaces los áusilios del arte. 

Pronostico. El de las calenturas, como el de 
la m.v. r parte de jas enfermedades, es muy 
ditícil ^e determinar sabiendo due cada calen- 
tura está suje.tá á una multitud do vanedadei 
* circunstancias accí lentaíes¿ ron respecta a la 
Calentura misma, I la disposición del siiffeto 
&.*.. por lo <|ue al principio de la calenti ra 
tío se pr nosticará deeiivamente respecto a que 
lio s.. conoce aun In enfermedad bien, m aun 
en su cantidad y cualidad, no erando ul alcan- 
ce del médico el poder preveer los resultados, 
\ asi es que en las calenturas agudas no s¿ 
brondstitíará sino cuando e-tén ya algo adelan- 
tadas v se liiva conocí lo so Q -iracter, V para 
efectuarlo se examinará la naturaleza del esti- 
¿ri do que las produce medid » por sus electos, 
esto es, por el modo de obrar en el cuerpo: 
también se atenderá á la disposición del ent r- 
too, cual es la parte que se halla mas ó roe- 
tíos afectada, si es todo el sistema general ó 
alguno de los particulares f t ,,e estos cual es 
él qué está mas ofendido: en fin se tendrá pre- 
sente el ecsanaen.de los sí ¡turnas que se han es- 
ttnéstq, y por é¡ se deducirá también el é.'sito 
favorable ó adverso de la calentura, sengun el 
mayor número que se presenten, su intensidad 
&*,! Puede verse cuanto dice Hipócrates en su 
libro de los prono ticos sobre la calentura. 

Curación. La de la calentura ert general con- 
siste en conservar las fuerais riela vida del en- 
ferma, corregir el e¿tíamw febril evacuándolo 



34 

ó enervándolo, y corregir la disolución de los 
humores, ú otros productos febriles que suelen 
seguirse, moderando al mismo tiempo los síntomas. 
Las fuerzas de la vida del enfermo se mantienen y 
conservan por la dieta, que comprehende los 
alimentos, la bebida que debe usar el enfer- 
mo, el aire que ha de respirar y el como ha 
de estar. Mas habiéndose tratado "snficientemen- 
del alimento y bebidas que se deben adminis- 
trar, tanto en las enfermedades agudas como en 
las crónicas en el tratado general de dieta, so- 
lo resta que añadir las cualidades que debe 
tener el aire que ha de respira^ el enfermo se- 
gún la naturaleza de la calentura, y sobre to- 
do el aseo y limpieza de ra habitación, y ropa 
del paciente. Se debará, pues proporcionar un 
aire moderamente fresco, semejante al que ape- 
tecemos en el estado de salud, corrigiendo cuan- 
to sea posible sus alteraciones por medio de la 
ventilación, de las fumigaciones &c. regando el 
suelo de las habitaciones con agua de cal, ó 
esparciendo la misma para que absorva el ác- 
cido carbónico, procurando evitar al mismo tiem- 
po las numerosas concurrencias, luces y braceros 
que contribuyen á consumir el aire vital. No 
es menos interesante el aseo y limpieza de la 
habitación, cama y ropa del enfermo, por lo 
que será del cuidado del médico que esto se 
verifique con esactitud haciendo que se muden 
las ropas, cuando haya nabido sudores copiosos, ó 
que se hayan impregnado de cámaras, ú otras 
escreciones. 
Indicación 2 * Que se debe satisfacer en Id 



35 

cOracion de las calenturas es corregir el esti- 
mulo, evacuándolo si se puede, ó descompo- 
niéndolo, para lo que nos valemos de los eme- 
ticos, purgantes, sudoríficos &c. Sin embargo 
estos medicamentos, con especialidad los eme- 
ticos, tienen sus excepciones, como cuan .o 
hay inflamación, plétora, alguna ernia, hemotisis 
&c. en cuto caso pueden suplir algún tanto los 
purgantes íacsantivos, principalmente en los vicios 
de primeras vias, usando el crémor de tártaro, 
el tártaro soluble, el jarabe de chicorias con el 
ruibarbo, el suero con los tamarindos, el ma- 
ná &c. 

Sucede muchas veres que que ni por los emé- 
ticos purgantes, diaforéticos, y otros evacuantes 
se puede lograr siempre la evacuación del esti- 
mulo febril, aunque se conozca; pero hay mu. 
chas ocasiones en que es absolutamente desco- 
ñocido. y en este caso se debe tratar de neu- 
tralizar ó descomponer el estimulo; pero por des- 
gracia la medicina no está aun en estado de 
ofrecer estos conocimientos con esactitud; sin 
embargo usamos de la qTiina, que aunque no 
debe tenerse como un neutralizante, puede no 
obstante contribuir á la extinción del estimulo, 
ó su espulsion en razón de la virtud tónica y 
fortificante de que está dotada, pues cuando no 
se pueden evacuar ó neutralizar los materiales 
morbíficos debe confiarse únicamente en los es- 
fuerzos de la naturalezi, pues ausiliada esta 
con los remedios propios para ella, cumplirá mas 
enérgicamente coa su deber, lo que no sucede- 



36 

rá sí por una teoria mal entendida se emplea 
un redimen debilitante. 

indicación 3 a Que hay qne satisfacer en la 
cura general de la calentura, es correo-ir la di- 
solución humoral, ú otros productos febriles, in- 
dicados por las petequias, las manchas gangre- 
nosas, los flujos de sangre disuelta &c. en cuyo 
caso para satisfacer esta indciacion hedíamos ma- 
no de los antisépticos ó anti-pútridos mas po- 
derosos, corno son los áccidns minerales, la qui- 
na, las bebidas frías como no haya contraindi- 
cad n, las fumigaciones en la habitación del en- 
fermo &c. Si vinieren diarreas, convulsiones y 
( I os productos febriles, se socorrerán con los 
remedios espuestos, capaces de mitigar todos los 
demás síntomas, con lo que se satisface la in- 
dicación cuarta. 

" Verificada la curación, debe cuidar igual- 
mente el médico de la convalecencia o estado 
de debilidad en que precisamente quedan los 
enfermos, que si no se atienden con ¡os ansilios 
dei arte, suelen reproducir las calenturas ó ad- 
quirí;- otras enfermedades. 

Én genera! se debe prescribir á los con- 
valecientes una dieta analéptica, siempre relati- 
va al estado de fuerzas digestivas, haciéndoles 
tomar alimentos de fácil digestión y á menudo, 
pero en corta cantidad; prescribiéndole un ejer- 
cicio moderado, algún recreo inocente, aseo y 
limpieza en las ropas, y todo cuanto pueda con- 
tribuir al restablecimiento de su débil maqui- 
na, cuidando que las primeras vi as eá'éa cor- 
rientes, y en caso de detención de vientre se 



37 

herbara mano de los evacuantes y digestivos 
suaves, como el crémor de lártaro, la iniei&c. 
y alguna lavativa, siempre convendrá adminis- 
trarles algún tónico, y es el nías apropósito la 
tintura de quina, administrada dos o tres veces 
al dia por espacio de una ó dos semanas, según 
adquiera mas 6 menos fuerza el enfermo. Con- 
cluida, pues, la esposicion de la naturaleza, cau- 
sas, síntomas y accidentes de las calenturas en 
general, el orden que estos siguen en su ma- 
nifestación, los efectos saludables ó morbosos y 
las indicaciones que presentan en su curación, res- 
ta determinar el orden que debe guardarse en 
la esposicion y división de las calenturas. 

CAPITULO 11. 

División general de las valentía . . 

\Jr arias han sido las definiciones, divisiones y 
esplicacíones que se lian hecho de la esencia 
de la calentura, de las cuales las mas principa- 
les han sido, primera: en diarias, pútridas y hé- 
ticas, que atacaban los sólidos y duraban mu- 
cho tiempo: segunda, por razón del siíio que 
creían ocupaban, las llamaban de primera, segun- 
da y tercera región. Las de la primera región 
suponían que ecsistian sus cansas en las visceras 
del vientre: las de la segunda en las partes con- 
tenidas en la cavidad vital y animal: las de la 
tercera creían se hallaban en los huesos, cutis 



3* 

y demás envoltorios generales todas extasías sub- 
dividian en diarias, pútridas y héticas. 

Otros lian dividí lo las calenturas formando 
dos grandes clames ['xinn Bolt-rave], á saber: 
aguda* y lentas Las acudas son las qne do pa- 
ís. i n ile veinte y un día, y cuando mas cuarenta, 
poniendo. á los enfermos en peligro. Las lentas 
son las que tienen una carrera mas larga. Las 
acudas las subdividlan también en acudas pro- 
pumente dichas* peragodas v agudísimas. Las 
primeras se estienden cuando mas 4 los cuaren* 
tu días. Las secundas terminan en el siete, nue- 
ve, once &.•. L i>. terceras eu el primero, segun- 
do, tercero ó cuarto di a. 

Aunque estas divisiones no están formadas 
según los caranteres distintivos de la calentura, 
lo están per su duración é intensida i, por lo 
que importa tenerlas presentes 4 

Otra de las divisiones (pie se Inca v que 
adopta también el mismo Boherave, es la de ca- 
lenturas comunes y particulares. Las comunes son 
«quedas que acometen indistintamente a todos los 
sujetos, v provienen de causas generales. Las 
particulares se denominan las (pie afectas cierta 
dase de individuos, según su constitución, edad, 
Secso &c. A estas han llamado también esporá- 
dicas, que se subdividian en endémicas, epidémi- 
cas v estacionales. Las primeres son las que 
acometen á una ciudad ó á un país con pr - 
ferencia a otros, por haber en ellos alguna cau- 
sa común, constante y loca!, ya sea de situación 
por algún pantano, malas aguas &c. Las epidé- 
micas suu las que «cjuieU-ii igualmente á un 



39 

pueblo ó á nna provincia, y aunque producidas 
por alguna causa común, esta no es constante 
siendo mas ó menos pasagera. Las estacionales 
provienen de Jas modificaciones de la atmósfe- 
ra, y pueden ser también endémicas. 

La división de benignas v malignas es muy 
común, y & estas últimas se" les <!á el nombre 
de nerviosas, perniciosas y ataesicas. 

Por razón del estímulo que causan las ca- 
lenturas, se dividen en catarrales, rehumáticas, 
biliosas, lácteas &c. Estas mismas pueden ser 
esenciales, y serán sintomáticas cuando sean el 
resultado de otra enfermedad, como una infla- 
mación, abeeso &c. 

Otros han hecho varias divisiones por razón 
de cualesquiera síntoma sobresaliente que acom- 
paña algunas veces á la calentura, v les han 
llamado cardiálgicas, rehumáticas, sincópales, 
hepáticas, pleuritieas &c. por tener ademas de 
los sinfonías g-enerales, dolores rehumáticos, de 
estómago, algún síncope, letargo &c. 

Algunos las han dividido en universales y 
particulares. Por razón de la estación en hie- 

-•, autumnales, vernales: con respecto a los 
res en sanguíneas biliosas, linfáticas ó pi- 
tuitosas, atrabiliarias &c. 

Finalmente, Pinel en estos últimos tiempos, 
conociendo que todas las denominaciones de ca- 
lenturas biliosas, bilioso-inflamatorias, pútridas, 
bi I ¡oso-pútridas &c, tienen por apovo ciertos ca- 
racteres primordiales, ya simples, ya combinado? 
que se hallan unidos á las lesiones determinadas 
de ciertas paites, y que dependen de ufl ór- 



40,, 
den particular de sintonías, v despreciando [aca- 
so con bastante fundamento] la patología hu- 
moral, ha establecido seis órdenes de calentaras, 
las cuales en su estado de simplicidad, ó con 
sus diversas combinaciones, abrazan todas las es- 
pecies de calentura conocidos. 

Primer orden. Calenturas angioíénicas, ó sea 
inflamatorias. 

Las cuales distinguen por una irritación en 
las túnicas de los. vasos sanguíneos. 

Segundo orden. Calenturas Meningo-gastricas 
(biliosas), cuyo asiento primordial está en las 
membranas del estómago, del duodeno ó de 
sus adyacentes. 

Tercer orden. Calenturas adeno-meningeas 
(pituitosas). En la que todos los síntomas in- 
dican un irritación en las membranas mucosas 
que cubren ciertas cavidades. 

Cuarto orden. Calentaras adinámicas (pútri- 
das) que consisten en un estado de atonía de 
la que parecen acometidas todas las fibras mus- 
culares. 

Quinto orden. Calenturas atácsicas [malignas] 
que manifiestan un daño hecho en el origen do 
los nervio?, por una causa cualquiera, tanto fí- 
sica como moral. 

Sesto orden. Calentaras adeno-nerviosas, pú- 
trido-rnalignas ó pestilenciales. 

En las que un principio contagioso y des- 
tructor ha dirigido su daño a los nervios y 
glándulas como en la peste de Oriente. 

Esta división es muy apta para ilustrar la 



41 

justa aplicación que debemos bncer en los prin- 
cipios de la medicina espertante ó aH iva. en el 
mí todo curativo de las calenturas, puesto que 
los tres primeros órdenes vuelveu á énfrafr en 
gran paite bajo (I dominio de la primera, (es- 
to es, del método empecíante) y que los otros 
tres son manifiestamente de la inspección de la 
segunda (esto es del n eludo a tivo) pue- en ge- 
i* i a I poden os conüidí i, r la caleftlpra con [Mlial] 
como un acto vital qoe dirige ciertas fuerzas, y 
secreciones, para espejer fnera los agentes per- 
judiciales, lo que se ejecuta con i n orden, v 
c<n> una pspet ie de prop< fcion tart f ? en las can- 
tidades que deberi evacuarse, cuanto por las \ ¡as 
ene deben ser evacuadas. Estos conceptos si n sin 
duda mu\ o-enerales. pero nuiy propios para equi- 
librar el mas terrible azote de la espepie huma- 
ra, ti ciego empirismo, y el arle fupeslo de 
impedir y ¡otnilar el curso de la naturaliza, 
cuando seria necesario observarla y dirigir- 
le solamente cora lu mas prudente ciiuins- 
peccion. 

Sin timbaron, enmones ben os propuesto <-e- 
guir en lo posible la nosología de < míen, 
dividiremos las calenturas en dos clases <e- 
n era les, a saber: continuas 4 intermitentes. 

Uamanse calenturas continuas aquellas qué 
no dejando nunca al pnfermp en una total api¿ 
recsia, siguen sus periodos constantes desde el 
principio hasta el iin. 

lntern mentes a qoellastauy as accesiones < uar. 
dando un orden dctciüimudo de terciana, tuur- 



42 

tana &e. dejando al enfermo en el tiempo ' ele 
la intermitencia en una total apirecsia* 

Snbdi vi dense las calenturas continua^; en 
continuas continentes, y continuas remitentes. 

Las intermitentes toman el nombre de ter- 
ciana, cuartana &c. con relación al orden que 
guardan los síntomas en presentarse, como se 
dirá cuando se trate de ellas en particular. 

Espuestas; pues, las divisiones de las calen- 
turas, y establecido el 'orden que hemos de se- 
guir en su exposición, principiaremos de cada 
una de ellas á tratar, determinando en primer 
lugar los caracteres de las órdenes, y consecu- 
tivamente el de los géneros y especies. 

ARTICULO PRIMERO. 

Calenturas continuas continentes. 



\^e da este nombre i aquella;? calenturas qne 
en razón del círculo diurno de nuestra econo- 
mía animal, se observa en ellas una diaria v 
constante, aunque ligera, ecsaservacion, sin dis- 
minuir la fuerza de la primera accesión. Perte- 
necen a este orden los cinco géneros siguien- 
tes: la efémera, la síooca, la pútrida, la malig- 
na y la hética. 



43 

GENERO PRIMERO. 

Efémera. 



tV^ trivn el carácter constitutivo de e<=*e p£- 
Dero en.su duración de veinte y Ctritro hora?, 
6 á lo mas de media semana. Su invaciop es 
repentina sin que la hayan precedido se i 
de indisposición. Sus causas siempre son lle- 
ras, y sus síntomas de poca consideración. 

Síntomas. Una especie de la-citud y debili- 
dad pasagera, algunos pequeños calosfríos, in- 
apetencia, aumento de calor, pulso lleno y fre- 
cuente, (ara algo rubicunda, la cabeza carga- 
da, ligeras pulsaciones en las. cienes, y una es- 
pecie de mador por todo el -cuerpo que termi- 
na en sudor copioso, forman la historia de esta 
enfermedad. 

El calor en estos enfermos peca solo en 
cantidad, v sus orinas, y escremenlos distan muy 
poco del estado común, se le ha dado a esta 
calentura el nombre de simple ó esquisita, cuan- 
do su duración sulo se estiende á las veinte y 
cuatro horas, y protacta ó estensa, cuando es- 
cede de este término, adelantándose hasta el dia 
tercero ó cuarto. Este genero de calentura cons- 
ta de varias especies cuales son: primera, 

Pletonca. Que acomete á sugetos atléticos, ro- 
bustosy sanguíneos, ¿ consecuencia de haber ejer- 
citado el cuerpo inmoderadamente, 6 de haberse 
espuesto á. lu impresión de lo« raros del sol. 



44 

En esta especie el calor y la rubicundez son 
mayores, y el pulso esta mas frecuente que eri 
las otras. 

Curación. Si la robustez del individuo y su 
estado pletdrico hiciesen que los síntomas se pre- 
sentasen con alguna violencia, seria necesario re- 
currir á alguna ligera evacuación de sangre; pe-« 
ro como esto rara vez sucede, bastará valemos* 
de los medios mas saaves, como son dieta te- 
nue, quietud, colocación del enfermo en una at- 
mosfera fresca con poca luz, el aso abundante 
del agua fria con los sub-accidos, jarabe de 
limón ó cidra &c. con cuyos simples ailsilios se 
consiliará á nuestro cuerpo la humedad perdi- 
da y se acelerará la venida del sudor. 

Segunda especie catarral. Una atmósfera ca- 
lida alterada repentinamente por las modifica- 
ciones inducidas por el frió, nive, lluvias &c. da 
motivo al impedimento de la escrecíon d<\ hu- 
mor prespirable, y ocasiona esta especie de 
efémera. 

Síntomas. El lagrimeo, coriza, ronquera, una 
sensación opresiva en el pecho, y últimamente la 
relación del paciente nos conducirán al conoci- 
miento de esta especie. 

Curación. La indicación que se presenta en 
este caso es facilitar la evacuación del humor 
transpirable, para lo cual usaremos de pedilu- 
vios y fricciones, juntamente que de los suaves 
(lacsantes), diaforéticos, v. gr. la infucion de lió- 
les cordiales, amapolas, saúco &c. procurando. 



45 

aumentar el calor de la cama y de la habita- 
ción. 

Tercera especie láctea. Esta calentura es pro- 
pia de las recien paridas, y se manifiesta de re- 
sultas .del estímulo que produce el atinjo de la 
leche que sobreviene á los pedios después de 
pasados tres dias del parto. 

Síntomas. Siendo, precedida de un frió pa- 
sagero que repite por intervalos, acompañado 
de dolor en los pezones y elevación de 
los pechos. En este estado los loquios se dismi- 
nuyen, hay calentura que desaparece á los dos 
ó tres dias, verificándose completamente el aflu- 
jo de la leche y un sudor copioso. 

Curación. En esta especie se ofrecen dos in- 
dicaciones: primera, facilitar la secracion de la 
leche: secunda, conciliar un curso libre á los 
loquios. Una y otra parecen ser obra destinada 
á la naturaleza; sin embargo, la primera se sa- 
tisfará procurando suavizar el calor por medio 
de alguna emulcion, y los fomentos lacsantes 
aplicados á las mamas, con el objeto de aflo- 
jar los vasos, y dar tráncito á la leche. La 
segunda: suele ecsigir, si la persona es ple- 
tórica, sangrías muy moderadas, y nn régimen di- 
lueute; sobre todo se han de evitar los dolores 
fuertes, y las pasiones de ánimo. 

Cuarta especie menstrua. Esta es propia de 
las niñas que llegan a la edad en que la apa- 
rición del menstruo por la primera vez, mani- 
fiesta que ya son aptas para poder recibir el 
dulce nombre de madre. 

Síntomas, Esta especie á mas de los sínto- 



46 
mas generales, es caracterizada por la pesadez, 
vértigos, dolores de los ríñones v pelvis &c. 

Curación. Para favorecer la naturaleza en 
la evacuación menstrua, cuyo defecto se debe 
considerar como el agente "febril, se ha de pro- 
curar corregir la tensión y espasmo, disminu- 
yendo al mismo tiempo la resistencia del sico- 
ma vascular uterino, lo que se consigue por 
medio de los vapores emolientes, fricciones, pe- 
dilvios, semicupios, la dieta tenue, el ejercicio 
moderado y el uso de cocimiento de grama, cu- 
lantrillo, escorzonera &c. 

Quinta especie gástrica o nauseativa. Esta 
acomete con preferencia á los niños que intro- 
ducen en su estómago un alimento que peca 
en cantidad ó cualidad, cuando ya empiezan 
;i comer. Igualmente le es propia cuando se ha- 
llan en la lactancia, siendo las causas las con- 
gestiones lácteas que irritando su sistema gás- 
trico demasiado delicado, dan motivo para pro* 
dncir esta especie. 

Síntomas. Los caracteres propios de ella á 
mas de los generales, son lengua blanca, nau- 
seas, y á veces vómitos, tensión, elevación y 
sensación dolorosa en el epigastrio, acompaña- 
da de estreñimiento de vientre y otras veces de 
diarrea. 

Curación. Para ella se procurara dar sali- 
da al estímulo morboso, y corregir los accidez; 
que suele en tales casos ecsistir en primeras vias. 
Lo primero se consigue por medio de algunas lava- 
tivas suaves, ó aplicando alguna cala administrando 



47 

s) mismo tiempo algún lamedor purgante como 
el de ruibarbo, el de rosas solutivo Scc. Ka. 
segunda indicación dirigida á corregir las de- 
generaciones accidas se satisfará con el u?6 do 
algunos granos de mágnecia calcinada. Los re- 
paros confortativos después de haber dado sali- 
da á los materiales existentes en primeras vías, 
podran ser igualmente muy del caso. 

También suele observarse alguna vez esta 
indisposición en los adultos, á consecuencia de 
un desarreglo en la comida 6 bebida, en cuyo 
caso es menester evacuar el estímulo por medio 
del emético si ecsisíe en primeras vias, ó subminis- 
trando un purgante suave cuando reside en los in- 
testinos, vigorizando después el éstúmago con 
la iní'ncion de la manzanilla, del té, café &c. 
Sesla especie sudatoria. Esta se manifestó en In- 
glaterra en el regimiento de Enrique IV acia los 
años de 1586 4 1529, estén di-énd ose después por 
varias provincias, se manifestó con (especialidad 
en el eslió, siendo su invacion anunciada por 
Síntomas. Un calosfrío bastante grande se- 
guido de desmayes, sincopé, cardialgía, suma 
debilidad, grande postración de fuerzas, fuertes 
anciedades, especialmente cu las regiones pre- 
cordiales, respiración anhelosa, un calor ustivo 
muy grande, que espresaban los enfermos di- 
ciendo sentían á modo de llamarada quo 
subían áesíle el fondo del estómago hasta la 
garganta v cabeza: se observaba una irregula- 
ridad graádíáiina en el pulso, y un sudor que 
si se manifestaba desde el principio como com- 
pañero del síncope, el paciente por lo regular 



48 
fallecía antes del segando ó tercero dio, y a"n 
á veces eo el primero. Cuando esta calentura 
era muy violenta, sobrevenían á los síntomas 
espresados evacuaciones sanguíneas, fétidas y lí- . 
bidas, manchas amoratadas ó gangrenosas en el 
vientre, un desasociego imponderable, y en fin 
la muerte dentro de muy pocas horas. 

Cansas. Esta calentura depende por lo ge- 
neral de alguna mola cualidad en los alimen- 
tos ó en la atmósfera, producida por los mias- 
mas pútridos, las ecshalacionés de los pantanos, 
de los cementerios y de todos aquellos lugares 
en que se actúa la descomposición de substan- 
cias animales ó vegetales; en una palabra, pue- 
de dimanar de toda causa capaz de abatir las 
fuerzas vitales, y debilitar el sistema nervioso. 

Pronostico. En esta calentura debe ser muy fu- 
nesto en atención á la violencia de sus síntomas 
y á la rapidez de sus progresos, y principalmen- 
te cuando el síncope que se manifiesta en su 
invacion es acompañado de sudores: cuando la 
cardialgía es estremada y el desasociego cons- 
tante, y solo podrán formarse algunas esperan- 
zas, cuando no habiéndose presentado con tanta 
violencia los síntomas, sobrevienen sudores abun- 
dantes acia el fin del primero ó segundo dia de 
la enfermedad, y mayormente si estos continúan 
con alivio del enfermo. 

Curación. En ella debe tratarse de promo- 
ver el sudor por todos los medios posibles, pa- 
ra lo cual se procurará mantener al enfermo 
en una atmósfera abrigada, aunque ventilada, 
«e ie ' proporcionará un abrigo suficiente, y so 



49 
le administrarán las ínfuciones teiformes tío la 

manzanilla, centaura menor ó de Bardana, di- 
solviendo en estas ínfuciones algunas confeccio- 
nes, ó mezclándoles los cordiales con el fin do 
reanimar la acción vital del sistema, al paso qtic 
se promueve el sudor: si estos sudoríficos no 
bastan, se podrá heehar mano de los ahtimonia* 
les, tales como el vino emético dilatado en es- 
tas mismas ¡nfocimes, el antimonio diaforético 
en cantidad de tres escrúpulos unidos al cré- 
mor de tártaro, añadiéndoles alguna? go- 
tas del licor anodino mineral de Bosman, el 
aceite amoniacal &c. Si por estos medios se con- 
sigue promover un sudor abundante, so tendrá 
sumo cuidado en no suprimirlo de ningnn mo- 
do, manteniendo entretanto las fuerzas del pa- 
ciente á beneficio de una dieta tenue, del \i- 
no, los cordiales, las opiatas de quina y serpen- 
taria &c. hasta que el paciente llegue á recu- 
perarse de un todo. 

GENERO SEGUNDO. 

[Sinocal. 



|l carácter de esta calentura consiste en el 

aumento de calor, en lo fuerte, duro y frecuen- 
te del pulso, lo encendido de las orinas y la 
turbación de las funciones intelectuales, mas ó me- 
nos fuerte, según la violencia de la causa y la dis- 
posición del individuo á contraer esta calentura. 
Esta ideocrasia puede anunciase de antemano por 



ZfléCcj 



50 
una porción de anomalías de la acción nerviosa, 
á saber: dolores de cabeza vagos y periódicos, 
vahídos, zumbido de oidos, ojos centellante?, sue- 
ño agitado ó comatoso, en sueños espantosos, 
bochornos después del uso de bebidas tibias ó 
espirituosas, ó bien después del menor ejerci- 
cio, repugnancia al moverse, especie de estupor 
c-n las funciones intelectuales, y un rostro que 
alternativamente presenta colores variados. Si en 
estas circunstancias una cansa cualquiera, físi- 
ca ó moral, llega a estimular el sistema ner- 
vioso, se restablece una reacción fuerte y ge- 
neral del sistema vascular mas ó menos soste- 
nida, segnn las circunstancias, la cual se mani- 
fiesta repentinamente por nnos ligeros calosfríos 
[Vjue a veces no se presentan], a los que se si- 
gue un calor continuo bastante intenso, pulso 
fuerte, duro y acelerado; pero con alternativas 
de depresión si se declara dolor fijo en alguna' 
parte: los enfermos tienen el rostro colorado y" 
muy encendido, ojos brillantes, dolor y tensión 
de los parpados, lengua blanquecina ó encen- 
dida, pero las mas veces húmeda, escepto cuan- 
do la enfermedad es muy grave y de larga du- 
ración: entonces sed intensa, nauseas y vómi- 
tos, aborrecimiento á las sustancias animales, 
fuerte dolor de cabeza y lomos, cansancio, sue- 
ño corto y agitado con ideas fantásticas, ó bien 
somnolencias continuas con objetos de terror, prin- 
cipalmente en la niñez. En este periodo de la 
vida, asi como en las personas mny irritables 
suelen notarse ligeros movimientos convulsivos 
ó sobresalto de tendones, á intervalos de deh- 



51 

tfo, también frenesí, estreñimiento ó dcposicio. 
nes líquidas, pero calor alltubsó, orinas poco 
abundantes y muy encendidas. 

Pronostico, La niavor duración de esta" ca- 
lentnra es de siete á catorce difis: Boeié también 
ser efémera, y suele entonces terminar el ter- 
cero 6 cuarto. .Sus terminaciones mas favorables 
gon por sudores ó por émorragia ció narices, la 
cual es precedida de cie;ta pesadez de cabeza, 
pulsación en las cienes y prurito en la mem- 
brana pituitaria, palidez de la cornea y de un 
pul-o dícroto, cuyas pulsaciones se aumentan 
desde el dia cuarto al sesto ó principios del sép» 
timo, en que se efectúa diclia erriorragía con no- 
table alivio del paciente. No siempre corre ota 
enfermedad sus periodos tan benignamente ni son 
sus terminaciones favorables, pues en algunos 
pasos de escesiva violencia de síntomas, la natu- 
raleza está espuerta a peligros ó éstravios que 
pueden manifestarse por ¡níhmaciones lócales, 
tales como la hepatitis, perinmeumnnia, iVeiiitis 
&c. en cuyo caso nos servirán de indico para 
"su conocimiento tanto los sintonías espuesíos co- 
mo los que son propios de cada una de estüS 
enfermedades, y que se espondrán en su lugar. 

Curación. Para ella se hecha rá mano en gene- 
ral de los diluentes y atemperantes, entre los cuales 
puede tener lugar para bebida usual, una ti- 
zana compuesta de tres libras de agua común, 
dos onzas de pulpa de tamarindos y media del 
crémor de tártaro; asimismo se recurrirá h las 
enemas de agua común, vinagre y aceite, los 
sinapismos de vinagre y yervas, manteniendo al 



52 
"tóistno tiempo al enfermo a nna dieta modera- 
da. Si con esté método el enfermo no se ali- 
viane, y Jos sí¡ liornas fuesen en aumento y hu- 
bie-e signos de afección focal, se deberá recur- 
rir á las sangrías generales ó parciales, los ve- 
jigatorios y demás medios capaces de satisfacer las 
indicaciones particulares, qae se presentan en caso 
de báber alguna de estas determinaciones; pero te- 
niendo siempre presentes los medios que} la natu- 
raleza debe émpleárpor ¡-í en la curación de 
estas enfermedades para no turbarla en su cursó. 

Primera especie ptetoricá. ly.i duración, la va- 
ciedad y la mayor actividad de los sintonías, nos 
darán lace* para distinguir está de la efémera 
p'eíóric.í. El calor que solo peca en cantidad, 
la falta de síntomas fde putrefacción, la pulsa- 
ción délas arterias temporales, nos harán ver que 
no puede confundirse con el sinoco pletórico. 

Esta especié acomete con preferencia en aque- 
lla época destinada para el incremento y perfec- 
ción del cuerpo, desde ios doce á los veinte y 
cinco anos. Los miiobaclios y mugeres no están 
tan espuestos á ella, pues unos y oíros se sacu- 
den de la sangre superfina, es'as por medio de 
la evacuación periódica cuando han llegado á 
la pubertad, y aqiiellcs por las continuas epista- 
xis a (pie estar, comunmente sujetos. 

Causas. £1 principio determinante de esta es- 
pecie, es la plétora, pasiones escifaníes, ejercicios 
violentos, abuso de licores espirituosos, ó la su- 
presión de alguna evacuación. 

Curación. En ella no hay nada que añadir 
al plan general propuesto en el genero, que 



53 

solo deberá emplearse con mas ó menos esten- 
sion con arreglo á ía constitución del individuo, 
y la violencia de. los síntomas. 

Segunda especie catarral. El carácter de es- 
la consiste en la duración y sistomas que anun- 
cian la ecsisteecia del estímulo catarral: tales 
son el lagrimeo, sensación gravativa de cabeza, 
¿bhqnera y dolor de pecho, junto á ¡as señales 
de robustez, estado pictórico y demás si ufe. oías 
que constituyen el carácter de una calentura 
sinocal. 

Causas. Reconoce las mutaciones repentinas 
que ésperimenta la atmósfera de caliente á fria, 
las cuates suprimiendo la traütípira'cion, determi- 
nándose esía acia los pulmones, bronquios, cabe- 
Ka &c. produce los sí espuestos, mas 6 
menos violentos áegun la constitución del indi- 
viduo y lo intenso de la causa. Con relación á 
estas últimas circunstancias podrá formarse igual 
mente el pronóstico. 

Pronostico. Sin embargo de que esta enfer- 
medad por lo regular no es peligrosa, sí una 
conducta errónea en el método curativo la ha- 
ce de peer carácter, podrá terminar funesta- 
mente. 

Cvraciom Tres indicaciones nos presenta esta 
especie: la primera consiste en evacuar las pri- 
meras vias, en las cuales suelen haber por lo co- 
mún degeneraciones biliosas y pituitosas: para lo 
cual" los purgantes suaves, ó mas bien un libe- 
ro emético vegetal puede ser muy del caso, pues 
no solo dará salida á los productos morbosos, 
smo también servirá para promover la transpira- 



54 
con. paya evacuación nos ofrece en este caso las 
madores ventajas. Algunos guiados de los dolo- 
res, y oles efectos de inflamación han acu- 
dido k las evacuaciones de sangre* con las cua- 
les han dado motivo al desarreglo de la cons- 
•n, haciendo ójUe la sinocal de benigna ad- 
-" un cara» ter gástrico ó nervioso dema- 
sía lo funesto á los enfermos. Esto supuesto, solo 
cuando la plétora sé une al estimulo catarral, po- 
drá hacerse 1:5.0 dé alguna evacuación desan- 
gre; pero muj moderada,. 

i debe dirigirse á cor- 
regir los síntomas. Su variedad ecsige remedios 
proporcionados .á su naturaleza, y. gv. la tosió 
hará mas llevadera siendo seca, Con los cafnian- 
I , siendo húmeda con los expectorantes, como 
r! ojimiel simple mezclado con un jarabe emo- 
liente, ti i tros toas activos según la necesidad; 
tales son las preparaciones sciüticns, el quermes 
&c. Los \l lores cederán al uso de los javon- 
cillos, cantáridas &c. 

La ¡ndicncmn tercera debe conspirar a pro- 
mover la transpiración, sostener las fuerzas y 
oponerse á la putrefacción v demás sintonías ner- 
viosos, La dieta tenue, pero analéptica, será bue- 
na en este caso. En los primeros días so hechará 
mano de los pediluvios y suaves fricciones, usan- 
do interiormente de los suaves diaforéticos, co- 
cino la infoeion de amapolas, flores cordiales ¿^c. 

Restablecida la prespiración podrá usarse 
de la tintura de quina, ya para corroborar los 
diferentes sistemas, ya también para contenerla 



55 
fiebre en sus progresosj mayormente si esta ob- 
serva el carácter de remitente. 

Terrera especie gástrica. Esta va n compara- 
da de »ausca, vomito, ma! gusto, suciedad en la 
lengua y sensación de peso en la boca del es- 
tómago ó en los intestinos. 

Curación. Las indicaciones que ofrece esta 
son las mismas que las de la efémera gástrica^ 
es decir, al principio los evacuantes proporciona- 
dos al sitio donde ecsiste el estimulo, y después 
los que poseen !a virtud de entonar el sistema 
gástrico, como las inficiones vinosas de centau- 
ra, genciana, salvia &c, la de te, café 6 indura 
de (¡nina, procurando al mismo tiempo fucilitar 
la soltura del vientre por medio de los pur- 
gantes suves, como el ojimi!, jarabe de rosas 
solutivo, el de chicorias &c. 

Cuarta especie biliosa. Esta acomete á los *n- 
getos de un temperamento bilioso muy i ntable, 
y con especialidad cuando lian hecho mucho ejer- 
cicio tgpuestos á ja acción del calor del sol. Las 
pasiones vivas como Ja ira, los alimentos esíiirui- 
tantes &c. pueden aumentar igualmente la irri- 
tabilidad del sistema hepático, y de consiguien- 
te ocasionar esta calentura; 

Síntomas. Los caracteristicos de esta son pesadez 
de cabeza, rostro encendido con algunas manchas 
amarillas, eructos quemantes, pulso no tan lleno co- 
ntó en la inflamatoria, pero duro y contraído, aun- 
que no tanlo como en la biliosa legítima, nauseas y 
vómitos biliosos, lengua seca cubierta de una 
crápula biliosa, principalmente por el centro: sed 
insaciable con especialidad de bebidas accidas, 



56 

dolores do viento?, finalmente diarreas biliosa» 
en que por lo genera! termina. 

Cm'dcion. El método que debe ponerse en 
prifética 1 , consiste en atemperar al enfermo por. 
medio de las enemas, de las bebidas subaceidas, 
especialmente de las limonadas hechas como se 
dijo en la curación general, y después de ha- 
ber moderado algiifl tanto los inflamatorios sín- 
tomas al día y medio ó dos de enfermedad, se 
administrará un emético antimonial ó cuchar ai 
das, á fin de promover con suavidad el vómi- 
to y la evacuación de materias biliosas, pro- 
curando en lo succesivo mantener bien libre et 
vientre por medio de las pulpas de casia, ta- 
marindos, maná, crémor &c, disuelto en una su- 
ficiente cantidad de agua, do que beberán á 
pasto los enfermos, ó también por medio de 
unas cucharaditas de ojimiel simple: siendo el 
principal objeto del facultativo no turbar las 
crisis de estas enfermedades, que generalmente 
es la diarrea. 

GENERO TERCERO. 

Calentura pútrida o sinoco. 

(£¿|e da este nombre á aquella calentura, cuyos 
síntomas primitivos, al parecer inflamatorios, de- 
generan durante su aumento y estado en los de 
lenta nerviosa, manifestándose al mismo tiempo 
disgregaciones ó degeneraciones humorales. Los 
nosologistas la caracterizan porque su termina- 



f)7 
cion es al séptimo, catorce, diez v siete 6 veinte 
y un dia, y porque los. enfermos tienen el pul- 
so principalmente en el estado mas fuerte que la 
ordinario. 

Causas. Los principios predominantes ó cau- 
sas productoras mas frecuentes de este género] 
son el aire impuro mezclado con miasmas de- 
letéreos y pestilenciales, que por lo común son 
gases mefíticos que se desprenden de ios sitios 
donde !iay corrupción, como en las i desias, bó« 
vedas y cementerios donde se entierran muchos 
cadáveres. Las lagunas y pantanos donde hay 

Íiutrefacc'iones animales y vegetales, las cruc- 
es y otros .sitios poco aseados, los hospitales &c. 
finalmente el contacto ó rose con enfermos de 
esta naturaleza: jilntanse á estas cansas además, 
todas aquellas que sean capáce.s de producir una 
deprabacion en les humores animales, como las 
malas digestiones causadas ya por falta de ac- 
ción en las fuerzas digestivas, ya por macha can- 
tidad ó mala cualidad de los alimentos, la apli- 
cación esterna 6 uso esternp de sustencias pú- 
tridas ó venenosas, carnes podridas ó saladas, 
aguas estancadas &e. 

Ademas de esfo no es cstrafío ver en la 
práctica degenerar en pútridas las calenturas in- 
flamatorias, biliosas, catarrales &c. 6 por haberles 
descuidado. 6 por no haber podido vencerlas con 
los remedios mas bien indicados. 

A mas de todas estas causas productivas 
del sinoco, hay otras que hacen un principa) 
papel en esta calentura, tales son la edad, la es- 



58 
íacion, el temperamento, !a plétora, el genero 
de vida &c. 

Generalmente acomete á los sugetós san- 
guineos, robustos y pocas veces á los flacos y 
débiles; se presenta en todas estaciones, y con 
mas particularidad en e! estío, y otoño. 

Su invacion se verifica algunas veces po- 
co á poco con cierta languidez, inapetencia, nau- 
sea, y vomito; pero siempre con un ímpetu mas 
repentino que e! de las calenturas nerviosas. 

Sintonías Otras veces se manifiesta derrepen- 
te, en cuyo caso el primer sinfonía que se ma- 
nifiesta es un ligero calosfrió, al que se sigue 
un calor ústivó, y como pegajoso, muy análogo 
al de las calenturas biliosas, aunque no tan in- 
comodo: al principio el calor suele distar po- 
co del estado natural, pero después, se va gra- 
duando poco á poco: se presenta el dolor de 
cabeza, rubicundez de los ojos, dolor en el fon- 
do de las orvitas, y una inquietud general: el 
pulso al princio está pleno y duro, aunque des- 
pués se toca mas blando, pero perezoso v des- 
igual, de modo que apenas puede servirnos de 
índice para conocer el estado de la enferme- 
dad, siendo el mas constante el de la lengua, 
la cual en el principio está blanquecina v húme- 
da; pero á medida que la enfermedad va toman- 
do incremento adquiere un color mas obscuro, 
con especialidad en su centro, en que aparece 
seca, y con una lista negra, el rostióse obser- 
va de un color cárdeno, ó amoratado, especial- 
mente los labios: aborrecen de un todo las sus- 
tancias animales, tienen nauseas continua?-, gus- 



59 
to nidoroso, eructos quemantes v algunas veces 
vómitos: :\cia al cauto día se van aumentando, 
estos síntomas y presentándose otros sucesiva- 
mente. El dolor de cabeza es mas intenso, sue- 
le sobrevenir el delirio, el cual se anuncia por un 
temblor que se manifiesta con especialidad en 
las manos: acomete el sopor y fa postración, las 
orinas, sudor y cámaras salen fétidas, y acia el 
séptimo dia ya suelen presentarse las petequias,, 
meteorismo al vientre, lentorús en los dientes y 
encías: no siendo estraño que en lo sucesivo 
sobrevenga el tnístnq, salto de tendones, lengua 
balbuciente y oíros síntomas nerviosos: también 
se observan manchas gangrenosas, efusiones de 
sangre disuelta por nances, borra, ano, vagina 
&c. no siendo raro que aparezcan acia el día 
catorce ciertos ecsaníemas miliares distintos de 
las petequias y también astas en la boca, pro- 
duciendo mucha incomodidad para tragar los 
enfermos. 

Esta enfermedad corre sus períodos por lo 
regular «m el espacio de siete, once ó catorce 
días, csíendiendosc algunas veces hasta el vein- 
te une; sin embargo no es fácil siempre fijar el 
término de su duración, pues la intensidad ma- 
yor 6 menor de los síntomas descritos, la cons- 
titución del paciente y el método curativo po- 
drán influir en c to, habiéndose observado al- 
gunos que habiendo pasado del día catorce, han 
llegado hasta la quinta y se>fa semana. 

Provósíico. Esfa calentura deberá, arreglar- 
se á la mayor ó menor intensidad de los sínto- 
mas, el número de ellos, la complicación coa 



60 

otras calenturas: á las fuerzas, edad, y constitu- 
ción del enfermo. Se atenderá también en e tas 
calentarás con especialidad á los dias qne seña- 
lan ó indican los dias críticos, por lo qnesi se ob- 
serva que todos los síntomas anteriormente expues- 
tos, van en aumento hasta el dia 4 ex.irervan- 
dose mas en este, sera señal de que el septi-no 
será muy peligroso, y que tal vez terminará con 
la vida del enfermo: especialmente si se advier- 
ten los temblores en las manos, la intolerancia 
de los rayos luminosos, el sopor, el delirio, casi 
frenético, el aborrecimiento total de alimentos y 
medicamentos, la iudiferencia para todo, los lento- 
res en los dientes ) encías, la sequedad de la len- 
gua, el color negro y como tostado, las astas 
por toda ella, y demás partes de la boca, la di- 
ficultad para tragar, las petequias, las deposicio- 
nes obscuras fetidísimas, y como atrabiliarias, las 
evacuaciones de sangre disuelta por narices, boca, 
ano &c. Mas si no llegan á presentarse estos sín- 
tomas tan violentos, y al cuarto dia el enfermo 
se halla algo aliviado; es de esperar que tal vea 
al séptimo terminará bien la enfermedad; no obs* 
tante que corno hemos dicho ya e^ta suele pro- 
longarse, y seguir su periodo hasta el dia once 
que señala la terminación para el catorce, y aun 
hasta el veinte y Ono, señalado por el diez y sié- 
¡te. Si en todo este tiempo se observa qní 1 1 len- 
gua del paciente de seca y árida que estaba, 
principia á humedecerse por 'alguno de sis la- 
dos, que no se niega, ni repugna tomar los alimen- 
tos y medicamentos, que presta atención cuando 



61 
le hablan, y que so manifiesta algún sudor, 6 
evacuación en los dias críticos, principalmente 
las diarreas nuiv abundantes, y como amarillentas, 
que 1 1 respiración y el pulso son mas ordena- 
dos &e. Se podrá pronosticar mas favorable- 
mente. 

Curación Con respeto á la curación general 
de esta calentura se deberán satisfacer tres in- 
dicaciones generales para combatirla. La prime- 
ra la llenan completamente los eméticos 
evacuando el miasma ó estimulo si se puede en 
los principios. Segundo oponerse á la putrefac- 
ción, y afectos nervio-os; tercera conservar las 
fuerzas de la vida. En la que llenan los eméticos 
que es la primera, pueden usarse los purgantes, 
pero deben preferirse los primeros, por que 
además de limpiar las primeras vías mejor que 
ningún otro evacuante, promueven también el 
sudor, y las concusiones ó sacudidas que 
causan, pueden producir muy bien el desprendi- 
miento ó la salida de los estímulos morbosos, 
evitando toda detención, y congestión: pero no 
deberán administrarse hasta haber moderado un 
poco los síntomas mas aparentemente inflama- 
torios por medio de los purgantes y lacsantes 
suaves, como el crémor de {tártaro, el ojimiel, 
la miel, disueltos á dilatados en agua, pudién- 
dose administrar con el mismo fin ias tizanas 
hechas con el maná, pulpa de casia, tamarindos, 
las enemas de agua, vinagre y aceite &c. Final- 
mente si el dolor de cabeza fuese muy intenso, 
los síntomas de reacción muy fuerte, y el en- 
fermo de un temperamento robusto, se podrán 



62 

extraer tres ó cuatro onzas de sangre con el fin 
oe moderar la violencia de la reacción; pero te- 
niendo siempre presente la debilidad que es con- 
siguiente á este estado. 

Se satisface la segunda Indicación por me- 
dio de los antisépticos y antiospasn ódr os, po- 
ro con preferencia á todos la quina; ¡jbs ;Uci- 
dos minerales y los vegetales también tienen 
mucho luga?, especialmente los pr-itneíos: con 
ellos se formarán bebidas que podrán usar los 
enfermos á todo prsto, ya haciendo limonadas 
ó mezclando el ojimiel, ó poniendo el áccidó 
sulfúrico, nifr ico &c, en dicho fluido, en la can- 
tidad de un escrúpulo por libia, añadiendo, si 
se quisiere, algún jarabe apropiado; pueden es- 
tas bebidas darse frias, principalmente en el ve- 
rano, pues de este modo son mas antisépticas, 
siendo igualmente mas gratas al enfermo. 

También deben usarse además de estos re- 
medios, cuando principian á manifestarse las con- 
vulsiones, el estrabismo, el salto de tendones y 
demás síntomas nerviosos; ej alcanfor, la serpen- 
taria, y aun la cascarilla, ó quina aromática, pues 
estos remedios ademas de ser unos podero- 
sos antiespasmodicos y antisépticos, salii-facen 
las indicaciones relatnas á los dichos síntomas 
nerviosos que acompañan á esta calentura* 

Esta ¡-ene de medicamentos se usíin com- 
binados ó alternados. Si los >íntc m¡'S no si n 
muy intensos bastará el cocimiento antiséptico ó la 
tintura, ya sola, va con el estrado y el ojimiel} 
mas si fuesen mas graduados se cltbcrá bochar 



G3 

mano de la quina en sustancia, siendo una do 
las mejores formulas la de un electuario com- 
puesto de une. una qq. drach. sem. serp. < ; . g. 
alcanf. confingido s. q. sirup. cidr., limón, ó vi- 
nagr, ó también otro electuario formado de qq. 
drach. dnas. crémor, drach. sem. q. s. ojitn. sple, 
pudiéndose añadir si hay síntomas nerviosos scrrjp. 
dua. alcanf. sem. une. serp, 

Estos electuarios pueden administrarse solos a, 
pequeñas cucharaditas, ó bien disueltos en el 
cocimiento policresto, alternando con los alimentos 
y bebitlas sub-accidas, sin esperar á la remisión 
para usar de la quina por ser muy urgente pre- 
caver la putrefacción. La tercera indicación se 
desempeñará con la misma quina, y cuantos 
tónicos ó corroborantes quieran añadirse. 

El vino que forma parte de la dieta cor- 
roborante, deberá principiarse á administrar luc- 
ido que se manifiestan los signos de lanjniidez, 
que por lo regular es desde el cuarto o quin- 
to dia en adelante, por ser uno de los medios 
mas poderosos para sostener las fuerzas de la 
vida, con preferencia á los cordiales y demás 
composiciones farmacéuticas que se han usado 
hasta estos últimos tiempos. Se evitarán en lo 
posible los caldos de pucheros, substituyendo á 
estos \&< sustancias de pan, arroz, y algún com- 
puesto de vino y azúcar &c. Mas si el enfer- 
mo llegase al estado de negarse á tomar tod:i 
suerte de alimentos y medicamentos, podrán su- 
plirse sus faltas con la aplicación de esponjas 
mojadas en cocimiento de quina, vinagre v li- 
món en las achilas: cataplasmas de quina y vino \ 



64 
& estas mismas partes, como tambieu en los pul- 
sos é ingles, sinapismos fuertes á los musios, bra- 
zos, panlornllas &c. Evitando en lo posible la 
aplicación de "los vejigatorios, cuyos favorables 
electos no son manifiestos en esta calentura co- 
mo en la maligna ó tifo, 

Primera, especie pictórica. El sinoco pictóri- 
co acomete á sugetos jóvenes, robustos y san- 
guíneos, en tiempo de la primavera. En esta el 
pulso es lleno, fuerte y frecuente: el calor au- 
mentado, pero sin rubicundez, la lengua negra 
y seca: hay suma debilidad, y su duración es 
de quince á veinte dias. apareciendo en su de- 
curso la parte mayor de los síntomas espuestos 
en el género. 

Curación. Podrá reducirse á la general: con 
diferencia de que los cuatro primeros dias de- 
berán emplearse en moderar el incitamento es- 
cedente, siendo en este caso, cuando con espe- 
cialidad tienen lugar las sangrias moderadas de 
que se habló en la curación general, siguiendo 
después con el uso de las bebidas diluentes con 
los accidos; satisfaciendo todos los demás sínto- 
mas que se presenten del modo que queda es- 
puesto en el género. 

Segunda especie, bilioso. Esta acomete comun- 
mente a los de temperamento bilioso, sus estra- 
gos son mas sensibles en los climas calidos, pues 
se ecsaspera y degenera la bilis con la mayor 
prontitud. Los síntomas peculiares de esta son 
dolores fuertes de cabeza, sed ardiente, lengua 
seca y teñida de amarillo, amargor de Jtfo'ca, 
congojas, dolor acia al orificio superior del es- 



6o 

tomado, vómito^ verdosos y amarillentos, calor 
acre quemante que peca en cualidad y es des- 
igual, siendo insufrible en los jhioocóndrios; el 
pulso sueie ser duro y frecuente: el color en es- 
pecial sobre el cuarto día es pálido y abatido; 
ja lengua se pone seca y negrusca basta el sép- 
timo día, en que suelen presentarse temblores 
en las extremidades, delirio, sopor &c, 

Causüs, Un ejercicio inmodera lo, el abuso 
de licores, la ira, y en fin todo lo que sea ca- 

{v,\z de aumentar la sensibilidad de los órganos 
jepátieos, produciendo mayor secreción di hu- 
mor bilioso, p:)d : á juzgarse como cansa del si- 
noco d>' este nombre, 

Curación, Sus indicaciones son las mismas nn? 
las del ¡sinoco en general, á saber: estraer el es- 
tímulo, oponerse á su acción y sostener la vida, 
Se desalojará el estímulo por medio de un emé- 
tico, que algunos aconsejan que sea de hípica- 
enana, pues que de lo contrario resultan diar- 
reas pertinaces; se tratará después de neutrali- 
zar este misma estimuló por me lio de la tin- 
tura de quina con los áccidos, se administrarán 
bebidas muy frescas con el ácci Jo sulfúrico, oji- 
miel &c. Se aplicará! al vientre panos empa- 
pados en agua de nieve con vinagre ó sumo de 
agraz, y se proporcionarán lavativas frescas pa- 
ra disminuir el escesivo calor, cuya sensación 
constituye al paciente en un estado de ansiedad. 
Finalmente, en cuanto a sostener la fuerza vi- 
tal, se t j nJ"á presente tolo lo que se dijo en 
la curación general, cjaodo se trató de satisfaz 
car esta indicación. 



66 

Tercera especie, catarral. Se diferencia de la 
antecedente en que a. mas de los síntomas ge- 
nerales del sinoco, se manifiestan los de una afec- 
ción catarral, y en que invade con especialidad 
en el invierno, ó en algunas variaciones de la 
atmósfera. 

Curación, Para ella deberá seguirle un plan 
capaz de corregir los síntomas catarrales, y opo- 
nerse á la degeneración pútrida. Para lo pri- 
mero se tratara de promover el sudor por me- 
dio de los antimoniales y ligeros opiados, y en 
lo segundo se seguirá el método espuesto tn las 
anteriores. 

GENERO CUARTO. 

Calentura maligna ó tifo. 

sLJDwj! carácter de este genero consiste en una 
calentura contagiosa del género de las, continuas 
continentes, cuya duración es de dos 6 tres se- 
manas, viniendo acompañada de un calor incon*- 
tante y fugaz: las orinas son claras, los escre- 
mentos casi naturales, la lengaa limpia, el pul- 
so endeble, pequeño y poco frecuente, fel cual 
si se comprime se vuelve intermitente y 'as fun- 
ciones del sensorio se trastornan. 

Esta enfermedad unas veces es esporádica, 
otras epidémica, y siempre contagiosa. Rara vez 
se advierte simple y sí casi siempre complica- 
da, ya con las calenturas catarrales, ya é con las 
biliosas; lo que proviene de que el estímalo pro* 



07 
ductor obra con mucha actividad sobre el sis- 
tema nervioso, ocasionando los síntomas carac- 
t< rislicos del tifo: siendo también bastante co- 
n un el observarse cato como consecuencia del 
sinoco. 

Invade con bastante predisposición, y no 
tan repentinamente como las demás, presentán- 
dose en cualquier estación del año. Cuando es 
esporádica la padecen los que tienen mas dis- 
posición, como los débiles, los hipocondriacos, 
pusilánimes &c. siempre que se ;:ñada algún 
agente productor. Cuando es epidémica ó con- 
tagiosa, la pueden padecer todos, pero mocho 
mas los dichos, las histéricas, los estudiosos y 
los que están afectados de pasiones de animo 
deprimentes» como la tristeza, el miedo &c. 

Síntomas. Los que van á ser acometidos de 
esta enfermedad principian á sentirse displiscen- 
tes, lánguidos, con alguna lacsitud ó dejadez, 
se hallan, mas ó menos torpes, abandonando es- 
pontáneamente el trabajo y diciendo que no es- 
tán buenos. 

Periodo primero. Sin embargo de que hay 
momentos del dia en que les parece que están 
mejor, principalmente por la mañana, y creyen- 
do que pueden emplearse en sus tareas, al ve- 
rificarlo tienen que abandonarlas, convenciéndo- 
se de la debilidad en que se hallan; se obser- 
va en estos postración y abatimiento de ánimo, 
sin que ni el médico ni el paciente puedan de- 
terminar la causa de estos síntomas, ni el prin- 
cipio del tifo, permaneciendo en este estado cin- 
co ó seis dias, al cabo de los ciue se maniíies- 



68 
ton leves calosfríos con alternativas de calor va. 

go y alo-una vez poco sensible: el rostro unas 
veces se halla pálido, oirás cárdeno ó como aplo- 
mado, atutías encendido &c. 

Peiiodo segundo» Se manifiestan en seguida 
síntomas mucho mas fuertes, dolor gravativo de 
cabeza, vahídos, nauseas ó también vómitos de 
una materia negrusca, sensación de opresión en 
la región precordial; al principio lengua blan- 
quecina, después encendida y seca, y finalmente 
trémula, ninguna. sed, una especie de entorpe- 
cimiento y estupor: propensión al sueño, mani- 
festándose unas veces él como vrgil, otras el so- 
ñoliento, y casi siempre la tifomania. Las ori- 
nas unas veces se presentan muy claras, ó con. 
poca diferencia del estado natural, y otras tur- 
bias, obscuras y con sedimento: apariencia de so- 
lución critica, y sin embargo ninguna disminu- 
ción de los síntomas. 

Periodo tercero. Entretanto se observa en los 
que la padecen mayor abatimiento y postración 
de fuerzas, un aspecto de profunda tristeza, dis- 
tribución desigual de calor, siendo este mas ma- 
nifiesto en las palmas de «las manos. Sobrevienen 
mareo-, sumbido de cidos, temblores en las ma- 
nos, alguna ves las convulsiones, y por lo regu- 
lar el letargo: la lengua que en los principios 
se había mantenido blanquecina y húmeda, se po- 
ne seca, agfieteada y encendida, principalmen- 
te en el medip, sin que por esto se quejen de 
sed los pacientes. 

Periodo cuarto. Fresentanse en seguida acia 
los días diez, doce ó catorce, sudores cortos, par- 



69 

cíales, fríos y viscosos; el sopor ó el letargo lle- 
ga á ser muy considerable, la tifomaiiia ó deliJ 
no pequeño, si ló habiu és mas bajo. Los enfer- 
mos unas veces se orinan, y se U>s mueve el 
vientre sin sentir, otras les sobreviene lá isetmria 
por falta de acción para espelér la orina; hay 
una tremuleneía general, sobresalto de tendones 
y un espasmo casi universa!. Ademas de los sín- 
tomas espuestos, que son les que constantemen- 
te se observan e¡j este género, ha) oíros que 
suelen presentarse en algunas ocasiones: estos son 
la afonia ó pérdida de la voz, la representación 
de imágenes espantosas, las petequias obscuras, 
líbidas, negras, 6 de diversos colores, las paróti- 
das y abeesos en los trocánteres y hueso sacro, 
las astas pútridas y malignas qne corroen los 
labios, lengua, fauces &c, finalmente, la muta- 
ción dei rostro del paciente, signo infalible del 
sumo peligro que le cerca. 

Causas. Se consideran productoras de esta 
todos las ageníes físicos, químicos ó morales, 
que sean capaces dé inducir cierta debilidad en 
el sistema nervioso, y dé producir esta modifi- 
cación morbosa, que llamamos calentura malig- 
na. De esta naturaleza son las miasmas conta- 
giosas, buya índole nos es desconocida, y qoe 
producen igualmente las calenturas pútridas, en 
las cuales si no se desenvuelven los síntomas de 
putrefacción queda un tifo puramente nervioso. 
Los estímulos catarral, bilioso, lácteo 
&c. que causan otras calenturas, pueden pro- 
ducir también estas especies, siempre (pie su ac- 
ción morbosa se dirija ú ofenda el sistema ner- 






70 
vioso, particularmente si oo se ha acudido con 
tieinpo á s >correr dichas calenturas, ó se ha 
acu ü lo debilitando mucho á los enfermos, sien- 
do una de las causas mas poderosas, el hallar- 
se estos acometidos de fueftes pasiones de ani- 
mo, de aquellas que abaten, principa! mente 
cuando estas recaen en sujetos nerviosos, sen- 
sibles, estudiosos, que por su ejercicio tienen 
debilitado el principio sensieníe, esto es, el sis- 
terna nervioso con todas sus dependenqias. 

Pronóstico. El de esta calentura es en ge- 
neral mayor ó menor, segnjp la intensidad de 
los síntomas, edad del sugeto y caucas deter- 
minantes, Si es contagiosa, es nías funesta que 
cuando sobreviene esporádicamente. En los jó- 
venes v robustos puede curarse mejor que en 
los endebles, hipocondriacos y enfermisos: final- 
mente cuando so observa en los enfermos la 
mutación del ro^ro, cuando la nariz es aula- 
da, (os ojos hendidos, las cienes caídas, las ore- 
jas arrugadas y los pulpejos de ellas vueltos al 
revés, el cutis de la frente duro, tirante y ári- 
do, e> color de todo el rostro pálido, que in- 
clina a verlo npgró 6 verde, amoratado 6 co- 
mo de ploího, si los ojos no pueden sufrir la 
impresión de la luz, si dejan salir lágrimas in- 
voluntarias; si se mueven con violencia, si se ha 
puesto uno mayor que otro ó menor, si el blan- 
co de elios ha mudado de color, si las niñas 
están seca* v sin esplendor, si los dientes están 
aplomados ó sobrevienen lentores en ellos, si la 
situación que gua 'da el enferma en la cama es 
violenta al estado natural, como cuando conser- 



71 

van la situación supina, con los pies y manos ino- 
ra déla cama y esparramados, si estuviese muy 
encogido ó con r! cuerpo echado de boca, si rechi- 
na los dientes continuamente r#]s'm tener costum- 
bre á ciío, si se secan las úlceras habituales, y a 
mas si la respiración se hace dificultosa y nía, 
si sobrevienen sudores finos y parciales, si hu- 
biese una suma postración, si las unas y los de- 
dos se pusiesen amoratados, si los lestes y 
las partes pudendas se ccovt raen espasmódicamen- 
te, si el enfermo estuviese en una continua vi- 
gilia, ó en un profondo letargo, si se presentan 
deposiciones ventrales muy aguanosa?, blancas, 
pulidas con verdor, ó mny rojas ó espumosas, 
pegajosas, de superficie lisa, negra, 6 parecida 
á la! gordura, si las orinas son aguanosas ó ne- 
o-ras, de mal olor y gruesas; si ios vómitos fue- 
sen de color de suero, amoratado ó negro con 
hedor, en una palabra, si la insensibilidad lle- 
gase á apoderarse de tal modo del enfermo que 
se hiciese indiferente á los estímulos que se em- 
pleasen cen el fin de reanimar la vitalidad casi 
estiní>uida, se debe desesperar de la vida. 

Curaáov. En esta debe reenrrirse inmedia- 
tamente al plan tónico, y i iodos los medicamen- 
tos corroborantes, anticepticos, y aníiespasmo- 
dicos, capaces de corregir el grado ele de- 
bilidad que tiene el paciente, y de precaver se 
sr.anificsten los sintonías pútridos y nerviosos, evi- 

(•&) Esta señal denota el delirio, y ai sohrc~ 
viene cuando cs/e se haya manifestado, denota 
la procsimidad da la mnerle. 



72 
tando los eméticos, purgantes, cantáridas ó ve- 
jigatorios, como evacuantes, de los accidos y 

is sustancias capaces de aumentar la de- 
bilidad. Por eso se emprenderá administrando 
la infusión de camedrios, centaura, yerba luisa 
manzanilla, se mandará una dieta analéptica á 
fin de mantener las fuerzas, les darán buenos 
caldos con alguna ligera sopa, semilla ú otras 
sustancias de esta naturaleza con un poquito 
de vino v algunos bizcochas. Si los síntomas fue» 
sen muy violentos se los dará desde un princi- 
pio la untura de quina sola ó con el estracto 
y el éter, el cual puede también propinarse en 
"los caldos, y aun en el agua y bebida común, 
cuando los síntomas nerviosos, y principalmente 
en los conatos al vómito son muy manifiestos. 
Puede también administrarse dos veces al dia 
para calmar los vómitos la mistura anti-emética 
do Riverio. 

Si estos medios fuesen insuficientes, se po- 
• drá recurrir á la quina en sustancia ó á los 
electuarics de elía, serpentaria, licor anodino, á 
los que si la necesidad lo ecsig-e se puede aña- 
dir el alcanfor, el almiztle &c. En caso que la 
natural repugnancia del enfermo, ó su estado 
imposibilitase la administración de estos eiectua- 
, rios, se les podrán propinar disueltos en la tintura 
de quina ó en -algunos de los cocimientos an- 
tecedentes dichos por lavativas. Mas todo ha de 
ser en un úvden sucesivo y sostenido, porque 
si se emplean todos estos medios al principio 
y de una vez proporcionarán fuerzas ficticias, 
pero después vendrá mas aplanamiento; y asi d^s- 



73 

pues de haber puesto en práctica oMos medios 
con mas ó menos estension, según lo e eslían la 
violencia de los síntomas, se aplicarán las can- 
táridas sucesivamente, pero sin supurarlas, sino 
solo c<.mo estimulantes y rtlbefacíentcs, del mis- 
mo modo que los sinapismos: si el enfermo es- 
tuviere muy soporoso ó en pan abatimiento se 
le podrá aplicar uno de estos al epigastrio, ó 
unas cataplasmas de (¡nina y vino calientes en 
las. acsilas, ingles, pulsos y epigastrio, pues son 
unos estimulantes de los mas poderosos, 

Todo este plan ecsige tino y prudencia, pa- 
ra lo cual »e tendrán presentes las reglas da- 
dos en Ja cura geneíal de las calenturas, v las 
que se indicarán en {.delante: atendiendo siem- 
pre á la mayor ó menor intensidad de los sín- 
tomas, fuerzas del enfermo &c | ara íegnn ellas 
graduar ]<s medicamentos, v sus dosis, no apli- 
cando unas mié mas a todos, sino ( Ir t do 
siempre con relación á ías i'ueizas (!e la en« 
fermedad y del enfermo, jara cuyo cal' ido no 
se pueden dar reglas generales, sino las que 
deduzca el médico per midió déla practica 
observación, 

Acia el estado v declinación suelen presen- 
tarse algunos accesos ó congestiones linfática* 
en las glándulas parótidas, aculas, ingle? &e. v 
algunas veces en las caudades. cuyos acc« os 
suelen tenerle por críticos, no siendo sino efe o* 
1,s de la debilidad general ele ore participa 
el sistema glanduloso, la cual. dá lugar á e-tas 
congestiones. Su curación dele intentarse amen- 
tando laaccicntíe aquellas partes jer medio ¿e 



74 

los cáusticos potenciales, á fin de* que con el ca- 
lor graduado que estos producen v la aplica- 
clon de cataplasmas madurativas, puedan fun- 
dirse y evacuarse el material que se halla con- 
tenido v da lugar k l i formación de oitos ac- 
cesos, de que tas mas veces fallecen los enfer- 
mas, cuando ias grandes supuraciones que sobre- 
vienen, auñmentan la debilidad que los produ- 
ce: alo-unas veces sucede que á medida que se 
van recobrando las fuerzas, y que los sólidos re- 
cuperan su energía, es*os tumores desaparecen 
por grados, siendo e»ta su mejor terminación, 
pues denota (no siendo repentina) el restable- 
cimiento del enfermo. 

Primera especie, tifo nervioso simple [calentu- 
ra atacsiea]. No se puede dar una idea • mas 
clara que la historia que refiere Pinel de un 
sugeto que a los cuarenta v cinco años de su 
edad parecía haber pasado por todo-; los gra- 
dos en el abuso de bebidas espirituosa*; fué 
reducido mucho mas sobrio: fué trasladado á ¡as 
enfermerias: se quejaba de grande abatimiento, 
y debia haber esperimentauo precedentemente 
algunos calosfríos irregulares: su pulso <t;\ casi 
natural, su rostro poco alterado, sin advertirse 
síntoma alguno de afección gástrica ni dolor par- 
ticular: al segundo día mostraba tranquilidad 
aparente con vina especie de delirio taciturno, 
respuestas vagas á las preguntas que se le hacían, 
y acompañaba á esto cierto estupor con aspec- 
to de admiración, ge>tos ridiculos, y agitación 
muy grande durante la noche: el tercer día le 
sobrevino suma postración de fuerzas, afonía, 



*5 

con pulso mny débil y deprimido. Se tentó su 
curación por medio délos cordiales, v Inapli- 
cación de vegigatpnos; pero estos últimos no 
produjeron, mragun efecto; se le prescribieron 
mas irritantes segunda y tercera vez, y no lucie- 
ron efecto; finalmente falleció el día sesto. ¿H 
por ventura la pesadumbre de verse preso: 
un estado de debilidad indirecta, producida por 
jos fuertes y constantes estímulos a que estaba 
ya acostumbrado, y de que se veía ya privado 
"en razón de las circunstancias ó bien calentura de 
las cárceles comunicando por contagio, lo que 
debemos considerar cerno causas determinantes 
de esta calentura? Sea lo que fuere (dice Pmel) 
ella puede servir para ejemplo de lo que se Hu- 
ma calentura maligna, sin ninguna especie de 
complicación con las de otro orden. 

Segunda ', ¿ij<> pútrido nervioso. Exa- 

minado ya el tifo en so estado de simplicidad, 
si le queremos conocer en <1 de ccxrplicaciun 
con la calentura pútrida para determinar el ca- 
rácter de verdadero tifo pútrido nervioso; tene- 
mos el modelo en la que llamamos calentura 
tie las cárceles ú hospitales, descrita tan exacta- 
mente por Pringle, 

Síntomas. Al principio se notan alternativas 
de cabr v frió, temblor en las manos y algu- 
nas veces "entorpecimiento en los brazos, \ 
rante la noche calor escesivo, los progresos de 
la enfermedad se hacen notorios por el aumen- 
to de estos síntomas, doler en el epigastrio y 
en la espalda, abatimiento estremo, el pulso quí 
al principio so hallaba sostenido y vanado nju- 



, 76 

cho por la fuerza ó aceleración, se presenta 
muy débil y abatirlo, algunas veces om in- 
sensibilidad ó casi estincion de las fuerzas 
vitales en una c!e las dos manos ó en 
las dos, en términos de presentarse un as- 
pecto cadavérico, durante toda la enfermedad 
la orina es muy variable, anas veces estreñimien- 
to tenaz, otras cámaras involuntarias, colicuati- 
vas icorosas ó sanguinolentas &c: el rostro pá- 
lido, faciones desfiguradas, delirio taciturno, 
vibración de tendones ó bien ojos encendidos, 
aspecto amenazador, y el mrn al grado de fren 
nesí, las mas veces la erupción de petequia- 
la acompaña, ella no es caracíensada ni pos 
esfuerzo, ni por evacuación crítica, aunque er 
los casos prósperos termina al fin del segundo 
6 tercero septenario. Siendo esta una reunión 
de síntomas propios del sinoco pútrido y de la 
lenta nerviosa, se deberán tener presentes en 
su curación todos los medios que se emplea- 
ron para satisfacer las indicaciones que aquellas 
presentaron separadamente, siguiendo en esta un 
plan combinado, y graduándolo según el predo- 
minio de uno ó de otros síntomas. 

Cuarta especie, icterodes. Esta invade como 
de repente, y sin la men^r sospecha. La hora 
en que generalmente acomete es al ano- 
checer. 

Síntoma*. Se manifiesta con calosfríos 6 frió, 
dolor gravativo de cabeza acia la frente y cie- 
nes, como también en los lomos ó cintura, es- 
tremidades superiores é inferiores, su parte pe- 



rior de los ojos con dificultad do moverlo? acia 
arriba, sequedad de narices, la lengua húme- 
da v poco sucia, pero cada dia se aumenta la 
crápula, color siioictericb, especialmente desde 
el tercero ó cuarto dia, aunque suele no manifes- 
tarse en todos: el rostro se marchita y demues- 
tra como abatido* el blanco de los ojos se cam- 
bia en un roja encendido v amarillento, que pa- 
rece una optalmia, y f¡ue lia dado lugar a Creer 
que reinaba nna diátesis inflamatoria; el pulso 
es febril, y se toca ó foliadamente fueitc, ó ma- 
nifestando la faita de acción del corazón, ó su 
débil po'er para empujar lasargreácia la cir- 
cunferencia: aboi recen las sustancias animales, 
les acompaña la inapetencia, muchas veces vó- 
mitos, poca diarrea, y en tal cnal ocasión ambas 
evacuaciones a un tiempo, y siempre máscamenos 
nauseas con sensación doiorosa en el cardias: su- 
dor y orina todo bilioso, remisión de estos sín- 
tomas y la calentura con el sudor ó sin él á 
las veinte y cuatro horas: ecsacerbacion al si- 
guiente dia, remisión ó apirecsia aparente el 
tercero, algunas veces al cuarto y aun en el 
quinto dia, á lo que se sigue un calor casi natural, 
lengua temblona, seca, con una lista obscura en 
su medio, ó vafias litas de color amarillo obs- 
curo, lacsitudes estr< madas, se aumentan los co- 
natos al vómito, el peo ó fatiga acia al híga- 
do, dolor del cardias, y ardor tartísimo que se 
entiende basta la garganta* causando una espe- 
cie de cosquilleo, desmayos, mutación de color 
en p umbaee<\ frialdad de estremos superiores é" 
inferiores; vómitos continuos é interceptados, pri- 



78 
mero biliosos, después atravílinrios 6 murmura» 
cios, deposiciones ventrales de la misma especie 
parecidas al carbón molido, desasosiego en la 
cama, habla balbuciente, ronquera, dificultad de 
tragar, sordera, manchas roj >s ó negras, princi- 
palmente en las partes que sufrían alguna com- 
presión, espulsion de sangre negra por la boca, 
narices, ano, ojos y aun por los oraos, eructos, 
hipo, el cual unas veces es producide ó viene 
como precursor de la gangrena del estómago 
é intestinos, y otras solo como un efecto ó sín- 
toma espasmódico. En el primer caso viene pre- 
cedido de eructos y del vómito atrabiliario, y 
es señal precursora de la muerte. En el segun- 
do no siendo mas que un efecto espamódico co- 
mo se ha dicho, no indica ninguna terminación 
funesta, y deben en este caso administrarse los 
antiespasmódicos. Sigue frialdad entera de es- 
treñios, convulsiones, labios negros y la muerte. 

Causas. Las de esta son los contagios, que 
obrando como causas remotas unidas á las pre- 
disponentes, que son la disposición del indivi- 
duo, que no habiendo pisado la enfermedad es 
capaz de contagiarse; la estación del año que 
concurre, para que los miasmas contagiosos ejer- 
zan su poder, cuyo efecto actuado ó manifies- 
to en el individuo ocasiona una debilidad con- 
siderable y general en todo el sistema nervio- 
so, principalmente cuando la estación y la dis- 
posición del sugeto favorecen su acción. 

Pronostico. En esta calentura se tendrá pre- 
sente la sentencia de Hipócrates. Además que 



•& 



7Í> 
esta es siempre terrible y la debemos reputar 
peligrosa, aun cuando se presente con las me- 
jores apariencias, pues los síntomas espuestos y 
que indispensablemente la acompañan, manifies- 
tan el riesgo que amenazan. Sin embargo, cuando 
el sugeto á quien acomete es de corta edad, 
ó por el contrario abanzada, por lo regular es 
mas benigna; lo mismo sucede al bello secso, y 
á todos aquellos que son de una libra lacsa, de 
un cutis blanco, suave, poco velludo, carácter 
dulce, propenso al sudor &c. Siendo muv -buena 
señal, cuando á pocas horas de haber caldo en- 
fermo empieza á sudar con abundancia, y cons- 
tantemente por dos ó tres dias, sin que despees de 
este sudor continúe la calentura; pues de lo con- 
trario ó el enfermo se queda de pronto fresco 
creyéndose ya bueno, pero sin una agilidad que 
le satisfaga; ó suele venir el vómito ncjjro v fa- 
llecer el eníermo á las veinte y cuatro ó trein- 
ta horas. 

Curación. Las indicaciones son primero: fa- 
cilitar la espulsion del material contagioso, opo- 
nerse á la putrefacción y tendencia á la disolu- 
ción, que generalmente ecsiste en esta: precaver 
los síntomas nerviosos que casi siempre le acom- 
pañan. Se satisface la primera por medio de los 
sudoríficos como las limonadas calientes, infu- 
sión de té &c. administradas inmediatamente des- 
pués de haber pasado el frió, las enemas de es- 
tas mismas infusiones, los sinapismos &e. á fin 
de lograr un sudor copioso, lo que si se con- 
sigue debe mantenerse aunque sea en tres ó 
cuatro dias, absteniéndose de moverlo ó des- 






80 
abrigarlo para echar las lavativas 6 darle ali- 
mento: al mismo tiempo se procurará que el 
vientre este libre (especialmente si se interrum- 
pe el sudor) por las limonadas de crémor, pul- 
pa de casia, maná ó alguna cueharadita de oji- 
miel simple, manteniéndose asi los dos prime- 
ros días, en caso que los síntomas no sean tan 
violentos que ecsij ( tn se eche mano de los re- 
medios que satisfagan la indicación spr/unda. 

Esta consiste, con especialidad, en la 
quina administrada en sustancia desde una á dos 
dracmas [si lo permite el estornag-o] de tres en 
tres horas. En caso tjue no pueda resistir pjr los 
conatos al vómito ó los vómitos se le adminis- 
trara en tintura mezclada con el éter sulfúri- 
co en cantidad de una dracma por libra; mas 
si aun de este modo no pudiese resistirla, deL 
mismo modo que los alimentos, se le puede dar 
ocho ó diez gotas antes, ó la cuarta parte de un 
grano de opio acuoso «¿¡suelto en agua de ca« 
nela ú oíra semejante, o bien la mezcla de una ó 
dos dracmas del meconio en cada toma de qui- 
na. Si apesar de esto continúan los síntomas en 
aumento, manifestándose el hipo, la convulsión, 
los dolores fuertes del cardias &c. se recurrirá 
para mitigar estos síntomas, á lo que se espuso 
en el género; siendo e4e el objeto de la ter- 
cera indicación. 

Pueden ufarse igualmente en dichos casos 
con bastante utilidad, las posiones siguiente-. — 
Stract. aquos. opii g. o", a piae m dlisae sem. lib. 
solv. cth. sulf. sem. drach. sifup. menth. une. 
unam. De la cuul se usará de hora en hora 



81 
en cantidad de una cucharadita ó mas \ 
menudo, según la necesidad. — Asi mismo es 
podra usar la siguiente. 01. amig. dulc. une 
duas. tartrit. t. drach. duas. tinct. theo* g. 40. li- 
cor, anodt scrup. unum. sirup. alih. uuc. duas. 

A mas, como en esta calentura se dismi- 
nuyen mucho las fuerzas activas ó del sistema 
nervioso, y tosías las funciones están perezosas, 
conviene despertar estas en general, y cuidar 
con particularidad de que las naturales no se 
atrasen en sus respectivos ministerios, pues en 
esta cavidad es en donde mas se retiene la bi- 
lis, lo que es menester evitar. Para lo cual se 
echará mano del agua del mar tibia, en la- 
vativas dos veces al día, y en caso de propen- 
sión al vómito, se repetirá cuatro 6 mas veces 
en las veinte y cuatro horas, estas se introducen 
para estimular, y en su lugar podrán hacerse 
con el vino emético, y otros purgantes, según 
el juicio médico. Condenen después del frió 
los sinapismos en las plantas de los pies á fin 
de aliviar el dolor de cabeza, y dejar mas 
libre el cerebro, para que pueda obrar cen mas 
desahogo. Cuando el estimulo producido por las 
plantillas no parezca suficiente, se aplicarán á 
las pantorrillas, brazos y nuca, y aun sobre la 
boca del estomago con igual indicación. Se pue- 
de conceder á pasto el agua con vino, ó aguar- 
diente, mezclando tres onzas de este con cada dos 
libras medicinales de aquella, como también algu- 
nas cucharaditas de la mistura siguiente. — Tinct. 
qq. seni. íib. stract. id sem. dracli. tinct, theb. 



S2 
sem. sorup. ol. cinnmom. sem. scrflp.sirup.au> 
rant. \mc. anam. 

De alimento, caldos bien sustanciosos, pero sin 
gordura alguna: podrá consentírsele una semil- 
la ligera, una poleaditu y un poco de vino (á 
lo apetece) sobre cualquiera de e«tas cos;«s. To- 
da especie de compota muy cosida, y que lleve 
un poco de vino y canela es muy del caso. El 
que tome un poco de té, ó de ponche bien ca- 
liente no es fuera de propósito: en una palabra 
todo alimento ligero, inocente y bien caliente 
puede permitírsele, como igualmente la bebida 
de la misma especie; sobre io que decidirá siem- 
pre el medico con relación á la costumbre del 
enfermo, pues el hábito influye mu ho en los di- 
ferentes sugetos y en los diferentes lugares, 

GENERO QUINTO, 

Calentura hética. 



«jJJ-ta enfermedad que constituye un género n*e 
calenturas, semejante á las enfermedades c orn- 
eas por sus lentos progresos, forma el quinto 
genero del orden de las continuas conti- 
nentes. Su duración se entiende á los treinta ó 
cuarenta días, y aun a años enteros, poniéndose 
siempre el pulso mas frecuente después de co- 
mer. Los signos característicos son: el calor au- 
mentado en las palmas de los manos y de los 
pies, junto con la demagracion total, poco nu- 
trimiento que sacan de las sustancias de ^u© 



83 
se alimentan. Se diferencia de la tabe y tisis 
en que no la acompañan diferentes vicios de 
las entrañas como á dichas enfermedades: del 
tifo se distingue en qae los síntomas aunque de 
nías duración no son tan violentos, en especial 
la debilidad que solo en los últimos dius pre- 
cisa á los enfermos á guardar cama. Divídese 
en esencial y sintomática, 6 lo que es lo mis- 
mo en primaria v secundaria. Llamase esencial 
ó primaria aquella que ataca á individuos de 
una organización particular, ya sea hereditaria, "* 
ya adquirida por un mal régimen de vida, por 
eesesivo uso de la venus ó cosas connaturales, 
cuyos agentes cambiando en un todo la consti- 

O ... 

tucion y aun la organización, inducen una pre- 
disposición, 6 realmente producen dicha calen- 
tura. La sintomática ó secundaria es aquella que 
reconoce por causa a'-guna retropulsion de en- 
fermedades ecsantemáticas, las reabsorciones de 
materias purulenta,-, las obstrucciones y eesuicera- 
ciones de las viceías contenidas en las cavida- 
des; pero sea esencial ó sintomática la dividen 
los prácticos en tres periodos, según el orden 
siguiente. 

Primer periodo. En este que algunos llaman^ 
incipiente, suponiendo que por lo general es sin- 
tomática, se presentan los síntomas de la calen, 
tura continua que se ecsacerba después de la 
comida, c la'es son ligeros calosfríos ú horripi- 
laciones poco notables, palidez del rustrí), respi- 
ración algo dificultosa, pulso pequeño, débil 
y algo ac lera lo, aumentándose todos estos sín- 
tomas por la tarde, y permaneciendo asi basta 



84 
por la madrugada ene termina por una espe- 
cie de mador: la esu nnaeion principia 4 mani- 
fe tarso a pesar de que suelen comer con ape- 
tito y digerir 4>ien, las orinas están crudas, al- 
gunas veces robras y turbulentas. 

Segundo periodo. En este que principia á los 
diez ó doce días ó mas tarde, según una por- 
ción de circunstancias, edad, secso, enfermeda- 
des anteriores &c. los síntomas va descritos co- 
mienzan á crecer, pues la consunción general 
es mas notable, y entre otras eminencias de hue- 
sos que se hallan descarnados las de los pómu- 
los e,-tán mas considerablemente, v en las que 
se notan ciertas rosetas de color encarnado: la 
frente se pone lustrosa, y las órbitas como si 
se tuviesen vacias: los labios y las orejas páli- 
das, y estas muy delgadas v trasparentes. Los 
enjertnos algunas veces no tienen sed, pero cuan- 
do la tienen es por la tarde, el apetito se en- 
torpece, igualmente que el oído, aunque en al- 
gunos sucede !o contrario: !as costillas como la 
mayor parte ele ios huesos se ven señaladas y 
sin la gordura que las cubría, de suerte que 
pueden contarse e. indicar mis apóíises y des- 
igualdades. Ei esternón parece como pelado, los 
músculos del abdomen se presentan como descu- 
biertos ó disecado-, el hombligo hendido, los 
músculos muy flacos, los recargos ó ecsacerba- 
ciones de la tarde son mayores, y los sudores 
por la mañana son va bien decidido-: el pul- 
so se presenta mas debi!, se asustan enn facili- 
dad, y sin embargo aparentan serenidad; unos 
tienen astricción de vientre v otros diarreas: se 



Í55 
constipan con facilidad, y ya principian ¡i ata- 
carse del pecho con alguna tos seca, y cu¡ udo 
mas arrojan algún esputo cié sangre: los p' e s se 
Jes ponen edematosos, tienen sudares en las ma- 
nos y pies, que cuando se suprimen anmenta la 
diarrea: se hacen desdeñosos, nada los compla- 
ce, ícdo lo quieren, nada les satisface, riñen con 
ludo-, quieren curarse pronto, pues les parece 
no tienen mayor indisposición, y ya en esto se 
hallan en le estado mas grave. 

cer periodo. Tienen entonces un gran aba* 
timiento y pérdida de fuer/as, la estenuacion es 
estremada, se fatigan cuando andan; la piel es- 
tá seca y como negrienta, tienen ardores pasa- 
deros, pero constantes y muy intensos en las pal- 
mas de las manos: las uñas están líbidas, v ol- 
gnnas veces se caen lo mismo que los (líenles 
y los cabellos: el blanco délos ojos se pone azu- 
lado, y como de color de perla, la lengua ps- 
tá ó mnv encamada ó como mortecina, la ven 
se disminuye, la piel se pone de un color pá- 
lido, y en alguno-, súbictérico o de un color par- 
ticular inesplicable, las ecsaeefbaciones son inten- 
sísimas, e1 calor inmoderado, los sudores copio- l 
sos y fríos generales de medio cuerpo arriba, la 
edema de los pies y piernas se aumenta, las ori- 
nas salen con una nube acetosa, vienen diarreas 
ó disenterias, y por lo regular la muerte. 

Cansas. Todas las causas ó principios esci- 
tantes que espusimos en la etiologia general de 
la calentura pueden serlo de este género con al- 
o-unas otras que veremos en sus especies: tales 
son algunos vicios orgánicos, los vanos vicios es- 



m 

peeífíeos como el venéreo, el escorbútico &c. f 
en fin todo lo que deprabe la nutrición y la 
crasis de los humores, y mas principalmente tí 
sistema nerrioso, que faltando su influjo en el res- 
to de la economía animal, puede producirse en- 
tre otras modificaciones morbosas la calentura 
hética. Las pasiones de animo tristes, el mal uso 
de las cosas que llaman no naturales, [no tienen 
poco poder para cansar esta calentura.' 

Pronóstico. Es por lo general peligroso, pe- 
ro siempre con relación a los grados del mal, 
fuerzss del enfermo &<•, pero siempre es menes- 
ter pronosticar con mas reserva cuando la en- 
fermedad -e halla "en el tercer periodo, en cuyo ca- 
so es mas dudosa la vida del enfermo, que no 
e:i el segundo, mucho menos en el primero en 
que se puede conseguir perfecta curación, 
si con tiempo nes oponemos á los progresos del 
mal. Mas si es hereditario será mas difícil de 
desarraigar que la adquirida, y por tanto mas 
peligrosa: sin embargo hallándose en los prin- 
cipios puede obtenerse la curación, ya sea va- 
riando la constitución si es hereditaria, ó u 
corrigiéndola si os adquirida por Un mal- régi- 
men de vida. 

Curación. No puede ser general respecto á 
que como son distintos los principios producto- 
res que las cansan, coda especie ecsige distinto 
tratamiento. No obstante estableceremos en ge- 
neral algunas reglas útiles á todas las calentu- 
ras héticas. Como en estas aun no se conoce 
el vicio que las causa, si esta en los sólidos ó 
si las forma alguna acrimonia ó descomposición 



87 
htimcral, no podemos dar una me ücina espe- 
cifica directa que pueda descomponer, arrojaf 
o neutralizar el estímulo febril; y en este cuso 
I a medicina cumple con ponerse de parte de i.i 
P^turaleza, proporcionándole fuerza-, para que 
e 'la por aquellos impulsos automáticos, ó bien 
^a lo que llamamos fuerza medicatris, pue- 
da acaso descartarse del estímulo morboso, ó 
u lo menos resistir su influencia dañosa. Latosa 
consig'iie con una dieta dulce v analéptica, un 
plan corroborante medicinal, evitando las san- 
grías aun en ca<o ríe supresión de evacuacio- 
nes: las primeras vías deberán estar limpias; pe- 
va sin emplear para ello evacuantes que debi- 
liten demosiado. Entre los alimentos fáciles se 
recomiendan las leclies, y con preferencia la de 
burra»; pero debe dar.se a! mismo tiempo la 
tintura de quina: igualmente-, se lian recomen- 
dado las jalean, so usarán los alimentos mas ino- 
centes, y no deberá seguirse, tenue y rigorosa. 
Justos enfermos no deben p.star en la cama con- 
tinuamente, y cuando estén que sea con poca 
ropa v ii ua habitación de un temple regular, se 
les permitirá ejercicio en las otras mas templa- 
das del día y en sitios que corra aire mas pa- 
ro, el ejercicio pasivo merece la preferencia, 
cuno el o'e poche, la equitación &c. el de á 
pie moderado también es útiJ* Los aires mari- 
nos nativos, principalmente los del Norte se re- 
comiendan igualmente como también los baños. 
Es asimismo preciso proporcionar á fo> bélicos 
una alternativa agradable de objetos y los pla- 
ceas de una sociedad estrangera. Se aiejarán 



88 
los compromisos austeros y los cuidados domés- 
ticos, y sin huir los caminos de la moral cris- 
tiana se les eonciliarán los efectos de una vi- 
da libre, 

Primera especie cí&rotica o amatoria. Llama- 
se también fiebre blanca ó de !as virgenes. Cuan- 
do estas han llegado al periodo de l a apari- 
ción de las reglas, padecen una alteración con- 
siderable en sus facultades físicas y morales, pier- 
den aquella indiferencia que caracterizaba sus 
arccioñes en la infancia: su semblante manifies- 
ta la tierna sensibilidad y viva penetración da 
su alma, no pueden mirar á ciertos hombres, 
sin considerar que ellos podrían formar la me- 
jor parte de sus ideas. 

Síntomas. Bien pronto esta pasión Iisongera 
toma cuerpo y forma la principal ocupación de 
su espíritu, presentándose á veces obstáculos in- 
superables para llegar a poser el objeto de su 
pasión y deseo: huyen de la sociedad para ocu- 
parse continua é inmediata mente en el objeto 
amado, padeciendo constantemente una vioiha 
continuada. A estos desarreglos morales suce- 
den ¡os físicos: desaparece e\ apetito, sobrevie- 
ne la supresión del flujo menstrual: se hacen 
malas digestiones, mala sanguiticasion, peor 
nutrición &c, resultando de aqui la extenuación, 
y demás caracteres descritos en el ^énero. 

Curación. La posesión del oh\e\o amado se- 
rá el único remedio en este caso, y esta sola in- 
dicación satisfará todas las demás, que ni l a 
dieta ni los mejores cordiales son capaces de 
completar. También acomete la hética clorotica 



89 
á las vírgenes sobre los trece á catorce arios, 
por supresión ó retención de! fl ijo periódico. 
Las jóvenes acometidas de esta enfermedad, tie- 
nen el apetito deprabado, su color es pálido y 
aun amarillo, mas los ojos se les conservan blan- 
cos, circunstancia que distingue esta de la hic- 
tericia; en una palabra tienen todos los carac- 
teres de la clorosis, y la esíenuacion sensible 
acompañada de la calentura, cuyas ecsacerba- 
ciones son constantes después de comer. 

Para la curación de esta especie véase el 
tratado de amenorrea. Hay otras especies de ca- 
lenturas héticas que tienen diversos nombres se- 
gún la causa que los produce, tales son la in- 
fantil,' la sifilítica, escrofulosa, verminosa &c. 
mas todas están reducidas por Cullen á su espe- 
cie, donde pueden verse. 

ARTÍCULO SEGUNDO. 

Calenturas continuas remitentes. 



^A quellas calenturas que sin dejar libres á 
os enfermos, y se observa no obstante en ellas 
aJo-tin'.-.s remisiones v ccsacerbaciones en tiempos 
determinados, se llaman remitentes continuas 

JSsfas tienen una naturaleza mediana entre 
las continuas y las intermitentes, y en su curso 
son tan semejantes á las continuas, que si no 
se pone una grande atención no se pueden dis- 
tinguir de ellas. 



33 

La« calenturas do e»(e orden son sfJcepti- 
bles ríe t<» ! as ias variaciones y modificaciones 
que las continuas por lo que pueden dividir- 
se en benignas y malignas, continuas, esporá- 
dicas, epidémicas y estacionales. L^tas sen mas 
frecuentes, particularmente en el estío, porfjne 
al influjo <ie los ardientes rayos del sol, suelen 
seguirse las remitentes biliosas, que los antiguos 
llamaban ardientes; aunque también en el ri- 
gor del invierno y principalmente de primavera, 
se presentan por lo regular mas ó menos remi- 
tentes catarrales. La* han dividido en regulares 
é irregulares, porque siguen un orden cons- 
tante sin paragismos, y por su irregulari- 
dad bis han llamado anómalas, a c i como por 
raaon de los estímulos las han dividido en bi- 
liosas, catarrales &e. 

En cuanto á sus causas y pronóstico se ten- 
drán presentes las nociones que se dieron en la 
etiología general de la calentura. 

Ll método curativo deberá determinarse se- 
gún la' especies, y solo so dirá en genera! que 
es preciso principiar evacuando ias primeras vias 
con un emético, sienipre que no ¡¡aya contrain- 
dicación, pues en este caso se sustituirán los pur- 
gantes suaves, y con preferencia ias sales neu- 
tras: las sangrías son muy perjudiciales, corno 
lio haya una plétora muy decidida, los tónicos 
y los marciales tienen mucho lugar administra- 
dos en las remisiones, por último deberá', tener- 
se presentes en la curación de bis calenturas 
remitentes tojas las precauciones y reglas esta- 
blecidas en la cura general de las calenturas. 



01 

Pertenecen á e fe orden la cuotidiana re- 
mitente, la catarral, la perpúeral» la biliosa 03- 
quisita v la heinitntea. 

GENERO HttlHERÓ. 

Calentura cuotidiana rt uñiente. 

LJb nonclla que sin dejar al enfermo en una 
entera apirecsia, casi desaparece diariamente á 
periodos fijos para volver á manifestarse bajo 
el mismo ór ¡en. 

Se divide en verdadera ó esqwisita, y en 
espnrea ó bastarda. La primera es aquella en 
qne las acsesiones principian por la mañana y 
remiten a la tarde ó á la noche: y la segnndg 
que también han llamado vespertina, es aque- 
lla en que principian por la tarde ó de noche* 
y remiten por la mañana; esta es la que ad- 
miten los autores por mas frecuente, pues la ctra 
es muy rara. Acomete á los niños, las mugeres 
v todos los de una edad abanzada, de un tem- 
peramento delicado, de libra lacsa, los que usan 
de alimentos poco nutritivos v /¿roseros, los de 
vida sedei tana que padecen debilidades de es- 
tómago 6 di- proia, los caquetiros, finalmente ton 
dos los <pie padecen una debilidad suma, va 
sea esencial ó por agravación. 

Cansa*. Por lo general las indigestiones fre- 
cuentes, ecsrt?o en alimentos crudos ó poco nu- 
tritivos, como legumbres y vegetales, el mal re- 



m 

gimen de vida, el sereno ó efecto reléate cíela* 
noches &c. Todos estos estímalos productores 
remotos de las enfermedades, unidos a las cau- 
sas predisponentes espuestas la producen. 

Síntomas. Calosfríos que aunque repetido- ^on 
moderados, a los que sigue un calor b \ (ante 
manifiesto, color pálido del rostro, aunque con 
unas rosetas encarnadas en los pómulos, el sa- 
bor unas veces es amargo, y otras insulso: li 
lengua blanca y húmeda con alguna sed, so- 
brevienen nauseas y vó'niíos de un humor blan- 
co, algo amarillo, ó de unas nemas pegajosas 
y encendidas: la respiración es un poco acele- 
rada, el pulso frecuente, contraído y desigual, 
las orinas casi naturales: todos los dias se au- 
menta la calentura, \a al medio dia, ya á la 
tarde, lo que se conoce en la desazón que prin- 
cipia á sentir el enfermo, el encendimiento de 
los ojos y aceleración del pulso. Al entrar la 
calentura apenas es sensible el calor, pero va to- 
mando incremento á medida que aquella se 
gradúa, de suerte que á la noche es bastante 
perceptible. Asi continúa el enfermo por algu- 
nos dias sin mas novedades que las orinas al- 
go encendidas y espesas la debilidad y dema- 
gración se van aumentando por grados: el vien- 
tre por lo regular se hincha, lo que da motivo 
á creer que las glándulas del mestnterio se ha- 
llan obstruidas y desarregladas todas las funcio- 
nes pertenecientes al ejercicio de las visceras quí- 
lopovecticas, de donde se siguen las malas di- 
gestiones y quiliíicacicnes, por ia falla de acción 
7 



93 
de estas viscera"!, la poca absorción v transmi- 
sión de materias qu llosas ó nutritivas al siste- 
ma general, por la obstrucción de los ranales 
que deben transmitirlas, 6 ninguna reparación 
de las pérdidas diarias por la taita de nutri- 
ción; finalmente la consunción total que hace 
que las rías veces degenere esta calentura en 
una lenta continua, que aunque con tardas pa- 
sos conduce al enfermo al sepulcro. 

Aunque por todo lo dicho tenga propen- 
sión esta calentura a degenerar en una lenta con- 
tinua, sin embargo ínterin no llega este caso es 
menester no confundirlas, lo que es muy fácil 
atendiendo á las circunstancias siguientes. 

£1 calor en la calentura hética es igual, se au- 
menta después de comer, y vuelve al cabo de 
algunas horas a adquirir su primer estado. 

En la cuotidiana por el contrario, se ma- 
nifiesta siempre a la caída de la tarde, hay a ó 
no tomádose alimento sigue aumentando hasta 
la media noche, después principia á decaer has- 
ta la madrugada, en qtie el enfermo se halla 
en un temple regular. El pulso en la hética se ma- 
nifiesta ddró y contraído las mas veces. En la cuo- 
tidiana lleno y blando: en aquella el cutis está ári- 
do, seco y caloroso, síntomas que de ningún mo- 
do se observan en esta: la hética primaria ó esen- 
cial, guarda el tipo de una verdadera cont ínua 
continente, cuando por el contrario, la cuotidia- 
na lo observa de continua remití nté; v aun cuan- 
do la primera sea sintomática, v sus a cesiones 
y remisiones se parezcan á la cuotidiana, se di- 



94 
ferencia todavía de esta por observar un tipo errá- 
tico ó variable, y por el conocimiento de las 
enfermedades que la acompañan ó le han pre- 
cedido: por último la hética reconoce por <\ ;■.<:- 
sus la impresión de agentes que resecan calien- 
tan y estenúan con especialidad emuido encuen- 
tran predisposición en el sugeto; por ía inversa 
de la cuotidiana, que como se dijo hablando de 
sus causas, es debida a todas las (pie rofngeran, 
, relajan y aumentun lu humedad en nuestro .-ó- 

íido! ■ 

Pronóstico. El de esta respecto á los síntomas 
que la acompañan y sngetos á quienes geueral- 
mente acomete, v sus mouos de terminar, no pue- 
de ser el mas favorable; no oblante caracteri- 
zando bien esta caleutura desde el principio y 
tratándolas metódicamente, estando siempre á las 
miras de sus terminaciones podrá prometerse al- 
go bueno, principalmente cuando habiendo pa- 
sado los catorce dias arroja el enfermo una gran 
cantidad de orinis, el vientre va disminuyendo 
poco á poco, las accesiones no son tan prolon- 
gadas, y el enfermo se encuentra ágil y me- 
jorado. 

Curación. La primera indicación que se pre- 
senta ordinariamente es evacuar los materiales 
saburrosos, contenidos -en primeras vías, y au- 
mentarla acción de las segundas, á fin <ie que ejer- 

• Kan sus funcione» con energía y regularidad, 

• para ello sirven las sales neutras después del 
■ emético vegetal en dosis proporcionada á esci- 
" tar solo la nausea, y á producir un estímulo su* 



ficiente á alimentar la acción del estomago y 
demás visceras, y. remover los materiales de pri- 
meras y segundas vias, para ello se disuelven do- 
ce ó diez y seis granos de hipecacuana en ocho 
6 diez onzas de agua, v se dan cucharaditas de 
cinco en cinco minutos mas ó menos con res- 
pecto á la edad, secso, constitución &C. des- 
pués de seis en seis horas un posdlo de la in- 
fusión siguiente. 

Tinet. qq. lib. rad. rabarb. drach. duas. 
carbonat abthint. et ferri aa. scrup. coque ig- 
ni lcnt. s. a. 

Son cuatro dosis que tomara, en las prime- 
ras veinte v cuatro horas. Al segundo día toma- 
ra la mitad, al tercero la cuarta parte, después 
de cuyo tiempo volverá a tomar otra porción de 
la hipecacuana en menos dosis que ia vez pri- 
mera, aunque con el misino objeto, alternando 
de este modo con la infusión dicha hasta que se 
consiga el íin deseado. 

Siendo útil tener el vieniro libre, conviene 
que por bebida usual tome la infusión de rui- 
barbo en agua caliente hasta romper el hervor, 
ó bien echar en la misma agua de que ha de 
usar comunmente, un pedazo de raiz, ó traer- 
lo continuamente en la boca. 

Son maravillosos los efectos que ha produ- 
cido e-te medicamento, pues a mas de la vir- 
tud porgante que posee, goza igualmente de 
una fuerza tónica, que se comunica con mucha 
energía á todos los sistemas, principialmenteal 
digestivo, sobre el que obra inmediatamente, y 



96 
mucho mas cuando se da maridado con la 
quina. 

GENERO SEGUNDO. 

Calentura catarral. 



i afección de cabeza* narices, bronquios 
que denotan supresión de la materia tran-pira- 
bie, dan lugar á esta calentura. Invade con es- 
pecialidad en el invierno, primavera y otoño; 
regularmente se manifiesta por la tarde por re- 
petidas horripilaciones, mas bien que por un frió 
fuerte. 

Síntomas. Sigúese á este estado nn grado li- 
gero de calentura que se aumenta hasta la me- 
dia nadie en que remite, dura esta hasta el día 
siguiente por la tarde: hay al mismo tiempo co- 
risa, íügrimco y rubicundez de ojos, alguna ron- 
quera, titilación molesta de la laringe, tos bas- 
tante importuna, las mas veces seca, dificultad 
de respirar y aun dolores en algunas parces del 
pecho ó de los lomos, \ general de todas las 
articulaciones y de los miembros, júntan-e a es- 
tos síntomas el dolor ó pesadez de cabeza, la 
debilidad ó lascitud de todo el cuerpo, inape- 
tencia, gusto deprabado y «ed. De este modo 
si^ue sus tiemoos observando constantemente sus 
remisiones y exacerbaciones vespertinas, entran- 
do el pulso en ellos mas ó menos alterado se- 
gún el estado, violencia de la calentura, tempe- 
ramento del enfermo &c. A medida que la ca- 



í>7 

lentnra se adelanta, se presentan sudores nbun- 
dantes, principal mente al tiempo d« las remi- 
siones, se promueve la expectoración, la evacua- 
ción de «ñoco por las nances y á veces la tle 
orinas abundantes. 

Pronosiicot Como alcona* véoes toma el ca« 
factpr <le efémera, otras de sfnoca &c. no bien- 
do estraño que .-<• complique con la biliosa v 
que la acocil éontinria compuesta de estos dos 
eximirlos, produzca nnñ calentura" mista: asi cu- 
ro.) es b¡H mte frecuenie que el estimulo c 
ral determine su acción a la pleura, pttlmon, hí- 
gado &c, dan lo origen á la aparición de nue- 
vos síntomas denotan la afeecipn de estás par- 
tes, siendo frecuenie que cuando tete estímulo 
obra denírisiadó tiempo en alguna parte llega & 
producir fehiima; finalmente como que con- ar- 
reglo k una infinidad de circunstancias se pre- 
sentan diversos sintonías que dan a e-tas calen- 
turas los caracteres dichos, se deberá deducir 
su pronóstico de la mayor ó menor intensidad, 
violencia de ios sintonías, su naturaleza, de lu 
mavor ó menor especloracion, de la naturaleza 
de esta; y de la agilidad, disposición, facilidad 
en la respiración, y libertad cu el ejercicio de 
las funciones tedas. Asi cuando Ja cantidad de 
la e pi*ctoraci(.n no corresponde al grado de vio- 
lencia con que han afectado los síntomas, cuan- 
do la respiración se ha acelerado por un leve 
ejercicio ó movimiento, cuando el enfermo aun 
después de libre de calentura siente una espe- 
cie de pesadez ó fatiga; cta ningún modo será 
libre ci pronostico, pues la esperrencia dice que 



.98 
los mas al cabo de tiempo son victimas de tm 
acaso, que habiéndose formado en el pulmón un 
quiste al romperse ha sofocado al paciente. 
Curación. Como toma según está dicho el 
carácter de efémera, ó ya el de sinocal, ner- 
viosa &c. y habiendo dicho de cada uno de es- 
tos géneros en sus respectivos lugares, solo res- 
ta añadir que dependiendo esta calentura en ge- 
neral de la supresión de la transpiración; to- 
das] las indicaciones deben dirigirse á su resta- 
blecimiento, por lo que las infusiones teiformes 
de las plantas sudoríficas, el abrigo, una die- 
ta moderada, y en íin todos los medios capa- 
ces de disminuir el espasmo perisferico, á fin de 
facilitar el sudor, deben emp!ear>e como los me- 
dios mas adecuados á la Índole de esta, no sien- 
do el que menos preferencia tiene el emético: 
que á mas de facilitar la evacuación de las con- 
gestiones pituitosas biliosas &c. es un medio 
de los mas poderosos de escitar el sudor v dis- 
minuir el espasmo: se tratará al mismo tiempo 
de moderar los síntomas catarrales por medio 
de los medicamentos calmantes y emolientes: 
en una palabra se satisfarán las indicaciones que 
presenten los síntomas que la acompañen, según 
su naturaleza y con arreglo á lo espuesfo en 
las otras especies de calenturas con las que pue» 
de complicarse. 



$0 

GENERO TEIUTÜO. 

Calentura Puerperal, 



SbbSl- 



^si pe llama la que sobreviene 3espuíís 
dei parto, ya sea por las maniobras imprúderí- 
té?, capaces de producir iln estado inflamatoria 
en el utei*o; por la supresión de loqüios, ó trans- 
lación de e^tos y la ¡eche á sitios distantes, ya 
en fin por cualquier causa capaz de estimular 
el sistema nervioso, vascular Scc, y producir c-- 
ta modificación morboso, que llamamos calen- 
tura, la que con relación á las circunstancias 
participa unas veces del carácter de pútrida, al- 
gunas del de maligna, otras del de inflamatoria &c 

Pristiera especie pútrida pverperul, lista se 
declara ias mas veces derrepente sin que ¡ 
síntoma precursor baya anunciado su invasión, 
después de las preñeces las mas naturales, y de 
los partos mas felices. Por lo ordinario parece 
al uia tercero del sobreparto, algunas veces a:;. 
tes, y casi nunca mns*tarde: entonces ci vien- 
tre se meteoriza, y pone imiv doloroso, sin al- 
guna diminución de loqnios, que continúan su 
curso regular; los pedios quo deberían alimen- 
tar de tamaño, se marchitan, y por lo rega- 
lar falta la segregación de la leche. 

Síntomas. Las pacientes padecen una ca- 
lentura servible aunque baja, el p'ulso es pe- 
queño, concentrado y acelerado, las fuerzas se 



100 
'abaten '&c. 'estas primeras señales que caracte- 
rizan la enfermedad son comunes á todas las 
mugeres que la padecen. A estas señales se jun- 
tan con frecuencia, aunque con menos con-4an- 
cia, otros muchos síntomas. Estas con un rigor mas 
ó monos violento que se declara en el principio, 
vómitos de materia verde, ó aigo teñida de pa- 
gfiso, y aun con mas frecuencia nauseas sin vó- 
mito, una diarrea láctea muy hedionda, los ojos 
desatinados, y la cara descolorida, U lengua re- 
•alarmente es húmeda, pero cargada de un li- 
mo blanquecino e-peso, y alguna vea dt> un pa- 
giso verde en su base. Todos estos síntomas se 
manifiestan rápidamente, y muy breve se vuel- 
ven intolerables los dolores del vientre. Hacia el 
fin del segundo dia substituye á este estado vio- 
lentound calmra engañadora, á la que siguen un, 
sudor frió y viscoso, cámaras y loquios de tin 
o!or insoportable, un pulso trémulo y misera- 
ble, el delirio, y en íin la mieríe que las mas 
veces se veriñca ai íin del dia tercero, ó prin- 
cipios del cuarto. 

¡¡Segunda especie inflamatoria. La que se ma- 
h¡ fiesta pot calosfríos bástante fuertes, seguidos 
de una calentura manifiesta con especialidad en 
las veinte y cuatro horas primeras; luego remi- 
ten bastapte, pero después se presentan con mas 
fuerza. 

Sintonías. Mucho calor, sed, y arinca en la len- 
gua, el dolor de cabes» es muy fuerte; se su- 
primen ó detienen los ioquios después ó antes 
tie la calentura, por io regular hay duior y tensión 



101 

en el vientre e hipogastrio qne se estiende á los 
s é" ingles; si saíe alo-una evacuación lo- 
quia! suele ser fétida, muchas veces a todos es» 
t - síntomas suele seguirse la vigilia y el do- 
lirio. Al séptimo ó noveno día se aumenta la 
sequedad de la lengua sin sed, se eesaserba el 
calor, despiden las enfermas el aliento futi- 
do, hay salto de tendones, diarrea &c en una 
palabra se manifiestan ya todos los síntomas de 
uo tifo pútrido nervioso, y otras veces toma el 
carácter de miliar. 

Causas. Las productoras parecen ser el esti- 
mulo, ó alteración del sistema, producida por 
la supresión de algunas evacuaciones, las minio» 
bras hechas con imprudencia para Ja ecstraccjon 
del feto y sus dependencias, el retroceso de 
la leche, la supresión de la transpiración cu'anea, 
pulmonal &c. cuya supresión se haya en estado 
cíe prodncir concentración de calor interno, qui- 
zá también repercusión de la materia transpira- 
ble, y por consiguiente determinar una irritación 
local interior, de lo que resulta una variedad 
y serie particular de síntomas, que según el 
principio irritante se ha fujado en las membra- 
ri ts mucosas, 6 b:en en las diafanas, en las glán- 
dulas, en el parenquima de las visceras, 6 en el 
tejido de los musculos. 

Pro'ríósíico. Se hará atención á la natura- 
leza de las partes afectas en esta calentura, cuan- 
do se observa sintomática, á la gran cantidad 
de materiales retropulsos, cuando depende de la 
supresión de los loquios, ó del retroceso de la 
leche; y á la violencia de los síntomas con que 



102 

generalmente, cuando el estado ecscsivo de sen- 
tad ó irritabilidad, espone á la paciente 
i >ie se manifiesten [^jsíntoraas nerviosos mtiy 
difíciles de correo-ir. 

Cut ación. Sera siempre relativa al carácter 
qne pre'íebte. Si es inflamatorio, pútrido, ner- 
V! so, se acudirá siempre cotilos remedios pro- 
pios para combatir la inflamación, putrefac- 
ción &c. como se dijo hablando de cada una de 
en particular; pero al mismo tiempo s e 
procurará (siguiendo la indicación general) pro- 
Bae ver la evacuación ioqnial, como también al. 
g'üfla otra, á fin do e^abieceree una via por don- 
de puedan evacuarse la leche, ó cualquiera otro 
material vetropulso. Para lo cual se emplearán 
las sales neutras, el tártaro vitriolado, la mag- 
nesia &c. ios blandos eméticos suelen convenir 
al principio dados con mucho tino, y con prefe- 
rencia la. hipecttcuaoa, pues ademas de evacuar 
las primeras vías proporciona un sudor atil, y 
un sacudimiento general de las 'materias morbo- 
sas, muy provechoso para poder entrar después 
con la quina y los demás remedios que ecsijan 
los síntomas que se vayan presentando, comba- 
tiéndolos según se lia espue^to anteriormente 



['.'*J Como por lo regular sucede en el trans~ 
curso de la enj irme dad. 



103 

C ENERO CUARTO 

Calentura biliosa. 

'b'iene este nombre á Causa de que hallán- 
dose la bilis abundante, y acrimoniosa, busca 
puesta en movimiento, lagar por donde salir. 
Colocase entre ias anuales, v estaciónale? que 
vienen en ci eslió. Es ¡ñas frecuente que lo 
que se piensa, guarda la marcha de continua 
remitente, cuotidiana, y ana de terciana si i- 
ple ó duplicada, cuyas accesiones suelen renú* 
tir por vómitos, mucho sudor, nidorpao, orinas 
abundantes biliosas con mucho cedi mentó. Dis- 
tingüese en ellas dos estados, el uno de crude- 
za cuando la materia morbosa mezclada con los 
humores produce io que llamamos materia fe- 
bril, y el [otro de cocción en el que corregido 
por ías fuerzas vitales, parte se asemeja a los 
humores sanos, y parte se dispone á la excre- 
ción . 

Causas. Disponen á ella las comidas crasas, 
oleosas, terreas, anteras, ¡irino as rápidas, fáciles 
a podrirse, las habiiaciones muy bajas, los hos- 
pitales, cárceles y navios, el tiempo burra-coso, 
húmedo y muy cálido que la hace amidisima: 
j uníanse á estas cansas las ecsitantes como son 
el mucho trabajo en el c-tio, esponerse al fio 
estando calientes, el terror, la ira, la tristeza e 
¡Dgiuvie. 

Síntomas» Comienza por lo común si es *-en- 
cilla por orripilaciones (¿ue alternan con el cu- 



104 
Tor; por dolor y nrdor sumo de cabeza, lomos 
y espaldas; el pulso es acelerado, duro y sin ma- 
yor llenura. En el decurso del mal se manifies- 
tan los ojos rops cou amarillea, hay sudor de 
la cara y de la cabeza, rubicundez intensa de 
las mejillas: la lengua, narices y labio?, amari- 
llean mucho, amarga la Saliva y las sustan- 
cias que se toman: sécanse los labios y fauces, 
la sed es intensa, vienen eructos amargos, ardien- 
tes y austeros con mftiseas: vómitos de distin- 
tos colores, y sabores porraceos erug-mosos y atra- 
biliarios, que queman las partes por don.de pa- 
san, y entorpecen los dientes: no faltan congo- 
jas, dolores en lo? hipocondrios., con flatiilencia, 
inquietudes, y un sumo deseo de beber agua fria- 
acciduluda, y de inspirar aire igualmente frió, 
hiede el sudo;- que es nidoró3o: se suelta el 
vientre con materiales flavos, como de haber to- 
mado ruibarbo, fetidísimos con ñatos de la mis- 
ma Índole. Las orinas salen azafranadas, espu- 
mosas y gruesas. La sanare que se saca por la 
sangrif, ó esta perfectamente rubicunda, ó con 
costra inflamatoria, muy amarilla, el suero 
amarillea faua bien; y se ha encontrado amargo. 
Menos frecuentes son en esta calentura, las pe- 
tequias lenticulares, miliares, rojas, los carbun- 
clos, bubones &c. (*&). 

Débese advertir asi mismo, que no to- 
dos se hayan siempre del modo y con el orden 
que hemos espnesto, pues concurren en cada su- 
geto circunstancias que mas ó menos las hacen 

(-#) Estos so?i los principales. 



105 

voriar, sin que por esto mude de carácter el 

mal. 

Suele asociarse muy fácilmente la calentura 
biliosa á cualquiera otra enfermedad que la ha- 
ga de peor Índole, por ejemplo á las inflamato- 
rias, y aun de aquí tuvo tal vez su denomina- 
ción la calentara ardiente, cuya causa próoi- 
ma establecen muchos en una angiotesis uni- 
versal del cuerpo. Llamóse la biliosa eu algún 
tiempo continua remitentente, semi-terci m;>, ó 
hemitritea, y también trite<iopb.ia, ó continente. 
Los an'i^uos llamaban thiphode, epiala, levpi- 
ria &c. pero con m¡is propiedad es lla'rriada 
por los modernos biliosa. Acontece alguna vez 
que al rematar la ecsaserbacion el humor fi- 
liforme (pie había de ser transportado por los 
sudores, quede detenido en algunas paites del 
cuerpo, bien sea por que haya demasiada tur- 
gencia biliosa, ó porque la ti. bilidad de la par- 
te es mucha, ó por otras causas todavía incóg- 
nitos, de a.,m vienen l<s diversos decúbitos de 
la bilis en varios -ities y con efectos varios. 

Con concepto a lo espuesto podemos dar 
la división de esta calentura en biliosa univer- 
sal, ó en biliosa con metástasis ó por depósi- 
to. Puede el material biíiforme hacer su prin- 
cipal tiro 4 la cabeza y originarse el delirio, el 
frenesí, la apoplegia y todo género de convul- 
siones. Si en los ojos, la peguera, cataratas, opa- 
cidad de la cornea, manchas &c. A las fauces 
anginas: al pecho toses, plpurecias, pulmonía^ 
hemolisis &c. Al abdomen vómitos, cólera-, di- 
senterias, cólicos, diaireas, hemorragias, al morra- 



irás, dificultad de orinar &c. Si á las articulaciones, 
rehumafisrüO, artritis, v finalmeure, si á la super- 
ficie del cuerpo erisipelas, petequias y varias 
erupciones ecsan.tematicas. 

De lo dicho se míiere, cual sea el propio 
genio <Je la frenitis biliosa, pleuresía y henio-, 
tisis biliosas, de la calentura} erisipelatosa, surti- 
caria, y oirás que con el epíteto de biliosas se 
pií&Jen tener mas bien por especies ó modos de 
una mi-ma calentura. 

Algunos autores establecen otra nueva v mo- 
iríentañea división de la calentura biliosa én sim- 
ple pura ó complicada. Las mas veces al prin- 
cipio de una epidemia biliosa, suele venir la 
inflamatoria nacida de inflamación teé¿¿: en otras 
Vienen las viruelas y los mor hilos acompañados 
de dicha calentura. 

Pronostico. Se concibe en los términos si- 
guientes. 

Primero. Es morid si el material biüforme 
se deposita por metástasis en cualquiera parte 
principa!, cómo cabeza, pftimones, pericardio 
&<\ según enseña la autpsía de los cada- 
veres. 

Segundo; si hay erisipela grande que ame- 
nace interna gangrena, ó bien algún carbunclo. 

Tercero: cuando se observa degeneración 
pútrida, espontanea ó inducida por mal régi- 
men curativo. Es muy mala si se complica con 
inflamaciones internas en sugetos demasiadamen- 
te irritables y caquéticos. El vómito espontá- 
neo de materia biliosa, después que haya falta- 
do la ecaucerbacion acostumbrada es bueno, y 



107 
■también los cursos de la misma naturaleaa: 1*8 
orinas con mucho cedímeoto, y los sndores ¡una- 
julos aprovechan con tal que vengan en día 

crítico. 

No raros votes termina en bien por la san- 
gre de narices y almorranas, otra* neja la hi- 
pocondría, cacoqnimia ó caqnesias biliosas, ia 
artritis, didturna &c. 

Curación. Cuando el mal no es grave, y con 
respecto al referido estado de escandecencia y 
e esa Ita cío n biliosa, se entabla con los áccidos ve- 
getales y minerales, como el limón, naranja, vi- 
nagre, granados, vitriolico, nítrico, sulfúrico, mu- 
riatico &c. ios jugos saponáceos de las frutas 
maduras, como los aperitivos lacsañtes, v. gr. 
las ciruelas, guindas, tamarindos, Casia, y otros 
con todo lo demás de la dieta antibiliosa. Cuan* 
do se sospecha <¡.íc en primeras vias hay algu- 
no de estos materiales anidados, se procurarán 
evacuar por metbo del emético, ad virtiendo qué 
no fait; n absolutamente en todo el curso de! mal 
humores biliosos que se douc-ium en aquellas. 
En este concepto conviene después de prepa- 
rado suficientemente el cuerpo administrar una 
ó mas veces una poción unció, catártica, v. gr. 
el tártaro emético cen el ruibarbo, y también 
hipecacuana. El crémor de tártaro disnelto en 
el agua do escorzonera con un poco de ojimiel 
simple, es esceler;te tomado con frecnencia. El ai- 
¡o que se requiere en el aposento del enfermo, 
1.a de sct'en lo posible (Vio, cómodo al pa- 
ciente, que tenga entrada iibie la situación del 



108 

•uerpo dicha, con especialidad en el gran do- 
lor de cabeza, y á vista del frenesí. 

Si el paciente fuese joven, aobusto, de fibra 
rigida, pletorico, el dolor de cabe/a intolera- 
ble, v el tiempo favoreciese, no será fuera de 
propósito antes de darle dicha poción emeto- 
catartica, hacerle tina corta sangría, y ponerlo 
á una dieta antiflogística. Ademas de lo espues- 
to que pide la sangría antes de dar el emético, 
hay otra razón que no la hace menos necesa- 
ria, v. g. si la calentura biliosa depositando en 
alguna parte principal al material produce la 
frenitis, hemotisis pleuresía, ó cólicas biliosas, en- 
tonces una ó muchas sangrias hechas según la 
actividad de las causas arriba dichas, lo pidan 
serán muy apropósito, y deberán administrarse- 
antes del emético. 

Cuando estos depósitos peligrosos no se han 
espurgado suficientemente con el método dicho 
y á vista de grande estrago, se echará mano de 
los vegigatorios, procurando estar evacuadas las 
primeras vias. Debemos advertir que esta ca- 
lentura no es de la qne rigurosamente pide ni 
la sangría, ni la quina, ni vegigatorios, y solo 
se echara mano de ellos^á presencia de algunas 
urgencias. 

Mitigada en mucha parte la calentura con 
el emeto-catartico, comienza el enfermo 4 esperi- 
mentar poco á poco el alivio con los sudores blan- 
dos, nocturnos y saludables, que proporciona el uso 
de los disolventes saponáceos, escropoticos, y ac- 
cedentes, tales como la sal de Glauver, tártaro 
9 



lOí) 
vitriolado, la tierra foliada de tártaro, la chico- 
ria, cscorsonera, bardana, las mieles, tamarindos, 
acetosa, crémor y otros, rara vez escede el dia 
catorce. La debilidad si quedare alguna termi 
nada la calentura, se corregirá por los analép- 
ticos, y estomacales amargos como el vino de 
ajenjos, carne de ternera, &c. conduce también 
la equitación, la caza &c. proenrando mantener 
el vientre suave. Es mas tarde la convalecencia 
de estas calentaras que la de las inflamatorias, 
«as breve que la de las pituitosas, y las re- 
caídas mas fáciles que en cualquiera de las 
dos. Dañan por si en esta calentura los car- 
diacos, los cefálicos, la quina, los vejigatorios, 
y el opio, y solo la mayor ó menor complica- 
ción con otros males pueden indicarlos como en 
la calentura epidémica biliosa de Lausana que 
describe el erudito Tisot. De lo dicho hasta 
aquí fácilmente se colige, cuan dilatado es el 
campo de los males viliosos, y cuan distintas 
las variaciones del humor que las produce, aun 
por sola la complicación con otros vicios, y 
calenturas de otra Índole. De que podemos sa- 
car nociones que guien en la administración 
del emético 6 purgante, no siendo pocas las 
disputas que se han suscitado, hasta aquel tiem- 
po del mal haya de estenderse el uso de estos 
remedios. Muchas yeces dado nn emético al 
principio, con las precauciones que le han de an- 
teceder, ha bastado en un todo; sin embargo 
las reglas siguientes pueden regir en la practi- 
ca. Si después de dado el emético baja consi- 
derablemente la calentura, no debe repetirse ana 



110 

otrando el acopio de jugos en la boca, el gn ío 
amargo subsistan, pues las reliquias febriles ceden 
felizmente á los remedios es roputioos. 

Cuanto mas aguda es la calentura biliosa 
t mas sano coge el cuerpo, tanto menos se ha 
de insistir en el emético, como lo asegura Sthil. 

Debe darse con mas frecuencia cuando el 
enfermo vomita, no solo una cantidad de bilis 
abundante; sino también una especie de moco 
amargo que sale á manera de filamentos, y en 
corta porción. Cuando hay precisión de seguir 
los vómitos repetidos, es apropósito que haya 
uno ó dos días de intermedio, en los (pie con 
los disolventes y atenuentes, se preparan los ma- 
teriales que han de ser evacuados, En las obras 
de Terapcautier se esponen con bastante estén- 
sien las razones que indican ó contraindican 
estos remedios. 

GENERO QUINTO. 

' ,; Calentura hemitritea, 

sLLJh hemitrisfeo? de los griegos, sern ¡terciana 
ó terciana doble continua, es una calentura com- 
puesta de una terciana intermitente, V de una 
cuotidiana remitente, cuyas aeee iones guardando 
un tipo regular cada una, con tituyen el carác- 
ter clasifico de esta. 

La hemitritea, pues, considerada de esie 
modo, puede ser legítima ó sintomática. La le- 
gitima acomete á los sugetos débiles, caquetU 



eos, hipocondriacos, que efectúan malas diges- 
tiones &c. 

Síntomas. Su invacion se manifiesta por to- 
dos los sintonías que se han espue.sto en la ter- 
ciana intermitente, esto es, el rigor &c. al que 
se sigue un calor escesivo, que dura por lo re- 
gular hasta las cuatro ó cinco de la larde en 
que se desvanece: á este tiempo principia el 
enfermo á esperimentar otros nuevos aunque li- 
geros calosfríos, frialdad] de estremos &e. a lo 
que sigue nueva accesión de calor aunque ma- 
cho menos intenso que en la primera invasión; 
continúa asi toda la noche hasta el dia siguien- 
te por la mañana que remite, humedeciéndo- 
se algún tanto el cutis, pero sin quedar verda- 
dera apirecsia, manteniéndose de este modo has- 
ta media tarde, en que vuelven á manifestarse 
nuevos calosfríos seguidos de un grado de calor 
semejante al de la tarde anterior, el cual du- 
ra toda la noche remitiendo por la mañana, y 
constituyendo de este modo la verdadera calen- 
tura cuotidiana remitente. Apenas^ los síntomas 
de esta calentura han remitido cuando ya prin- 
cipia el enfermo á sentir el nuevo üorror y 
temblor, síntomas precursores de la invasión 
de la terciana intermitente, que} concurre como 
queda dicho con la cuotidiana reniitente á for- 
mar el carácter clasifico de esta, junto al ór. 
den alterno que guardan las accesiones con re- 
lación á las remisiones mayores que se obser- 
van entre los dias pares, mas bien que en los 
días impare*. 

La hémitritea sintomática principia por una 



112 

terciana ó cuartana intermitente, las que en ra- 
zón de su larga duración lan llegado á 
producir un daño orgánico en alguna viscera, 
que llegándose á alterar 6 sub-inflamar, prodíl- 
co una especie de calentura cuotidiana remiten- 
te, que juntándose con la terciana que ecsi^tia, 
«onsntuyen esta calentura, cuyas accesiones guar- 
i'au el mismo orden que la verdadera hemitri- 
tea, no diferenciándose de la antecedente mas 
que en estar acompañada de daño orgánico. Hay 
además otras varias especies de hemitritea sa- 
cadas de su* complicaciones, las que ecsigen di- 
*erso método, segnin su naturaleza, y la esta- 
ción en que se manifiesta. Estas son en primer 
lugar la terciana intermitente que se junta á 
una caírnlura sínoca, la que con especialidad 
se manifiesta en la primavera. Segundo, la ter- 
ciana intermitente que se une á nna terciana 
inflamatoria sintomática, como v. gr. la que acom- 
paña á la perineumonia, liepatisis &c. Tercero, 
la terciana que acompaña 4 una calentura catarral. 
Pronostico, Este es bastante peligroso, y ter- 
mina generalmente con la muerte en los que 
son viejos y en personas muy cansadas, ó en los 
que sienten mucha debilidad, verificándose e c - 
to por lo regular á los catorce ó veinte dias, 
cu va terminación se manifiesta por el rostro al- 
go encendido, el pulso en cada accesión y*e vá 
disminuyendo y las fuerzas se pierden, sobre- 
viniendo á todo e>to la dificultad de respirar 
con lo que generalmente termina; mas si cer- 
ca de los catorce dias ó poco después de ha- 
berlos cumplido empiezan á disminuir las acce- 



113 

9Íone?, de modo que ni sean tan largas ni tan 
fuertes como antes; si el pulso está fuerte, v ¡ Si 
humedece la lengua algún tanto, si el sueño sir- 
ve de descanso, entonces puede esperarse que 
la calentura se quite del todo, arrojando copio- 
sas orinas ó moviéndose el vientre ó a lp nie» 
nos que degenere en terciana intermitente, que 
es lo que por lo regular sucede. 

Curación. Estas diferentes especies de hemi- 
tritea la ecsigen diversa, según sus complicacio- 
nes y e taciones en que se presenta: por lo que 
como la indicación general es separar su com- 
plicación, corrigiendo la calentura continua pri- 
meramente, para después estacar la terciana. 
Por lo tanto si la calentura continua fuere del 
genio inflamatorio, se emplearan para su cu- 
ración las sangrías, la osantes, diluentes y aten- 
perantes, y a-i que se manifiesten accesiones 
que constantemente oh etven el tipo tercianario, 
se tratará de correjirlo por la quina, y dernas 
propuesto en su lugar respectivo. 

Cuando la terciana viene aconpañada de 
algún daño orgánico, y que á consecuencia de 
la obstrucion de las partes dañadas se produce 
la calentura cuotidiana remitente, que comun- 
mente se observa mas en el otoño. En esta son 
las indicaciones satisfechas, y que ya quedan 
espuestas cuando se trató de ella en particular. 

ARTICULO TERCERO 

TV las calenturas intermitentes en genera!. 

¿¿|lainanse asi aquellas cuyas accesiones guar« 



114 

dando un tipo determinado de terciana, cuar- 
tana &c. dejan al enfermo en el tiempo de 
la accesión en una verdadera aptrecsia. 

Varias han sido las divisiones y subdivisio- 
nes, que en todo tiempo han hecho diferentes 
autores de este genero de calentura, ya en ra- 
zón del orden que guardan los parogismes en 
manifestarse, de la duración de estos de los 
sintonías que las acompañan, de la estación 
en que sobreviene &c. y asi cuando las acce- 
siones se presentan todos los dias correspon- 
diendo unas á otras en intensidad y dura- 
ción, se llaman quotidianas, si de tres en tres 
dias tercianas, si de cuatro en cuatro, cuartanas, 
y asi snececivamente: esta es la división mas 
frecuente que se hace en cuanto al orden que 
observan los parogismos en presentarse: sin em- 
bargo no faltan ejemplos en muchos autores, de 
quintanas, sestanas &c. y aun de menstruas, vis- 
menstruas, drinuenstras y annuas; pero estas ul- 
timas mas bien pertenecen á las efémeras, que 
por lo regular vienen como compañeras ó pre- 
cursoras de la meustruacion en las mugeres, del 
ílugo emorroidal en los hombres, ó bien en las 
grandes mutaciones de los tiempos. Dividense 
también por la misma causa en periódicas y 
erráticas; las unas son las que observan un 
orden constante en sus accesiones, á la inversa 
de las erráticas que no guardan tipo, ni orden 
determinado, sino que se presentan ya todos los 
dias, ya de tres en tres, unas veces por la ma- 
ñana, otras por la tarde &c. Asi como la regu- 
laridad 6 irregularidad eu el orden de presen* 



115 

tarse los paroxismos constituye una diferencia 
en cite genero de calentura, del mismo niod* 
debe estub eeerse btru, según que afectan todo 
el siílema o solo una p.irte de el, dándoles por 
tanto el nombre de universales a. las primeras, 
y particulares a las M'gnndas. Estas »¿ mani- 
fiestan por un dolor periódico,, que afreta el bra- 
zo, la rodilla, »l hipogastrio &c. no siendo en- 
trañado vendan acompañadas de todos los sín- 
tomas que le preceden á las intermitentes. Sin 
embarco muchas veces ni se observa ninguno 
de e^tos sintonías, y solo se manifiesta el do- 
lor periódico, en cuyo Cuso les han dado al- 
gunos el nombre de larbada: tales son L 
liemi rasnea, oftalmía, adontal^ia, dolores có- 
licos, cardialgía, asma, epüecsia, histerismo y 
otros afectos que observan el tipo cuotidia- 
no, tercianario &c. aunque si vale decir la 
verdad mas bien pertenecen e tos á las enferme- 
dades periódicas que a las calenturas. 

For la duración de los parogismos, las han 
dividido en esquisitas ó verdaderas, y en espú- 
reas ó bastardas: las primeras a aquellas cuyas 
accesiones y sintomas no pasaban de doce lio- 
ras, y bastardas cuando se prolongaban mas allá 
de este término, a las que también solian lla- 
mar subcontinuas, si las accesiones se subseguían 
casi sin intermisión. 

Según los síntomas que las acompañan, las 
han dividido en comitatas y no comitatas. Las 
primeras son aquellas que son acompaíUdis de 
stucope, letargo, cólera morbo, apoplegia, diarrea 



1I« 

&c. las cuales toman el nombre del síntoma qn$ 
mas sobresale en ellas, y que por tanto llaman 
sincópales, caroticas, disentéricas &c. siendo to- 
das ellas perniciosas, del mismo modo que la» 
sitbcontinuas. Las segundas .son todas las que no 
vienen acompañadas de ninguno de estos sinto- 
nías funestos, y sí solo do los propios á esta es- 
pecie de calentura. 

Finalmente, las han dividido en autumna- 
les y veniales, según la estación en (pie se pre- 
sentan. Las unas reinan por lo general desde 
agosto hasta febrero, v las otras desde este lil- 
tiaio h asta nquel, siendo estas de mejor índole y 
de mus fácil curación, observándose no pocas 
veces venir acompañadas de síntomas ínflama- 
torios, lo que sucede generalmente cuando aco- 
mete á sugrtos robustos, á quienes algún esceso 
en su modo de vivir, unido a las causas gene- 
rales productoras de las intermitentes, han da- 
do origen á estas calentura-. 

Puede a mas de las divisiones espuestas agre- 
garse otra que suele observarse con bastante 
frecuencia, cual es la de intermitentes sintomá- 
ticas. E>tos de ningún modo son debidas á las 
causas generales de las intermitentes, y si solo 
algún daño particular de las visceras, por tan- 
to es sumamente necesario conocerlas v diferen- 
ciarlas, pues para su curación no ee-.igen do 
ningún modo los febrífugos, administrada in- 
mediatamente, sino los medicamentos capaces de 
corregir la causa que las produce: por eso se 
deberá tener mucho cuida do en el modo y ho- 
ra de invadir los síntomas que las acompañan 



117 

y su modo de terminar, pues por lo regular no so 
presentan evacaactOD.es críticas, ni son seguidas 
<le aquel grado de debilidad que es propio de 
Jas verdaderas intermitentes. Espuestas ya las 
diferentes divisiones v denominaciones que se le 
lian dado á este género dei calenturas, pasare- 
mos á esponer el orden con que se presentan 
sus síntomas. 

La accesión de toda calentura intermitente 
debe dividirse en tres estados: primero, el de 
frió: segundo, de calor, y el tornero de sudor, 
al que se sigue la apirecsia ó intermisión, cu- 
yos estados podran leerse en la curación ge- 
neral de las calenturas; con diferencia que en 
estas la duración del frió es incierta, pues unas 
veces es de cuatro 6 cinco horas, otras de me- 
dia, de una, y continuamente de dos, é igual- 
mente varia en ra/.on de la especie de calen- 
tura, pues en la cuotidiana la accesión del frió 
es muy liger3; en la terciana es ya mucho ma- 
yor, pasando á lo que se llama vigor, siendo sin 
comparación mucho mas excesivo en la cuarta- 
na, tanto en intensidad como en duración, por 
lo que debe considerarse este estado como el 
mas peligroso de todos, en razón de la lenti- 
tud con que circulan los líquidos, y del espas- 
mo que produce el frío en el sistema circula- 
torio, que á veces el calor no es capaz de des- 
truir. El periodo del calor varia del mismo mo- 
do en estas calenturas, en razón de la especie 
de calentura en que se presenta, pues en la 
cuotidiana es moderado, muy ustivo ó an- 
uloso en la terciana, y algo menor en la cuar- 



11.8 

tana, no correspondiendo jamás este a lo muy 
intenso del frío. La intermisión varia asimismo 
por n.zon del orden con que se suceden los pa- 
rogismos, los cuales aparecen y desaparecer), si- 
guiendo constantemente los trámites que acaba- 
mos de esponer. 

drusas. Las de las intermitentes son próesi- 
mas y remota». Entre la inmensidad de opinio- 
nes con que gran número de hombres célebres han 
llenado innumerables páginas, con el objeto de 
determinar la causa próesima de estas calen- 
taras, la debdidad de las fibras establecida por 
Iiomé parece conformarse mejor con la espe- 
riencia, si atendemos á las virtudes y modo de 
obrar de los medicamentos, á favor de los cua- 
les ceüen estas afecciones» 

En cuanto a bis remotas lo son todas las 
que pueden causar la calentura en general; pe- 
ro á nías hay algunas; que parecen concu rir 
con especialidad á producirlas: tales son los es- 
cesos en las comidas, principalmente cuando es- 
tas son crudas, las aguas trias, cuando se esta. 
sudando, las vigilias prolongadas, malos aires, 
particularmente los que están impregnados de 
gas hidrógeno, y otras sustancias aeriformes me- 
fíticisj que salen de los pantanos ó sil los don- 
de hay corrupción de animales y vegetales, y 
a- i es que por una observación constante, se sa- 
be que los habitantes de pueblos que tienen in- 
mediato algún pantano ó bosque inculto, están, 
espuestos 4 padecerlas, porque despidiendo es- 
tos sitios continuamente entre otros gases el hi- 
drogeno que produce dichas caleuturas, y mas 



113 

sí están situarlos al oriente de la población, por- 
que como al Hmerwtcer sopla con»ta ni emente Pl 

aire de levante, conduce á ella el germen de 
las intermitentes y otros niales. Esta pernioiusn 
localidad hace desgracia das generaciones ente- 
ras, y la sabia policía de acuerdo con la me- 
dicina, debe tratar de remediar semejante» ma- 
les conocidos estns ¿i no se consigne remediar* 
los cuteramente, debemos tratar t!e precaver su 
consecuencia, teniendo siempre cuidado de cer- 
rar las puertas v ventanas que miran al Olien- 
te, iinm ipalmente p:>r la mañana, no saliendo 
»l campo antes temprano, hasta tanto que la 
luz solar do-c;mt:)!>«ip;\ e! hidrogeno, y baga 
(pie' el ac-me i>> se desprendí de los vegetales,, 
v cuando el viento ha disipado las eeshalacio- 
?ies pértí'mio-as cítese forman de noche, y en 
caso de salar deben iue.erio bien atim -otados, 
tornando una cantidad de vino ó a gu ardiente 
con lo que aumentan las fuetes centrales, y ha- 
lan que hs líquidos f-e aboquen á la perife- 
ria! del euerpoj l<> que impide en algún modo 
la ab orcion fíe los mi asmas, reai. tiendo igual- 
mente á su impresión. 

Pinnostini. Bien sabido es de tolos los que 
prole ;in la medicina aquella sentencia de Hi- 
pócrates (JFebres qu&qmtíqtie modo iníei ntiterinit 
y erivtifam kabívé \siffitijieatirr) sin embarco, es- 
to solo debe entenderse cuando son simples ó 
benignas, en cuyo [caso nada hay que temer, 
pues ceden fácilmente al mo de los remedios, 
v aun á veces pueden terminar por si solas an- 
tes de la téptimu ú octava accesión; mas cuan- 



^ 120 

do pon pernicioso?, ó cuando vienen acompaña- 
das del síncope, de la apoplegia, de la disen- 
teria &c. se debe tener mucho cuidado, pues 
suelen qui'ar la vida antes de la tercera acce- 
sión. Asimismo deberá atenderse para formar un 
pronóstico acertado á la mayor ó menor vio- 
lencia de los síntomas el orden que guardan 
en presentarse y en desaparecer, la estension en 
(¡iip sobrevienen, la constitución del individuo, 
pues por lo general la cuotidiana es mas lar- 
ga que la terciana; nías no tanto como la cuar- 
tana que suele estender^e a muchos meses, y aun 
año-: del mismo mo lo las intermitentes verna- 
les son mas b niguas que las que vienen en oto- 
ño, unas y otras son menos rebel íes cuando son 
ea sugetos jóvenes, robustos, bien constituidos 
que ejercen con regularidad todas sus funcio- 
nes, y en quienes se presentan con el orden de- 
bido los parogismos, guardando estos al mismo 
tiempo un tipo determinado, pues cuando signen 
iln orden errátioo, y mucho mas cuando las 
cuartanas pasan ó degeneran en cuotidianas, 
suelen por lo regular venir & parar en una ca- 
lentura hética, lo que generalmente sucede siem- 
pre que no se observa en su tratamiento un buen 
régimen curativo. 

Curación. Aunque todas las intermitentes son 
por lo general debidas á unas mismas causas; 
sin embargo como pueden atacar á individuos 
de diferente constitución, presentarse en las es- 
taciones de otoño ó primavera, guardar e 1 tipo 
de cuotidiana, terciana, cuartana &c. son esen- 
ciales ó sintomáticas, beniguas ó perniciosas &c. 



121 

ecsigen respecto & su método curativo una por- 
ción de consideraciones que vamos a esponer. 

Las que siguen el tipo tercianario se ma- 
nifiestan con especialidad en sujetos biliosos y 
coléricos, por la estación del eslió, viniendo acom- 
pañada de una congestión biliosa en primeras 
vias, eructos eruginosos y vómitos biliosos, sien- 
do muchas veces degeneración de las ealent.i- 
ras bi¡'n»as, á las (pie la terciana suele pa- 
sar eon frecuencia. Por el contrario las inter- 
mitente-, cuotidiana v cuartana, afeeian por lo 
común á Mlgcto* débiles, flemáticos, de un tem- 
peramento melancólico, viniendo siempre acom- 
pañadas de Qn estado de atonía ó debilidad ge- 
nera', de una palidez recesiva, una lengua muy 
crapuloso, y algunas veces vómitos flemáticos, ó 
pituitoso?, junto á todos los demos síntomas de 
cli-pecH-i, por tantj, debiéndose arreglar el mé- 
todo curativo á la naturaleza de la enfermedad, 
y á los sintonías que la acompañan, parece que 
la primera indicación que se presenta en las del 
genio tercianario, es preparar los materiales con- 
tenidos en primeras nías por un ligero digestivo 
que deberá administrarse el dia intercalar. El 
mismo dia de la accesión se le mandará tomar 
al enfermo un en étieo antimonial, en cantidad 
Dulciente á evaenar la bilis superabundante 
derramada en primeras vias, antes que se pre- 
sente la secesión, con lo que suele esta dismi- 
nuir considerablemente. Luego qne principie la 
invasión del frió se le mandará una ó dos taras 
de cualquiera infusión sudorífica bien caliente, 
como ia manzanilla, flor de saúco, vino agua- 



122 
do &c. para qne por medio del calor se pro- 
duzca un movimiento de reacción en el siste- 
ma que disipé el espasmo y acelere la venida 
dé la calentura ó segundo periodo, prohibien- 
do absolutamente cualquiera otro liquido de que 
quiera usar por ser enteramente ageno de tales 
circunstancias; mas luego que llegue el calor se 
le podra conceder beba libremente de la infu- 
sión de la salvia, del suero de leche, doble 6 
vinoso, cocimiento policresto, ú otra cualquiera 
bebida áccida, continuando de este modo has- 
ta terminar la accesión del sudor, para en se- 
guida principiarle á administrar la quina del mo- 
do siguiente. Una onza en seis papeles, de los 
cuales á las dos primeros se les añadirá una 
dracina del crémor de tártaro, con el fin de 
mover el vientre y asegurar sus efectos, se to- 
mará el enfermo el día intercalar desde por la 
mañana de hora en hora con sus intermedios 
de caldo. 

No es óbice el método propuesto para que 
se le pueda permitir al paciente alimento en es- 
te dia con el puchero, sopas, vino &c. Coci- 
miento policresto por bebida usual, la infusión 
de manzanilla ú otra de su especie. Al dia si- 
guiente que será el de la accesión, se repetirá 
una dosis igual de quina, pero graduado el tiem- 
po que deba mediar de una toma a otra, de 
modo que se haya consumido toda la cantidad 
á la hora de la accesión, debiendo precaverse 
de no comer hasta cerciorarse de la falta de la 
accesión. 

De este modo se continua ínterin no lleguen. 



12* 

á desaparecerlas accesiones; mas luego queso ve- 
rifiquen se comenzarán á disminuir las dosis de 
la quina, administrando por tres 6 cuatro dias 
onza y media dividida en dos dracmas por la 
mañana y dos por la tarde; de>poes dos por día, 
y últimamente á una basta restablecerse. 

Mientras se conserva e¡-te régimen no de- 
berá esponferse al frió de la tarde, v se atatendrá 
igualmente de todo alimento ve tVi o- erante, acuo- 
so y flatulento; filialmente un buen aire, y un 
moderadlo ejercicio, particularmente á caballo 
conducen mucho para una corta convalecen» ia. 

N) siempre puede seguirse rigorosamente 
el régimen projiuesto, pues sucede con frecuen- 
cia venir las intermitentes vernales unidas á 
una diátesis flogistica, ó á nn e-tado pictórico, 
pl incipalmente afectando á sugetos sanguíneos, 
jóvenes, robustos &c. y de quienes se dijo an- 
teriormente er;in acometidos de estas calenturas 
siempre que algún esceso en el modo de vivir 
favorecía sus causas generales. En este ca^o es 
menester mucha cautela en la administración de 
los febrífugos, y con especialidad la quina, pues 
á veces con el uso de esta, de intermitente que 
antes era pasa á continúa, cuando por el con- 
trario con sola la administración de los accidos 
con el vino caliente, que es un escelente sudo* 
rifico, suelen quitarse muchas veces, siendo qui- 
zá e4a al mismo tiempo la única especie y en 
la única estación que conviene la sangría. 

Iguales advertencias pueden hacerse con res- 
pecto a los febrífugos en las intermitentes sinto- 
máticas, pues no siendo debidas 4 las causas 



124 

generales de estas calenturas, y reconociendo so» 
lo por causa alguna afección catarral, rehumá- 
tica, tuberculosa &c. solo tienen lugar los me- 
dicamentos propios para destruir estas enferme- 
dades, y por consiguiente sus síntomas. 

En la cuotidiana y cuartana, como los ma- 
teriales biliosos no ecsisten como en la terciana, 
y sí solo materiales mucosos que no reconocen 
otra causa que el esta<d<j de atonia del sistema, 
y con especialidad del mismo estómago. es me- 
nester procurar su evacuación por medio de un 
emético vegetal, que al paso que desembaraza 
las primeras vias de estos materiales, corrigen 
el estatlo de debilidad del venMculo: por tanto 
se administrará la hipecacuana dos escrúpulos 6 
tres, ó cuatro gotas si fuere solo la corteza he- 
cha polvos, disolviéndolos en. un vehículo ade- 
cuado, después principiará el uso de la quina, 
como la terciana, con diferencia que las tomas 
deben ser mas tardas por la mayor intermisión 
que dejan los parogjsmos. 

Si continuando asi por algunos días no lle- 
gan á faltar las accesiones, sé podrá repetir di- 
cho emético bajo la misma forma, y aun dar 
diariamente en la comida un medio grano con 
el fin de mantener la acción del estómago por 
íaedio del e>tímulo que producen; mas si ape- 
sar de la quina y todo lo dicho rio ^e cortan 
y el enfermo se fastidia, se pondrá en su lu<r a r 
Jos cocimientos de infusiones de centaura me- 
nor, camedrios, camepitos de la árnica monta- 
na, manzanilla &c. ó también la quina con los 
9 



125 

gccidos. Dos onzas quina, dos onzas samo limo» 
ó naranja. 

Cuando estas calenturas en razón de la len- 
titud con que circulan los líquidos, y del es- 
pacio que produce el frió en el sistema circu- 
latorio, son seguidas de infartos glandulares eu 
las visceras abdominales, es necesario unir á la 
quina (o? medicamentos ¡aperitivos ó darlos solos 
ó a-i: Quin. une. duas, caro, ferri une. una. sal. 
de tart, une. sem. lib. xn vino alb. id. decot 
thamomiílae. Todo en un baño de arena por 
espacio de veinte y cuatro horas y se va sacando 
por decantación la dosis que convenga al enfermo. 

Stract. rabarb. et chinchoni drach. una. sapo- 
nis albi draeli. duas. carbonatis ferri scrup. uno, 
fac pilulae, y se dará al enfermo seis por la 
mañütia v tre< por la tarde, aumentando poco 
á poco la dosis según su efecto. 

Straet. porn.l. drach. flores marciales g. 6. 
galv. xv id. mirra fac, pilulae, dos tomas. 

Muchas veces sucede que á las tres ó cuatro 
tomas faltan, mas vuelven á manifestarse á 
los doce x quince ó veinte dias, faltando otra 
vez luego que se repite la quina; pero guardan- 
do casi el mismo periodo, vuelven acome- 
ter; esto depende, (st gun lo tenia observado 
Galeno, hablando de las «nsis, y los modernos 
en estas mismas calentura-) de la influencia de 
la Uina, pues desde el plenilunio, hasta el no- 
vilunio, parece influir e«te astro en nuestra eco- 
nomía una e peeie de debilidad que favorece el re- 
torno de estas enfermedades y las malas crisis, esta- 
do que se diaida con el nuvüunio y que permanec» 



hasta el plenilunio siguiente; por lo qne procurará 
precaver el retorno dando por dia dracma y media 
de quina luego que el plenilunio vaya concluyendo, 
deben esceptuarse de esta regla, las eseepciones cu- 
táneas que liguen sin orden inverso. Al mismo tiem- 
po que el enfermo usa de esto, todo se le po- 
drá dar por bebida usual cocimiento de la rubia 
de tinturas, infusiones de ruibarbo, tizana ape- 
ritiva con tártaro marcial soluble, finalmente 
cuando nada de esto baste se podran emplear 
las friegas y el ejercicio. 

GENERO PRIMERO 

Calentura Cuotidiana. 



V 



■>te es un género de intermitente en el qfle 
las accesiones vienen todos los dias, siendo iguales, 
y dejando en las veinte y cuatro horas mas ó menos 
tiempo de apirecsia; se diferencia de la terciana 
doble, en que las accesiones diarias son casi 
iguales; presentándose regularmente á las nueve 
hasta las once poco mas ó menos, siendo asi 
que las dobles son una mayor que otra, alter- 
nando y correspondiéndose entre si, en térmi- 
nos que el primer dia dá la grande y el segundo 
la chica &c. 

Se observa en la práctica en algunas cuo- 
tidianas, que sus accesiones se van haciendo tan 
largas, que duran las veinte y cuatro horas y 
fisi como que se confunden las dos, á las que 
llaman calenturas subintrantes, las que se acer- 



1*7 

can mas ó menos á las remitentes según 1« 
mas o meóos corlo de la apirecsia; pero 5 |" n 
te aprocsimab mas a las que llaman duplicadas, 
en las que se observan todos los días dos ac- 
cesiones, habiendo en cada una el estado ue 
apirecsia, la división de los tres periodos de frió, 
calor v sudor. [W] 

(X) El D. C en su tomo de calenturas 
lleva que no hay Jiebre continua producida por 
singular ferviente* Como la terciana y cuartana, 
(jue se habian equivocado los nutvres, admitiendo 

tinos por cuotidiana ¡a terciana floblí ; otros la 
cuartana triple, y les mas Ui linj'ática accesio- 
nal de parte. 

Esta opinión que algunos (según la aparen* 
te resulta de observaciones que tengan) gradúa* 
rán de paradoja, la Comprueban el testimonio de 
autores clasicos, la historia de tu propia fiche, 
las causas que se asignan, y los mtcíioA con qué 
la atacan. Vamos al ecsamen: si coy¿mltamps hs 
autores, hallaremos que la cuotidiana Jné tan omi- 
ta para Aricena, que la llamft tonca. Que 
¿Mercurial diceno rió una en cuarenta años de 
practica; que Heister. previene, que la ma- 
yor parte de las que repiten cada día es 
de otra especie, siendo muy rara la cuoiidia- 
diaua: que Sidenham, no la observo, á no sor 
(advierte) que alguno llamase tal, á la tercia» 
pa doble, ó cuartana triple: y que ¡o mismo dice 
Macbride, JJentaud, BosqniÚon, y otros. En su 
historia se encuentra notable dija encía entre los 
mismos Fcqrtr, Baglivio, ¿je. describen la me- 



12» 

•ENERO SEGUNDO 

Terciana 

TT 

¿¿¿J is qne manifiestan sus accesiones cada tres 
días se llaman asi dejando al enfermo en el 

«entérica, y la llaman cuotidiana, otros la con- 
funden con la lenta, y catarral, los mas con la 
terciana doble, o cuartana triple; y Lieoland di- 
ce, que es un duende que aparece de noche con 
cara de dolor arlrilico, rehumatico SfC. Mas to- 
dos convienen en que acometen á los niños, á los vie- 
jos, i los ?it*>ratos y papelistas, á los delica» 
dos qve viven en sociedad, que duermen mucho, 
flacos de está mayo, digieren mal, y escupen á me- 
nndo. En sentir de F(*rr\elio aflige también a las 
doncellas que tienen mal color, y están caqueti- 
ca*. Se presenta en invierno y estaciones hú- 
medas y jrias; añadiendo algunos que aunque 
su tijio es diario sucede frecuentemente que ca- 
da tercer día es mayor la accesión, otras veces 
cada cuatro, y se termina comunmente por sudores, 
y no i ara vez por deyecciones ventrales espon- 
taneas. Por lo respectivo á su causa los anti- 
guos culpaban la pituita: los modernos acusan 
la linfa estancada, la obslrucion del vientre, el 
vicio particular de las entrañas, las evacuaciones 
mestntai y emorroidal suprimidas, la materia 
corrompida, el histerismo, lombrices SfC, Por los 
métodos curativos los antiguos tiraban 4 evacmr 



segando en tina total aoirecsia consta de varías 
especies, 



las primeras vías con vomitivos y purgantes: lo» 
modernos procuraban corroborar los débiles con 
estomacales ^-c, otros matan las lombrices con 
Vermífugos, estos á desobstruir con aperitivos, mar» 
cíales cS-c. y aquel/os tí curarla con la (¡nina, qu& 
Baglibio, y Tiolaud, condenan por nocirá, 
¿Jihora que, visto el testimonio de los autores, 
relativo á la cuotidiana no está clara la equi- 
vocación que siente el 1). C y comparada su 
historia, consideradas sus causas, atendidos los sv- 
getos que la padecen, y la diversidad de un 
con que la atacan, no está claro, que tinos 
admitieron por cuotidiana, la terciana duplicada, 
6 la cuartana triple, la que Femelio y otros 
dijeron sobrevenía á las i doncel/ns caqueticas, 
era linfática accesional que describid Que ¡a ob- 
servada en los papelistas, literatos, y débiles de 
estomago era la misma notada en los hipocon- 
driacos ostruidos y finalmente esperinlentaaa por 
otros en invierno y estaciones frías y h fu- 
era la catarrosa linfática, que en el mismo lu- 
gar apunta? No tiene duda, no se observan en 
la practica otras especies de cuotidiana, que ¡as 
disfrazadas por C. se engañaron los autores 
eon los periódicos conatos cuotidianos que pove 
la naturaleza en la cocción ó trasmutación de 
aquellos materiales que por estraños se esplieü, 
manifestando su sentimiento con vibraciones ner- 
viosas, fríos, rigor, refrigeración de estremos, 
calenturas y otros síntomas , sin qne estos, y la 



130 

Primera especie terciana simple. Cuando se ma- 
Biíie-ta la accesión un dia si y otro no. 

Segunda esjMide terciana doble, Cuando vie- 
ne e>ta todos los dias siendo desiguales sus 
accesiones, j dejando intervalo aunque sea corto, 
y correspondiéndose las accesiones entre si, de 
suerte que la del primero, se asemeja á la del 
tercero, la del secundo a la del cuarto: siendo 
mayor la de los días impares y la de los pa- 
res. 

Tercera terciana duplicada doble. Es aque- 
lla en que cada tercer dia dan dos accesiones 
mediando una verdadera apirecsia. 

Cuarta terciana triple. Ls aquella en qna 
se manifiestan dos accesiones el primero y ter- 
cero dia y una sola el segundo y el cuarto. 

Qnflka terciana snbeontinua, ó suvintrante. E* 
aquella en que las acciones se prolongan, de suerte 
que apenas hay apirecsia» 



repetición diaria nos testifiquen de fermento sin* 
guiar cuotidiano, pues este tipo, y estos síntomas 
se esperimentan siempre en toda degeneración de 
liquido, y son muy propios en las calenturas lin- 
fáticas de parte. Sirva últimamente de confirma- 
cion á la opinión de C. . . .sobre la cuotidiana, 
la respetable autoridad del Señor Doille. Este sa- 
bio editor en su nota al apéndice del tomo ter- 
cero de su obra pregunta y resuelve á favor d¿l 
punte en «uestion. 



131 

«ENERO TERCERO.' 

Cuartana* 



uaiulo los parónimos repiten consíantemei- 
te de cuatro en cuatro riias a^i se llama. 

Primera simpler cuando da un dia y deja 
dos libres. 

Segunda doble: cuando dos dias seguidos 
son v uno libre. 

Tercera duplicada: cuando dan dos el dia 
de la accesión con mj apiréela verdadera. 

Cuarta triple: cuando dan todos los dias 
correspondiendo la primera á la coartadla se- 
gunda á la quinta, la tercera á la sesta, &c. 

Quinta triplicada: la que tiene tres parogismos 
el dia de la acce-ion, otras tres el cuarto y asi 
sucesivamente cuando corresponde el tipo cuar- 
tanario. 

«ENERO CUARTO. 

Hética. 



|n nada se diferencia la curación de las 
demás á esta y sus accesiones, no tienen esacti- 
tad ea presentarse, por cayo motiyo 5© llama 



íSfi 
CAPITULO IÍL 

Tratado de inflamaciones. 

f<r^e dá el nombre de inflamación á toda eTe> 
vaci.m 6 tumor, ja ocupe la superficie, ó lo 
interior del cuerpo, al que acompañe mas ó 
menos el dolor, ía rubicundez, la pulsación, y 
la tensión. 

Si se recorre la historia d¿ la medicina; 
pocas materias se hallarán sobre que se hoya 
formado mayor nvtmero de teorías, ni se hayan 
imaginado espiraciones mas arbitrarias. El vano 
empeño de conocer las causas primeras antes 
que lo- efectos, y la falta de observaciones, sin 
duda han sido el origen de tantos, y tan di- 
versos errores esparcidos en la medicina sobre 
este objeto. BoheraveJ este célebe escritor, 
atribuye la inflamación á un estado de obstruc- 
ción de ios vasos, Vansvieíen anadió un aumen- 
to de celeridad en la sangre. Sauvages empleo 
toda su erudición matemática, todo el aparato 
científico del cálculo para esponer unos fenóme- 
nos, que pertenecen solo á la física vita!, cuyas 
leves aun no están bien conocidas. Iíosman y Cu- 
llen, siguiendo va oíra senda diferente, presentan 
una nueva hipótesis en su espasmo de las es- 
tremidades arteriosas y Brovvn empeñado en 
combatir la doctrina del profesor de Edimburgo, 
recurre á sus fuerzas estimulantes, y diátesis 
áfojiütica. ¿Qaé nos queda, pues, que hacer ea 



133 

tim época en I;i que el gusto universal en lo- 
dos los ramos de historia natural nos conduce 
h inducciones inmediatas que nacen de los he- 
chos observados? Oponer el modo de obrar de 
Ja naturaleza^ a los síntomas alternativamente 
adoptados ó proscriptos, si es cierto que las 
enfermedades no dependen mas que del trastor- 
de las propiedades vitales, m lagar cual de ellas 
es la afecta, para de este modo satisfacer las 
Indicaciones. La naturaleza, pies, al dar la 
écsistencia á cada cuerpo le imprimió un cierto 
minero de propiedades, (#) que lo caracteri- 
zan especialmente, y en virtud de las cuales 
concune á su modo a todos los fenómenos (pie 
se desenvuelven, se suceden v encadenan ince- 
santemente en el universo. Dotó igualmente á 
todas las partes de la economía animal de un 
grado de sensibilidad determinada para cada 
órgano, y de contractilidad mas ó menos ma- 
nifiesta, según las funciones á que eran de-ti- 
nadas. Esta suma de sensibilidad, es la que 
compone su vida propia, y la que fija la natu- 
raleza de sus relaciones con los cuerpos que le 
son estraños, pero que se hallan en conctacto cen 
el. Asi la cantidad regular de sensibilidad de 
la uretra la pone en relación con la orina, pe- 
ro si esta cantidad se aumenta como en la erec- 
ción, cuando llega a un alto grad >, cesa la 
relación; el canal se opone á un fluido, v no 
deja pasar sino el semen, que por sq parte 



(*) Vitales, 



134 

tampoco gmarda relación con la sensibilidad 
(fe la uretra, cuando no hay erección. 

Por esta misma razón los escretorios aun- 
que cu contacto en las superficies mucosas con 
una multitud de fluido! diferentes que pasan ó 
se detienen en estas, jamas son penetrados por 
ellos lie aqui también como las bocas de los 
lacte s que se abren en los intestinos, no che- 
pan mas que e! quilo, y no absorven los fluidos 
que so hallan mezclados con éi, por que su sen- 
sibilidad no está en relación con ellos. Toda 
la teoría, pues, de las inflamaciones parece debe 
je. lucirse á estos mismos principios. Se sabe 
que el sistema de los canales por donde circula 
la sangre, da nacimiento á otros innumerables 
vuzos pequeños que no admiten mas que la 
porción serosa de esto fluido, como lo prueban 
incontrovertiblemente la ecsalacion ¿Porqué, pues, 
no pasan á elios los glóbulos rojos, á pesar de 
la continuidad?- No es por la desproporción del 
diámetro, cuino creyó Boherave, pues aunque la 
latitud de los vazos blancos, f;ese mayor que 
li de los rojo-, no pasarían por ellos los gló- 
bulos de e>te color, mientras no hubiese una 
relación entre la suma de sensibilidad de e.4os va- 
zos, v los "lóbulos rojos; asi como hemos vi^-to 
que el quinto no pasa por el cohdoco, aunque el 
diámetro de este eoducto sea mayor que el de 
las moléculas atenuadas de losalimentos. Y como 
en el" estado natural la sensibilidad de los va- 
Ros blancos es menos que la de los rojos, es evi- 
dente que no puede ecsistir la relación que se 
necesita para la admisión de la parte colorada. 



1S5 

Pero sí una caflsa cualquiera ecsalta las fuerza» 
de los primeros, entonces la sensibilidad y con- 
tractilidad orgánica, sube al nivel de los segun- 
dos; se establece su relación v se verifica faciU 
mente el paso de los unidos rechazados hasta 
entonces. lie aquí como las superficies mas es- 
puestas á los agentes que ecsaltan la sensibili- 
dad, son también las mas espuestas á las infla- 
maciones locales; como se ve en la conjuntiva, 
en el pulmón &c. Entonces por lo común es 
tal, como va he dicho, el aumento de sensibi- 
lidad, que de orgánica que era, se hace animal, 
y transmite ya al cerebro la impresión de los 
cuerpos estemos. 

La inflamación dura mientras subsista el 
esceso de sensibilidad, la que debilitándose 
poco á poco, vuelve á sa estado natural; en- 
tonces también los «'lóbulos rojos dejan de pa- 
sar por los vasos blancos, y se verifica la re- 
solución. .Según esto, vemos que la teoría de la 
inflamación", no es mas que una consecuencia 
natural de las leyes que presiden al paso de 
los fluidos, por sus diversos canales. También se 
advierte cuan infundadas son todas las hipótesis 
tomadas de la hidráulica, la cual casi nunca 
ofrece aplicación alguna esacta ron respeto 4 
la economía animal, por que ninguna* analogía 
hay entre una serie de tubos inertes, y otra de 
conductos vivientes, de los cuales cada uno tie- 
ne una suma de sensibilidad peculiar, que le 
pone en relación con tal ó tal fluido, y repele á lo* 
demás, y que puede aumentándose ó disminu- 
yéndose por la menor causa, mudar su relación, 
admitir el fluido que repelían, y desechar el 



litó 

que admitían antes. Está esplicacion del mods 
de p.rodueirse l¡i inflamación, fundada en las leyes 
que presiden á todos los fenómenos vitales, parece 
estar csenta de ios inconvenientes que se lian to- 
cado basta aqui, por haber querido esplicar 
los fenómenos de los cuerpos vivos por las 
leyes físicas, y no haber atendido á las diversas 
modificaciones de que son susceptibles las pro- 
piedades vitales. Han tenido á mas un vicio 
general todas las teorías de las inflamaciones, á 
saber: el de considerar esta palabra como univo- 
ca, y representando en todos los casos la mis- 
ma serie de síntomas, cuando se debe tomar 
en diferentes acepciones según tiene su asiento 
en las membranas mucosas, en las diáfanas, en 
las glándulas, en el tegido del cutis, ó bien- 
en los músculos: pero estas partes tan diferen- 
tes entre si, cuando las comparamos por su te- 
jido, estructura, sensibilidad, y funciones orgá- 
nicas, no dejan por eso de tener ciertas rela- 
ciones comunes en las lesiones que esperimen- 
tan por una causa irritante. 

¿No vemos, por ventura, manifestarse en 
ellas, aunque en diversos grados y propor- 
ciones el color, rubicundez, tirantez, y dolor, 
cuyo conjunto se haya indicado por el ter- 
mino abstracto de inflamación, ai paso que 
se presentan los sintonías propios á la afección 
de cada órgano? 

líe aqui, pues, dos ordenes de síntomas que 
deben tener-e presentes en las inflamaciones pri- 
mero, linos que provienen de. la naturaleza dtd 
tejido afectado, y otros que dependen del trastor- 
no de las funciones del órgano donde se ha- 



137 

Ha este tejido por ejemplo sea lo que friere >& 
superficie seroja afectada, casi son idénticos el 
dolor, la naturaleza de la fiebre qne le acom- 
paña, su duración, terminación &e. pero hay 
ademas dificultad de respirar, tos seca &c. si es 
la pleura la que padece, diarrea, constipa* 
cion de vientre \ omito &c. i lo es el peritoneoj 
lesiod de las funciones intelectuales, si la arac* 
«oides: pulso irregular, si el pericardiot £:c. 
Los primeros síntomas que son los mas impoft 
tantes pertenecen a toda la clase, y los segun- 
dos son privativos de ote ó del otro género, 
pero estos son por decirlo asi accesorios, y <lc 
penden de la inmediación del tejido afectado, 
con este ó el otro tejido. S'egun lo éspuesto 
puede decirse que hay dos causas generales 
c\ue hacen variar los síntomas en las enferme* 
dad es. Primero la naturaleza del tejido afecta- 
do, pues scjh'u acabamos de decir, la inflama- 
clon de cada tejido hace padecer de diferente 
manera: seg-uirdu, 4a naturaleza de la anfertoe- 
dad; asi se te que el cáncer, sea el que fuere 
fl tejido donde se halle, (hiele siempre de na 
modo particular, y que los dolores venéreos, 
escorbúticos &c. tienen también un carácter 
propio, aunque susceptible de alguna modifica- 
ción. 

Pero no sola la diversidad de los tejidos 
modifica la naturaleza de los síntomas, sino 
que diferencia también su duración, y ba- 
jo este concepto ninguna esp cesión hay mas ba- 
ja en la medicina que las agudas y crónicas, 
cuando se aplica ü las inflamaciones de los di- 



■ .1» 

ferefifes fpjido*, las que concluyen rápida- 
mente su carrera en los tejidos dentoi- 
des, celular, seroso, mucoso &c. y al contrario 
con lectifud en los huesos, cartílagos, y fibro- 
cartilagos. Estara esta distinción bien hecha, 
si se limita, á un mismo tejido que puede 
padecer catarros, inflamaciones, serosas cutá- 
neas &c. agudas, y crónicas; pero no nos en- 
tenderemos con elía si se ap'iea gen eral mente. 
En efecto un catarro que dura dos meses será 
crónico, pero este termino que es frecuente- 
mente ei de una inflamación aguda de los hue- 
sos, no lo es de una crónica de las mismas 
partes, como qne á veces dura un año entero; 
las cicatrices cutáneas, mocosas &c. tardan en 
hacerse cinco ó seis dias, si han reunido las 
partes por primera intensión, al paso que las 
de los huesos, cartílagos &c. necesitan treinta 
ó cuarenta días, aun cuando las paites se ha- 
llan aprocsimado de la misma manera: de 
.consiguiente, ninguna enfermedad puede clasi- 
ficarse por su duración en aguda y crónica, 
sino considerándola ecsistente en un mi-mo sis- 
tema, pues de lo contrario seria nula esta dis- 
tinción. 

Los médicos precinden en casi todas las 
enfermedades de estas consideraciones, así si ha- 
blan de inflamación presentan corno atributos 
genérale-, y uniformes en todas las 1 partes in- 
flamadas, la rubicundez, la tirantez, la pulsa- 
ción, el dolor &e. Si tratan de la supuración, 
la que se verifica en el tejido celular, en conse- 
cueuciar de ua ílegmon, les sirve de norma pa- 



ra todos los caso?, sin atender á que no es 
aquella sino una modificación do la supuración 
y de sn resultado. Dicese lo mismo de la gan- 
grena, de la induración &c a>-i es que nin- 
guna cosa hay mas baga, ni mas incierta que estas 
ideas generales que se dan en las cátedras acer- 
ca de las enfi rmedades, pues apenas conviene^ 
a uno ó dos tejidos. Si la diversidad de lo> te- 
jidos modifica la naturaleza <le los síntomas 
y la duración de la inflamación, no intimó 
menos en sus terminaciones; :>-i vemos une en la 
de las membranas mucosas hay varias alten 
nes succesivas en la materia de la secresion tp:e 
al fn se restablece en su estado natural; míe 
Ja de las membranas diafanas puede terminar 
por resolución, por una transudación de mate- 
rial que fácilmente se concreta en su superfi- 
cie, o por el derrame de un liquido linfático; 
roe la de las «Undulas es la resolución, la in- 
duración, que la supuración: y por ultimo que 
la del tejido celular, cutáneo &c. son la resolu- 
ción, supuración y la gangrena que es pecolnr 
á tuja- las inflamaciones, siempre que no te lu- 
yan podido ccrUr.cr sos violentos s.'n ornas. 

Espuestos suifiélentemente los p i ' i píos v le- 
yes que constantemente siguen las inflamaciones, 
según las partes ó (ejido <p¡e afectan, falta aun 
determinar el orden «¡üe guardan en presentarse 
sus sint< mas. 

tomas Los que van á ser acometidos (io 
inflamación sienten calosfríos (esto se observa con 
especialidad en lus internas inflamaciones, pu 
las esternas buclen no hacerse sensibles) mus ó tuo 



140 
nos prolongados á que se sigue ardor interno, 
calentura, sed activa, tensión en la región de 
la entraña inflamada, dolor obtuso, y gravati- 
ro, el sitio del mal es profundo, ó si ocupa el 
parenquima de las visceras; ó agudo y pun- 
sante si la afección se comunica 4 las membra- 
nas diafanas, después de mantenerse los sínto- 
mas en este estado con mas ó menos intensión 
según la estructura, usos y relaciones sinpaticas 
de la parte afecta, van disminuyen lo por gra- 
dos hasta terminar del modo mas apropiado á 
la naturaleza de la parte; mas si la calentura 
continúa después de los dins catorce o diez y 
siete, ó si después de calmada se reproduce 
con recargos vespertinos, en este caso se prepa- 
ra una supuración interna que sigue su carrera 
con mas ó menos precipitación, lentitud o irre- 
gularidad, según la naturaleza de la parte in- 
flamada, ó según se renuevan sucesivamente en 
muchos parages de la entraña. 

Causas. Las de las inflamaciones como las de 
todas las enfermedades son prócsimas y remotas: 
las primeras, esto es, la sensibilidad y contrac- 
tilidad orgánicas ecsaltadas en el sistema circu- 
latorio capilar, los fenómenos que presentan y 
las leyes que siguen quedan dichas; por lo que 
solo resta hacer mención de las remotas. Redií- 
cense á todos I09 agentes que sean capaces de 
ecsaltar ó alterar la sensibilidad orgánica de las 
partes á punto de hacer que estas se pongan en 
relación con los líquidos estraños. Tales son: 
primero las sustancias acres y estimulantes en- 
10 



141 

tfre las cuales se debí* colocar la acción de 
fuego 6 la quemadura: segundo, las violencias 
esternas que obran mecánicamente, como se ve en 
las heridas, en las contusiones, compresiones, 
6 ostensiones considerables de las partes: tercero, 
las sustancias estrañas alejadas en cualquiera 
parte, las que irritan por su acrimonia, ó su 
figura mivánica, ó que comprimen por su vo- 
lumen y su peso: cuarto, un cierto grado do 
frió insuficiente para producir sobre la marcha 
la gangrena: quinto, por ultimo, el aumento de 
la circulación de la sangre, determinando acia 
alguna parte ya reconozca por causa alguna 
pasión violenta, como la ira &c. ya la situación, 
ya en fin, cualquiera causa capaz de aumen- 
tar la acción dei corazón y de sus vasos. 

Hemos visto que en las inflamaciones hay 
aumento de sensibilidad orgánica, y de contrac- 
tilidad insensible; que estas propiedades están 
masó menos alteradas con relación á la violencia 
de las causas, y á la parte que padece; y que 
Su terminación puede ser por resolución, ecsu- 
dacion, induración, supuración, ó gangrena, se- 
gún la naturaleza del tegido que afecta. Res- 
ta el tratamiento que debe seguirse en cada 
tina do estas terminaciones. 

! Resolución. Comunmente debe mirarse como 
la mas feliz, se verifica cuando los fenómenos 
inflamatorios se desvanecen sin que la fabrica y 
t' gido de la parte afecta, hayan sufrido la mas 
ie\o alteración. .Se di.-tingue de la delitoscenm 
en que la resolución se forma graduadamente 
mientras la delitvscencia consiste en una desapa- 



Í42 

Tw'ion .repentina, trasladándose la inflamación 3t 
otra parte mas ó menos considerable, lista sfe 
verií'iea siempre que el estimulo ha silo tan leve* 
que ha eosaltado poco la sensihilida I orgánica, 
del sistema capilar: entonces los líquidos aeu-; 
mulados no degeneran ni menos destruyen el 
tegí lo déla parte; los vasos se dilatan y po- 
nen flecsibles, y la sangre, espesada va, puesta 
fluida vuelve al torrente de la circulación. La* 
enfermedades inflamatorias interiores jamas >&. 
restselven perfectamente, siempre se hace una 
mudanza en el humor que ocasionaba la infla- 
mación, y se arroja del cuerpo me liante una^ 
evacuación critica. El tiempo en el que- 
sude verificare se estiende regularmente ha»ta. 
el dia catorce, pasado el cual, y variando de' 
aspecto los síntomas, hay motivo para recolar 
otro ecsi.to tota!. Los esfuerzo» del medico 
siempre deben conspirar al logro de la resolu- 
ción mieníris h iva "lugar, para cuvo fin se. 
abrazaran las dos indicaciones siguientes,: pri- 
mera, apartar las causas remotas si son viubles 
ó continúan ohrando. Esta ecsige, un conoci- 
miento circunstanciado de los agentes eterno»-,; 
y de las pirtes á donde se ha de dirigir Su 
acción: segundo, destruir el aumento de inci., 
ta mentó que afecta a todo el sistema, ó á la 
¿arte. Esta consiste en pi escribir un método 
debilitante, en el cual deben comprenderse Lis 
sangría-, la acción del frió, los refrigerantes v los 
purgantes conocidos vulgarmente con el nombre de. 
antiflogísticos. Algunos apoyados en la virtud tó- 



143 

nicg del frió, y en que este es una de las cau- 
sas productoras de la inflamación, aconsejan 
en su uso la mayor cautela, pero la observa- 
ción constante enseña que el calor es sumaria- 
mente nocivo en estos casos, y qnc ' a aplica- 
ción del frió vajrsiempre seguida de las ma- 
yores ventajas. Lo mismo se ha de juagar de 
las bebidas calientes, las cuales vemos desterrar 
en nuestros dias con la mayor utilidad, á pe- 
sar de las severas declamaciones de algunos 
serviles adoradores de la antigüedad. Esto su- 
puesto, cuidaremos primeramente que el enfermo 
se coloque en una atmosfera fresca, sirviéndo- 
nos asimismo de las aguas accidnladas 
agradablemente con los accidos vegetales, v á 
lo sumo, con un poco de nitro, proscribiendo 
los apócemas, solo en las afecciones de 
pecho será preciso procurar que no sean muy 
frescas, ni muy cargadas de accido, pues se 
sabe que lo frió es enemigo del pecho. Las 
sangrías son el primer ausilio para verificar 
la resolución, pues ocasiona una relajación del 
sistema arterial, (pie á veces se hace sensible 
desde el momento en que se abren las venas. 
Es difícil determinar limites 4 la sangría, pues 
debe variar según el temperamento, actividad 
del estímulo, edad y otras mil circunstancias. 
La práctica de sangrar hasta que desaparezca 
la costra (logística es absurda, siempre será 
preferible repetir evacuaciones cortas. Es un er- 
ror prohibir la sangría pasados los cuatro pri- 
meros días, pretendiendo que la Supuración em- 
pieza al cabo de este tiempo. El de la supu- 



144 

ración no puede prefijarse, variando con respec- 
to al calor interno y csterno, á la naturaleza 
del derrame, de la obstrucción y de las mate- 
rias estancada*. En las inflamaciones internas 
han probado innumerables hechos que la reso- 
lución no se ha efectuado á veces hasta el dia 
nono ó décimo, en cuyo tiempo han contribui- 
do no poco las evacuaciones de sangre. Los pur- 
gantes antiflogísticos pueden emplearse con uti- 
lidad para el logro de la re? o Ilición: sin em- 
bargo como que la naturaleza esta agoviada 
por la enfermedad, y el plan debilitante, se 
hace preciso, adelantándose la dolencia no solo 
abandonarlo, sino también acogerse á un mé- 
todo escitante, ya para corregir las degenera- 
ciones humorales que se presentan como efectos 
de la debilidad, ya también para estar algunas 
evacuaciones convenientes para sacudir los pro- 
ductos morboso». Asi es que conviene las mas 
veces promover el sudor, mediante los diafore- 
ticos y pediluvios: oirás veces apenas se han 
hecho las evacuación s c m ;>< t ntes para dis- 
minuir el incitamento. Se sacude ala aplicación 
de los vejigatorios, y otros estimulantes, ya pa- 
ra corregir la irritación local, ya para desviar 
el estimulo acia otra parte. 

Ecxudacion. Es una terminación propia de 
las membranas diafanas: esta consiste en la 
transudación ó derrame de cierto humor linfático, 
que se concreta, y forma a >eces varias adhe- 
rencias preternaturales, que impiden en parto 
, el ejercicio de las entrañas en su debida pro- 
porción, y constituyen los sngetcs en una vida 



endeble. SemH^tes desarreglos los ponen todoí 
los días á U vista las disecciones de la cavidad 
<lel toras. 

¡ Induración. E^to sucede á las inflamaciones 
<?»• i«nrlc> habiéndose casi estino-vudo la sensibilíJ 
íbx< de la parte afecta, se incrasan lentamente 
los humores hasta formar su tumor acompaña- 
do de estos caracteres — dureza — indolencia — re- 
mitencia — frialdad — sin mudi.n/a de color en 
e\ cutis, y sin calor. Su conocimiento no es 
difícil mediante lo dicho en cualquiera paite 
que eeseta; y aunrpie en las partes interiores 
no se ofrecen á nuestra vista tan sensibles mis 
caracteres, con todo si atendernos a la calma 
repentina del dolor v demás síntomas infla- 
tnatoríos, sin señales de cocción, ni escreeeion; 
í\ la perdida del apetito, v á la vida valetu- 
dinaria en que quedan constituidos los enfer- 
mos, subsistiendo en muchas paites la tensión, 
y dureza que tenían, cuando inflamadas; po- 
etemos sin temor de errar pronosticar el escir- 
ro. 

Cuando está bien caracterizado, su curación 
es casi imposible. Los remedios (pie se émplari 
pora su corrección aceleran no pocas veeps 
Bus progresos. Cuando el escirro es un resul- 
tado de la inflamación, en los principio* pue- 
den resolverse aun los humores. Aun en e-te 
caso e« indispensable con la mayor cautela en 
la administración de los remedios, pues de lo 
conlrario se hacen incurables. Deberá por lo' 
primero humedecerse la parle y prepararse p •.-' 
ra la- acción de los medicamentos nías enlr«rta 



146 

eos, los cuales en ios principios dando acción 
á los vasos, podian ocasionar el cáncer. Los ape- 
ritivos saponáceos mas suaves, son los que po- 
drían cumplir esta indicación. Una disolución 
del jabón de Veoecia, tanto interiur como es- 
teriormente podrá bastar. Despups se podra apli- 
car al escirro un cocimiento de los cogoyos de : 
cicuta, y aun los mismos ó el emplasto cicu- 
ta con el saponáceo. Preparado ja el ecsirro 
por estos remedios se echará mano del estiac- 
tó de cicuta con la mayor cautela para evitar 
el cáncer. Se principiará, pues, por medio gra- 
no mañana y tarde, y se subirá graduadamen- 
te basta dar diea granos en un día, repitiéndole 
después nuevamente por el mismo orden, liste 
remedio muy propio para fundir la linfa, debe 
ser preferido á otros dotados de la misma vir- 
tud: tales son la sal de tártaro, las preparaciones 
aperitivas de Marte, algunas mercuriales como 
el aquila alba &c. El redimen debe ser muy 
esacto, se ha de evitar todo aumento calido,, 
ejercicio inmoderado, pasiones de animo &c. 
Supuración. Cuando la materia productora 
de la inflamación ha llegado hasta el dia ca- 
torce sin resolverse, entouces los líquidos suelen 
degenerar, maceran las extremidades capilares, 
y se convierten en pus blanco que es lo que 
comunmente se llama supuración. 

Lo que nos guia á su conocimiento es la 
continuación de la calentura, sin haber apare- 
cido señal alguna de resolución; los recargos 
Vespertinos, la mutación del dolor que se vuel- 
ve pungitivo, ó pulsativo,' parecido á la pulsa- 



147 

sion de arterias. El pulso de lleno «;e hace 
blando, y en algunas ocasiones se hacen fre- 
cuentes los calosfríos, sin el mas leve motivo. 
Cuando ya se ha formado el pus cesa el dolor, 
y el enfermo esperimenta en la parte afec- 
ta una sensación de peso. Hallándose el tu- 
mor situado inmediatamente debajo del cutis, 
se levanta en punta, se pone blando y se dis- 
minuye la rubicundez que antes ecsistia en el 
cutis. 

Esta terminación casi siempre es funesta 
cuando ocurre en las inflamaciones internas, ya 
por que roto el abceso cae el pus en varias 
cabidades, de las cuales es muv difícil sacarlo, 
ya también por que quedan unas úlceras, cu- 
ya curación es muv difícil, renovándose conti- 
nuamente por la acción de la entraña que 
ocupa, ya por no poderse aplicar inmediata- 
mente los ausilios. Esto bastará para ver cuan- 
to debe esperarse el medico en solicitar la 
resolución en las inflamaciones internas, siendo 
funesta cualquiera otra terminación. 

Inclinándose la naturaleza á la supuración, 
se ha de procurar acelerar cuanto antes la ft>r- 
maenn de un pus loable, y la rubcion del 
abceso. Todo lo que se puede hacer en este 
caso, se reducirá á proporcionar un calor mo- 
derado, y el uso de los emolientes. La rubcion 
eosige remedios relativos á la parte que ocupa 
el absceso: en general pueden servir todos los 
que ecsifan la economía foda, cuales son los 
estornutatorios, los eméticos, el ejercicio en 
carro, coche &c. Cuando se haya verificado 



148 

el derrame del pus, se procurar!» arrojar, 
promoviendo evacuaciones en aquellas partea 
que tengan mas relación con la afecta: y 
asi si el mal ecsiste en el pecho, se ecsi- 
tará la anachatarsis, procurando que no se 
disminuyan las demás evacuaciones acostum- 
bradas, por las que suele la naturaleza (aun- 
que por caminos no conocidos) sacudir la ma- 
teria morbosa.^ Al mismo tiempo se acudirá 
á corregir la úlcera, cuya curación es muy di- 
fícil, corno ya queda dicho. Para este fin ser- 
virán los detergentes vulnerarios, como coci- 
miento de yedra terrestre, de virga áurea, &c. 
con algún genero de mirra, ó sal amoniaco pa- 
ra impedir la corrupción. 

Gangrena. Cuando el agente productor ecsal- 
ta considerablemente la sensibilidad, cesando 
después repentinamente, tanto ja facultad sensi- 
tiva, como la acción orgánica de la parte afecta, 
esta terminación se dice gangrena. 

La causa procsima de este ecsito, se atri- 
buye á la estincion del principio vital: y en- 
tre las remotas deben contarse la suma acti- 
vidad del estimulo, y una curación mal diri- 
gida. Me limito á esplicarla cuando es un re- 
sultado de la inflamación. 

Se estingue repentinamente la sensibilidad, 
cesandoel dolor, el pulso es pequeño y débil, hay 
grande postración: las estremidades* están frias, 
las depociciones y aun el mismo enfermo eslia- 
lan un olor fétido, su semblante está abatido, 
y de un color bajo; al mi>mo tiempo si se 
ve, se disminuye el tumor; el color rojo se 



14Í) 
vuelve libido, y los líquidos- estancado? se po- 
dren, resultando un olor félido, y cada vero- 
so. 

La curación consiste en precaverla, pues 
cuando ecsiste, es difícil especialmente en las afee* 
eiones internas, en las cuáles los remedios no 
pueden aplicarse directamente á la parte afecta. 
Si por desgracia no puede atajarse^ la princi- 
pal indicación consiste en reanimar el principio 
vital, pata rpie pueda resistir y rehacerse con- 
tra el principio morboso que estingne las pro- 
piedades vitales. Se acudirá con los tónicos, 
corroborantes, estimulantes, la quina, el escor- 
pio, los accidos aleolizados,' la mirra, y la sal 
amoniaco, podrán usarse con preferencia á 
Cualquiera otros. Si estuviese en parte donde 
la mano pueda obrar, las escacari libaciones, y 
la aplicación de los tópicos antipútridos, cum- 
plirán. 

ARTICULO PRIMERO. 

BE LAS INFLAMACIONES EN PARTICULAR, 

Genero primero, ¿/renitis. 



\^¿e da este nombre a toda inflamación que 
afecta las partes contenidas en la cavidad del 
cráneo. Puede tener su aciento en la sustancia 
medular ó parenquimatosa del cerebro, ó en 
las membranas *¡ue lo cubren, lo que hace va- 
riar mucho sus sifilomas. Cuando reside en es- 



150 

tas últimas, fa lian denominado los autores frenitis 
abadas en razón de lo violento de los síntomas' 
inflamatorios, y crónica cuando afectaba la mis- 
ma sustancia cerebral; sin embargo con relación 
á la naturaleza di 1 sus síntomas, parece mas pro- 
pio dividirla en inflamatoria y tifoidea, aplican- 
do la primera a la inflamación de las membra- 
nas, y la se^Undá a la del perenqnima, o a 
16 que propiamente se llama eephaiitis. 

Especie pHnierá irifiátnottorio. Los síntomas 
que la acompañan son: calentura aguda, dolor 
de cabeza violento v anudo, pulso duro, lle- 
no, vivo v frecuente, rubicundez é hinchazón del 
rostro v de los ojos, sensibilidad estrema de la 
visia y del oido, continuo desvelo, y delirio im- 
petuoso y furioso. 

Síntomas. Ordinariamente preceden á esta, 
frío, sensación de peso v lacsitud en los miem- 
bros, a cuvo estado signé tin calor considera- 
b e. En esto tiempo el espíritu parece agitado"' 
dé una multitud dé ideas, padei lendo algunas 
alternativas, ya de tristeza, ya de alegría: hay 
vigilia continua, ó si se consilia alguna vi z el 
sueño es interrumpido por ide^s funestas: la vis- 
ta atrevida, a la as|ertf« que caracterizan las 
palabras, v demás accesiones de los enfermos 
anuncian la procsirtiidad del delirio furioso, el 
cual es precedido comunmente de una confusión 
de ideas. Los enfermos gritan con fuerza, de- 
muestran un sumo vigor, y quieren hacer víc- 
timas de sus fuerzas á sí •> á sus aVisf entes ístis ojos 
y su semblante aparecen hinchados, tienen siimaári- 



151 

dez en las fauces y lengua, sin esperimentar 
mayor sed. 

Está vulgarmente admitida la división del 
frenesí en ideopatieo Y simpático. lid primero 
se dice cuando el estímulo afecta inmediata- 
mente las meninges del cerebro ó su sustancia; 
y simpático cuando dichas partes se afectan 
por la simpatía ó conocimiento que tienen con 
otras que se hallan constituidas en un estado 
morboso. De esta especie es el frenen qne so- 
breviene á consecuencia de una pleuritis-para* 
f renitis &c. 

Causas. Las* qne comunmente influyen son 
las vigilias prolongadas, las tareas mentales in- 
moderadas, los raptos violentos de ira, el abu- 
so de los espirituosos, la insolación, la supre- 
sión de algunas evacuaciones habituales, la trans- 
mutación del material morbífico, como la erisi- 
pela; en fin todo lo que irrita directamente las 
membranas ó la sustancia del cerebro, alimen- 
tando el ímpetu de la circulación en sus vasos, 
y ccsa'tando so sensibilidad. 

Pronóstico. Se debe tener presente que cuan- 
do el delirio lleva la misma marcha que la ca- 
lentura, es decir, crece ó disminuye al paso 
qne esta, se podrá formar alguna esperan- 
za del re>tab!cci miento del enfermo: lo mismo 
se podrá juzgar cuando aparece el flujo emor- 
roidal y otras excreciones naturales; pero si por 
el contrario disminuyéndose la calentura se au- 
menta el delirio, el enfermo se abate, vienen sín- 
tomas nerviosos &c. entonces se formará un pre- 
sagio funesto y mucho mas cuando la lengua 



.158 

se presenta negra, llena de grieta?, acompaña- 
da dé lo a;>«o, ansiedad, sudores f ios y friaU 
dad de las estremidades, señales qne anuncian 
la gangrena. Orina clara, excrementos blanque- 
cinos, y la respiración sublime ponen á la vista 
el sumo nesgo del paciente. 

Curación. Dos deben abrazarse: primera dis- 
minuir el incitamento aumentado: segunda evi- 
tar todos los estímulos capaces de irritar el 
sensorio. Lo uno se satisface ron el uso de to- 
do lo espuesto en el tratado general á está 
clase, y principalmente por la sangría reiterada 
con proporción á la violencia de los síntomas, 
y constitución del paciente. Algunos encargan 
que estas evacuaciones se hagan del lagar 
mas inmediato a la parte afecta, y asi so 
ha recomendado en las arterias temporales, 
la aplicación de las sanguijuelas detras de las 
orejas. Los purgantes antiflogísticos se han 
creído mas oportunos en esta enfermedad que 
en ninguna otra afección inflamatoria, por atri- 
buirles una virtud revulsiva. 

Esto supuesto, se hará uso inmediatamen- 
te de ellos, v délas enemas debilitantes con 
moderación: igualmente la agua fresca ligera- 
mente acidulada con un poco de nitro, ó de 
ojimiel. Se le hará revirar la cabeza para 
aplicar fomentON de agua <rescá, y vinagre, 
usando al mismo tiempo de baños de pies 
v sinapismos. Para evitar el estimulo del senso- 
rio, se hace preciso que tenga una atmósfera 
fresca, oscura, y .silenciosa. La postura de la 
cabeza, y el cuerpo han de ser algo elevados, 



169 

«on lo qn.e se conseguirá disminuir. el afltijo de 
sangre a ella, que es el estimulo causante del 
furor. 

Algunas veces se transmite la inflamación 
á la sustancia del cerebro, pasando entonces 
(si puede decirse» asi) de un estarlo esténico, 
al de asténico (voces usadas por Brown para 
denotar los estados de ecMtameuto v de , cola- 
jpjios del sistema): en cuyo caso ecsige algunos 
otros ausilios de que se hará mención en la es- 
pecie sitúente. 

Scynndu especie tifoidea ó cefalitis. Caracte- 
rizan esta afección cerebral, el delirio soñolien- 
to, la tifomania y la cartologia, acompañados de 
¡calentura aguda. 

Se distinguen de la frenitis inflamatoria en 
que el delirio feroz que caracteriza á aquella, sue- 
le ser tranquilo y taciturno en esta. El pulso 
que es aili maduro, es aquj blando, y la calentura 
las mas veces tifoida, siendo asi que en la otra es 
sinocal. 1 Acomete á todo género de personas, po- 
ro con especialidad se presenta en sngetos ejer- 
citados que han abusado de licores espirituo- 
sos, á los (¡ue habitan bajo I a zona túrri la, á 
los que en el estjo trabajan mucho y duermen 
al so! con la cabeza descubierta: finalmente pue- 
de atacar k tolos los que* hayan Zurrido la ac- 
ción de las causas espue.stali en la especie an- 
terior. 

Citrnnun. Pre enta las mismas indicaciones que 

la anterior, teniendo ademas lugar los diaforén 

nos &c. cuando hay sintonía! 

de pcsíiaeion, ¡siendo asimismo muy provecho* 



154 

gas en este caso las cantáridas aplicadas con es* 
pecialidad en la cabeza, y aun los tónicos y 
antiespasmodicos cuando se teaien sintonías ner» 
viosos. 

PEÑERÓ SEGUNDO. 

Anginas. 

V^e da" este nombre á toda inflamación de 
la «ranranta por su parte interior. Pero se 
diferencian según la paite, y según sa natura- 
leza. 

• Las jóvenes y personas de un temperamen- 
to sanguíneo, son los mas éspuésíps 4 contraerías 
por algún ejercicio violento y penoso, decla- 
mación, canto, gritos, y ejercicio ¿\ caballo, re- 
viviendo en el rostro un frió fuerte &<\ Si el 
asiento de la angina reside principalmente en 
ti traguea, hay calor, dolor en esta parte, 
calentura aguda, vos débil y con silvido, res- 
piración acelerada &c. si la laringe se haya 
afectada con particularidad; a los síntomas pre- 
cedentes se agregan dolor intenso al tiempo de 
elevar la faringe, vos muy delgada, peligro 
inminente de sofocación &c. esta es sin duda, 
la especie mas fonesfa. 

Stníovtas. ¡Si se estiende ci daño* mas direc- 
tamente á la faringe, la deglución es muy 
doloro?a, aun imposible, y los alimentos ó be- 
bidas ^e arrojan por las narices: si el asiento 
del mal está en las amígdalas, la respiración es 



155 

muy anhelosa, el paso del aire por las narices 
mas ó menos libre, la escrecion de las mucosi- 
dades de las amígdalas muv aumentada, el do- 
lor es agudo, y se propaga hasta el interior del 
oído. 

Pronostico. Generalmente puede terminar la 
andina inflamatoria por una resolución benigna 
de la enfermedad, por supuración o abeeso, por 
gangrena, por ecsudacion de la materia albumino- 
sa, v formación de lo que se llama falsa mein* 
hrana, propia para cerrar los conductos de la 
respiración, y sofocar al paciente. 

Curación. Pide los socorros mas activos, asi 
para producir la lacsitud de las partes afectas 
mediante fomentos estemos, gargarismos tibios 
en que asciende el agua en vapor, como para 
dirigir su acción sobre las vías alimenticias, por 
el uso de bebidas copiosas, y lavativas reitera- 
das, determinando una irritación acia las es- 
tremidades inferiores, y partes esternas por me- 
dio de los estimulantes, los pedilubios calientes, 
y muy prolongados. 

Especie primera tonñlar. Es un temor (en 
algunos casos) considerable, y por el rubor de 
las partes; por lo común la inflamación, y el 
tumor son al principio muy considerables en 
una agalla, después disminuye en la que pri- 
mero na estado acometida, y aumenta en la 
otra: la deglución es dolorosa, y difícil; el 
dolor se siente alguna vez hasta el oido, una 
materia viscosa, y muy incómoda cubre la su- 
perficie Je la boca, y la parte superior de la 
faringe: hay una escrecion frecuente, pero di- 



m 

flcil de moco, r todo» estos síntomas están 
acompañados de pirecsia» 

Causas. La acción del frío especialmente 
en las partes esternas, y al rededor del cuello, 
ocasiona esta enfermedad, acomete mucho mas 
á los jóvenes, y a los adnltos de un tem- 
peramento sanguíneo. Muchas veces se tie- 
ne una disposición á esta enfermedad por la 
costumbre, de modo que toda acción consi- 
derable de frió en cual juier parte del cuerpo 
la puede producir; reina ma9 en el otoño, y 
en la primavera, cuando son mas frecuentes 
las alternativas de calor y frió, y algunas ve- 
ces suele ser producida por la abundancia de 
bilis. 

Pronóstico. Esta como hemos dicho se termi- 
na las mas veces por resolución que con fre- 
cuencia viene acompañada de sudores: por 
consiguiente se deben favorecer, y conservar 
con prudencia cuando se manifiesten, otras ve- 
ces se inclina á la Mipuracion; nada hay vías 
Útil que insinuar muchas veces en la gargan- 
ta los vapores de agua caliente» 

Cuando el accedo está acompañado de 
una tumefacción considerable que no se abre 

f>or sí, es necesario abrirlo con lanre- 
a ó hacer algunas escraiíicaciones en las aga- 
llas. 

Curación. Consiste g-eneral mente coñudo ob- 

•ervan un carácter verdaderamente inflamatorio 

en el método antiflogístico, ('o qi.e ee rtaerra 

rargs veces) asi Los mas útiles son los ^urgan- 

11 



l&f . . . 

les subaccidos y aun el emético en el principio, 
especialmente en las que son producidas por 
la bilis. El jaboncillo amoniacal al rededor de 
la garganta, "y aun en caso de mas gravedad 
los vegigatorics en forma de corbatín, los 
pedilubios, sinapismos, vapores de agua caliente, 
y los sudoríficos. 

Especie segunda: angina ma ligua. Esta es 
contagiosa, rara vez esporádica, y por lo co- 
mún epidémica, ataca en todas las edades, pe- 
ro con mas frecuencia á los mancebos, y á 
los niños. Acomete á todas las personas de 
cualquiera temperamento, y organización, cuan- 
do están espuestas al contagio, pero con mas faci- 
lidad á los endebles y achacosos. 

Síntomas La acompaña por lo regular una pi- 
recsia considerable, los rigores frecuentes acompa- 
ñados de frío, la diason, el fastidio, la congoja, 
el vomito, son las mas veces las primeras señales 
de la angina, al tiempo que el enfermo esperimen- 
ta tirantez acia el cuello, y compresión en la fa- 
ringe, estando la voz un poco ronca. Lo interior de 
la garganta se manifiesta con un color rojo oscuro, 
acompañado de hinchazón, pero rara vez es esta 
considerable, también es raro que haya dolor ó 
dificultad al tragar. 

Muy poco tiempo después se advierte en 
las partes inflamadas manchas blancas ó ceni- 
cientas. Estas manchas se estienden, se unen, 
y cubren casi todo el interior de la garganta 
'de costras mocosas espesas, que cuando se 
caen se dejan ver úlceras. Cuando estos sinto* 
mas se manifiestan, casi siempre se complican cou 



158 
la eorisa que produce una afluccion de una materia 
tenue, aere y hedionda, que escoria las narices 
y los labios: también las mas veces sobrevienen 
(con especialidad en ios niños) cursos frecuentes y 
resuma por el ano una materia acre ó iehorosa que 
lo escoria, del mismo modo que las partes adyacen- 
tes. 

A estos síntomas se agrega nna pirecsia, 
en U que el pulso es pequeño, frecuente, 6 
irregular; todas las tardes hay un recargo ma- 
nifiesto, y alguna remisión por la mañana. Se 
advierte una gran debilidad en las funciones 
animales, el sensorio común esta atacado de 
delirio, y con frecuencia de modorra. El segun- 
do dia, y algunas veces mas tarde sobrevienen 
erupciones en la cutis, que en algunas ocasio- 
nes son unos puntillos apenas levantados, y 
mas por lo ordinario forman manchas de un color 
encendido que se estiende por grados hasta las es- 
tremidades inferiores. Las mas veces, las manos, 
y las estremidades de los dedos que están tie- 
zas, e hinchadas, tienen un color subido de es- 
carlata. Esta erupción por lo regular no guar- 
da orden en cuanto al tiempo que aparece; en 
cuanto a su carrera y duración suele durar 
cuatro dias, y se termina por desprendimiento 
ó separación de la cutícula, pero no siempre 
produce diminución de la piresia, ó de los 
otros sintonías: ni cuando principia i manifes- 
tarse, ni al tiempo de su desprendimiento. 

Pronostico. Los progresos de esla enferme- 
dad dependen del e&ta'io de la garganta, j 



1S9 
del grado de pirecsia. Cuando el color morad» 
de la garganta v negro, la hediondez del alien- 
to, y mochas señales de acrimonia en los hu- 
mores indican una tendencia á la gangrena, la 
calentura es mu? fuerte, y los sintomas de pu- 
trefacción aumentan constantemente, el enfermo 
fallece casi siempre al dia tercero, algnna vex 
mas tarde, pero por lo común antes del sépti- 
mo. El humor degenerado en la parte afecta poe- 
de pasar al estomago, y formar un loco de pntre- 
facion, ó absorverse por las glándulas linfáticas 
del cuello, y producir una sofocación, y bien tras. 
mitir>e á los órganos respiratorios, y producir 
el mismo efecto repentinamente. Kstas son sus 
diferentes terminaciones fatnles, bien que no 
siempre ae verifica, y la calentura termina ca- 
si siempre bien por sudores moderados el ma 
siete, ó ante», habiendo seguido un buen méto- 
do. 

Curacicn, los tónicos antipútridos, y estiimi. 
lantes por todos los medios pos ib es, si se cono- 
cen desde su principio se darán gárgaras as- 
tringentes con el fin de cm-treñir los folículos 
mucosos de la boca, 6 impedir la aborción 
de la baba acre de que abundad dichos enfer- 
mos: del mismo modo convendrán los cocimientos de 
manzanilla, centaura menor, camedrios, anadien- 
do la serpentaria virginiaua, ó cualquiera de 
aquellos que ?ean capaces de eponene á la 
degeneración pútrida de la? partes. Si los sín- 
tomas son u r gentes, los cáusticos a la circunfe- 
rencia del cuello, a fin de aflojar las partes in- 
teriores por medie de la trasudación producida 



160 

por «I estimulo, avadando pu acción con lo? si* 
napismos, pedilubios, y cataplasmas de quina j 
vino en los pulsos, asilis, infles, y demás par* 
te* donde se¡ui capaces de comunicar su acción 
al sistema. 

Espeae tercera traquea'. Gnrrottllo vulgar. 
Se dá este nombre i la inflamación de la glo* 
tis de la laringe, ó de la parte superior la tra- 

auea, igualmente que i la de las membranas 
e estas partes v á los musculos adheridos á ella. 
Sin/ornas. Sumo dolor, dificultad de respi- 
rar, voz delgada v con sil vid»; el calor y dolor 
interno causan intolerable molestia; pero ni apa- 
rece inflamación en las fauces, ni tumor not&ble en 
las partes esternas: cierra con frecuencia de tnl 
modo el paso al aire que sofoca al enfermo de- 
repente: la tos que la acompaña, por 'a regular 
es seca, y cuando gargagea el enfermo arroja, 
materia aparentemente purulenta, y alguna ve» 
de substancia glutinosa que parece portazos d«» 
membranas: pulso frecuente, d»>e V elo, sensación in« 
cómoda de cabeza. La disección «le machos ca- 
dáveres de niños nos han manifestado una tela 6 
menbrana estraordinaria que recubría tola l*S'U 
perficie interior de la parte superior de la tra- 
quea arteria, y se e*tt-n lia del mismo modo por 
alguna de s is ramificaciones. 

Camas. Las alternativas de calor y frió en 
la atmósfera, como mas frecuente en in» 
vierno y primavera. Por lo común se presenta 
con los síntomas ordinarios de cat irro; pero al- 

Í runas veces aparecen de golpe todos sus p^cu- 
uras, que «ood'btea tía discuta ea una afeccjoa 



lfcl 

inflamatoria^ sin embargo no so termina por \v 
común por la supuración ni é'arigreoa, su sín- 
toma particular y funesto, parece depender del 
espasmo de los músculos do la glotis, el que 
causando la sofocación impide las resullas or- 
dinarias de la inflamación. 

Pronostico. Esta afección rara vez acornóte 
á los niños antes que se hayan destetado: [>»- 
sado este periodo, cuanto mas pequeños tanto 
mas sujetos están á ellas, y mas rara a propor- 
ción de que son mayorcitos. Acomete tanto á 
los niños que habitan en lo interior de las tier- 
ras, como á los que en las costar: no parece sor 
contagiosa, y sus acometimientos so reiteran con 
frecuencia en el misino individuo. Las causas 
remotas, los síntomas de catarro que por lo re- 
gular la acompañan, la apirecsia que siempre 
se les une, la membrana estráordínaiia del ge- 
nero de las que producen las inflamaciones in- 
ternas que se hallan en la trüqúi artería, cuan- 
do la angina maligna se comunica á esta par- 
te, y los vértigos de inflamación que se bochan 
de ver por la abertura de los cadáveres, pare- 
cen indicar que consisto en una afección infla- 
matoria de la membrana de la láfmgp, v de la 
traquea. Produce una eesudacion análoga á la 
que se haya en la superficie de las entrañas 
inflamadas, y que se presenta en parte bajóla 
figura de costra membranosa, y en parte bajo 
lina forma fluida semejante al pus. Su termina- 
ción mas favorable se efectúa por la resolución, 
la cesación del espasmo de la glotis, la espec- 
toracion de la materia que trasuda do la tra* 



1C52 
quearteria, y de las cositas qu§, se han forma- 
do en esta parte; cesa muchas veces sin alguna 
espectoracion, ó á lo menos por una evactia- 
rion de esputos, que se parece solo á la de 
un catarro ordinario. Cuando sobreviene la muer- 
te se origina de la sofocación que parece de- 
pender, como ya he dicho, del espasmo que 
acomete á la glotis; pero es probable que tam- 
bién depende alguna vea de la porción, de ma- 
teria que inunda á los bronquios. 

Curación. Las sangrías generales y locales, 
han aliviado casi siempre al instante, y repi- 
tiéndolas han curado del todo; los cáusticos cer- 
ca de la parte afecta, el vomitivo á poco rato 
de la sangría. En todos sus períodos el régi- 
men antiflogístico, y en particular el uso frecuen- 
te de las enemas lacsantes. 

Especie cuarta: laríngeas b parotideas. Cuan- 
do en la angina toncilar, la inflamación de la 
membrana mucosa se estiende hasta la faringe 
ó principio del ecsófago, haciendo la deglución 
dolorosa y difícil, se le dá el nombre de angi- 
na faringea. Sus causas, síntomas, pronóstico y 
curación, no difiere de lo que se ha dicho ha- 
blando de las anginas en general. Las anginas 
parótidas, ó parótidas impropias, se manifiestan 
por un tumor esterno y considerable en las glán- 
dulas parótidas y macsiíares. La respiración y 
la deglución están poco impedidas, y vienen 
acompañadas de ana calentura inflamatoria que 
casi siempre es ligera. 

Como corre casi siempre sus periodos sin 
«star acompañada de síatoínas peligrosos ni in» 



163 

cómodos, «penas necesita de remedios: es bo- 
tante por lo general seguir el régimen autillo- 
jístico y evitar el frió. 

GENERO TERCERO, 

Peripneumonia< 

Úsale di este nombre á la inflamación de los 
pulmones y de la membrana que reviste la ca- 
vidad del pecho (Pleura). 

Los nosologistas molernos, convencidos de 
que apenas puede ecsistir la inflamación de U 
pleura, £ onocida generalmente con el nombre 
de pleurecta] *in propagarse el pulmón y com- 
plicarse con la pulmonía, bao comprendido las 
dos bajo el nombre de pleuro-peripneumonia 
ó ^molemente pneomo im. Diví lese en ver- 
dadera ó legítima, y en nota, bastarda ó ca- 
tarral. E«ta especie ú'timu es muy frecuente 
en el invierno, comienza con tos catarral, y to- 
dos los enlomas que anuncia un catarro fe- 
bril, y es mas lenta en su c »rrera y progresos: 
ia primera por el contrario: corre sus periodos en 
menos tiem ■)••>. acó m te ierrep^nte, y sus síntomas 
fcon mas violentos, como una inflamación verda- 
dera acompiñados \*\ »-. le afección d -1 pulmón. 
Primera espacie inHimVoñi legitima, Esta, 
pues, sea cual fuere su asiento, puede conocerse 
V distinguirse siempre por la apirecsia, U difi- 
cultad de respirar, la tos y un dolor en cual- 
quiera parte del pecho, cuvoa síntomas «u&Us 



104 

Modificarse de diverso modo en diferentes 
casos. 

Sintonías. Se anuncia por una accesión de 
frió, viniendo acompañada de todos los demás sín- 
tomas de pirecsia: se ha ob*>ervado en un coito 
numero de casos, que el pulso no e-t aba mas 
frecuente, y el calor del cuerpo aumentado po- 
co mas de lo natural. Algunas veces acompa- 
ñan desde el principio a la pirecsia tojos los 
síntomas de la pulmonía; pero con mas frecuen- 
cia sucede que la pirecsia se presenta prime- 
ro que estos últimos se hayan hecho considera* 
bles, y mucho antes de sentirse el dolor. Pulo 
frecuente, lleno, fuerte, duro y vivo; alguna vez 
endeble, blando é irregular, con especialidad 
cuando está ya adelantada la enfermedad, ó 
cuaudo el pirenquima de los pulmones es afec- 
tado principalmente. 

La dificultad de resoirar ec^te siempre, 
y es muy considerable durante la inspiración, 
lo que depende de que los pulmones no se pue- 
den dilatar del todo, pu 's esta acción del ór- 
gano pulmonar aumenta el dolor: también por 
lo general es mayor en ciertas posturas que en 
otras. 

Cuando la inflamación ocupa la pleura, no 
puede permaneceré ac >stado del mismo lado 
afecto, por la tirantez que causa el p<\so del pul- 
món, aumentando el dolor, y este es signo pa- 
ra conocerla; mas cuando sus progresos son trans- 
mitidos hasta el pulmón ó es este verdadera- 
mente el que padece, sucede lo contrario, que 
m encuentra mayor alivio reclinándose sobre ei 



168 

mismo lado, porque parece que de este modo 
el pulmón descansa. Muchísimas veces no pue- 
de permanecerse con facilidad sobre ningún cos- 
tado, y no se encuentra alivio sino es boca ar- 
riba, lo que sai;;- le por lo común cuantió pa- 
decen los dos pulmones a un tier.:pc> Itíis'ftiO. 
En otras no pupdc v bien sino en una 

poStura algo recta. ¡La tos es su compañera iu- 
seperable, en mas ó menos bolencia y dolor 
afganas veces seca, e.-ío v-, sin ninguna estieoJ 
toracion, especia! mente en el principio, pero 
por lo eomub es taita e la aun de&de ;l primer 
día. La materia espéctórada varía en consisten- 
cia y en color, y con frecuencia se advierten en 
ella ráfagas, y behriias tío sangre. 

En algunos caso» el dolor que acompaña 
á esta enfermedad se siente en diferentes par- 
tes del pecho, y no es raro que la inflamación 
se propague al pericardio, producido entonces, 
lo que generalmente se conoce bajo el nombre 
de pericarditis, la que se distingue por el do- 
lor en la región del corazón, la dificultad ma- 
yor de respirar, la abeiedad; el pulso desigual, 
la palpitación, y ¡os síncopes con los demás 
signos de la inflamación. Este dolor ca^i siem- 
pre es agudo y punzante, por lo común se que- 
da fijo en nn lugar, pero en algunos casos des- 
aparece del costado, y se encamina al omoplato 
de una parte, y ai esterno y la clavicula de 
otra. 

Cansas La supresión del sudor, macsime 
cuando predomina la diátesis inflamatoria: por 
eso es mas común en las personas mas vigoro- 



sas, reina en los climas fríos, y aun en invier- 
no; pero con mas frecuencia en la primavera: 
también pueden producirla ejercicios violentos, 
abuso de licores espirituosos, golpe; &c, y to- 
das aquellas que sean capaces de obstruir. 'com- 
primir 6 afectar de cualquier modo los órga- 
nos de la respiración, alterando su sensibi- 
lidad. 

l J tonvshco. Además de las terminaciones 
generales de la inflamación, puede ser esta por 
uü derrame en e! tejido celular de los pulmo- 
nes, que interrumpiendo de pronto su circula- 
ción, sofoca al paciente, Per eso se ha obser- 
vado en los cadáveres una trasudación linfáti- 
ca que forma falsas membranas y adherencias 
de los ptnmone-; a ¡a pleura. La expectoración 
de un material espeso, blanco ó pajizo, matiza- 
do de algunas heb: illas de sangre, copioso, sin 
escitar tos fuerte, el sudor caliente, fluido y abun- 
dantemfuíe genera!, con disminución de todos 
los síntomas anuncian la terminación mas favo- 
rable, alas si los síntomas permanecen en todo 
su v¡gor después de! diá catorce, sin habers» 
presentado ninguna de estas evacuaciones favo- 
rables, se debe temer la supuración, mayormen- 
te si hay recargos vespertinos, sudores á la ma- 
drugada, sensación de dolor obtuso en alguna 
parte de! pecho, permaneciendo al mismo tiem- 
po la disnea, la sed, el encendimiento de la len- 
gua &c, al paso que el rostro se presenta en la 
mayor parte eomo aplomado, sudoso y deno- 
tando su suerte. 

Cuando se vé ciertamente por estos sí ni o- 



167 

mas la ecsistencia de l;t supuración, se puede 
temer la sofocación repentina, si llr«ja á (Ierra» 
marse en los bronquios, ó qup sea causa de un. 
• mpieraa purulento, si lo verifica en la cavidad 
del pecho: lo que se conocerá fácilmente por 
sus sí itomas caracterizeos. 

Curtición. Para e*ta especie el plan antiflo- 
gístico. Las cantáridas siempre son útiles, bebi- 
das diluentes v atemperante-, especialmente en 
los principios ó mientras dure la reacción es- 
cesiv.i, cocimiento de cebada con ojimel ó es- 
píritus de nitro dulce, el de vinagre* |arabe de 
limón &c. a los que se puede añadir luego que 
vayan disminuyen lo los síntomas inflamatorio»! 
la escita, el quermes, gama amoniaco, vapor de 
vinagre, infusión de manganilla, flor de ti'a. me- 
liloto, hisopo &c. como también la emulsión si- 
guiente 

Gom. amoniac. dwh. «na, ai. hUop. lib. 
wna. ojimiel, slslitic. drach. una. ojimiel simpl. 
dracl». duas. Se tomará cada tres hora* una cu- 
charada, todo con el Un de aumentar ó mante- 
ner la acción de les pulmones en un grado de ac- 
ción suficiente para arrojar por la expectora- 
ción los materiales que se determinan acia es- 
ta entraña. 

Especie segitnrfa. Peripnrvmonia catarral o D«M» 
torda. Se manifiesta en las afecciones catarra- 
les, esto es, en otoño y primavera. Parece que 
las repmtinas muta iones de la atmosfera del 
calor al frió, la producen igualmente, ataca por 
lo regular á los avanzados en edad, y mucho 
rúas á los pletoricos flemáticos, á los que han pa* 



168 

decido frecnentes catarros, y que han mado in- 
mediatamente licores fermentados, v espirituosos. 
Se 4 ! fe renc ' a de '* verdadera, en que viene 
acompañad,! de fuertes síntomas inflamatorios 
siendo menor el aflujo k los pulmones, lo que su- 
cede al contrario en la otra que el aflujo es 
grande a los pulmones, y muy poco manifiesto 
el dolor, y demás síntomas. 

Síntoinus. Casi siempre, lleva los mismos sín- 
tomas que las demás enfermedades febriles, es- 
to es, por sensación alternativa de calor, frió &c. 
Aljyuna vez la pirecsia es bastante eviidehte, 
principalmente atacando á sugetos que por na- 
turaleza están dispuestos á las inflamaciones, fi„ 
voreoendole al mismo tiempo la estación, iin otra? 
ocasiones estos síntomas son muy moderados, o 
participan de la naturaleza del tifo en otras, en 
razón de la poca di-pusicion que encuentra en 
el individuo para la inflamación, ó de haberse 
determinado el estimulo catarral sobre el sistema 
faerviosot y hecho que participen de este carácter 
los síntomas que la acompañan. Sin enbargo va 
de ii'io ya de otro modo, sobrevienen desde el 
primer dia tos acompañada cíe alguna e«pecto- 
racion, y con frecuencia se arroja una cantidad 
considerable de un moco peg-ajoso, y opaco. Ca- 
si siempre la tos se vuelve frecuente, y violenta, 
viniendo las mas veces asociada de dolor de ca- 
beza con una sensación de mpcion tan escesi- 
va, que casi puede tenerse com > un sijrno ca- 
racterístico de esta enfermedad. La cara e^ta. 
encendida, y con frecuencia hay una especie de 
vahído, ó modorra, pero el síntoma mas cons- 



I Oí) 

tnnte es una dificultad de respirar junto á un* 
sensación de opresión, ó de cerramiento de pe- 
cho, algunos dolores sordos en la misma parte, 
y una sensación de lascitud en lodo el cuerpo. 

Pronostico. Casi siempre se vé con síntomas 
aparentes de un catarro violento, y después tío 
haber usado de algunos remedios apropiados, se 
disipa del ledo por una expectoración fácil, y 
abundante, no obstante en otros casos los sín- 
tomas febriles, y catarrales son al principio muy 
moderados, y aun ligeros, pero ai cabo de po- 
cos días, derrepenfe se hacen violentos, y ma- 
tan al enfermo en el tiempo en donde las se- 
íiales funestas que habían precedido son muy 
poco visibles. 

Cvraciov. En los casos que la calentura y sín- 
tomas de catarro, y de peripneomonia son de 
improviso considerables, las sar.grias son sin dis- 
puta convenientes, y necesarias, pero cuando son 
moderados de nínguii modo es admisible, y 
puede ser muv nocivos, reiterándolos cuando se 
ien";e el derrame. Tienen gran lugar los anties- 
pasmodicos sudoríficos, y ecsitantes como la lii- 
pecacr.ana, combinada particularmente con el 
alcanfor; v. g. cuatro granos de este y uno de 
aquella por dosis: ó ocn el "pió dando nn 
grano de cada cosa especialmente por la noche; 
las cantáridas al pecho, á la paite interna de 
les brazos, muslos &c. tintara de c¡uina con oji- 
miel simple, ó ecsiiiíico, el quermes un grano 
dísaelfo en una onza de jarabe de erísimo de 
lobeto, la emulcion espuesta anteriormente; por 
último el vino emético, el antimonio diaforeti- 



170 

co> un escrnnulo crémor de tártaro doce ó treeo 
granos dilatado en bastante cantidad de agua 
para bebida usual, produce muy buenos efec- 
tos, promoviendo espectoracion. . 

genero cuarto 

Pürafrenitis. 



Situando la inflamación que afecta la pleura 
en cualquier punto, se adelanta hasta la parte 
que reviste la superíicie del diaframa, ó 
que se estiende á todo este gran músculo, se 
llama asi, voz que diversas acepciones tuvo entre 
los antiguos, y que en genera! se admitió por 
suponer que esta inflamación estaba acompaña- 
da de síntomas particulares de delirio, de risa sar- 
dónica, y de otros movimientos convulsivos; pe- 
ro muchas veces se ha verificado sin nino-iiu sis- 
tema de aios. 

Síntomas Dolor obítato lateral, sensación de 
opresión en la región precordial, como si se 
apretase un singulo entre pecho y vientre, es- 
putos de sangre, vómitos Frecuentes* pulso duro, 
é irregular, tos seca, y muy molesta. Es do 
advertir que ¡as afecciones inflamatorias de par- 
tes determinantes de la pleura, tienen pocas se- 
ñales que las caracterizan, y ademas la inflama- 
ción se propaga muy fácilmente de una parió 
á otra, y asi pocas veces 6 ningunas se haya 
la pjeuresia aislada é independiente de la pul- 
monía. Aun es mus diíicii conocer cuando la 



171 

inflamación ocupa principalmente el diaffrafc» 
ma, y qne partes son de el, las que padecen, 

f)orque como dice el Dr. Pinel en las flemacias de 
os músculos estamos todavía lejos deformar parale- 
los felices. 

Curañon. Ademas del método antiflogístico, 
ton muy útiles los antiespasmodicos, los semi- 
cupios, los estimulantes, aplicados e,4eriormente, 
yesncsesario dar bebidas y abm<ntos en corta 
cantidad de cada vf% puede tener lugar el ve- 
jigatorio al rededor del diafracma; finalmente 
toda la sene de remedios de las inflamaciones 
de pecho, como que por lo general vienen siem- 
pre acompañadas unas de otras. 



GENERO QUINTO. 

Gastritis. 



2> 



¡09 caracteres de la gastritis, 6 inflatnacíoa 

<l»d estomago son fuertes anciedades, dolor 
urentre al rededor de esta entraña, que impide 
al enfermo resistir el mas suave contacto. Ten- 
sioi , y elevación de la boca del estomago, que 
se aumenta después < ! e tomar alimento, nausea, 
vomito, sin güito doloroso con calentura agu- 
da, psil>o pequeño y acelerado. Divídese en 
nVgmonoea, y eritematica, y ambas en idiopaticas f 
*int< maticas. 

Cantan La gastritis idiopatica puede ser pro- 
duciría por causas internas 6 esternas: las in« 
teínas koa touu» a^utJias <¿ue <J(¿.illcd ce 



172 

alguna acrimonia ó vicio particular de los niw 
moros; y las esternas las que obran estimu- 
lando la acción orgánica de la parte, en cuya 
clase pueden colocarse los venenos, cuerpos es- 
t ranos, punsantes ó desiguales, contusiones, he-' 
rulas, edseso de licores espirituosos, bebidas 
friás después de ejercicios violentos, alimentos, ' 
bebidas ó remedios, tomados después de nn 
\ enemente rapto de colera &c. La síntoma-' 
tica es aquella cjue sobreviene por alguna ine- : 
tastasis de los humores en la retropulsion de al- 
guna erupción, como sarna, herpes, erisipe- 
la &<% 

Es-pede primera gastritis verdadera o flecmo- 
ntvs&: La inñamacion del estomago fleemonosa 
no es muy frecuente en la práctica, v cuando 
ocurre acomete á sugetos robustos, jóvenes, de 
temperamento fuerte y vigoroso, en ei tiempo de 
las legitimas inflamaciones. 

Sintonías Con los que se presenta son: gran- 
des congojas, ardor en la región precordial, 
con dolor fuerte, sensación de tirantez, f plenitud 
en esta parte, pulso peuueñn, y are'erado, al- 
guna vez también desigual, respiración anhelo- 
sa, sed intensa, vómitos muchas veces de ma- 
teria negrusca , dolor que se aumenta por las 
bebidas mas benignas y mucilaginosa 1 -; por úl- 
timo una gran opresión, hipo, desmayo, convul- 
siones y delirio que anuncian una muerte próc- 
sima. 

Pronóstico, La estructura del estomago, su 
estrema sensibilidad, sus funciones orgánicas y' 
12 



173 

sus relaciones simpáticas con casi todas las (le- 
rnas partes, indican bastante los desórdenes que 
puede producir sil estado inflamatorio y sus ter- 
minaciones, pues sin disputa es mortal cualquie- 
ra que no sea la resolución, y por tanto se pro- 
curará favorecer por lodos los medios posibles. 

Curación. Estas son las sangrías aunque no 
copiosas como las demás, las enemas emolien- 
tes, los defensivos en el vientre, los redaños, po- 
ciones oleosas, mucilaginosas, cocimientos ó tiza- 
rías emolientes, como la sustancia de pan con la 
madre de perla, polvos de coral &c. caldos do 
pollo con raiz de altea, linaza, goma arábiga 
&c. finalmente los sudoríficos, los vegetales, in- 
fusión de sabuco, amapola &c. pero de ningún 
modo los antimoniales. Poca cantidad de ali- 
mentos de una vez. 

Especie segunda gastritis heritemática. Se pre- 
senta por lo regularen el esíio y otoño, no aco- 
mete sino á personas dlbiles de un color páli- 
do, que efectúan malas digestiones &c. vinien- 
do las mas veces á causa de degeneraciones hu- 
morales, metástasis, repercusión de algunos ec- 
sáñternas, supresión de algunas evacuaciones, 
principalmente el sudor, como por lo regular 
sucede en las afeccionas catarrales, resultando 
también de los dolores cólicos, de las disente- 
rias &c. La calentura que generalmente le acom- 
paña es de la clase de las Ijpierias, en las que 
las partes interiores se abrazan, mientras que 
las esteriores se hallan rígidas y frias, hay sed 
inestinguible, ansiedad, inquietud, frialdad de las 
extremidades, ardor sumo en la región precor- 



174 

dial, dolor en la boca del estómago, que se au- 
menta al contacto mas leve, ó al tomar cual- 
quiera sustancia capaz de estimular por su cua- 
lidad ó peso; las fibras del estómago, vómitos 
continuos, delirios, convulsiones, pulso irregular 
frecuente y contraido, con grande postración de 
fuerzas. 

Pronóstico. No ofrece menos cuidado que la 
antecedente, pues aunque no corre sus periodos 
con tanta rapidez, suele no obstante terminar 
en gangrena, ó á lo menos prolongarse de tal 
modo, que llega á degenerar en una afección 
crónica, á la que suele seguirse una calentura 
lenta, cuyo écsito mas ó menos remoto pode- 
mos preveer. 

Curación. Sobre la región gásrtica, caustico 
inra diatamente, poción oleosa y mucilaginosa, 
bebedas atemperantes y lacsantes, entre las que 
tienie muclio lugar el cocimiento de cebada con 
ojimiel. ' 

01. amigd. dracb. duas. id. crémor, tart. 
sirup. alth. drach. una. lie. anod. scrup. duas. 
Pasado el primer periodo, esto es, que bayan 
cesado los síntomas inflamatorios y los vómitos 
&c. tintura de quina con el éter, ó algún otro 
ligero tónico y antiespasmódico, con objeto de 
corregir la debilidad y precaveer que los vó- 
mitos vuelvan á manifestarse. Cuando á pesar 
de los remedios espuestos, tanto en la inflama- 
ción flegmonosa, como en la heritematica, estos 
siguen sus progresos, pueden terminar por su- 
puración ó gangrena [según su naturaleza], ma- 



175 

infestándose el primer estado por una calentura 
del género, de la que, arinqué sin remisiones 

sensibles, se observa no obstante on ellas mas 
ligera pero diaria, y constante ecsacervacion; y 
el segundo por la sensación del dolor en el 
epigastrio, el abatimiento del pulso, la palidez 
del rostro, los eructos, el hipo, el \ ó mito de 
materias obscuras, depresión del vientre &c au- 
mentándose todos estos síntomas basta que al 
fin fallecen en tan deplorable estado. 

GENERO, SESTO. 

Enteritis. 

¿nista es la inflamación de los intestinos, es 
del mismo modo que la del estomago (flegnio- 
nosa ó heritematica) podiendo igualmente ser 
producida por causas internas y esternas, supre- 
sión de sudor &c. y todo lo mas. 

Síntomas. Dolores fijos en el abdomen [se 
distinguen de los que caracterizan el cólico, en 
ser fijos y venir acompañados de calentura, 
cuando por el contrario en el cólico mu. 
dan regularmente de sitio, y no se ve sintonía 
ni guho de apirecsia], sensación de calor vehe- 
mente, estreñimiento, orinas muy encendida?, 
pulso duro y deprimido, hipo, vomito, convul- 
siones en las estremidades, á veces estas frías 
con estupor, calambres: el intestino inflamado, 
forma acia la partía donde está el dolor un tu- 
mor oblongo, resistente, y el vientre qne en su 
principio estaba contraído, adquiere cierta intu- 
mescencia. En este estado si no puede conse- 



176 

guirse que los síntomas remitan, se agrava con- 
siderablemente la enfermedad, se ven los sínto- 
mas de funesto presagio, cuales son el frió que 
sucede á un calor interno, la cesación del do- 
lor, pulso débil é intermitente, rostro hipocráti- 
co &c. sucede algunas veces que estas inflama- 
ciones, con especialidad 1 1 heritemática, se pro- 
longan demasiado, degenerando [como la las- 
tritis] en una afección crónica de los intestinos, 
la que viene acompañada de dolores fijos, con- 
ílogosis de una ó muchas partes de los intesti- 
nos, mas sin calentura, calor, estreñimiento ni 
vómito; pero que al fin termina por lo gene- 
ral en gangrena. 

Curación, Tiene esta las mismas indicaciones 
que las gastritis, y solu puede añadirse que las 
sanguijuelas aplicadas al perinés producen me- 
jores efecto-, ten dr ase cuidado si reconoce por 
causa alguna hernia estrangulada para satisfa- 
cer inmediatamente su indicación ó la que se 
presente. 

GENERO SÉPTIMO. 

Hepatitis, 

¿&Asi se llama la que afecta al hígado, se ha 
conocido ya como aguda, ya como crónica, ó 
lo que es lo mismo, según que afecta el pare- 
quima 6 las membranas que envuelven esta 

videra 
Especie primera aguda. Puede tener su asien- 



177 
to en !a superficie cónvecsa ó en la cóncavo, f 
en cada uno do estos casos la marcan diferen- 
tes sintonías. 

Síntomas. Cuando ocupa la superficie cónvec- 
sa hay calentura aguda, sed. respiración difícil, 
toz seca, orina muy encendida, estreñimiento, ti- 
rantes dolorosa en el hipocondrio derecho, quó 
incita alguna vee la de la pleurecia, y queso 
cstiende también hasta el cuello y hombro del 
lado afecto, viene hipo, un tumor ó elevación 
mas ó menos aparente en el hipocondrio dicho, 
incomodidad ó echarse sobre el lado mismo, pul- 
sa duro y acelerado, dolor muy violento, espe- 
cialmente en los movimientos del diafragma. 

Cuando por el contrario reside en lacón- 
Cava ó su parte inferior, hay vómitos frecuentes, 
congojas, ansiedades y tirantez dolorosa de los 
hipocondrios, el dolor del epigastrio se siente 
muy profundo, y no se aumenta tanto con los 
movimientos del diafiama, viene el hipo, la diar- 
rea y por último la ictericia. 

Cansas. Fuertes impresiones de frió, movi- 
miento y ejercicios violentos, como correr á ca- 
ballo, golpes, contusiones fuertes, supresión de 
alguna evacuación, transmutación de materia mor- 
bífica, cuando se han debilítalo sus vasos, lo 
que muchas veces sucede en el curso de las ca- 
lenturas vehementes, principalmente en las ca- 
tarrales biliosas é inflamatorias: también se lia 
observado que fracturado el cráneo, resultan ab- 
cesos en el higado, los caales proceden de la 
secresion de la bilis perturbada por indisposicioa 
del sistema nervioso. 



178 
Pronostico. La terminación de la hepatitis 
aguda, algunas veces se efectúa por una reso- 
lución benigna, otras por evacuaciones críticas, 
como orinas con sedimento copioso, cursos, su- 
dores continuados, hemorragia, principalmente de 
la nariz derecha, y en ciertos casos por supura- 
ción indicada por calentura lenta, horripilacio- 
nes vagas &c. la materia purulenta puede ir al 
duodeno por el conducto hepático, cuando la 
hepatitis es de la parte cóncava, y espelerse des- 
pués por el vómito, ó arrojarse por espectora- 
cion. Cuando la parte convecsa y la supuración 
se ha abierto camino por los pulmones, tam- 
bién suele manifestarse por medio de un abee- 
so al estertor, cuyo caso es el resorte de la ci- 

ru J ia * 

Curación. Los antiflogísticos para moderar 

los síntomas, sangrías generales y tópicas, prin- 
cipalmente en la margen del ano, y en se- 
guida cáusticos en la parle. Bebidas dr- 
luentes y atemperantes, enemas frecuentes de 
agua tibia, fomentos calientes en el vientre, pe- 
dilubios, semicupios &c. manteniendo el vientre 
libre por los suaves lacsantes y bebidas de la 
misma naturaleza, principalmente cuando afecta 
la parte cóncava. Si llega á supurar, se echará 
mano de los demulantes mas poderosos. 

Especie segunda. Crónica. Es muy difícil co- 
nocerla, porque por lo regular se manifiesta 
cuando está muy adelantada en sus progresos. 

Síntomas. Sensación incomoda, y como de 
peso en el hipocondrio derecho, con alguna ma- 
yor elevación que en el opuesto, no hay dolor; 



r/» 

pero inmediatamente que se le comprime se re- 
siente, la lengua está seca por los ¡a-Ios \ con 
una lista encendida en el centro, pulso ca*i o.i- 
turalj mas el rostro amarillento ó como aplotiih* 
do, ó mas bien con un aspecto verdaderamente 
h i px) orático: inapetencia, diarreas colicuativas, v 

o purulentas y obscuras finalmente s< 
viene la estennacion v la muerte. 

f'í'.'xr.v. ]{eccno(e " los tubérculos úlceras, 
vómicas, repercucion de cualquiera material mor- 
bífico, obstrucciones inveteradas, tumores escro- 
fulosos ¿¿c. 

í!co. Debe ser muy funesto: por lo 

lar ó no se conoce y mata repentinamente 

aí eniermp, ó cuando llegan á manifestarse efl 

ya en un estado en que apenas alcanzan los 

ausílios del arte. 

- Curación. Foco mas ó menos lo mismo que 
la aguda; pero sin sangrías porque no produ- 
cen tan buenos ni tan rápidos efectos como co 
la otra. 

GENERO OCTAVO 

Esplenitis. 

Esta es la inflamación de la entraña que 
ocupa el hipocondrio izquierdo 

Síntomas Dolor obtuso, que no muda de lu- 
gar, se agraba al tacto, con peso y tensión á 
la que se sigue calentura obscura y las mas 
veces remitente. La esplenitis primitiva es etfer- 
wedad sumamente rara, pero en las personas 



180 

que han padecido calentaos intermitentes 6 remi- 
tentes la fuerza de ellas algunas veces se inclina 
al baso de donde resulta ún tumor sin dolor, 
que suele durar mucho tiempo: algunas ve- 
ces so escita supuración en esta viscera sin 
que haya precedido molestia notable, ni enfer- 
medad manifiesta; por ultimo. ab : erto repenti- 
namente eí abeesó, ,é invisdadas de pus las vist 
ceras del abdomen, onuere el enfermo en pocos 
días. Curación es la misma que la de la hepati- 
tis. 

c :: re ero •■: ■■. i \ s n o 

Ncfrcíis. 



la inflamación de ios linones, su carác- 
ter corriste en un ¡ioior vivo y molesto en las 
reg.oo'/s. Ijmbáres, que se estiende por los uré- 
teres hasta la vegiga pon -retracción dei teste 
correspondiente al lado afecto, entorpecimiento 
é inmobilidad del muslo ó rodilla del mismo 
lado, calor, ten-ion, disuria» estranguria, v á 
ischuria. S« divide en esencial, y sinto- 
mática, la primera viene espontáneamente, y la 
segunda es efecto de cálculo, de la repercusión 
de algunas ecsantemas, de la gota &c. 

Síntomas. Cuando es espontanea, siempre es 
acompañada do calentura aguda, de genio in- 
flamatorio, que procede al dolor, ó viene al 
mismo tiempo, sed intensa, nauseas, y algunas 
veces vómitos, orinas en los principios encendi- 
das, pero á medida que la 'inflamación se gra- 



181 

dúa, se deposita téntie y acuosa, hs mis veces 
con dolor y ardor. 

Causas Si su asiento eto profundo, rm es fá- 
cil do vencer como cuando t-s superficial y 
ocasionada por la impresión del ¿Vio en la re- 
gión timbar, por que si reconoce por causa*} 
las contusiones esternas, el ejercicio forzado á 
caballo, ó continuado por mucho tiempo, los es- 
fuerzos violentos de los músculos del dorso, que 
cubren los ríñones, los licores espirituosos, las 
cantáridas &c. en este caso se nota calentura 
mas fuerte, dolor mas fijo y permanente con 
una especie de constricción en la región pre- 
cordial; cuyos síntomas resistiendo depues del di» 
catorce, dan que sospechar la terminación de 
la inflamación por supuración, que se mani- 
fiesta con mayor o menor rapidez, de suerte 
que toda la sustancia del riñon puede destruir- 
se enteramente, y el enfermo perecer de una ca- 
lentura etica. 

Cuando es sintomática, y principalmente 
son los cálenlos los que la producen; enton- 
ces hay dolor gravativo en intervalos mas o 
menos largos, pero que se vuelve agudo al 
menor ejercicio corporal, v algunas veces con 
solo los simples sacudimientos de un coche: 
asimismo la orina aparece mesclada de] san- 
gre, y á veces con fracmentos calculosos sien- 
do en esta especie en ia que los enfermos con 
especialidad padecen la sensación de estupor en 
las piernas del mismo lado, como también la 
retracción del tesíicalo, dolor en los uréteres, 
y ea ocaciones nauceas y vómitos. 



182 

Pronostico Cuando los síntomas son muy 
violentos, no se puede esperar nada bueno, es* 
pecialxnepte si atendemos á la naturaleza de la 
\):xvto, y !o esencial de las funciones a. que se 
halla desfinada. £n «enera! cuando esta termi- 
na por supuración, si llega á manifestarse al 
exterior, podrá terminar favorablemente recur- 
riendo sin dilación á los ausilios quirúrgicos, 
cuando la supuración se derrama en la cavidad 
queda-ido alguna ulcera en los ríñones, es ca- 
si indudable la muerte; pues á mas de la de- 
bilidad que inducen las supuraciones, la reab- 
sorción de estas, y la deflagración general ha- 
cen que el enfermo venga á parar en una verde- 
ra tisis. 

Curación ¿Sangría?, fom?ntaciones esternas, 
enemas emolientes' repetidas, purgantes antiflo- 
gístico?, bebidas demulcentes, y dulcificantes en 
gran cantidad. De ningún codo es admisible 
la aplicación de las cantáridas por la atracción 
que tienen estas con las vías orinarías, y asi 
en su lugar servirán ios sinapismos. 

GENERO DÉCIMO. 

Cistitis. 



á^Asi se llama la de la vegiga, se conoce 
por un gran dolor, y tensión en la región deL 
pubis, por la dificultad, ó supresión de ori- 
na, á lo cual se agrega, pujo, ó tenesmo, y 
los demás síntomas comunes á las inflamaciones. 



1S3 

Se divide en interna o espontanea, y en 
esterna ó traühmatica. La primera es la que re- 
conoce por causas los vicios humorales y s « 
cura con el método antiflogístico, biblias con 
espiriritu de nitro dulce. Emulsiones calman- 
tes &c. 

La trahn natica es 1 1 que reconoce una 
causa mecánica, como golpe, contusión, herida, 
compresión, ejercicio de equitación e cesivo, el 
rose repetido de una sonda, ó de los cálculos 
de. la vegiga. 

Cvrachn Fomentaciones, y baños emolientes 
al hipogastrio, encinas i i pociones oleosas, y 
inucilaginosas, bebidas atemperantes, evacuacio- 
nes desangre generales, y locales, como san- 
guijuelas aplicadas á la margen del ano, ó 
partes laterales del pubis. 

GENERO UNDÉCIMO. 

Epiploiüs. 



JS^si se llama la del omento, si es que lle- 
ga á conocerse, hay un dolor acre que ocupa [la 
parte superior y anterior del abdomen, con 
tumor y tensión que se irrita con el tacto, jun- 
to á los sintomas generales de inflamación. 

La epiploitis es muy rara, pero si alguna 
vez ocurre, es verosímil que se evitará la supu- 
ración con vegigatonos en la parte afecta, y 
con todos los demás remedios antiflogísticos: mas 
si no basta á impedirla, no queda esperanza^ 



184 

por que abierto el abceso es preciso que se 
derrame la supuración en el abdomen. 

GENERO DUODÉCIMO. 

Mcrkis. 

JÉ) 

«J^nra vez se ve el ulero inflamado, como 
efecto de una diátesis flogistica, y sí solo co- 
mo resultado de estímulos locales: tales snn 
los golpes recibirlos en esta entraña, esfuerzos 
compresiones, ó laceraciones; como sucede en las', 
recién casadas que tienen muy estrecho el es- 
pacio que hay entre el hueso" sacro y los pu- 
bis, y su marido muy desproporcionado" el miem- 
bro viril, el que confundiendo estas parte- srié- 
le inflamar la matriz y quedar una purgación 
continua, asi también 'dan lugar á esta inflama- 
ción los partos violentos ú obligados antes de 
tiempo. 

Asi estas como las dornas flegmacias mem- 
branosas, principian con frió, vigor y temblor, 
á cuyos síntomas sigue la calentura ágnda di- 
cha puerperal, acompañada de ardor, dolor, ten- 
sión v elevación del hipogastrio. 

En el principio sacié haber estranguria» y 
á veces ischurrin, dolor v ardor eri fas infles y 
lomos, síntoma que demuestra que Ja inflama- 
ción se estiende hasta los ligamentos, y forma 
un carácter por el cual se distingue de la cis- 
titis, pues es las mas veces sintomática de re- 
sultas de la de la vegiga, intestinos &c, suele 



180 

padecerse pujos y aun vómito?, aumentando con- 
siderablemente el dolor del vientre en nno y 
otro caso, otras veces estreñimiento grande, cu 
términos de no poderle introducir en el recto 
ni un pequeño sinfon de geringá'. En algunas 
ocasiones no son muy sensibles los síntomas ca- 
racterísticos espnestos, observándose solamente 
una ligera flogosis, con sensación de comezón 
en Fas partes genitales . y un dolor fijo en la 
parte afecta, en cuyo caso el médico debe fi- 
jar su atención en las cansas que han prece- 
dido, y en el ecsaiñen circunstanciado de los 
fenómenos que se presenten. 

Curación. Debe tenerse presente lo espucs- 
to en las demás, principalmente las que afec- 
tan las partes contenidas en la cavidad natural; 
teniendo al mismo tiempo la precaución de ser 
moderado en las sangrías, ya porque esta in- 
flamación debe considerarse como un esíonisis- 
nio Jocal, ya también por no debilitar escesi- 
vameníe a las pacientes que no se bailan en 
estado de sufrir evacuaciones cscesivas, después 
de lo laborioso de sus parios, y solo seían úti- 
les las sanguijuelas á las márgenes del ano, 
lacsantes suaves para modelar el estreñimien- 
to que constantemente esperimentan e:-tas en- 
fermas, lo que si se llega á conseguir se ' deja- 
rá después una tizana manada, añadiéndole al- 
guna sai neutra. Puede suceder, y aun se ve- 
rifica con alguna frecuencia, terminar esta en- 
fermedad por gangrena, ó á lo menos loma el 
carácter de pútrida ó maligna la calentura que 
le acompaña, en cuyo caso deberá tratarse se- 



186 

gun lo espnesto, cuando se habló de calentura 
puerpueral inflamatoria, pútrida ó maligna. 

GENERO DÉCIMO TERCIO» 

Reliumathmo. 

¿mJste consiste en un dolor de larga duración 
que afecta los músculos, y particularmente su 
membrana, sin que sea estraño que se mani- 
fi este en las articulaciones, y principalmente un 
las anchas, como la del brazo, espalda , muslos 
y rodillas. Divídese en crónico y agudo: este que 
según sus causas y síntomas lo colocan algunos en 
la clase de las inflamaciones, siendo mas bien 
una afección catarral, es mas frecuente en los 
climas fríos que en los calientes. Comunmen- 
te se maniíiesía por el otoño ó primavera, rei- 
na mas en el invierno cuando el frío es vivo y 
Continuado, que durante los calores del estio. 
í^i puede sobre venir en todas las estaciones, y 
con especialidad cuando son frecuentes las al- 
ternativas de calor y frió. 

Causas. La supresión de la transpiración, ves- 
tidos húmedos 6 mojados, supresión de evacua- 
ciones naturales y preternaturales, como ei flu- 
jo emorroida!, el de la linfa saniosa de las fuen- 
tes, repercacion de ecsantemas &c. 

Síntomas* Se conoce por ios dolores de las 
coyunturas, los cu des alguna vez se comuni- 
can á las partes musculosas. Las articulaciones 
anchas son mas frecuentemente atacadas qae las 



187 
estrechas, y asi se observa que son afectadas 
las nalgas, las rodillas, las espaldas y el codo, 
mientras que las pequeñas articulaciones de los 
dedos nada padecen. Varias veces el estímulo 
ataca una sola articulación precedido de Ino 
v otros síntomas de calentura, con pulso lle- 
no y frecuente, y otras afecta á tin mismo tiem- 
po diferentes ártico) aciones. Las afectadas ¡le- 
van conmigo la rubicundez, tumefacción y mi 
dolor que hr.ce insufrible el ligco oOnfacto do 
la ropa. Los dolores mudan ccmunnu : t.e de 
sitio, y cuando se disminuyen en una articula- 
ción se aumentan en Otra. Asi continúa por mu- 
cho tiempo acompañada de nna calentura que 
se ecsacerba por las tardes, y es mas violenta 
por las noches, en cuyo tiempo son mas ir ten- 
sos los dülore?'. I, os sudores aparecen muy pron- 
to en esta enfermedad? peroni son generales ni 
críticos: las (hiñas en los ultimes tiempos de 
la dolencia, tienen un sedimento semejrote ni 
tadrtllo molido; pero ni aun esta evacuación se 
h.a de juagar enteramente crítica, sucediendo 
muchas veces ouc «un después de su aparición 
se prolonga la enfermedad. Lsta participa mu- 
cho de las ¡rtfíán - de las qne se difel 
réñcia en que no termina por supuración, sino 
mas bien por nna eesudacion qne produce unos 
tumores sobre las articulaciones, que volviéndose 
algunas veces acrimoniosos, carian los huesos y 
tendones. Los límites enlre el r< iiumatismo n<ru- 
do y el crónico, no son siempre muy sensibles: 
entre tanto que los dolores mudan fácilmente 
de lim-ar, qué ejercen su tiranía, partieularmen- 



188 
te de noche, que están acompañados de cual- 
quier grado de calentura, de tumefacción, y so- 
bre tocio del rubor de las coyunturas, se de- 
be considerar como que participa todavía del 
rehumatismo agudo. Al contrario en el crónico, 
no queda ningún grado de calentura, de tume- 
facción, ni de rubor: las coyunturas doloridas 
están frías y tiefeas, no se puede escitar en ellas 
fácilmente el sudor, ó bien mientras que Un 
sudor abundante y viscoso sale de! resto del cuer- 
po, !as articulaciones afectas solo están cubier- 
tas de un sudor pegajoso; finalmente, los dolo- 
res se aumentan por el frió y disminuyen por 
el calor. 

El crónico puede atacar diferentes coyun- 
turas; p^ro particularmente se encamina sobre 
las que están rodeadas de un gran número de 
músculos, que sirven para el movimiento mas 
constante y considerable. Esto es lo que suce- 
de por ejemplo en las vertebras de los lomos, 
cuya afección se llama lumbago, ó en la arti* 
culacion del hue c o femer con el inominado y 
se apellida ciática Los esfuerzos violentos, y 
los espasmos producidos por movimientos pron- 
tos y aun poco considerables, motivan las 
afecniones reumáticas, que al principio parti- 
cipan del reumatismo agudo; pero luego pa- 
san al crónico. 

Curación del ayudo: Dieta tenue, y rigorosa; 
el plan antiflogístico general: conviene advertir 
que habiendo necesidad de sangrías ecsigen 
precaución, pues si son muy abundantes^ ó se 

13 



!*9 
recorre á ellas sin grave urgencia, prolongan 
la convalescencia, y aun hacen incurrir á. ios 
enfermos en el reumatismo crónico. Algunos 
aconsejan las sangrías tópicas, pero no satisfa- 
cen completamente la indicación, y solo en 
caso de síntomas locales muv eesacervarlos po- 
drían preferirse; bi^n que unos y otras deben 
prescribirse, á menos que el agudo se presente 
en joven robusto y sanguíneo, y que esté do- 
tado de verdadera diátesis flogistica, ó en 
quien haya una determinación inflamatoria so- 
bre alguna entraña, en cuyo caso tienen lugar 
igualmente los vegigatorios, las bebidas abun». 
dantes, de la clase de las diluentes, demulcentes 
v atemperantes, tales como el cocimiento de la 
bardana, ó el reumático de la J, C. cla- 
sica, dándolas de modo que no debiliten el es- 
tomago, y sí que promuevan el sudor, que es 
la terminación mas benéfica de esta enfermedad: 
los purgantes suaves, como las sales neutras, 
y con especialidad el sulfato de magnesia en 
cantidad de una onza, en dos libras de agua, en 
posillos, con una ó dos cucharadas de la infu- 
sión hecha con dos dragmas en medio cuartillo 
de agua: los calmantes, y principalmente el 
opio pueden convenir cuando no se presenta 
en muy alto grado la diátesis inflamatoria, [mes 
estos ademas de disminuir los dolores, pueden 
producir un sudor saludable. Con los remedios 
locales se necesita muchas precauciones, pues 
.aun las cantáridas saludables cuando se lijan 
los dolores, no siempre producen- tan buenos 
«fectos en este reumatismo como en el cromco. 



190 

Curación del crónico. Tiene dos partes, un* 
p;ir* curar los accesos ó acometimientos de do- 
lores, y otra para precaverlos. En la primera 
tienen lugar el opio, el alcanfor, el abrigo, 
los sudoríficos, y aun algún ligero puro-ante: 
la dieta deberá ser corroborante, y sobre todo 
se evitaran las sangrías, y todo cnanto pueda 
debilitar el sistema: los baños tibios, los de oru- 
jo, los de aguas témales, se hallan recomen- 
dados, y efectivamente surten muy buenos efec- 
tos, las leches, y cocimientos de leños, como el 
guallaco, bardana, zarzapariíla, sasafras, se usan 
interioráronte, con suceso, y asi el coeimieto edul- 
cerante de Fuller, es uno "de los mas recomen- 
dados, dado solo, 6 mezclado con la leche; co- 
mo también las sales alcalinas volátiles. En el 
sitio de los dolore? si están fijos, tienen lugar 
las cataplasmas estimulantes, sinapismos, cáusti- 
cos, ¡Deesas &e. friegas con franela, v cepillos, 
y los linimentos alcholicos jabonosos^ y difusi- 
bles, jaboncillo amoniacal con el láudano y tin- 
tura de cantáridas es una escelente fórmula. En 
los dolores parciales fuertes de ciática, sumba- 
go &c. se encomienda untar con miel blanea, 
polvorecida con cal viva, la que deberá lim- 
piarse al dia siguiente para ponerla de nuevo, y 
asi por algunos dias. 

El plan general que se debe establecer pa- 
ra precaver los abeesos reumáticos, consiste en 
un método dietético analéptico, ejercicio, abri- 
go con franela, pues su rose ecsíta la electri- 
cidad, v por consiguiente favorece el libre trán- 



'91 
sito de la transpir ación, las fricas tienen el 

mismo uso, y en caso de medicamentos interío* 

res serán los sndoriíiccs que ya quedan i¡¡ 

dos. 

La semejanza de la artritis ó gota pon el 
reumatismo ha dado motivo a que ínudh< 
haVírn tenido por una misma enfermedad confun* 
dténdose tina y otra frecuentemente en la práctica, 
y para evitarlo espondremos la comparación que 
hace Uosuiilon de ambas enfermedades, 

El dolor de las articulaciones Desiste en 
el reumatismo ¿el mismo modo que la gota. 
Se pretende que en aquel el dolor se ostiop.i'e 
mas en los músculos, que en esta, pero esto 
no es constante. Tampoco se menean mejor los 
músculos en la gota, que en el reumatismo) 
luego se deben distinguir al principio estas en- 
fermedades, según las causas que las produ- 
cen, El reumatismo lo origina una causa es- 
terna, y comunmente evidente. Al contrario, la 
gota sobreviene sin causa esterna evidente. AI 
contrario la gota sobreviene sin causa esterna 
evidente. En cien reumatismos hay noventa y 
nueve producidos por el frió. 

El reumatismo viene comunmente de gol- 
pe sin haber precedido ninguna otra causa, si- 
no el ofrio. La gota rara vi 2 ataca, sin huber 
estado precedida de otros síntomas, como la in- 
vasión del est< mago; ya esta es una inapeten- 
cia, ya na apetito mis considerable que lo or- 
dinario. En muchas ocasiones le preceden in* 
mediatamente la indigestión, pues ordinariamen- 
te antes üel ataque, el apetito es voraz; final- 



]<)2 
mente el reumatismo flja ordinariamente sobre 
las articulaciones mas anchas como tas de los 
brazos, espaldas, muslos, y rodillas. 

En la gota, el doloc comienza general- 
mento atacando la muñee;¡, v Cfcan ío ha dura- 
do algunos años, aeomefe alguna vez á todas 
las articulaciones, y a los muse dos. Hay algu- 
nos ejemplos de ataques gotosos, qué han prin- 
cipiado por la articulación <iei muslo, pero es- 
to es raro. La gota principia comUnmeote por 
una sola coyuntura, como la del dedo gordo 
del pie, ó la del pulgar de la mano. El reu- 
matismo rara vea ataca una sola articulación, 
aunque es mas violento en ¡a una, qvie en la 
otra. La gota esta ñus Tija, y cuando el dolor 
cesa, el enfermo experimenta mas alivio que 
en los casos del reumatismo. Se distinguen también 
por sus periodos: muchas veces se padece el 
reumatismo por muchos años, otras le han pa- 
decido una vez sola en su vida, y si repite ó 
aparece de nuevo, siempre es con motivo de las 
mismas causas; pero cuando ha llegado una 
vez á manifestarse, repite de cuando en cuan- 
do por el resto de la vida. Las dos repiten 
comunmente en el otoao, y primavera, pero 
la gota con especialidad se hace mus notable 
en estas^ dos estaciones. Se les distingue toda- 
vía por su conecsion con el sistema. Rara vez 
se observa esta concesión en el reumatismo, es- 
to es, rara vez principia por una afección al 
estomago, ni de las entrañas. Al contrario la 
gota casi nunca se maniüíesta, sin que el esto- 
mago se halle resentido, y cuando el humor e$ 



1951 

movible, hace decúbito ya sobre uní cntronn, 
y* sobre otra. La gota rara v^z aparece antea 
de los treinta v cinco años, que es «'I tiempo 
en que la constitución del sistema declina mas 
ó menos. El rt'íimatiscno puede también sobre- 
venir en la edad madura; pero comunmente sa 
observan sus ataqvies antes de los treinta y cin- 
co años. Mientras mas temprano se manifiesten 
los dolores, tanto mas se debe recelar del reu- 
umatismo. Las distinciones deducidas del tem- 
peramento son difíciles de comprender: los pic- 
tóricos y los sanguíneos se parecen mucho. Los 
sanguíneos que tienen la cutis mas tupida, y 
una°compleesion fuerte, están mas sujetos al 
reumatismo. Los gotosos las mas veces son fuer- 
tes y vigorosos. 

Estas casi siempre se hallan complicadas con 
diferentes virus. 

GENERO DÉCIMO CUARTO. 

Gota d podagra. 



hereditaria, pero parece que algunos la 
padececen sin esta disposición, pudiéndose por 
tanto contraer por diversas causas. El estimulo 
productor afecta las partes ligamentosas, tendi- 
nosas ó membranosas de las articulaciones, y las 
debilita de tal modo, que produce una sensa- 
ción molesta de dolor. 

Si fuera posible determinar por ciertos ter- 



i y* 

minos los diversos temperamentos, diriamos que 
la gota es particular á los hombres de tempe- 
ramento sanguíneo, y muy rara en los que 
son de un temperamento puramente sanguíneo» 
melancólico, á los robustos y obsos que abusan a 
de fuertes incitativos, con especialidad cuando 
pasan una vida ociosa, y sedentaria, como a<i 
mismo glotones: Las mugeres no la padecen tan- 
to, rara, vez se ve en la infancia ó puericia, y 
en los que ejercitan su cuerpo nsrndo de die- 
ta vegetal, y generalmente hasta que no han 
pasado de la edad de los treinta y cinco anos. 
Causas. Son dos psedisponentesy ocasionales, 
las primeras comprenden la edad, la dispoci- 
cion particular que adquieren los órganos, y 
todas las partes desde su formación, ó como quieren 
algunos una acrimonia particular, ó bien sea 
diátesis gotosa, que llega á actuarse por la ac- 
ción de causas ocasionales. Las segundas pare- 
cen ser de dos especies: Primera, las que pro- 
ducen un estado de plétora: Segunda las que 
en los pletoricos inducen un estado de debili- 
dad. Las de primera especie son la vida se- 
dentaria 6 indolente, banquetes, bebidas &c. 
Las de segunda especie son los escesos en la 
venus, bebidas embriagantes, indigestiones airi- 
cacion al estudio, ó negocios, vigilias, evacu - 
ciones escecivas, cesación de los trabajos acos- 
tumbrados, mutación repentina de alimento ani- 
mal abundante, á una dieta severa, abuso de 
los áocidos, y acescentes, frío aplicado á las ex- 
tremidades inferiores. La primera especie de 
causas ocasionales parecen obrar aumentando 1% 



195 

disposición que va ecsisliaj y las do segnnd^ 
son las que comunmente determinan ío> [.lune- 
ros alaques, y su repeticioo, 

JLa afección al parecer inflamatoria ó co- 
mo ericipelatosa de alguna de las articulaciones, 
constituye especialmente la que llamamos paro* 
gismo de gota. 

Sintonías. Viene do golpe alguna vez, ce- 
sación de un sudor acostumbrado en los piqs, 
un frió estraorvünario de estos, y de las pier- 
nas entorpecimiento frecuente, ai que sucede 
alternativamente una sensación de picor, que so 
estiende á lo largo de las estremidades infe- 
riores, frecuentes calambres de los músculos de 
las piernas, y una tumefacción csíraordinaria 
de las venas. 

Cuando todo esto se manifiesta en las es- 
tremidades inferiores, el cuerpo padece un cier- 
to grado de entorpecimiento y de languidez, y 
las funciones del estómago están mas ó uaenoa 
turbadas, se disminuye el apetito y se sienten 
flatulencias ú otro síntoma de indigestión. 

Todo sucede muchos dias; y en alguna? 
ocasiones una semana ó dos antes que pare-zea 
el parogismo; pero comunmente el dia que lo 
precede, el apetito es mejor que lo ordinario. 
Primavera y otoño son sus estaciones en las al- 
tera .¡i vas del aire. Suele comenzar a la entra- 
da de la noche su invasión ó á la niadru 
¡¿a estímulo suele atacar la primera articulación 
del dedo gordo de un pie, desde donde se es- 
tica le al talón: en. e^te estado suele haber ca- 
losfríos, los que cesaa á propoiciou que se an- 



196 

menta el dolor, acompañándolo su apírectfá, stí 
liare mas intenso por grados, cediendo luego 
por el cuismb orden; todo en el espacio de vein- 
te y cuatro horas, despees de cuyo tiempo sue- 
le venir un saior suave y viene e! sueño, La 
paite afecta aparece después de esto con tu- 
mefacción y rubicundez, sintonías que duran al- 
gunos dias y se desvanecen por grados. Cuando 
ha desaparecido, mediante ia repetición de al- 
gunos incultos, queda Ubre por" un poco de 
tiempo, corno si nada hubiera padecido. 

En los principios cuando son insoportables 
los dolores, tardan en reproducirse tres y cua- 
tro ano»; pero después cuand . tanto, se 
hacen unas frecuentes de día en día; de suerte 
que á excepción de dos meses en el estio, lo 
restante del año sufren los enfermos el paro- 

fismo. 
'ambien se juzga de sus progresos por las par- 
tes atacadas. Comunmente al principio está so- 
lo atacado un pie, de pues lo están ios dos, uno 
después de otro en cada parajismo, y continuan- 
do ia enfermedad, no solo ataca los dos pies á 
un tiempo mismo, sino también, otras coy-mia- 
ras, y sobre todo las esfremidades superiores e 
infrriores, y casi no queda ártico I a ojón libre. ?*i 
se ha padecido mucho, suceden muchos desar- 
reglos; se forman concreciones de naturaleza 
calcárea á lo ésteripr de las articulaciones que 
impiden el movimiento, se ven síntomas de afec- 
ción nefrítica calculosa. Se ha dividido en re- 
guiar é irregular: primera, es la que acabamos 
de describir: la segunda se ha subdividido ea 



1!)7 

atódico, retropulsa, mal .situada ó vaga. 

Primera atónica. Se manifiesta por la debi- 
lidad del estómago ó de cualquiera otra parte 
interna. Sobreviene cuando la diátesis gotosa do- 
mina en en todo el sistema, auu fiio sin embar- 
co por razón de ciertas causas no pro^uc» 
afección inflamatoria de las coyunturas. 

Síntomas. Afecciones particulares del estó- 
mago, inapetencia, indigestión, a, vómito, 
ftatuí encía, eructos agrios y dolor en la región 
«leí estómago; a ei ,tOb sé juntan casi siempre do- 
lores y calambres en diferentes partes del tron- 
co, y en las estren - estreñimien- 
to, y alguna ws, diarrea riada de cóli- 
co. Estas afecciones del canal alimenticio, casi 
siempre se h-aliao reunidas á todos los síntomas 
de la hipocondría, como el abatimiento de esx 
JiírítR, una atención constante % inquieta á las 
sensaciones, mus ligeras, la eesagerasion imagi- 
naria de estas sensaciones, y el recelo de que 
llegue á tener resultas peligrosas. En esta las 
entrañas del pecho están también alguna vez 
¡afectas. Sobrevienen palpitaciones, delirios, asma, 
especialmente cuando la gota atónica viene á 
■consecuencia de la otra especie que llamamos: 

Segunda gota retropulsa. La cual habiendo 
empezado & manifestar e en las articulaciones, 
cesa de golpe, y al mismo tiempo se le sigue 
Ja atonía del estomago, ó de cualquiera otra 
parte interna, algunas veces el síncope, ap' pie- 
gia, perlesía &c. en cuyos casos no se puede 
dudar que todos estos síntomas sean una par- 
ta de la misma enfermedad, aunque lu afee- 



198 

cion parezca diferente, según las entrañas á don- 
dése encamina . 

Tercera f mal situada ó vaga. Es aquella en 
donde !¡i diátesis gotosa en lu^ar de producir 
la inflamación en ias coyunturas, ocasiona en al- 
guna parte interna una afección semejante que 
se maniíiísU por los mismos síntomas que acom- 
pañan á ia inflamación de estas partes origina- 
d ús por otras causas, 

Curación. Si recorremos la serie de causas 
que pueden darle origen,, debe establecerce do 
dos maneras, una, dentro de ios incultos, y otra 
fuera de ello-;. Aquellos para hacerlos nías so- 
portables, están indicados los corroborantes, in- 
citativos, el éter, opio, aímisele, alcanfor, espirita 
de asía de ciervo y otros de esta ciase. Las 
sangrías locales recomendadas por algunos de- 
ben proscribirse; pero pueden ios baños tibios, 
espíritu de vino rectificado, cataplasmas anodi- 
nas, y otros tópicos capaces de v&riar la organiza- 
ción de la parte, cantáridas, y la morsa. Los pur* 
gantes suaves para mantener el vientre libre. Aca- 
bada la accesión se abrigará la pinte, la gota 

Atónica. Los amargos, de (puna, pero re- 
tendrá cuidado de no darlos constantemente 
por largo tiempo. El remedio mas eticáis 
para íoríicar el estomago es el hierro: se pue- 
de dar de diversos modos, pero el mejor es el 
azafrán de Marle. Para sostener el tono del es- 
tomago se pueden dar los aromáticos, pero e^ 
menester usarlos con precaución: en esta e¿ 
indispensable evitar el frió, y el mejor medio 
es evitar climas caliente* en el invierno, la ¿ota 



109 

Retropnlsa. Ecsige, primera: derivar el estí- 
mulo á la parto ti «gundav 

vigorizar la parle qu-^ ha cwfi i parió I 
toso: tercera, ésettar conferfmtes pura i- ■• 
el sistema todo. La p ■ ' a v \~ 

gímela espíritus ardie *< vl * 

nos rigorosos nnidos á los 

lientes), Los Rieres v U del () ¡ lin - 

La disolución de! aaafetida en volátil, 

dada con ios e suplir 

la indieaciou (jue se propone. Los narcóticos sop 
muchas veces ufl r i licaz, y se pnede in ( z. 

ciar con lo? aromáticos como lo están »*n e< 
terio tebaico, 6 con el alcanfor y el aikali vo- 
látil, con especialidad cuando afecta pulmones, 
Intestinos ó estáma&o, en enyo caso tienen mu- 
cho lugar los vegigatorios aplicados en estas 
©artes. l«á tercera, se satisfará proporcionando 
los diaforéticos v k mus ios que sirven para es- 
cilar evacuaciones convenientes ala parto en- 
ferma. Si ocurriese la got;i 

Mal situada ó vaga. En que la afección in- 
flamatoria en lugar de encaminarse á tus extre- 
midades, ataca cualquiera parte Loteraa, en es- 
te caso se tratará como si fuera una inflama- 
cion iJiopáíica, con sangVtós y demás convenien- 
tes á la parte afecta. En los intervalos de los 
paroxismos gotosos se hu de poner la me.vor di- 
ligencia en evitar las potencias nocivas que pue- 
dan contribuir á la reproducción de los insul- 
tos. Comenzando por vestir todo el cuerpo in- 
teriormente de franela, á fin de mantener cons- 

taate la transpiración, hacer ua moderado y gra- 



so© 

dundo ejercicio, observar no redimen alimenti- 
ció parco, esacto, carnes tiernas, alo-rtn poqui- 
to de vi¡ o Ste. pues aunque hay quien preten- 
i i que absteniéndose enteramente de estas stls- 
*S usando en su lugar de solo vegetales, 
re puedfe preservar y curar la gota: si hemos 
de dar ciediío á las opiniones, de que esta en- 
fermedad depende de un esceso de ácidos, sien- 
do Jes vegetales los que especialmente favore- 
cen mas estos productos, parece que debe au- 
mentarse con su u:-o, por lo que á mas del 
buen régimen en comidas, bebidas y ejercicio 
que es lo genera!, se podrá echar mano de al- 
g-nnos ligeros absorbentes, v. g. la magnesia 
cada veinte y cinco día» r.na onsa en seis par- 
tes, para tomar una cada día, para embotar de 
este modo el escésq de ¡iccidos, y moderar 
en algún tanto las fuerzas de la enfermedad. 
Conviene evitar la pérdida de humores, sien- 
do perjudicial el uso de la Venir.. El temple 
del aire no deberá pecar ni en ca!or ni enfrio*. 
Los efectos del espirita no deben ser muy acti- 
vos, ni permanecer en una íoíal inacción. El 
uso de ia quina y del hierro podrán formares» 
célenles iietnedios durante estos intervalos, sir- 
vieudo al mismo tiempo para fortificar el siste- 
ma gástrico, de cuyos desarreglos se han per- 
suadido alguno^, que íraia i origen ¡os párolis- 
idos gotosos. Lüs alcalinos han tenido' mucho 
crédito para precaverlos, especialmente ea la 
gota acompañada de afecciones calculosas. 



201 
CAPITULO IV. 

Esantemas en general. 



ft^e" da él nombre de flecmaeias exantemática*, 
ó cal enterras eruptivas á aqneiias en qne apa- 
recen erupciones cutáneas, flecmonosas, ó eiisi- 
pelatosas, en forma de fiioctenas ó de manchas 
purpureas ó cárdenas. Por lo general ño -c 
pro(Jucen sino por la acción de un contagio 
particular: principian por la calentura á l¡i cual 
se sigue una erupción particular en la super- 
ficie del cuerpo. Muchas de estas enfermedades 
no acometen sino una sola vez en la vida, y 
sus síntomas son en general los que regular- 
mente acompañan á las inflamaciones. Y aun- 
que los etísUntemas acometen constantemente 4 
la cutis, y tegumentos, unos atacan ciertas par- 
tes con preferencia á otras, y se distinguen por 
su tamaño y asiento; asi unos ocupan los va- 
sos cutáneos, otros el cuerpo mucosado de mal- 
pigio, otros atacan el tegido celular los folículos, 
ó las glándulas, ó se entienden por toda la cu- 
tis apiñados ó esparcidos, va forman equimo- 
sis, ya postillas de un genero determinado en 
un ámbito, color, y magnitud, ya vegigas, am- 
pollas, y tubérculos de cierta medida, y esten- 
Mon, unos degeneran en su declinación en ca- 
rácter pútrido, mas bien que otros &c. esto ha 
hecho que algunos hayan distinguido los ecsan- 
teraas, en benignos, tifoideos, y pestilenciales; 
pero es indudable que si desde el principio nía- 



20S 



infestasen esta facióle, no deberían reducirse á 
Ja cíase de puras flecmacias. Conservando pues 
Ja naturaleza inflamatoria, como necesarias en su 
■curación las sangrías, bebidas diíueníes, y 
subácidas, el método refrescante, aire puro t 
jnumenV, | a dieta rigorosa &c. según espon- 
dremos en la enumeración de Jos géneros. 



GENERO ÍRIMEUO. 

Viruelas. 



fas viruelas son una enfermedad ecsantemn- 
tica, febrií, contagiosa, aguda, siempre prima- 
ria caracterizada por unas postillas que nacen 
en la superficie de la cutis, pequeñas, encarna- 
das, por Jo común flecmonosas, semejantes á 
Jos barros, saliendo primero en la cara y cue- 
llo, y aun en la parte cabellóse de la "cabeza, 
atendiéndose después al pecho, hombros, ma- 
nos, y lo restante del cuerpo, y creciendo po- 
co á poco casi hasta la mitad 'de un guisante 
pequeño, Jos cuales se supuran á pocos días, 
terminando en unas costras que lnego se caen 
por sí, y dejan ciertas señales encamadas que 
insensiblemente desaparecen, y á veces hovus 
ó ¿cicatrice*. Por io común ías acompaña ce- 
1 entura, aunque á veces siendo benigna, ó no 
se manifiesta esta, ó apenas es perceptible, ó 
mas bien guarda un carácter errático. Siempre 
dependen del contagio de Un venero particular, 
cuya acción se desenvuelve con especialidad en 



m 

ciertas estacione?. Reina epidémica ó esporádi- 
camente y acomete á los sujetos predispuestos, 
sin esceptuar ni aun á los lelos, y á los ancia- 
nos* Regularmente se padece una" vez sola e'fl 
la vida, y con preferencia en la niñez; pero 
hay muchos ejemplos de haber repetido iUt, 
tres, y aun mas veces particularmente habiendo 
sido benignas, Los autores han deducido su di- 
ferencia de su origen v naturaleza. Pe la íi- 
gura de las pústulas, de sti situación, y de su 
mayor ó menor gravedad. Se consideran cua- 
tro periodos, el primero que Sidenahu llama de 
separación, y otros aparato de los ecsantepja^ 
estado de contagio, de ebulición, de eferves- 
cencia, de geminación &c. Coroprchende tndo 
aquel tiempo que antecede á la erupción, y co- 
mienza desdé la primera invasión de la calen- 
tura, á veces falta este periodo y el mal prin- 
cipia desde luego con la erupción. El segun- 
do es el periodo de la erupción llamado tan?- 
bien de la inflamación, y se cuenta desde la 
primera apariencia de las postillas, que se ve- 
rifica unas veces al segunda dia, otras al ter- 
cero ó ma» tarde. Tercero, cuando las postilla* 
se hinchan, crecen y se supuran, por lo que 
fe llama de supuración y maduración: conclui- 
da, est'i las postillas te secajr, se convierten en 
costras, y se van cayendo poco 4 poco, y es 
eí cuarto periodo de la disecación ó declive. 

Pronostico. »Se debe atender al carácter de 
la calentura, al estado de la erupción, y á la 
constitución del individuo. 

Curación. En el primero y segundo perio- 



204 
t aun en los principios del tercero, conviene 
el plan refrigerante y d ilncníe, y en lo sucesi- 
vo el tónico y antipútrido. Divídense en discre- 
tas y ¡confluentes: las primeras son aquellas en 
que hay pocas pústulas, que estas están saltea- 
das, tienen figura circular y levantada, y que 
la calentura cesa por lo general luego que se 
lia completado la erupción. En la confluente 
las pústulas son numerosas, y por lo regular 
juntas sin estar circunscriíass, parecen flojas y po* 
co levantadas, y la calentura continúa después 
de la erupción. 

Subdivídense ambas en benignas y malig- 
nas. Las primeras son aquellas que las acompa-k 
íia una Calentura simple, que termina conclui- 
da la erupción* que se maduran con facilidad* 
que en pocos dias supuran y se caeh sus cosa 
tras maduras. Las segundas aquellas á quiénes 
acompaña una calentura de mal carácter que no 
cesa efe,ctuada la erupción, que con dificultad 
supuran y en las que se advierte suma debi- 
lidad, los pulsos muy pequeño** leve y conti* 
ñuo delirio; las pústulas y granillos muy peque-* 
ños, acuosos, hichorosos y negros, manchas cu- 
táneas, hemorragia, desasosiego, fastidio, ronque* 
ra, dificultad de respirar &c. 

Primera especie: viruela discreta. La Calen- 
tura eruptiva es moderada, y parece ser cotí 
evidencia del género de las inflamatorias si- 
nocales. 

Síntomas. Se rnuncia por frió, y comunmen-* 
te está acompañada de languidez considerable j 



205 , 

cíe modorra, la accesión del calor se forma Ju 
instante, y por lo común se aumenta al segun- 
do ó tercero día': por todo este tiempo lo* ni- 
ños se despiertan las mas veces sobresaltados y 
los adultos si guardan cama sudan mucho. id 
día tercero se padece alguna Vea una o dos 
accesiones epilépticas, manifestándose en segui- 
da la erupción, que se aumenta por grados en 
el espacio del cuarto y quinto dia, de>cn!>; ¡en- 
dose al principio en la cara, y sucoesi va menté 
en el pecho, y partes inferióos, de modo quó 
en el dia sesto está esparcida úompletamenle 
por toda la seperficie. Desde el día tercero la 
calentura baja, y cesa del todo acia el quinto 
ó sesto. La erupción aparece al principio, bajó 
la forma de puntillos encarnados apenas emi- 
nentes, que se levantan por grados, y forman 
granos, por lo regular salen pocos de estos en 
la cara, y aun cuando salgan muchos están dis- 
tantes y separados los unos de los otros. El ses. 
to ó séptimo dia, se descubre en la punta dó 
cada grano, una vegiguiila que contiene un hu- 
mor casi sin calor, ó de un color de miel: es- 
tas vegiguillas crecen solo en estehsion por dos 
dias, y se nota un pequeño hueco en su me- 
dio, mas acia al octavo se levantan ya en pús- 
tulas esféricas. Después son rodeadas de un bor- 
de inflamado esactamente circular, que convini- 
ca cuando son muchas un cierto grado de in- 
flamación á la cutis vecina, y da también color 
carmesi á los espacios intermedios. Cuando hay 
muchas en la cara [lo que sucede acia el octa- 
vo dia] toda ella se hincha mucho y con es* 



206 
pecialidad los parpados, dental modo que los 
ojos se cierran enteramente» Mientras que la en- 
fermedad Jiaee progresos, la materia contenida 
en las pústulas, se hace por grados mas opa- 
ca, ó blanca 6 amarilla. El once disminuye la 
hinchazón del rostro, y las pústulas parecen del 
todo llenas. Se ve en la punta de cada una, un* 
mancha mas obscura que el resto: en este lu- 
gafi se abre por n el once ó poco después, y 
sale de ella híiá porción de la materia que con- 
tenia, a su consecuencia la pústula se arruga 
y se dé-hacé, la materia que sale se seCa, y for- 
ma una costra en la superficie. .Alguna vez no 
Sale sino una pequeña porción, y la que que- 
da se espeza y aun endurece; y asi se ca* 
en y dejan el cutis qué ocupaban de tm 
fcolor rojo obscuro, que hasta pasados mu* 
ehos dias no toma su color natural, algunas de- 
jan hoyos ó cavidad. Después sucesivamente las 
del resto del cuerpo, las mismas mutaciones, la 
materia de las manos y brazos con prontitud sé 
absorve, y cuando la enfermedad ha llegado 4 
su periodo mas alto, se aparece á unas vegi. 
guillas vacias. En, los dias once y doce cuando 
desaparece la hinchazón de la cara, las manos y 
pies se hinchan, y deshinchan después á pro- 
porción que las pústulas se van madurando* 
Cuando hay muchas en la cara, sobreviene nrl 
grado de pirecsia el once y doce que desapa- 
rece luego que las pústulas han llegado á su 
perfecta madurez, ó subsiste en un grano mujr 
moderado, hasta que las de los pies han re* 



207 
corrido sus diferentes periodo?, continuando ra- 
ra vez por mas tiempo la calentura en la virue- 
la discreta. Cuando son muchas las do la cara 
viene el diez y seis ó diez y siete una indispo- 
sición de garganta, acompañada de ronquera, y 
se desprende de la boca tin liquido tenue. Sín- 
tomas que se aumentan con la hinchazón de la 
cara, y espezandose mas los líquidos que filtran 
de la boca, y de la garganta, se arrojan con 
mas dificultad, y lo mismo para tragar: ias be* 
bidas casi siempre se arrojan, ó salen por !a na- 
riz, pero todas estas afecciones de las fauces, des» 
"aparecen á proporción que la hinchazón dismi- 
nuye. 

Segunda biruela confluente: En esta su carre- 
ra es regularmente la misma que la discreta, pe- 
ro los síntomas de cada periodo son mas violen- 
tos, y se observan muchas circunstancias dife- 
rentes. La calentura eruptiva es mas violenta: el 
pulso mas frecuente y comprimido, y se aceren 
mas al que se nota en tifo, la modorra es m;\s 
considerable, y casi siempre hay delirio. Vó- 
mito, á la invasión, en las criaturas muy pe- 
queñas las acciones epilépticas, alguna vez son 
muy frecuentes los primeros (lias do la enfer- 
medad: también se ha visto hacerse mortales, 
antes que apareciera la erupción ó ser el pre- 
ludio de una viruela muy pútrida ó muy con- 
fluente. La erupción suele no presentarse hasta 
el dia sesto ú octavo, y las mas veces está acom- 
pañada ó pre cedida de uoa eflorescencia eri- 
sipelatosa. Ajgunas veces la erupción forma es- 
pecies de racimos, del mismo modo que la del 



208 
sarampeon, y cuantía se hu completado, los gra- 
nos son siempre numerosos en. la cara, y al mis- 
mo tiempo mus pequeños y menos eminentes que 
en la discreta. Lue^o que se lia completado 
algo remite la calentura, pero lejos de disipar- 
se del todo, pasados trescientos cuatro di*s se 
aumenta de nuevo y continúa violenta por todo 
el espacio de la enfermedad. Las vegiguil las que 
se forman en las puntas de los granos, suelen 
aparecer mucho antes que en las discretas, que 
crecen y se estienden, no conservan ni figura cir- 
cular, sino toman toda clase de figuras irregu- 
lares. Una gran porción se confunden las unas 
con las otras, y con mucha frecuencia la cara 
está mas bien cubierta de una sola vegiga, que 
de número determinado de pústulas. TSo se ele» 
van en figura esférica, sino quedan aplanadas, 
y alguna vez toda ia cara presenta una super- 
ficie líbida. Cuando esta cubierta de pústulas, 
no hay bordes encarnados inflamados, y lo lim- 
pio del cutis regularmente está amarillo, y flo- 
jo. El licor contenido en Las pululas que era 
al" principio claro, opaco, se pone pálido ó mo- 
reno, pero nunca adquiere el color amarillo* 
ni la consistencia espesa que se observa en la 
discrota. 

ia hinchazón de la cara que es nula en ia 
discreta, á menos que no haya muchos granos, 
es. casi siempre uno de los síntomas de la con- 
fluente. Sobreviene desde luego, y llega á un 
grado mas considerable, pero disminuye hacia 
el dia diez ó doce: en este tiempo las pústulas 
4 vegigas, se rompen, se arrugan, y arrojan ua 



909 

licor que se. muda en entras moronas Q negras 
que no se caen Insta muetips dias después. La$ 
costras de la cara aojan, etr>ndo se desprenden 
á las partes, que cubrían, sujeta* k una descarna* 
pión que es sin disputa la cau>;< de los hoyo?, 
que quedan después de la enferme lad, Las 
pústulas de la confluente, que pareen en l«J 
Otras partes del cuerpo, estín uyis apartadas 
las unas de las otras que en la ca.ra, pero el 
pus que contiene nunca adqqjere la madures, 
ni la consistencia que la verdadera discreta. La, 
salivación que no acompasa sino rara vez á la 
discreta, sobreviene eon-taníetnente a la confluente, 
Este sititoma, y la afección de la garganta, son, 
nr\uy considerables especialmente en los adiltos. 
En los niños la diarrea equivale casi siempre á 
la salivación. 

En Ja confluente hay con frucuencia una 
putrefacción, ó degeneración considerable dí 
los humores, como lo prueban las petequtas, y 
las ampollas llenas da suero, para bajo «le las 
cuales la cutis parece dispuesta a la gangrena 
y las horiaas ensangrentadas, ó las otras hemor- 
ragias que son síntoma comunes en esta 
enfermada 1. La calentura que solo ha t?ni lo una 
remisión desda el principio de l ¡ erupción has- 
ta la madures, se renueva muchas veces con una 
violencia estraña acia este, pero inmediatamen- 
te después esto es lo que se llama la ca- 
lentura secundaria, cuya duración y écsito varia 
según los diferentes casos. 

Proahri'u. Cuanto mas conserve el tipo de 
discreta, tanto meaos hay q(us temer; y cuant» 



210 
coas á, la confluente, tanto mas arriesgada* La* 
discreta no es peligrosa jamás sino cuando hay 
Cinchos granos en la cara, ó por mejor decir, 
cuanto mas se aprocsima á la confluente por el 
grado, de calentura ó putrefacción. La confíen- 
te nunca deja de ser peligrosa, pero es siempre 
proporcionado su peligro á la violencia y dura- 
ción de la calentura, particularmente al grado 
de evidencia en las señales de los síntomas de 
putrefacción. Cuando es muy grande la dispo- 
sición pútrida, alguna vez es mental la enferme- 
dad antes del dia octavo; sin embargo la muer- 
te no sucede muchas veces hasta el once y aun 
se retarda hasta el catorce ó diez y siete. 

Tercera confluente cristalina. Esta es la pri- 
mera especie de la confluente malignando Helvecio: 
sus granos son claros, transparentes y llenos de 
un suero cristalino. E.s diíicil distinguirlas en los 
primeros (lias cuando principian las pústulas. 
Por lo común la precede calentura bastante 
yiva, diarrea serosa, muy considerable, dolores 
de cabeza y una gran sed, cutis blanco amari- 
llo, y todas las partes están algo abotagadas. 

Cuando comienza la erupción, los granos 
parecen de un color rojo mas pálido, crecen 
con mas celeridad, se levantan mas y son ma- 
yores que en las otras especies. El circulo que 
rodea la base de cada grano, conserva siempre 
un color mas pálido, y la pielecilla que 
contiene el humor es mas delgada. Ma- 
chos se apiñan y forman una vegiga llena de 
suero, cuando la cutis que está por debajo se 
descubre pálida. Todas las partes están muy hin». 



211 

cbadas, y como edemetosas; en fin la calentu»^ 
está acompañada de síntomas particulares ;d 
tifus, 6 de una especie de erisipela miliar» seoiej 
jante a la que se observa en la discreta* 

Cu.trta: negra u escorbútica,, Viene precedí* 
da dU 'o 5 mismos síntomas que las otras uulig- 
ñas. La erupción se buce con frecuencia desdi 
el segando dia, los granos tienen un color ne- 
gro y se levantan poco. Cuando s.e abren sale üe 
ellos una sangre muy negra, muy amorata ia, y 
su fondo parece cangrenado. Los enfermas or-., 
dinariamente orinan sangre, otros, por el aqfU 
algunos por las nances, y otros pop la boca al . 
tiempo de escupir, tocer, ó vomitar, Los vacíos 
que separan los granos, tienen un color negcp 
obscuro, la calentura, ©a bastante viva, y los re- 
cargos son violentos. 

Curación Cuando vienen acompañadas de 
calentura inflamatoria, cuando invaden á sájelos 
jóvenes, robustos pletoncos &c. ca los que los 
síntomas de reacción son muy fuertes, será opor- 
tuno disminuir en algún tanto este estado, pai- 
las sangrías moderadas", bebidas subaccidas, y blan- 
damente sudoríficas, que disminuyendo el estado 
de eretismo de todo qI sistema, facilitan 
la erupción, y manifestada debe mantener- 
se en la perisferie, continuando los diafore- 
ticos, evitando el frío, mas ó menos corrobora-tes, 
según la mayor ó menor debilidad. En caso 
que esta sea esce^iva, que los síntomas tomen 
incremento, que se presentan los de putrefacción, 
ó degeneraciones humorales, entinturas de quina 
con los accidos, bien ea tintura opiata, serpentaria, 



*. ! << 

valer¡;ina &c. añadiéndoles el alcanfor, opio, al- 
roisclc &c, en caso da presentarse síntomas ner- 
viosos; por bebida común agua ligeramente ac- 
pidulad», infusión de saúco con espirita nitro dul- 
ce, cbciuiieriiopolicresto, teniendo cuidado de mo- 
derar loa síntomas parciales, como la disfagia, 
epiíura &c, por los adecuados. Como estas en- 
fermedades que reconocen por causas la acción 
de musinas contagiosos no perdonan por lo ge- 
neral á ninguna edad ni constitución, sino que" 
kacen presa tanto en los jóvenes como en los 
^acianos, en robustos como en débiles, circuns- 
tancias que hacen variar ci mótalo curativo; de 
aquí es que manifestándose muchas veces en su- 
getos de esta misma constitución, él pian cu- 
rativo debe ser diferente: por lo tanto, como la 
debilidad y poca acción del sistema que afecta 
a estos sujetos no permite ni que ios síntomas 
de reacción sean muy fuertes, ni que la erup- 
ción se presenta según el orden recular, será 
menester ayudar con los Sudoríficos fuertes ca- 
lientes, como la infusión de manzanilla, ílor de 
Salmeo con un poco de vino, ó este agnado &c. 
mas cuan lo ya la erupción se ha manifestado, 
y principalmente acia el tiempo de la supura- 
ción, que es cuando la debilidad es mas fuer- 
te, se dará tintura de quina sola, ó con su es- 
tricto ó sus opiatas, con serpentaria, sinapismos 
&c. Otras veces suelen venir acompañadas de 
un aparato gástrico, saburroso ó bilioso, prin. 
cipa! monté cuando atacan á sujetos de seme- 
jante temperamento, ó bien cuando reina en las 
estaciones del estio, en cuyo caso debe indicarse 



213 
primero, el emético antimonial v en seguioa el 
plan propuesto según el temperamento del sli- 
geto y la naturaleza de la erupción. 

hj'cctos de la vacuna en el humare. 



't?sde el prjtnero al tercero dia. no siente 
regularmente incomodidad alguna en las par- 
tes vacunad;)?* dql cuarto al quinto sé ponen en- 
carnadas e hinchad;, s las picaduras: del (plinto 
ai íentMno se ponen mas encendidas y se fw'fi 
.nía un gMU.o algq bajo por el medi/>,\.AI cünfc 
plirse el día séptimo se oliendo el grano, v prefi 
scnta, un horde¿ que contiene ya una materia 
clara y nv;y iranspajrsntr; entonces so hunde 
mas el grano (pie el centro. En esta época so 
observa, ar, rededor, de cadi grano mi cerco de 
color encarnado mas ó. menos subido, que se 
llama areola. A este se signo acia el fin del 
dia octavo u noveno, una inflamación flegmo- 
nosa al rededor de los granos. Esta inflamación 
se. estiende á veces Ti muchas pulgadas decu- 
sa grano, y suele cojer todas las areolas for- 
mando una sola hinchazón. 

Desde que se forman las areolas hasta que 
se. versifica esta hinchazón, se halla desazonado 
el doliente, bosteza y á veces tiene nauceas, y 
aun vómitos, como las viruelas inoculadas, bien 
que esto sucede raras veces: suelen tener el pul- 
so acelerado, y aun fiebre que puede durar dos 
ó tresdias: en los nerviosos pueden sobrevenir 
algunos movimientos espasmodicos. Sienten do- 



214 

lores en los sobacos, calor vivo, runcha picazón 
en las' partes vacunadas, y pesadez en los bra- 
zos: Estos ¡efectos no en iodos se imitan, pero 
siempre se nota cierta hinchazón ai derredor de 
c;id;i grano; el grano ha tonudo entonces todo 
su incremento, y connene un humor claro. Des- 
de el dia rtoeye al arfeé se desvanece la hin- 
chazón, y regularmente solo quedan eflorescen- 
cias que se éstiénden á veces y cesa la liebre. 
i\l fin del dia dit-g o ai comenzar el once se 
forma una costra amarillenta en rn«*dJo (Je ca- 
da grafio. E>t;is se eqdegreéen (leí doce al troco 
y cae desde ¡os veinte y cinco á los treinta días. 
A veces si las picaduras se hacen profundas, 6 
se rozan, se forma debajo de la costra una su- 
puración aparente, pero esto es muy accidental. 

Fu ha vacuna. 



k si se llama la que no preserva de las vi- 
rueht:-, y se conoce, en que su curso es mas 
rápido, y mis prematuros sus efectos, que se co- 
mienzan á advertir desde el dia siguiente y a 
veces en el mismo dia de la vacunación, for- 
mándose en donde se hace la inserción una li- 
gera hinchazón que se bija y se entiende: áesde- 
entonces se presenta una areola que las mas ve- 
ces es de color rojo pálido. Antes del dia ses- 
to aparece un grano, por lo común de forma 
irregular, que en lugar de estar unido por el 
centro, se levanta en punta, y parece formado 
por una materia amarillenta, que ai secarse to- 



SI* 

ma el aspecto de la gomo, v nunca presenta 
aquel \\<o plateado de la verdadera. Esta do- 
cencia, cayos periodos no sun conocido." V rein- 
ares como los de la verdadera, se desvanece 
casi siempre sin que se Bianihéste lu liebre. 

Época cu aue se /.a de tcuiai ¿/ finido. 

En el dia ocho y nueve se toma á tiem- 
po que el grano esté rodeado de una areola 
viva, y bien formada* Si ;>e comenzase a for- 
mar costra en medio del grano, no seria la 
materia seo-uro, porque entonces ha perdido va 
su claridad y transparencia, y se ha puesto ama- 
rillenta en forma de pus», Cuando la yactma es- 
tá connaturalizada en un pueblo,, se ba de pre- 
ferir el inferirla de brazo á brazo, esto es, de 
un vacunado a e-tro que se quiere vacunar, 
porque entonces no tiene el Huido tiempo pa- 
ra desmejorarse. Se ha do tornar de los ^rauos 
qne están todavía intactos, ó que tvo se han abier- 
to ni con instrumento, ni por casualidad. 

JiTéíodo de adquirir el fluida y hacer la pU 

cadura. 

Se pica ligeramente en diferentes partes, 
del borde que forma el grano, evitando que se 
liag-a sangre, pues si se mezcla con el fluido 
lo desmejoraría. Al mismo instante se ven sa- 
lir de las picaduras gotas de una serosidad trans- 
parente con que se humedece la punta del ins- 
trumento. La picadura para vacunar se debe 



hacer entre la epidermis y la piel, si se hicie- 
se profunda saldría sanare, y esta echaría fue- 
ra el fluido vacuno que se ha introducido, ó 
so disminuirá su actividad mezclándose con ella. 
i-jsta es una de las rasones porque no surten 
efecto todas las picadura?. Se debe dejar nn 
ín-fante la lanceta debajo de la epidermis, y no 
sacarla hasta comprimir un poco eon la I le- 
ma dal dedo la picadura, orno para enjugar 
la lanceta. 

Método para conservar el finido y enviarlo 
lejos. 

De tres modos se con-erva: en hilas, en lan- 
ceta y en crista!. El que se pone en hilas tie- 
ne el grado conveniente que forma escamas, y 
no se conserva enteramente en ella?, en cuyo 
caso no surte regularmente efecto: recogido en 
lancetas toma orin, y e^to le desmejora y ha- 
ce mudar de naturalega. El mejor medio y mas 
conveniente de conservarlo bien y enviarlo le- 
jos, es ponerlo entre dos cristales juntos unos 
con ptros, y cubrir con cera todo el bordo. Pa- 
ra emplearlo conservado de esta suerte, se des- 
lié con una gota de agria fría y bien ciara, has- 
ta que adquiera una consistencia ligeramente 
esposa, y cojan de él las lancetas con que 
6e han de hacer las picaduras. 



217 

eBsi:nvAcioNEs. 



C^i ía persona que se va a vacunar está *á- 
na y buena,- no ec ioe esta operación prepara- 
ción alguna* pero sind lo esíutiepe conviene 
restablecer su salud. Aunque en general no ec- 
sige p 1 re caución alffnna, un esceso de pruden- 
cia puede pedirla £fí algunos casos. Se puede 
vacunar 4 un niño desdé los dos meses de edad 
hasta la primera denuncien* y pasada esta hasta 
la seo-iinda. El método de las picaduras es pre- 
ferible á todos los demás. Aunque basta que 
sa l<ra un grano vacuno, para que sea legitima, 
y preserve, so hacen desde tres hasta seis pica- 
duras, pues cuantas mas sean, mas seguro éty 
que alguna de ellas formará grano, y nn flui- 
do vacuno se podrá estraer. En algunos ha ha- 
bido que repetir la vacunación muchas veces, 
pero esto es raro, v cuando se pasa el fluido 
de brazo a brazo, cuando este se halla Cn un 
punto de madurez. No salen granos de vacuna 
sino en las partes que hacen insiciones; algu- 
nos han asegurado que saleíi en otras partes 
del Cuerpo. Ño hay un solo ejemplo de que la 
vacuna sea contagiosa, ni se puede comunicar, 
sino mediante la inserción del fluido Vacuno. 
A veces no se declara la vacuna hasta les dios 
seis, siete y ocho, y aun en roas tarde, y se han 
visto picaduras en que comienza á hacer mi 
efecto, mientras se van sacando otras hechas al 
mismo tiempo. Mientras dura la vacuna no es 
necesario dar al vacunado medicamento alg-uno 



218 

ni sujetarlo á cierto régimen, a no ser que 
sobreviniese alguna novedad particular: baste en- 
tonces precaverla de las causa* de las enferme- 
dades, y de ias indisposiciones. Arinque la va- 
cñna preserva de las vinlela-, no pone á cubier- 
to al vacunado de otras enferme ti a des, ni tiene 
influjo sofríe ellas: las señales del mal que so- 
brevenga, indicarán el régimen qué se ha de 
regir en su curación. Puede suceder que al- 
gunos días antes de la vacuna haya contraído 
alguno el contagio de las viruelas, y entonces 
como el fluido vacuno no está ¡i tiempo de im- 
pedir los efectos del virus varioloso, siguen su 
curso regular las viruelas, y la vacuna sin con- 
fundirse una con otra. Tatnbien se lia manifes- 
tado alguna vez, á pocos dias de ejecutada la 
vacunación, el sarampión, la alfombrilla &c. que 
siguen sus periodos muy regulares, y la vacu- 
na aunque retardada, los sigue despules igual- 
mente: conviene que un facultativo instruido se- 
ñalo el momento favorable de vacunar, asi como 
m la vacuna es verdadera ó falsa, y que asis- 
ta al vacunado para auxiliarle en las otras en- 
fermedades, qne un este tiempo le pueden so- 
brevenir. Si se vacuna alguno que lira tenido 
viruelas, ó se sospeche haberlas tenido, nadie 
se servirá del fluido vacuno, que este produs- 
ca, porque se propagaría la falsa vacuna, que 
«o preserva de las viruelas. 



21.0 

«ENERO SEGUNDO* 

Sarampión* 



'cupa la pefisférié en toma (le picaduras, y 
mahchitas encarnadas, calentura y denlas santo.; 
mas catarrales que le acompañan. Es infantil 
Comunmente es epidémico al principio de ene- 
ro y cesa inmediatamente pasado el solsticio del 
estio, pero varias circunstancias que hacen el 
contagio, pueden producirlo en oíros del año* 
Algunos lo consideran, contendencia á la putre- 
facción, pero si hacemos atencio á que gene* 
raímenle se presenta, como está dicho, tiempo 
en que regularmente no ejerce su acción nin- 
gún miasma contagióse; ií observamos al niiv- 
líio tiempo que cuando se adelante hasta el es- 
tío, sus síntomas son entonces mas benignos; y 
finalmente que acomete atodo genero de perso- 
nas y á toda clase de temperamentos siendo aá 
que el miasma pútrido, ejerce su acción especial- 
mente con las personas robustas, jóvenes, y de 
un temperamento sarpuioo, desdo luego podrá 
concluirse, no debe colocarse este contagio entré 
aquellos que participan de la natureleza adiná- 
mica. 

Causas. Contagio, agregándose cierta de- 
posición particular individual, y una constitución 
particular de la aímósíefaj y asi se ha dividido 
con raeon ne epidémico y esporádico, distin- 
guiéndole por un carácter en benigno, maligno* 
regular, irregular &c. 



220 

Síntomas, Son tres periodo?, primero aparato 
á la niorescencia ó contagio, desde [a invasión 
basta la erupción; y son calentura con incomo- 
didad precedida de calosfríos, gran sed, lengua 
Manca, húmeda, inapetencia, tos seca, pesadez 
de cabeza, prcinipalmeníe en los adultos, ardor en 
la garganta y en los lomos, opresión de pecho, 
respiración, acelerada y frecuente, y aun inter- 
rumpida con suspiros, sensación de peso en la 
región epigástrica, rubicundez y lagrimeo de 
ojos, no p adiendo sufrir apenas la luz; flucción 
de un humor tenue y acre de las narices, con 
frecuentes estornudos, y alguna vez emorragia 
que descarga la cabeza, los ojos, y fauces. Al 
tercer dia se agravan todos estos síntomas, viene 
algún temblor, y salto de tendones en las ma- 
nos; el calor del cutis es intenso y vivo, y á 
veces hay delirio, aneiedad, perogüio, ó una es- 
pecie de coma vigil: vienen nauceas, y vómitos 
biliosos, y con mas frecuencia diarrea de la 
misma especie, especialmente en la época de la 
distinción: con este flujo se modera, y calma re- 
gularmente el vomito, y tampoco estorva la 
erupción, no siendo escesivo. Otros padecen es- 
treñimiento de vientre durante la enfermedad, 
sin daño alguno: los enfermos parecen cansa- 
dos torpes, y pesados; algunos tienen un sudor 
copioso: se hinchan los párpados y toda ia cara; 
se advierte un circulo rubicundo en los ojos, y 
padecen cierto ardor, cuando está ya procsiroa la 
erupción. Estos síntomas se alargan sin remi- 
sión alguna comunmente hasta el dia cuarto y 
quinto, sino viene erupción al tercero. 
15 



221 

Segundo periodo. Es h erupción: comienzan 
á parecer per la frente, y toda la cara anos pun- 
tos encarnados muy pequeños, semejantes á las 
picaduras de pulgas y van aumentando poco $ 
poco en número y tamaño arracimados en di- 
versas formas; desde la cara se van esten- 
diendo á la espalda, al vientre, á los brazos, 
á piernas, y a!li con mas ancleramas encarnados y 
numerosos; pero no mas promitentes eri lo que 
noto variedades relativas a la continuación del 
sujeto. Con este periodo se caimán los síntomas 
mas graves, pero subsiste la tos, y u* veres se 
aumenta por la erupción que suele manifestarse 
en la laringe, traquea &c. y contribuye para 
espectorar su material -mocoso abundante: junto 
a !a tos suele dificultarse la respiración, rubi- 
cundez en los ojo?, incomodidad que se perci- 
be con la luz, lagrimeo, soñolencia, fastidio á 
la comida, sirven con mas suaves y desapare- 
cen en breve. Al día sesío los granos de frente 
y cara son pálidos, se desmolían, y queda ás- 
pera toda la piel, y entre tanto las que ocupan 
las piernas se presentan muy anchas y encarna- 
das. Al séptimo cesa del todo la calentura y 
se desvanece la erupción de la cnlentura, en 
cuyo tiempo se cuenta el 

Tercer periodo. Crisis, declinación, ó desca- 
mación. Al octavo se disipan los granos de to- 
do e! cuerpo, siguiéndose un sudor universal, 
una evacuación copiosa de orina, ó de diarrea, 
que alguna vez degenera en fortín in osa, coli- 
-quativa con funestas consecuencias. El noveno se 



222 

lialla mas restablecido el paciente, y se vé toda 
la piel corno llena de un polvillo harinoso y ca- 
yéndose en forma de escamas con picazón, pe- 
ro sin dejar señal alguna: después de disipada 
la erupción alguna vt-z viene dificultad de res- 
pirar, los molesta y perligilio, no por una tras- 
mutación, sino por no haberse hecho completa-. 
mente la erupción; entonces resolta uña pulmo- 
nía secundaria, cuyos terminaciones suelen ser en 
litia calentura hética. 

Pronostico. Es favorable, siendo benigno y 
regular en los'niños y jóvenes; pero en los adul- 
tos, siendo la erupción muy tarde, en sujetos 
enfermizos, y en los que abusan de un método 
calefaciente no deja de ser peligroso. Es buena 
sofial cuando después de la erupción se halla 
vigoroso y aliviado el paciente, si los granos se 
mantienen encarnados, y si la piel tiene igual 
dolor y alguna tensión. La erupción que se 
mantiene en un vigor mas de cuatro dias es 
sospechosa, y si adquiere un color negro, mar- 
chitándose y aflojándose la piel, anuncia la gan- 
grena, y la muerte. Su reperecion por la im- 
presión del aire, siempre es temible, aunque á 
veces sobreviniendo diarrea, evita sus consecuen- 
cias. La tos continua con diarrea, y gran in- 
quietud, es señal muy funesta porque puede 
puede producir una afección pulmonar que ter- 
mine en tisis. Las hemorragias escesivas son pe- 
ligrosas, como igualmente los sudores muy co- 
piosos, y continuos en los adultos. La diarrea que 
dura aun después de todo, debilita, y produce 



223 

una tabes mortal; otras se ha observado obstruc- 
ciones del mesenteno, ó vómicas pulmonares,) 
algunas queda tos molesta can ronquera, que 
fácilmente degenera en tisis; 

Curación. El benigno y regular, censiste por 
sí solo con la quietud, y la dicta: y cuando por 
la disposición del sujeto necesita mas, 6 sus 
complicaciones, debe atenderse á estos particular- 
mente. Por lo que presentándose en robustqs, 
jóvenes, y pictóricos con síntomas de fuerte in- 
flamación: sangrías: a^i como por cualquier ac- 
cidente que desaparezca la erupción ó disminuya, 
haciendo decúbito sobre alguna parte, especial- 
mente á los pulmones, en cuyo caso se favorece 
la erupción ó evasión del contagio por me- 
dio de los vejigatorios, un ligero emético hipeen. 
cuana, los dijuentes subaccidos, blandos sudorífi- 
cos, como suero con jarabe de limón, éter, frie- 
gas &c. mas si la falta fie acción del sistema 
fuere causa de desaparición o disminución de 
la erupción, se favorecerá por las infusiones <le 
•amapola, saúco, sudoríficos &c. asi mismo al- 
canfor, alinéele, y los calmantes cuando haya 
gran inquietud y pervigibo &c, teniendo cui- 
dado igualmente corregir la diarrea, que so- 
breviene eñ el tiempo de la descamación, sien- 
do escesi va, por el cocimiento blanco de Sidenan, 
diascordio &c. El lagrimeo, estornudo, y prin- 
cipalmente la tos deberán calmarse con los demul- 
centes, y musilaginosos, cocimiento de altea con 
musilago arábigo, como otro cualquier cocimiento 
' pectoral, ú endulzado con jarabe de goma amo- 
niaco. Si llega á adquirir un carácter pútrido, ó 



224 

gan oren oso, entra la (juina con la mayor ener- 
gia, (puede verse á Eulserio). 

GENERO TERCERO. 

Escarlatina, mal colorado d alfombrilla. 

m 



|s una erupción cutama que viene con ca- 
lentura inflamatoria, contagiosa, por unas man- 
cha, ó ersetas encarnadas estendidas por toda la 
superficie del cuerpo, qne después se retinen y 
caen al cabo de tres ó cuatro dias en forma de 
escamas harinosas, y á cuya descamación sigue 
frecuentemente la anasarca. Se divide en simple 
y begnina y en anginosa acompañada de mal de 
garganta. Alguunos confunden la angina maligna 
ó gangrenosa con la escarlatina anginosa; pero se 
diferencia, primero en que la angina maligna, 
aunque suele acometer á todo genero de per- 
sonas, lo hace especialmente á los débiles ca- 
queticos, y mas constituidos; siendo asi que la 
escarlatina anginosa no acomete generalmente 
sino á las personas jóvenes robustas, pectoricas &c; 
segundo la calentura que acompaña á la an- 
gina maligna: es de aquellas que participan, o 
por mejor decir, deben colocarse en la clase de 
tifos, cuando por el contrario la que acompaña 
á la escarlatina anginosa, se presenta con todos 
los caracteres de inflamatoria: las úlceras ó 
astas que se manifiestan en la angina maligna 
son de naturalezagangrenosa, y de un color 
submerico ó ceniciento, trasudan un licor te- 



• 2-2"> 
nue, y corrosivo qne escoria las partes por don- 
de pasa; estendieodose algunas veces estas ul- 
ceras, á todo lo largo del esófago, y de los 
intestinos hasta el ano; siendo asi que en la ca- 
lentura anginosa, bs úleerillas que resultan too 
de color rojo encendido, que casi purpurea, y 
su estension se limita á las amígdalas, y velo 
palatino, adelantándose algunas veces por les 
labios. 

Síntomas. Se vé comunmente ú. principios 
del invierno, y reina toda la estación: vigor, 
calentura que precede siempre; no hay tos ni 
los catarrales del sarampión; no hay anciedad, 
ni vómitos, que preceder, comúnmente a la \i- 
rnela confluente, y aun mas frecuentemente a 
la angina maligna. Éstorvo en la garganta des- 
de el principio. Casi siempre es diíici! la du- 
glncion, y lo es mas en la angina maligna; la 
boca y garganta está ruborosa con tu meí ac- 
ción, hay una porción mayor ó menor de as- 
tas, que se ven rara vez en la angina tonsilar, 
y que son comunmente mas blancas que las de 
ía angina maligna: al tercero dia se descubre erup- 
ción escarlatina en la cutis. Es mas considera- 
ble y universal que en la angina, pero rara 
vez modera la calentura; subsiste segundo y ter- 
cero dias después desaparece y termina por 
descamación harirjosa, entonces cesa comunmente 
la calentura y viene sudor. Las astas caen al 
cabo de algunos dias, disminuye la hinchason, se 
descubre en una amigdola, ó en las dos una úl- 
cera, cuvo pus es loable, pues se curan inme- 
diatamente después que ha cesado la calentura: 



226 

generalmente la corisa es mucho menor que . 
en ia angina maligna, y cuando esta la acom- 
paña, la platería que sale es menos acre, y no 
tiene ¡el olor hediondo, que ecsala en la otra. Des- 
pués de la erupción alguna vez el cuerpo eslá 
afecto de una especie de anasarca, que sin em- 
bargo se disipa insensiblemente al cabo de algu- 
nos días, por cuyo motivo debe ser cauto el 
pronóstico. 

Pronóstico. Aunque no hay síntomas temi- 
ble?, el menor esceso es capaz: de acarrear ter- '.' 
minacion siniestra, pues los que perecen de la 
escarlata, no mueren durante la enfermedad, si- 
no después á causa de ¡a hidropesía dicha que 
le viene, por lo que la tintura de quina debe- 
rá precaver. 

Curación. Cuando sigue benigno, apenas ne- 
cesita de la ayuda del médico, pues asi co- 
mo seria perjudicial debilitar la calentura ppr 
medio de las sangrias, y otras evacuaciones, asi 
por el contrario no hay necesidad que nos 
obligue á ecsitarla con estimulantes. Todo se 
deja á la naturaleza, la que ayudada con di- 
liientes, y el ealor de la cama que es un mo- 
derado lacsante, separa la materia mordifica, pe- 
ro al fin es necesario de algún purgante y re- 
petirlo dos ó tres veces. Cuando es muy violen- 
ta la calentura, pulso lleno, é hinchazón consi- 
derable de las amigdolas, sangria especialmen- 
te en los adultos, sanguijuelas detras de las 
orejas, cuando la turgencia de los vasos cere- 
brales es escesiva por la compresión de la 
garganta de resultas de la hinchazón de las 



2-27 
amigdolas, disminuyendo con las cataplasma* 
anodinas, gárgaras emolientes, leche atoada, dán- 
dole también como alimento, satisfaciendo dé 
este modo dos indicaciones, cuáles son: primera, 
disminuir el estado de irritación v eretismo de 
las partes internas de la boca, que origina su 
ulceración: segunda, presentar un alimento gr.ito, 
fácil de digerir, muy propio de nd ministrar mu 
repugnancia a los enfermos, principalmente cuan- 
do son de corta edad. Al paso que se reco- 
miendan sangrías y sanguijuelas para disminuir 
el estado soporoso, ó de turgencia de) cerebro, 
no olvidar los cáusticos del cuello, y nuca, 
igual que las enemas de orcháta con espíritu 
nitro dulce, ó ledie, en caso que se niegue el 
enfermo ó no pueda alimentarse. Finalmente en 
tomando la calentura el carácter de pntridad ó 
maligna, se trata como se dijo en particular. 
Frecuentemente suele suceder que en la eon- 
valescencia los sigue la anasarca, principalmente 
sí anticiparon la presencia del aire libre, o al- 
gan otro esceso: en esta rara vez ecsigo otros 
remedios que el ejercicio, buenos alimentos, ti- 
sanas aperitivas ó diuréticas', tal como infucion, 
de vayas, enebro, ó cocimiento de grama coa 
un poco de sal de nitro, ó de alcohol nitrico, 
polvos de escilla &c. lo cual promoviendo una 
via conferente, cual es la orina, alivia entera- 
mente al enfermo sin esponerlo á las funestas 
consecuencias que suele traer el aso intempes- 
tivo de los purgante». 



228 . 

GENERO CUARTO. 

Tueste ó laimoa de los griegos. 

^J^iȒa os una calentura remitente nerviosa, 
producida por un contagio ostra ños las mas ve- 
ces ore píivo, v cuya erupción se manifiesta por 
li:ib mes, parótidas, ^utraeé.s ó Klas bien peque- 
ñas ;uí-t.i ias blancas, líbicas, negras, do ía na- 
turaleza d'il carbunclo v espartadas por e! cuer- 
po con súbito abatnnietifo de. las funciones ani- 
móles. 

Síntomas* Calosfríos, dolores acia ol corazón, 
nancea*, vómitos v dolor de cabeza acia la par- 
te media del corola!, vértigos y atnrdiiniento, 
v una calentara vivísima con calor pútrido. E\ 
mismo día ó paradas veinte v cuatro horas, ó 
en el tercero ó segundó, y á vece-; mas tarde, 
viene la erupt'ion de bubones á la-* glándulas 
inguinales ó acsiláres, que otras veces es de pa- 
rótidas 6 tumores en el cuello; ó ya austrases 
6 carbunclos esparcidos, rariablemeute, ó en fin 
en vez de semejantes erupciones ó pintamente 
con ellas, el euerpo se cubre de pústulas ele- 
vadas con rubicundez en so ba>e, y en el ápi- 
ce rm punto blanco, que en el espacio de po- 
cas horas se vuelve negro, el twmor se estien- 
de, v disminuyéndose la rubicundez se endure- 
ce en toda su circunferencia. No siempre hay 
estas erupciones, á veces aparecen leves cesar— 
temas, que no hacen mas que levantar superfi- 
cialmente la piel, como las petequias, el enfer- 



22Í) 
jno perece comunmente ü las veinte v cuatro 
ñoras ó á lo mas en do» días, mayormente si 
llegan á pónanse negras; 4 veces suele no apa- 
recer erupción alguna y solo se observa ana grao 
debilidad, un estremo nhatimíento v el enfermo 
espira de improviso. El ealosfrio que precede, 
sude repetir dos días consecutivos segniíio de 
calor excesivo, y por ¡o comuo el (rio, la acce- 
sión es ile vida. I'ax vjnos H pulso es igual, ma- 
nifiesto, frecuente, pero casi natural; en oíros 
pequeño, débil, acelerado, desigual, y obscura 
la respiración, aunque se ve en unos natural, 
suele frecuentemente estar interurr.pjda de con- 
tinuos y profundos suspiros: la lengua árida sin 
sed, rara v;z negra, las mas veces blanca y 
cargada. Los ojos vivo:, centelleantes aun en el 
i.nayor o-n d:> de potación, y las miradas furio- 
sas semejantes a las de les hidrópicos: todo el 
semblante macilento, y en M pintada la cos- 
ternacion. 0;'¡¡ia natural, algunas veces hay una 
nubécula aceitosa á la que se advierte en 'la de 
los tísicos; y solamente cuando es la calentura 
violenta son rubicundas, y casi de color desan- 
gre. Las deposiciones ventrales biliosas v féti- 
das, cuando .se precipita en una diarrea biliosa 
incorregible. En los primeros dias no ecsala 
mal olor el enfermo; mas después ya se perci- 
be muy desagradable, que se comunica a todo 
lo que se sirve y aun á los muebles y aposen- 
to, lodos sus síntomas son los de las fiebres 
nerviosas, ó mas bien los del tifo pútrido ner- 
vioso, con diferencia que son mucho mas vio- 
lentos aun desde el primer ataque, y son con- 



230 

siguientes al primer calosfrió que le anuncia. 
La i gravedad varia según áüs periodos: son tres: 
primero cuando cfcmienza á parecer y es menos 
grave: segundo, eii que multiplicados los focos 
del contagio, es de consiguiente mas formida- 
ble: tercero, en que dismimn endose ya ei nú- 
mero de aquéllos, va también perdiendo su vi- 
gor la eu/ermedad. 

La p'e«te, aunque sea nna, e inalterable en 
su naturaleza, no siempre presenta el mismo as. 
peptoi le muda relativamente á la variedad de 
individuos que ataca, y en general puede de- 
cme que el temperamento sanguíneo, robus- 
to y vigoroso, es el más éspuesto á su invasión, 
perdona ñus bien á los de una constitución de- 
licada o agoviada por la vejez, y las del sec- 
so débil,- pero cuando acou;eíe u estas, padecen 
juntamente a». flujo uterino, y las preñadas abor- 
tan y perecen. 

Pronostico. Peste, destrucción: estos dos tér- 
minos suenan como sinónimos cu el mko, y 
ofrecen ¡nmedíatamehfe ¡a idea de una calentu- 
ra peligrosísima. Es el único pronóstico que debe 
hacerse sobre ella, siendo quiza una prolijidad 
ridicula fijar á cada síntoma un presagio., y á 
cada estado ia nota de su diversa terminación. 

Curación. Los purgantes mas suaves, solamen- 
te en caso de una cacoquilia gástrica Ó intes- 
tinal; pero siempre su acción es debilitante y 
siempre dejan intacta la gran congestión de sa- 
burra biliaso. Los sudoríficos son ineficaces, re- 
comendados por atomistas que suponen ser vo- 
látiles los miasmas pestilenciales, y su adminis- 



2.11 

traeion por poco continuada que sea Iwi '1° ( 'c- 
efebi litar preoisan^enle. El nombre vago de alee- 
s i t'a marcos, parto de la rutina, comprende el'fár- 
rago de los pretendidos específicos, sin conocer 
la esencia del estímulo, ni observar mis efectos 
sensibles en el cuerpo. El principio vital está 
atacado violentamente po> un. contagio do na- 
turaleza desconocida; pero de mu propiedad 
ainoríignadura: todo ei si.-U-ma sensible cae en 
un estado de debilidad considerable: las íuer- 
i-:;ss vitales se propagan; los líquidos secunda- 
riamente pspertmeqtan una degeneración patri- 
cia, \ en todos ¡os síntomas no se descubre mas 
que aquella primera acción sobre la vida, líe 
tiqui los fundamentos de trida^lae indicaciones, 
en que nada resta que añadir al plan heroico 
de medicamentos tónicos, estimulantes y antipú- 
tridos, establéenla en la curación de los tifos, 
fuera de la mavor diligencia en administrar- 
los, respecto d.« sus dosis v su energía. Aten- 
diendo a los órdenes de síntomas que presen- 
tan unos puramente nerviosos, efecto de la ac- 
ción primitiva descontagio, otros secundarios en 
la masa délos humores, resultados de la prime- 
ra afección de los sólidos que es la disolución 
pútrida. Podemos distinguir estos dos resulta- 
dos nervioso v pútrido para proponer el méto- 
do curativo, sin olvidarnos deque el primero es 
el objeto principal, es pnr decirio asi, la enfer- 
medad misma. Asi es, (pie comenzando por el 
plan dietético, ó establecer según se dijo en 
el tratado general de diesa, dándolo de cuatro 
en cuatro horas, con alguna corta dosis de vi- 



232 

no generoso: bebida ordinaria, agua común fría, 
accidiijada suavemente siendo preferible á otras 
que fu naturaleza misma repngna. Desde la pri- 
men invasión debe preferirse el emético, ven 
particular la raíz de lupeeacnana por su pro- 
piedad tónica y astringente en pequeña dosis, 
este oscilando inmediatamente él estómago, pro- 
paga su acción í todo el sistema, y en todos 
los puntos de la pcrfctferie, reanima las opila- 
ciones de los vasos, limpia y prepara el órga- 
no donde han de emplea; 1 sus Virtildes los me- 
dicamentos. A veces el contagio estingue casi 
del todo la vitalidad, en cuyo ca>o . conviene 
estimular prontamente y nada puede ser mas 
oportuno que aplicar un gran viégigatorio al 
al epigastrio, y propinar interiormente algunas go- 
fio alkali volátil en agua mecía, para aumentar 
la acción del sistema, ó mejor diré, reanimar 
la vida apagada, escitar sus principales fuerzas de 
irritabilidad y sensibilidad, sin las cuales no pue- 
de obrar ningún medicamento: después la qui- 
na, serpentaria, valeriana, cascarilla &c¿ con al- 
canfor, almizclé, cuyas dosis pueden arreglarse 
añadiendo á cada dos ó tres dracmas de qui- 
na, medio escrúpulo de serpentaria, tres 6 cua- 
tro gotas de alcanfor, repetidos de cuatro en 
caalro horas ó bien una poción de triaca, dias- 
cordio, éter &c. disueltas en tintura de qojna 
ó en aguas aromáticas, Si aun con todo se ad- 
vierte la gran perdida de sensibilidad, puede 
unirse a la quina y demás, la mostaza no mo- 
lida, remedio estimulante directo al estómago. 
Si ecsige el caso la pronta administración ele 



2:& 
los estimulante?, no Ha de retardarlo Ia sabur- 
ra de primeras vías, pues es fácil añadirles «tí 
purgante que de ningttri modo puede debilitar, 
formando v. g. con qaina, crémor de tártaro 
y ojimiel simple, un;i conserva que ademas es 
correctiva de la putrefacción. Durante U fiebre 
es menester mantener siempre las inoras de la 
vida en un grado de energía correspondiente, 
porque las medicinas pueden de este ¡nodo au- 
mentar el tono hasta el perfecto equilibrio, que 
este debe guardad con ellas <u> vi estado dé sa- 
lud, lie aqui es que con relación a la postra- 
ción y pérdida de la sensibilidad e irritabilidad, 
conviene aplicar continuamente estímulos pasu- 
g-eros que las reanimen á todos los puntos llori- 
do haya un cúmulo de ellos. Todos los órga- 
nos, iodos los sentidos deben ser estimulados al- 
ie;;.,.! i ('amento según que sean mas 6 menos sus- 
ceptibles (le estímulo. La sal neutra en la bo- 
ca, la ¡uz, la n ísica, los estornutatorios, los si- 
napismos v cantáridas pnestas en distintas par- 
tes, son otros laníos eseftántes poderosos. l>o 
igualmente los eméticos en dosis nanceaban* 
da, no ya como evacuantes, sino como esti rad- 
iantes' d^l estómago y aun de todo el sistema, 
lavativas de vino emético turbio y láscalas 
mi* . s. A veces en e! principio creciendo la 
é irritabilidad en razón dincta «le 
la - aparece un eiceso de acción (pie 

los i lonarios de la diátesis inflamato- 

ria, ■ . . í aumento de tono; pero 

ní-umen aquellas fuerzas y les 
suceden la i idad, la inercia y la muer- 



234 

te. Entonces la aplicación de los estímulos de- 
be ser muy moderada, unir calorantes corrobo- 
rantes, corno alcanfor otítro ó nueve gotas con 
fbnicds directos, y dándolos en forma liquida, 
para qífe do otro modo no estimulen con su 
peso mecánico sin poder tocar en todos los pun- 
tos de !a cavidad del estómago. Seguñ la vio- 
lencia del eslímolo pestilencial corre la enfer- 
medad sos periodos mas ó menos 'lentamente, y 
tal vez el principio, el incremento y el estado 
son tres instantes qne se succeden con rapidez. 
Nada hay que añadir relativo al estado de pu- 
•treíaccioc, esta siempre es una concurrencia do 
la debilidad primitiva qoe se estiende al siste- 
ma vascíírair, y se presenta mas ó menos pron- 
to, seíjun la varia disposición de los individuos, 
sin embargo suele llegar á un grado conside- 
rable que ecsige ausilios directos, y por esto 
debe atajarse. Está bien conocida 4 este fin Üa 
utilidad de ios accidos; pero no totlos convie- 
nen en. su administración ni el justo término de su 
clósi-i. La éspertehciá recomienda particalarm.eu.te 
los áccidos minerales en dosis de un escrúpulo por 
libra: es también útil no interrumpir su ac- 
ción que |es fuerza se ministre lentamen- 
te por ocho diez g"Ot;fS en el caldo, y pa- 
ra corregir la tendencia á la putrefacción. Los 
bubones, peteqnias y carbunclos í\\\<^ apafejgq. 
según la constitución del paciente, son otros 
tantos sistemas que no pueden desvanecerse sin 
el ausilio del plan interior ya propuesto, v nun- 
ca se ha verificado la crisis por semejantes erup- 
ciones. Su carácter concurre con las demás se- 



•205 
fíale.', y asi el color de las petequias rubicun- 
do, libido ó negro, el dolor de lo intl-.macion 
y la gangrena en los bubones v carbunclos se- 
ñalan diferentes grados de languidez en la fuer* 
zas vitales, y de putrefacción en los humores. 
Cuando las glándulas comienzan á doler \ a 
entumecerse, pueden aplicarse fomentos y cata- 
plasmas emolientes que oonduzcan á la supu- 
ración; pero- cuando están indolentes y flojos de- 
ben ufarse emplastos estimulantes v aun cau-.ti. 
co «ó los cateretseos, para escitar la vida apa- 
gada de aquella parte: después se deja á la na- 
turaleza separar la escara, ó se le ayuda con 
cataplasmas estimulantes v fomentos de quina 
y eseordio, pues tópicamente ó bien haciendo 
escarificaciones, o manifestándolos y tratándolos 
ceno unos abeosos, continuando aun cuando ya 
;e haya disi.padq la enfermedad primitiva coa 
el pian interior de medicinas corroborantes. Li 
imagen de un inhumano desorden que tal va 
reina en los ho.-pitnles en tiempo de peste, obli- 
ga á hacer mención de un sistema nervioso que 
puede anticipar-e a la misma muerte, para ar- 
rebatar á muchas víctimas al sepulcro. Las fre- 
cuentes lipotinias v las nlligias, han sacrificado 
a la barbarie de ios enterradores á algunos á 
quienes quizá la salud aguardaba en el termi- 
no de la enfermedad; por eso los médicos no 
deben decidir de la muerte de nn enfermo, y 
los magistrados prohibir dar sepulcro á aquel cuya 
muerte no sea real v verdadera. 



256- 
Primeía clase. 

Deben ponerle los que desdé el primer perio- 
do y én su mayor anje se presentan con los es- 
pantosos síntomas precursores constantes de una 
muerte pronta, y son los siguientes; 

. Calosfríos irregulares* pulso pequeño, 
Violento, Frecuéníe¿ desigual, v Concentrado; 
pésaduz de eabezá tan considerable qué apenas 
la mueve el enfermo; aturdimiento y turbación 
a modo de la que se advierte en el borracho, 
vista 6ja¿ empañada y descompuesta, significan! 
po desesperación y espanto, voz tarda', inter- 
rumpida, y lamentosa; lengua comunmente blan- 
ca, y al fin seca, roja, negra, y escabrosa: ca- 
ra pálida, aplomada, triste y cadavérica; dolores 
de estómago muy frecuentes, inquietudes mor- 
tales, abntimento de animo, y general del caer- 
po, dilecciones mentales, letargos, nanceas, vó- 
mitos &c. Los asi acometidos perecen -en pocas 
oras, ó dos 6 tresdias, notándose una consun- 
ción, y demagracion cstremada, corno de mu- 
chos dias de enfermedad: alguna vez, aunque 
ra i' a ' *¡*°Mw»íi convulsos y temblones. No páre^ 
ció señal de tumor, erupción, ni mancha. Fá- 
cilmente se ve que no está indicada la sangría, 
ni los eméticos ni purgantes; los cordiales y 
sudoríficos fneron los únicos remedios, pero sin 
mayor ventaja, á ecepcion de retardar alguna» 
ñoras la muerte. 



16 



237 
Segunda Clase. 

Deben ponerse aquellas que habiendo co- 
menzado con calosfríos, dolor gravativo en la 
cabeza v aturdimiento, se veia despees pulso 
frecuente, claro y fuello, pero que desaparecía 
á la menor presión de la arteria: calor amen- 
té interior, y el Citerior medianameníc Jeropla- 
do, sed estrema, inestiognible: lengón blanca ó 
roja obscura, voz precipitada, tartamuda e rm* 
petuosn: ojos encarnados, vivos sentell antes: 
color rojo muv subido, tirando alguna vez 
al morado, dolores de estómago frecuentes, aun- 
qnc menores, que en e! caso antecedente: res- 
piración acelerada v difícil, 6 bien grande v tarda 
sin tos ni dolor, nanceas, vómitos biliosos, ver- 
des, neo-ros, y ensaño-rentados, erucnacior.es de 
Vientre de la' misma especie, desvarios ó delirios 
frenéticos, orinas parecidas k las naturales á 
veces tui bias, negruseas, blanquecinas ó ensan- 
grentadas; sudor escaso pero malas, pues lejos 
de aliviar debilitaban en alguno etnorraj 
que sin embargo de ser moderadas, fueron siem- 
bre funestas; gran abatimiento de fuerzas, des- 
confianza, va en el principio, ya en el progre- 
so, hay bubones dolorosisimos en las ingles, so- 
bacos, y glándulas parótidas, macsilares, y fle.C- 
golare?:* carbunclos en los brazos, muslos y pier- 
nas; pequeñas pústulas blancas, moradas, ne- 
gras, ó carbonosa- repartidas por todo el cuerpo. 

Aunque duraban estos algo mas, casi to- 
dos perecían con señales do una inflamación 



238 
gangrenosa, principalmente en el cerebro, y ea 
el pecho, siendo de admirar qne mient r as mas 
robustos, gruesos, piónos, y vigorosos los suje- 
tos, menos esperanzas había de \ida. 

La sangría solamente hay 4 tos principios de 
la invacion, pero en caso de plétora. Los eme- 
ticos, ésccpto la hipecacuana, les daba mas da- 
ño. Los purgantes fuertes y aoctivos lo mismo, 
los laceantes v bebidas copiosas dihiéutes nitra- 
das, atemperantes, y ligeramente alcc-itericas, 
daban algunas treguas de descanso; pero no 
se oponen á ia repetición ó recargo de los ac- 
cidentes. Finalmente los que escapaban qne 
eran raros, no deben sn recobro sino á la erup- 
ción exterior de bubones, carbunclos &c. con 
tal que se elevaran mucho desahogándose asi la 
sangre de una perversa levadura; ya por 
obra de la naturaleza, ó va de los reme- 
dios internos y internos administrados al in- 



tento. 



Tercera clase 



Kstos se presentaban con todos los sínto- 
mas de segunda clase, y eran reemplazados por 
los de primera, lo que ordinariamente era indicio 
de estar cercana la muerte. En e*tos varia un 
método curativo, según la diversidad de indi- 
caciones, ó de síntomas alarmantes. Conviene 
considerar que algunas aun con síntomas mode- 
rados, cuya intensidad no llegaba á la de los 
ordinarios de las fiebres inflamatorias, pútridas 



230 

y malignas, que comunmente reinan esporadif 
párpente de un raieiio y de con lian/a tan gran<j 
de, que la mayor debiao á e,-ía causa su muer- 
te, peleando confia csía preocupación, pero las 
nías veces sin fruto, pues sobrecogía también 
de carácter firme y fuerte; de modo qujjf una 
gran parte de los contagiado.', s i- :-..•' i;» barí 
sin indicar malignidad al pulso, lengua, cabe* 
za, cara, operaciones mentales y otr;;s funciones, 

C i uirfa rfasc. 
Corresponden a esta los que llevaban los 
mismos síntomas que la segunda; pero al R-run- 
do ó tercer ciia disminuyen ó desparecían, ya 
en virtud de la fuerza, vital y el plan intimo, 
ya por los abundantes bubones ó carbunclos, 
por lo qi;e parecía d eso bogaba la maza general 
del mal fermento ó del material morboso, eleván- 
dose dichos tumores de día en dia; abriendo y su- 
purando a!cjab;:n del peligro a! enfermo: por lo 
mismo me apresuro siempre que lo permiten las 
circunstancia, ai arrojo, aumento, supuración v 
qaerturá de bubenes ) carbunclos con intención de 
librara naturaleza de lo que oprimía, proporcto- 
nacido al intento un buen régimen dietético, a'» unas 
purgantes cordiales y sudoríficos, acomodados al 
estado natural y temperamento de cada uno. 

Quinta clasr. 
Comprende aquellos movimientos que 
producen ó daño en las funciones, se sen- 
tían con bubones y carbunclos, que poco 
á poco se élevavan y terminaban fácil irten- 



240 
te en supuración, volviendo escirros alguna vez, 
ó lo que es mas raro, disipándose insensiblemen- 
te sin donsecuencia alguna funesta, de modo que 
sin abatimiento de fuerzas y sin interrumpir su 
COstumbte dé vivir, íVoii y venian pidiendo em- 
plastos para curar sus tumores supurados ó es- 
cir rosos. 

MÉTODOS CURATIVOS 

Primera cíase. 
•Si atendemos á la naturaleza de los acci- 
dentes, Fácilmente vendremos en conocimiento 
que él á.licó medio es el cordial activo y es- 
pirituoso, . como triaca, diáscortlio, estrado de 
<".r m->. ¡ifío, confección de jacintos, alquernos, 
los ecsilares sacados de sustancias (jue no abun- 
dan en sales volátiles, opiás de enebro, carmín, 
las sales volátiles de vívoras, amoniaco, cuerno 
de ciervo, los bálsamos mas espirituosos: todo lo 
que es capaz de animar, esciíar y fortificar, au- 
mentando, doblando y aun triplicando la do- 
sis ordinaria, según apuraban las circunstancias, 
debían atenderse y ecsaminar con cuidado las 
nuevas mutaciones y accidentes que sobrevenían. 

Segunda clase. 
Indicadas dos principalmente, pero de tan- 
ta atención y prudencia cada nna, cuanto eran 
opuestas entre sí; pues observo en un mismo en- 
fermo una mezcla de tención y relajación, de 
frío y calor, agitación y sufrimiento: de suerte 
que siempre tengo cuidado de espeler el mias- 
ma pestilencial contenido en primeras vias y 



maza general, sin acalorar ni ecsasperar, ó cor* 
regirlo y embotarlo sin debilitar: »•> en suma neJ 
cesario escitar el vómito ó purgar sin irriiar ni 
«il>:i t ir: enjablar v sudor sin esceder demasiado ni 
inflamar: fortificar sin esceso! diluir y atempc* 
rar sin relajar. 

Esto es a los principios i¡n libero vómito 
de hipecacuana en caldo ó agua, rarísima vea 
el tártaro ó el vino emético por temor de no 
atraer irritaciones grandes, á menos que el en- 
fermo no fuera n¡nv robusto y pictórico, o al- 
gún accidente particular lo pidiese; 
do su acción con agua tibia, con infueion de l£ 
ó cardo santo: si esto abatia, fortificaba uu cor- 
dial, como el diascordio y la triaca, por ser ¡os 
mas convenientes en lassupurgaciones. Desuues 
los purgantes mediocres y los diluentes para lim- 
piar sin irritación los conducto-, y despojarlos 
de los materiales que jodia oponerse á la acción 
de los demás remedios, ó á su pasage a segundas 
vías, estos eran tizan as lacsantts hechas con 
el sen y el cristal mineral, dados poco á po- 
co: á los cimientos, tamarindos ó infuciones da 
I llantas vulnerarias con maná y sol prunela, a 
as aguas de casia, á los jarabes dé chicoria con 
ruibarbo. Seguían otra vez cordiales para for- 
tificar y suspender las superpurgaciones o,ue pu- 
diran sobrevenir, y «pie infaliblemente pararían 
en un funesto abatimiento, y en caso de nece- 
sitarlo añadiríamos tierra foliada de tártaro, bo- 
lo armenio &c. y para hacerlos mas eficaces á 
gotas báliamo traquilo ó láudano líquido, lo 
que nos ha servido también para la falla de sue- 



242 

fío, el delirio frenético, hemorragias ú otros sín- 
tomas de esta especie; a esto se suele añadir 
el antimonio diaforético, azafrán oriental, alcan- 
for &&. sosteniendo su efecto con la i nf ación de 
te, cardo santo, enebro, escordío, ruda, antu- 
ca v otras celebradas para atraer del centro á 
la circiieferencia, que es decir, para .purificar la 
maza humoral por ¡a via de la transpiración in- 
sensible sm inducir demasiado estimulo, tenien- 
do siempre á la vista e! temperamento, deí en* 
termo, no fuese receso y ardientia, ó que pro- 
moviendo esta evacuación crítica, no cayese en 
Un abatimiento funesto. Aguaapaus para lagraii 
sed, de cebada, íye arroz, de pollo. &c. disolvien- 
do la sal prunela ó nit¡ o purificado, mezclando de 
cuando en cuando espíritu de azufre ó nitro dul- 
cificado y alguna vez confección de jacinto?, 
aíqnerme, jarabe de limón, claveles 6 cualquie- 
ra ctro cordial ligero por evitar la relajación por 
los atemperantes. Todo esto empleado y maneja- 
do con prudencia, basta con tal que la terrible 
preocupación de incurabilidad, consternación y 
separación suspendan su acción. Pudiera citar 
ejemplares en que sostenidos los enfermos por 
Ja confianza y firmeza de ánimo, han espenmen- 
tado buenos y saludables efecto ; de forma que 
fortificada natura con estos socorros, aliviada y 
desembarazada en parte del pestilente miasma 
que la oprime, y libre del peligro de las infla- 
maciones interiores por excepciones de bubones, 
corbnnclos, parótidas &c. solo debe atenderse á 
establecer ¿u régimen curativo dichos tumores, 



213 

que depende la mejor parte de la buena suerte 
y serenidad del siig-eto. 

GENERO QUINTO. 
Erisipela, 

¿■¿áb caracterizada por una calentura del ge« 
ñero de las Continuas remitentes que dura dos 
° tres días, acompañada comunmente de modor- 
ra» y casi siempre de delirio; viendo después ru- 
bor en una parte del cutis, y mas comuumeni 
* e en la cura: unas veces es muy ligera mani* 
testándose en la piel, indisposición alguna acó. 
m eíe en U cara ó en las piernas. La piel se psÍ 
tira y pone áspera y encendida, pero la rubi- 
cundez desaparece si" se comprime con el dedo 
Y Vuelve luego que se quita. 

Síntomas, Se siente en la parte un calor qué 
abraza é incomoda y aun altera elsuefto. Se ;'u- 
menta por dos ó tres dia«, se mantiene en su 
mayor altura otros tantos, y después se minora) 
entonces separa |a parte enferma unas escamas 
gruesas y todo se acaba. Otras veces es mai 
grave: comienza por un frío fuerte al qtie sigue 
calor que abraza, vehemente dolor de cabeza, 
nanceas ó conatos á vomitar, permaneciendo lios- 
tu que se manifiesta la erisipela, lo que sude 
suceder al segundo ó tercero dia. Después sé 
minora la calentura y se acaban las nanceas; pe- 
ro queda alguna calentura é inapetencia duran* 
fe ei tiíinpo de aumento de erisipela. Cuand» 



244 
íale en la cara, dolor de cabeza continuo has- 
ta su declinación: los párpados se hinchan has- 
ta tapar los ojos, y no tiene el enfermo un ins- 
tante de sociego. Muchas veces pasa de nn car- 
rillo á oiro, estendiéndose sucesivamente á lá 
frente, cuello y nuca; si es fuerte subsiste la 
calentura, se infarta al cerebro, hay delirio, hay pe- 
ligro, y si no se socorre en tiempo y como cor- 
responde, suele perecer y mas si es viejo. Si es 
algo activa la erupción, cubre la cutis de vegi- 
guillas con agua clara ó amarillenta, iguales 
á una quemadura, se seca 'después y saltan á 
manera de escamas; algunas veces se observa 
que viscoso el humor de las vegigas y forma 
costras gruesas, y casi semejantes á las costras 
lácteas de los niños, y tardan en secarse, Cuan- 
do es violenta dura ocho, diez ó doce en el 
mismo estado, y al fin termina con un sudor 
abundante, al que suele preceder indisposición 
de frió, y un poco de desásociego que dura al- 
gunos di.ts: en todo el tiempo de la enfermedad, 
cutis y boca están secas, liara vez se supura, 
y cuando sucede que siempre es mala porque 
degenera fácilmente en úlceras. Suele haber epi- 
demias de erisipelas malignas que terminan en 
gangrena. Muchas veces muda sitio, se retira 
derrepente, incomoda al enfermo, hay conatos 
á vomitar, desusociego y calor. 

Pronostico. Volviendo á salir hay alivio, pe- 
ro si acaso no sino que se íija en el cerebro, 
pecho &c. el enfermo perece en pocas hora;-. 
cuando se vá al cerebro, el enfermo se pone al 
instante deliroso, cara hendida, ojos muy vivo?. 



245 

frenético deurene se vuelvo, v nunca aletarga 
do ó aplopéticc. Si se fija en él pnlmon, la opre- 
sión, desasocíelo y calor son inesplicables: sue- 
le ir á las fauces," y produce garrolillo quitando 
la vi do. 

Cansas. Reconoce congestiones y denersio- 
nes biliosas en varias tabones, por el licor y 
calor, y si el temperamento particular es bilio- 
so, como nos lo manifiesta la calentura remi- 
tente biliosa que regularmente la acompaña; -m 
embargo también los agentes capilares alteran 
las propiedades vitales en los vasos que forma 
el tejido recticular de Mal piffioj segundas y de- 
mas paries adyacentes, como cuerpos ásperos e 
irritantes del cutis, calor fuerte, quemaduras. 
cáusticos &c. Es esporádica, epidémica, coyol 
periodos en quienes es habitual: los que la pade- 
cen rehacen sus repeticiones de cualquiera modo 
la mas ó menos gravedad de su síntoma, cons- 
titución individual y el sitio que ocupa deter- 
mina su pronóstico: es mas peligrosa la que 
afecta cabeza, cuello cara &c, en razón de lo 
espuestas que están á ser atacadas las partes 
principales. 

Curación. Avadar las fuerzas vitales para 
abocar el estimulo á la cutis; oponerse a la pu- 
trefacción, evitar la repercucion del material 
erisipelatoso son las indicaciones. Coando es li- 
gera, mantuncr sin estimular demaciado el su- 
dor: infucion saúco, amapolas, borrajas &c: es- 
píritu nitro dulce, cocimiento de cebada y ni- 
tro, casia, tamarindo &c. manteniendo el vien- 
tre libre; evitando los tópicos ^esmalte en poJ- 



246 
vo, arinn, almidón, Scc. para r)b*orvcr«e el hu- 
mor bicnoroso que trasudan las vegiguilias, que 
escoria y &nn ulcera !as partes con que se 
pone en contracto^ pues siempre son muchos si 
suprimen la traspiración y ocasiona la repercu- 
cie-n. Pues cuando sjerolo grave, se ve en un 
temperamento bilioso, en que los síntomas de- 
notan tas congestiones biliosas en primeras v;as 
y i:;;.:-; cuando la estación ó algunas cosas oca- 
sionales, las lian favorecido, deberá darle emé- 
tico, y soltar el vientre con purgantes suaves, 
crémor tártaro inedia draema, de tres en tres 
horas en vehículo apropiado jarabe de limo», 
limonada á pasto ó cualquiera otro sube.ccido, 
disminuyendo el aflujo a ia cabeza, pues cuan- 
do á otra se dirige, pedilubios, sinapismos, y 
como rnbe hacientes á partes donde 
soan 5 dé derivar el estimulo sin sangrias;, 

á no :-. en aquellos casos precisos de plétora 
estación y costumbre, por ser aun entonces fre- 
cuentes sus refxeticiones, y llega á hacerse ató- 
nica y muy rebelde. Cuando hay motivo de- 
be recurriese á los tómeos antipútridos, y an- 
tiespasmo dicos, no perdiendo de vista los su- 
dori fíeos: teniendo presente que en este caso 
mas que en ningún otro, conviene mantener los 
ecsantemas del cutis, v evitar su repercucion. 
Los que padecen e.-ta enfermedad deben no 
tener alimentos crasos y viscosos-, pacio- 
nes vivas, colera, ruando vegetales, fufas su. 
buceadas teniendo cuidado de tomar mientras 
crece la luna todos ios meses una onza crémor 



247 
en tres ó cuatro dosis para moderar y aun pre- 
caver. 

GENERO SESTO. 

Calentura Miliar, 



la acompaña anciedad, sudor hediondo, pi- 
cor en la ciiíis, y vienen granillos encendidos se- 
parados unos de otros, abundando en lu rutiá 
menos en la cara, v en sus puntos se forana' 
unas puntillas blancas, de (los á tres, que du- 
ran poco tiempo. Hay dos especies: primera-, 
bídiopatica llamada salpullido, erupción miüar' 
blanca. Segunda, erupción miliar roja. 

Primera especie En el estio, en los que su- 
dan mucho, en los puercos, ropa de lana, ca- 
lostros, ancietlacl, dificultad de respirar, unas 
reces con fiebre, otras s-in ella,- el tercero ó 
cuarto dia hay sudor abundante al que signé 
la erupción. Principia en el cuello, y pecho, de 
donde aparece á todo el cuerpo en forma de 
granitos rojos, pequeñísimos, unas veces sepa- 
rados, otras ¿pifiado?, se distingue por el tac- 
to mas que por la vista: en la punta tiene una 
▼engullía al tercero ó cuanto dia: despuesse rom- 
pen y les subtituyen unas costrillas que des- 
pués se desprenden por escamas: mientras que 
una porción sigue este rubo, sigue otro orden 
de ellos, de manera que continua esta alternati- 
?aen la cutis muchos dias seguidos. 

Segunda especie. Se vo en las calentura» 



S4S 

sinocales, biliosas, pútridas, á consecuencia de 
uu método calefaciente: otras veces se ve como 
critica en calenturas malignas; y no pocas ve- 
qes invade a las paridas que habiendo perdido 
mucha sangre, la parte blanca de que entonce's 
abundan, se vuelve acrimoniosa con el calor, y 
da origen k ellos, que se dictara las mas ve- 

poc la noche: ni despertar hay sudores abun- 
dante, calar, y abatimiento general: dolor de 
cabera, estómago, respiración difícil, sed ardien- 
te, desasociego, y picazón: la cara y demás 
esía encarnado y encendido, ojos brillantes, len- 
gua blanca, pulso frecuente, lleno y duro. A 
tres ó cuatro dias se aumenta la calentura, hay 
delirio y después la erupción: otras con man- 
chas encarnadas tan antiguas que parece hay 
erisipela en todo el cuerpo. 

Cuando está mas abanzada hay manchas 
purpureas semejantes á las picaduras de pulgas, 
otras veces en el cuello, parte superior del pe- 
cho y vientre, unos granitos transparentes llenos 
de un humor corrompido, que es muy mala 
señal» 

GENERO SÉPTIMO. 

Calentura Vcgígosa. 

ir 



equeño dolor y tirantez en las fauces, y es- 
teriormente junto á los oídos hasta la parte 
anterior del pecho con horror, nanceas, co- 
mo en las fiebres ó calenturas ¡níermitentes,^pe- 



24.0 

ro sin ningún calor, o levo ardor. Algunos vo- 
mitan materia verde 6 bilioxi, pulso débil, el 
cuello se hincha por lo este'roo: nacen cerca de 
la óbula, y músculos de l¡i laringe interna, pús- 
tulas como la nuez de una avellana, sin mu- 
c!¡o dolor, contenido humor amarillo, olor in- 
grato: y también en varias partes del cuerpo 
y abiertas destilan un humor hiehoroso, corroáíi 
vo; al secundo, tercero ó cuarto día despare- 
cen las de las fauces, y en su lugar lia v con- 
chillas blancas: congojas en la región precor- 
dfftl, el cuolfo desaparece ó aumenta hasta áb- 
eeso, ei que habiendo inmediatamente sana el 
fenfermü y lo contrario sino se abre pues sofoca 
al paciente y si este hace retrocedo mucre ie- 
peiitmamente suelen los dedos rodearse de re» 
gigas blanca?. Las glándulas con (lobadas son 
las mas espinetas, inficionando la linfa y sue- 
ro, y coagulando jvmto á las glándulas y con- 
v rtié.n.lolo en ábeesó. 

Cansas. Licores, comidas crasas, oleosas, sa- 
linas &c. 

Curación. Sangrías á fin de disminuir la ma- 
teria yenenesa contenida en la sangre, buscar li- 
bre circulación y obligar á los Huidos circula- 
ten desde el centro a la cutis, cáusticos a la 
nuca, cataplasmas cocidas en lache de dos en 
dos horas al cuello y dando la bebida siguiente. 
Ojimiel sei-líiieo ti es draemas y cocimiento 
eléboro: nna miel rosada y otra espíritu nitro 
dulce. 

Por debida la ag-ua escorzonera tres onzas, 
niistura simple alcanforada un escrúpulo, des- 



250 
pues abrigo para sudar que sucede á las tres 
o cuatro horas, infucion de salvia ó suero ca- 
lienta. Después pera evitar recaída forme pol- 
vos resolutivos, sal amoniaco y nitro, uso ester- 
no, y de tres en tres horas porciones grandes de 
infucion de salvia: al anochecer la triaca de an- 
dromaco con agua de escorzonera posludar: des- 
pués sal de higuera y cocimiento de eléboro 
negro para purgar, cuando me llamaron tardo 
y estaban los tumotes dilatados ó suprimidos, 
y la carne subyacente corroída por la materia lu- 
chorosa, ó cuando ias glándulas del cuello y 
pecho se habian supurado, seguran diverso tné- 
to:!o, esto es, emolientes al tumor hasta invin- 
dirlos, gárgaras en que disolvía algunos polvos 
de la curación de la úlcera interna de la bo- 
ca, con lo que se detergía y consolidaba cuan- 
do los pulmones no estaban dañados. 

GENERO OCTAVO. 

Calentura urticaria. 



víc^e ha dado el nombre a dos enfermedades 
diferentes: una es erupción crónica a modo de 
empeine ó erpes, y otra en calentura urticaria 
ú ortigosa de siuopis. Principia por una calen- 
tura continua reamente: al segundo día vienen 
manchas y desaparecen, vuelven por la noche 
con la calentura, y ai cabo de pocos dias se 
desprenden por escamas muy pequeñas: algunas 
veces hay tumores erisipelatosos, cuándo es el es- 



251 

fio por los ardores del sol escita fin tumor in- 
cómodo por la noche que comunmente dura tres 
ó cuatro dias. 

Curación. Régimen antiflogístico, y tener pre- 
sente la erisipela, pues suelen ser las mismas 
causas. 

Cr.NKRO NOVENO 

Adas o ulceras de la boca. 

¿Jilsía flegmasia la caracterizan las escaras el 
principio en la garganta y bordes de la lengua, 
ocupando muy luego lodo el interior dé la 
boca, son blancas, alguna voz separadas y por 
lo común unidas, si sé diminuyen vuelven con 
prontitud y su duración no eslá determieada: 
muchas voces precede calentura pútrida, y la hin- 
chazón purpurea de la lengua y fauces. 

Curación. Atiéndase al carácter de la calen- 
tura: si ecsistiere conviene usar labatorios y gár- 
garas detergentes, bebidas analépticas y sus ace- 
cidos, y si hubiese esceso particular corrige con 
lo. oportuno. Hat vanas especies. 

I rimero', wjaíúües* En los niños vienen de 
una degeneración de la leche, y se conocen por 
Ja dificultad ó imposibilidad que tienen para 
mamar, por la ansiedad, pervigiüo y calentura, 
por el calor que esperimentan las nodrizas al 
caries el pecho, y en fin por la simple inspec- 
ción. Los niños en los hospicios púhlicos pade- 
etn frecuentemente astas por falta de aseo, airtt 



252 

puro, alimentos saludables &c. Atendiéndose al 
carácter de la calentura reinante, limpiar las 
astas cuando son benignos con cocimientos mu- 
cilaginosos, miel rosada" y otros del ring-entes, eo- 
rimiento de quina y accido sulfúrico, espíritu 
de >ftl dulce &t\ cuando son de mala índole. 

Segundüi astas febriles d de los adultos. Es- 
tas ocupan la parte anterior y superior del pa- 
ladar, poniéndote áspera y blanquecina, con gran- 
de dolor y diflmiltad en la masticación. En el 
discorso de % rtiuc.Has calentusas miliares son fre- 
cuentrs lis úlcera-; en la boca, v ecsulceracio- 
nes en las fauces que infestan ías toncilas y el 
tegumento del paladar; pero tal vez se forman 
por n mismas s;n ecsantemas miliares, y la ca- 
lentura se llama astósa, Es casi peculiar de los 
niños: en los adultos necesitan Jas astas y úl- 
ceras medicamentos detersivos y emolientes. Con- 
viene, p^'es, hacer gárgaras con cocimiento de 
íug-os, añadiendo miel rosada con nna pequeña 
dói>Í3 de vinagre y un poco de -tintura de mirra. 
Tercera: oslas ...afírmas. Sun sintomáticas y 
sobrevienen en las calenturas continuas y pútri- 
das, cuando Jas evacuaciones tanto espontaneas 
como artificiales no atinan. La causa próesima 
de las astas es el aumento de decreekm del hu- 
mor que sirve para regvsr y poner lúbricas las 
partes internas de la boca," y que sale de las 
glándulas mucosas que son umv numerosas en 
Ja lengua, agallas y velo palatino, faringe &c. 
Cuando este humor se espeza mas de lo natu- 
ral, y adquiere una cierta acrimonia, v mas cuan- 
17 



253 
do cualquiera causa encamina allí la materia 
prespirable de la transpiración. 

Pronostico. Es muy incierto: alo-una voz mue- 
re cuando se cuenta mas con su curación. í.as 
ae los adultos al séptimo ó noveno 3ia, son me- 
nos graves que las que vienen antes, especial. 
mente si se moderan los síntomas de la calen- 
tara: siempre son funestas a los viejos v ende. 
bles. Las que después de haber desaparecido 
repiten muchas veces, son de mal agüero; las 
mas funestas son la? que vienen en las enfer- 
medades donde no se ha promovido alguna eva- 
cuación al principio. 

Citraáov. La que eesija la calentura respec- 
to de su carácter, escepto las gárgaras detergen- 
tes j antipútridas. Deben de evitarse los pur- 
gantes, porque dados después de manifestadas 
las astas, han producido muchas veces superpur- 
gacion, pereciendo en pocas horas el enfermo. 
Cuarto: sifilíticas. Cuando el virus venéreo 
se ha absorvido á la maza general de la san- 
gre, produce las mas veces sus pri meros elec- 
tos en la garganta; entonces apenas se siente do- 
lor 6 muv sordo ó solamente 1 cierta incomod> 
dad y dificultad para tragar, hasta que lue^o 
se estienden las uicerillas hasta las encías, cu- 
biertas de una cosíra blanca semejante a la cor- 
tesa del tocino, y terminadas por borde duro 
y elevado con mucha rubicundez al rededor; 
aun en este caso no es fácil distinguir su na- 
turaleza, si no se atiende á ios síntomas que ha- 
yan confirmado anteriormente la inflamación ve- 
nérea. Sus progresos son en general muy len- 



254 
tos, pero á veces también muy rápidos. En es- 
te caso ecsigen además del mercurio, ciertos tó- 
picos para contener sus estragos, como gárgaras 
con la disolución del muríate ocsigenado de 
mercurio, mezcladas según el caso, con el mu- 
ríate mercurio las encias y membrana interna 
de la bnca. Si las astas proviniesen de la acri- 
monia de la saliva producida por el mercurio, 
se .suspenderá inmediatamente su uso, y focarla 
á menudo con una disolución saturada del bó- 
rax, ó con la de media dracena de sulfate de 
alumina accidulado en una libra de agua, ó bien 
de uno 6 dos granos de sulfate de cobre en 
una onza de agua tres ó cuatro veces al dia. 
Si son rebeldes conviene administrar por algu- 
nos días el cocimiento de quina, y cada dos ó 
tres dias el ruibarbo en corta dosis. 

Quinta: astas escorbúticas, Se confunden, pe- 
ro sin fundamento, con el escorbuto; pero esta 
erupción reina particularmente en los años hú- 
medos y en el tiempo mismo que las enferme- 
dades catarrales: alguna vez es epidémica, y 
acomete mas á los niños de ocho á diez años 
que están en los hospitales. La precede una ca- 
lentura mas ó menos violenta, una sensación de 
calor, sed considerable, las encias se hinchan 
mucho, la boca huele mal, casi siempre viene 
una hemorragia de las encias y de la nariz. Al 
cabo de algunos dias se nota en lo interior de 
la boca nlcerillas casi redondas, de un color ro- 
jo obscuro, que en algunos parages parecen am- 
pollas. A estas úlceras se sigue un tpialismo 
« 



255 

considerable que las mas veces tiene una lige- 
ra tintura de sangre, desaparecen por lo coumn 
en el espacio do quince dias, en alguna ocasión 
cuando todos los otros síntomas han disipado, 
quedan ulceras difíciles de curar. No obstante, 
se destruyen por lo ordinario en un mes ó do?, 
tocándolas con el vitriolo blanco ó con el agua 
de rabel. 

CAPITULO V. 

Ilemcrraxjlax. 

JEara que se verifiquen las hemorragias es 
meneslcr que la sensibilidad orgánica se baile 
ecsaltada, ó que esta propiedad vital juntamen- 
te que la tcnosidad, o sea la contractilidad 
orgánica insensible, se hallen sumamente dismi- 
nuida?, ó que baja una solución de continui- 
dad en los vasos. 'Cuando son del primer mu- 
do son activas y pasnas cuando de cualquier* 
de los segundos comprendiendo bajo e*U 
división, las que sobrevienen en diferentes pe- 
riodos de la vida, diciendo acfcvas a las qu« 
djespues vienen desde ios quince hasta los treinta 
y sinco años, tiempo en que predomina la pie- 
torin arterial; y pasivas, las que desde esta 
época en adelante, ó desde que principia a 
predominar Jla plétora venosa, la que se maní* 
tiesta desde' que el sistema arterial ha adquiri- 
do toda la solidez de que es capaz: este gra- 
do de solidez que no llegan a poseer las arte- 



256 
r¡a c , sino mucho después que las venas dan mar- 
gen á que con el tiempo, no solo se encuen- 
tran en equilibrio unas con otras, sino i que las 
arterias escedan en mucho á las venas en fuer- 
za y solidez. Cuando esta mudanza se hace se- 
gún Us cantidades proporcionales de la sangre 
contenida en arterías y venas, es visible qvte el 
estado do plétora de las arterias, que predo- 
mina en los primeros años de la vida, se debe 
destruir en gran parte, y por consiguiente que 
con verosi íüliíud no se verificará la hemorra- 
gia arterial; pero e-te estado do plétora se ma- 
nifiesta mucho mas en Jas venas, si «reneral- 
mente sobreviniere esl a al sistema, porque des- 
cargándose el arterial en razón de su mavor 
solidez, y fuerza contráctil, se ve obligado el 
venoso á cardar con toda la sangre, que antes 
constituía la plétora y hemorragias venosas. No 
obstante en estas ultimas, es necesario hacer 
grande diferencia según que ?on producidas por 
la disminución de propiedades vitales, ó que 
son debidas á la rotura de los vasos por una 
causa cualquiera. Umversalmente han sido con- 
siderarlas, como efecto de la rotura de Los va- 
sos. Es cierto que en las activas en las que hay 
evidentemente una congestión de sangre, antes 
de llegar á verterse este fluido, podría conce- 
birse hasta cierto punto la ruptura de los vasi- 
tos; pero en las pasiva?, en aquellas en que la 
sensibilidad orgánica abolida, parece que per- 
mite solo una simple trasudación al través de los 
ecshalantes ¿como hemos de concebir semejan- 
tes rupturas? Es difícil comprender como ana 



057 

evacuación que se verifica machas veces con la 
mayor rapidez, que cesa en un parage, « ¡¡>- 
uneJiatamente se maniriestn en otro, y que esté 
sngeta á todas las influencias sinpátieas; es di- 
fícil comprender repito, como puede veriüearso 
por ruptura. Vemos que el menstruo sale al- 
gunas veces la sanare durante un momento, y 
(leja de salir en el siguiente; que en ciertas 
afecciones se renuevan veinte ó treinta ve- 
ces cada dia; estas alternativas que pre- 
sentan á la san«re unas veces derramán- 
dose, y otras, dejándose de derramar, ser» 
f>or necesario que en cada vez se abriesen, y 
e cicatrizasen las heridas. Compárenle adema* 
Jas hemorragias que son producidas evidente- 
mente por ruptura en las superficies mucosas, 
como son las que en las heridas de cabeza se 
verifican por las narices, por los oidos &c. las 
que por una caida recibida en el recto, se ma- 
nifiesta á veces por la vegiga, las que en con- 
secuencias de toses violentas padece la superli- 
cie de los bronquios, las que residen en el es- 
tómago por acción de varios toscos. Cumpa* 
rense estas, y otras análogas que podría citar» 
con /as que sobrevienen espontáneamente, y se 
verá que no se parecen en nada en sus fenó- 
menos y duración, que suprimiéndose aquellas, 
no dan origen á otras que son independientes 
de toda influencia simpática; y que las pasiones 
de áninu no influyen nada en su cesación ó 
producción, al paso que ejercen su influjo tari 
poderoso en estas úllimis. De todo pueda 
concluirse que bien sean activas ó puivas soa 



258 
unas verdaderas ecsh a ¡aciones que están sujetas 
á todas las variedades de que son susceptibles 
las propiedades vitales, y por lo mismo se vé 
que no hay una diferencia tan grande, como 
podria creerse entre las primeras y la inflama- 
ción. Efectivamente hay en las unas acumula- 
ción de sanare en el sistema capilar, y después 
pasó de este Unido i los vasos ecshalantes, que 
son continuación de este sistema; en la otra ecsis- 
te soio el primer fenómeno. Es verdad que las 
señales, los accidentes &c. son en un todo di- 
ferentes, por que no son unas mismas las mo- 
dificaciones que ha esperimeníado la sensibilidad 
orgánica; pero no por eso es menos análogo el 
estado en que respectivamente se hallan los va- 
sitos y la sangre. Una prueba de que en las 
hemorragias activas es la sensibilidad orgánica 
Ja que diferentemente modificada abre ó cierra 
el paso a la sangre por los ecshalantes, es que 
casi siempre hay síntomas precursores, que du- 
ran por cierto tiempo, y que evidentemente anun- 
cian el trastorno que experimentan en la parte 
las fuerzas vitales, con particularidad la sensi- 
bilidad orgánica: es conocido el prurito quepre-» 
cede a las nasales, y la titilación, á veces la 
sensación de ardor que notan los enfermos antes 
de verificarse las pectorales; en algunas veces 
sucede que la sensibilidad orgánica con arreglo 
á las variedades de alteración que esperimenta, 
deja pasar al principio fluidos cerosos, y des- 
pués sanguinolentos, como se vd en la mestrna- 
cion, cuyos ecshalantes vierten muchas veces 
«erosidad por algunos momentos, y después &an« 



2.' 9 
gre verdadera. En las pasivas es incnníeMabii 
que tu seri<ibili lud orgánica está disminuida* 
igualmente que la tonicidad, y aun podría drciwé 
que los vastaos no puetitín- entonces contraeré* 
bastante por retener la sangre, \ sucedo lo t:ii«>- 
mo que en nuestras invecciones, las que tra90» 
dan por las superficies, por que la vida no so 
opone ya á que pasen. Observase que niand* 
estas son producidas poruña enfermedad nrgi* 
nica, la porción de la superficie mecosa que te 
balia mas inmediata al órgano, es casi siempre 
la que esperímenta el influjo de este; y mi 
es que en los últimos periodos délas enfeine» 
dades del corazón, y del pu-Imor 1 , se escupo 
muchas veces sangre, la que se arroja también 
por el ano, ó bien por el vómito, cuando lle- 
gan al mas alto grado, las del hígado &c. ñas 
nunca se verifica que todo ti sistema ecslialau- 
te pierda al mismo tiempo sus fuerza?, basta el 
punto de que vierta por todas partes sangro; 
pues solo se observa este fenómeno en una ¡¡ri- 
te de el, qvie es la que está debilitada. Si se 
clasificaran con arreglo á lo dicho debería de- 
cirse en unas que se hacen por cesh dación, y 
en otras por ruptura. Colocaríamos en la pri- 
mera los sudores de sangre, las hemorragias mu- 
cosas, las cerosas, selnlares &c. y en la según- 
da las que acompañan íi las heridas y en Fot 
aneurismas &c. Adoptaremos esta división, que 
se conforma con los fenómenos y el método cu- 
rativo de ellas. En efecto, ¿sangraríamos con 
el objeto de detener una hemorragia por ruptura? 
sin duda que no. ¿Pero para detener una acíi- 



260 
va por ecshnlacion, por que disminuyendo de 
este modo la masa sanguínea, disminuiríamos el 
esceso de sensibilidad orghh'ióü que es el que 
produce la hemorragia? Sucede con corta di- 
ferencia lo mismo que en la influí -ion, y la ver- 
dad es menester que ce^e del mismo modo que 
lia sido producida. Es necesario que la sensibi- 
lidad de los exhalantes, que ha sido ei-saliada 
por la acción de un estimulo, vuelva á su tipo 
natural, antes que deje de salir la sangre. No 
sangraremos con objeto de derivar á otra par- 
te como dicen generalmente, por que si as/ fue- 
se mafcdariamoslos en las pasivas! Todos eren 
que la pJetora es la única causa de las hemor- 
ragias; pero son muchos los casos de activas, en 
lasque no hay señal alguna de pieíora Habrá real- 
mente en los vasos grandes faltas de e$te fluido, 
y si los ecshalaníes de una parle están á conse- 
cuencia de la modificación, de la sensibilidad en 
relación con el, lo verterán con tanta abundan- 
cia, como si tuviese un esceso: esto mismo su- 
cede en el auinenío de las secreciones, en el 
de las ecshalaciones naturales &c. haya ó no 
plétora en los vasos grandes, [.asara en abun- 
dancia la sangre a los eesb al antes, y secreto- 
rios, inmediatamente que la afección local ha va 
ecsaltado su sensibilidad. El influjo de la píe- 
tora, en el aumento de los diferentes fluidos que 
se separan de la sangre, es un resto evidente 
de las opiniones de Boherave. Este influjo seria 
necesariamente efectivo, si el corazón moviese eu 
todas partes los fluidos, si supeliese la sangre, 
h cerosidai &c. Cuando salea por los eesha- 



2G1 
Jantes, y los fluidos segregados que salen por 
sus conductos; pero supuesto que todos los flui- 
dos que dimanan del sistema cap'tlar están pre- 
cisamente fuera de la acción del corazón, y 
que en su circulación so liavan del todo l>,.jo 
la de la sensibilidad orgánica, v de la tonici- 
dad de los capilares, es evidente que estos Hui- 
dos deben ser independientes de la cantidad de 
sangre que está contenida en los vasos grandes, 
y que mueve al corazón; y que ¡as alternacio- 
nes de las fuerzas vitales de la parte, son las 
únicas causas de los diferentes fenómenos, que 
presentan como se vé, según lo dicho que de- 
ben diferenciarse esencialmente las hemorragia! 
de las arterias que están bajo el influjo inme- 
diato del corazón, de las del sistema capilar, 
y de los ecshalantes, cuyos fenómenos están ba- 
jo el influjo de las fuerzas de la parte que las 
padece, bien que se verifiquen por ruptura ó 
por ecshalacion. lin efecto, aunque estas dos 
ciases sean esencialmente diferentes, por razón 
de sus principales fenómenos, sin embargo se 
asemejan entre sí t respecto á que las modifica- 
ciones de las fuerzas vitales de la parte, influ- 
yen necesariamente en ellas, dssde el punto en 
que residan en el sitema capilar. Asi es que los 
astringentes, los tónicos, los estíticos, y otros 
medicamentos que obran in medita mente sobre 
la sensibilidad orgánica, y la contractilidad in- 
sensible, detienen de ordinario las hemorragias 
del sistema capilar: en las heridas basta mu- 
chas veces para producir este efecto, el contracto 
del aire por la modificación que induce en es- 



262 
tas propiedades. Al contrario solo las ligaduras 
son las qtie p leden oponerse en los vasos gran- 
des al poderoso influjo del corazón, cuyo efec- 
to no evitarían todos los estíticos. Esta es la 
diferencia esencial que hay entre las de los ca- 
pilares y ecshaíantes, y las de las arterias -a sa- 
ber que todo medicamento que obra sobre la 
sensibilidad orgánica, y la tonicidad, se empica 
utilmente en la primera al paso que su efec- 
to es nulo en las segundas. 



Indicaciones generales. 



^Ú'\ la plétora universal, convendrá la sangría; 
pero siendo este un medio por el que solo so 
satisface la que mas urge, dejando una disposi- 
ción al retorno [#] se precaverá por la dieta 

[*] Ese modo de tratar las hemorragias, avnque 
■las mas veces surte efecto, en las activas no obstan- 
te favorece el estado de plétora, y por tanto el t retor- 
no de lu hemorragia. Para probar que la sangría, asi 
como la, hemorragia misma contribuí/e ú producir 6 
aumentar el estado de plétora del sistema, basta ver 
qus siendo limitada la cantidad de fluidos cerosos, el 
estado de las secreciones denende de un cierto equili- 
brio entre la fuerza de las arterias mayores que im- 
pelen la sangre, y la resistencia de los conductos es- 
cretorios. Depende la fuerza de las arterias, de la, 
plenitud y de la distencion que, ocaaionan en ella en 
particular la cantidad de glóbulos rojos y gluten; ca- 
los en gran parte se limitan á las arterias rojas, da 
niods viene que la hemorragia, privando principal'' 



263 
de substancias vegetales, bebidas refrigerante^ 
quietud de ánimo y cuerpo, v habitación fri-sca 

mente á la sangre de glóbulos rojos y de gluten, 
deben producir mayor vacio en las arterias r •;/,<, 
y debilitarlas mas. Lis escreciones disminuyen á pro- 
porción, que la acción de las arteria rojas se de- 
bilitan mas, y en su cou^w.ucn-ii si continúan la 
misma cantidad de ingestas, se acumula mayor c mti- 
dad de humores en los vasos mayores.. De cite modo 
se repara con tanta prontitud las perdidas sanr¿ 
ocasionadas por las hemorragias artificiales ó espon- 
taneas, cuando se contienen en ciertos términos; peto 
impeliéndose en menos cantidad los fluidos a l 
ductos escretorios, disminuyen las esoeciones, lo >/ 
m,otivo á que estos aun caigan en un estado de con- 
tracción, y si esle estad') continúa por largo tiempo, 
adquieren mas rigidez y no cederán al mismo grado 
de fuerza que antes. l J or lo que aunque la sangre 
acumulándose de nuevo en las arterias, las haya da- 
do su primer grado de plenitud, de tención, y de fuer- 
za.', sin embargo esta fueiza no estará en equilibrio 
con la resistencia de las conductos escretorios, ctiJB 
rigictez, está aumentada, y nó\bastará para mtoi 
las escreciones á su primar estado, de donde resul- 
tará una nueva acumulación en las ai tei ias que 
aumentará su estado de pktcra. Se comprende de es- 
te modo con mas facilidad, como- la humorragia cons- 
pira á ocasionar su propio retorno, con mas violen- 
cia, aumentando el estado de plétora del sistema: tí 
mas de esto la sangre necesita vn tiempo d.termi- 
vado para renovarse, y acumularte de nuevo; pero 
este es casi el mismo en los diferentes retornos de h 
hemorraaia; por esto semejantes repeticiones suceden 
por lo común en periodos fijos, como se ha observado 
muchas veces. 



264 
t templada. Si la supresión de alguna evacúa* 
cion: restablecerla por Jos medios oportunos con 
respeto á su especie. »Si solamente se observa 
una relajación 6 atonía en el sistema muscular 
le la parte afecta, los astringentes y tónicos* 
Si al mismo tiempo hay un esceso de acción^ 
nmentp úc irritabilidad, se combinarán los 
anodinos y calmantes. Si reina enloda la ina- 
sa humoral una degenerad -eiiic;», comba- 

ron ausiljos direí , . _;¡ui que sea escotf- 
buíic;), yeperea, &c. Estas son cuando no son 
criticas, 6 cuando no son esce^ivas; pero por lo 
pegular son seguidas de la anasarca, perlesía, 
apoplegía. 

GENERO PRIMERO. 

Epistasis. 

cI-JH estado y delicadeza de los vasos que se 
eslienden por la superficie interna de la nariz, 
hace que la de esta parte sea mas frecuento. 
Por lo común la sangre no corre sino de uní 
sola nariz, y es probable que este depende de 
que la hemorragia de un solo vaso, disminuye 
la congestión de todos los vecinos, y cuando 
corre de ambas anuncia casi siempre enferme- 
dad mas generales. 

Se divide primero en escesiva y pasiva: la 
primera veese en los jóvenes, llamase pictórica 
comunmente en primavera ó estio, y la prime- 
ra vez regularmente por la mañana: después se 
renueva en cualquier época por insolación, esce- 



265 

so en el ejercicio, comida &c. la precede pesa- 
dez de cabeza, entorpecimiento, cefalagi3, va- 
Indos, y otros síntomas semejantes, que se ali- 
vian 4 medida que va saliendo sangre. La pa- 
siva es la que producen las eaidas, los golpe» 
en la nariz, en la frente, en toda la cabeza &c« 
6 la introducción de cuerpos agudos ó e*timu- 
lantes dentro la misma nariz, en cuyo caso vie- 
ne por lo común acompañada de estornudo», j-e 
cura con la compresión mecánica por lechinos 
ó los astringentes introducidos ó sorbidos por 
la nariz en forma líquida ó en polvos, como el 
vitriolo, alumbre, agua, nieve &c. estrayendo 
ademas jos cuerpos est ranos. 

Segunda: hemorragia febril, esta 6 es esen- 
cial ó sintomática, á la primera acompaña pi- 
recsia intermitente que observa el tipo de una 
cuotidiana, y que acomete con calosfríos, ca- 
lor, y pesadez de cabeza. La sintomática vie- 
ne en la declinación de !a9 enfermedades fe- 
briles, y se llama critica, si es saludable, 6 
morbosa si es nosiva. 

Tercera. De las enfermedades crónicas. Es- 
ta es frecuente en los hipocondriacos, cuarta- 
naria en hidrópicos, caqueíicos y otros en quie- 
nes obstruidas las entrañas del vientre, se haya 
disminuido ei cículo en ellas, y aumentado el de 
las partes superiores. Todas esta? sobrevienen a 
personas de toda edad, y de todo temperamento; 
sin embargo es mas frecuente en aquellos que son 
natura! mente pictóricos, y de un temperamento 
sanguineo. Ambos secsos oslan sujetos a ella, pero 
se observa con mas frecuencia en los hombres. So- 



26*6 
breviene en cualquier tiempo de la vida, pero 
es mas común á los jóvenes, por razón del es- 
tado de equilibrio particular á esta edad. Aco- 
mete por lo general á los que no han llegado 
todavía 4 su perfecto aumeno, y es mas rara, 
¡¡asado este tiempo. En estos casos se puede 
considerar como hemorragia del todo arterial, 
y dependiente de una plétora de esta misma 
naturaleza; pero también se vé alguna vez en 
la declinación de la vida: entonces es probable 
que depende de la plétora venosa de los vasos 
de la cabeza, y que se debe considerar como 
serial de plétora: también se observa esta he- 
morragia en cualquier periodo de la vida, en 
ciertas enfermedades febriles, que son en todo 6 
en paites de naturaleza inflamatoria, y que in- 
dican una determinación particular de la san- 
gre acia los vasos de la cabeza. Bíuchas veces 
la determinación de estas enfermedades se efec- 
túa por esta hemorragia; como suele verificarse 
en la epatitis aguda; en cuyo caso, con funda- 
mento se la puede llamar critica. Viene algu- 
nas veces, sin que la precedan síntomas algunos 
en particular, cuando alguna violencia esterna ha 
contribuido a su producción, pero cuando solo 
dimana de alguna causa interna, las mas veces 
viene precedida de dolores de cabeza, de en- 
cendimiento de ojos, de color encarnado do la 
cara, de una pulacion esfraordinaria de las cie- 
nes, de sensación de peso acia la nariz, y de 
un picor de esta parte; el vientre estreñido, los 
pies frios, y caioófrios que se esperimenían en. 
todo ei cuerpo, son también síntomas que un 



2(77 
algunas ocasiones preceden á dichas hemorra- 
gias. 

Pronostico. Cuando la sangre evacuada es 
en poca cantidad, ó sobreviene muy de tarde 
en tarde, casi debe mirarse como de poca con- 
secuencia; pero cuando repite con frecuencia 
aun en los jóvenes y es nmv copioso, ecsige 
una ateneion particular, mies se debe conside- 
rar como señal de plétora, que en una edad 
muy abanzada es capaz de ocasionar una de- 
terminación de sangre acia las partes, cuya hemor- 
ragia seria mas peligrosa. Si sucede acia la 
declinación de la vida, se puede considera r sa- 
ludable por ella misma; sin embargo entonces 
es señal indicante de una tendencia muy fuer- 
te á la plétora venosa en los vasos de la cabe- 
za, cuyo estado del sistema es muy peligroso) 
por lo que se fia visto que las mas veces se le 
.'eguia la npopiegia, la perlesía y otras enfer- 
medades semejantes, Cuando sobreviene en las 
enfermedades febriles y es muy abundante, se 
le puede mirar como critica y saludable; pero 
está sujeta 4 hacerse inmoderada, y por e;-to 
peligro?^. En algunos easos sobreviene mien- 
iras ¡a calentura ereptiva de muchos ecsanfe- 
mas, en cuya tiempo es saludable, á no ser <i/ie 
estos estén acompañados de una tendencia a la 
putrefacción, pues entonces esta hemorragia «leí 
misma modo une las sangrías artificiales, pue- 
den acarrear efectos muy funestos. 

Curtición, Aire frió, bebidas frías, cnerpo T 
cabeza en dirección casi orienta!, evitar toda 



268 
•¿¡jfcct» de golpe en la nariz, abstenerse de to- 
da acción que pueda promover irritación &c. 
cuando es pasado algún tiempo y nada indica 
que se va á agotar si e! pulso se vuelve pe- 
queño y la cara pálida, es preciso atajarlo con 
los astringentes, los tónicos, los áccídos mine- 
rales, y los calmantes y anodinos, cuando de- 
penden de algún estímulo queesciíando la ac- 
ción del sistiaina aumenta la hemorragia. Cuan* 
do liay plétora, dieta ó comidas veíales ó do 
poca l atrición, bebidas diluente» y atemperan- 
tes, los suaves lacsantes, debe evitar todo lo 
que determine una cantidad do sangre mayor 
á la cabezi ó impedir su retorno, teniendo el 
vientre libre para producir una derivación de 
estos vasos. Cuando es una consecuencia de la 
plétora venosa de los vasos de la cabeza, se 
puede dejar correr la sangre con bastante abun- 
dancia, y mas cuando sucede i la supresión 
del flujo menstrual ó hemorroidal. Pero aunque 
sucede la primera vez, es preciso estar alerta 
contra sus repeticiones. Como los efectos de la 
plétora capital son muy inciertos, se debe des- 
truir la plétora y ocuparse al instante en pre- 
caver su retorno por las evacuaciones conve- 
nientes, como sangrías con especialidad del bra- 
zo, purgantes fuertes y restablecer si es posi- 
ble las evacuaciones suprimidas. 



18 



a» 

•KNERO SEGUNDO. 

Hemotisis. 

¿LJl finjo de ?ang-re por la boca producirlo por 
cualquiera afecto del pecho con una tos rn; ó ¡líe- 
nos considerable, encendimiento en !■■•■ las, 
sensación incómoda v dolorosa e:i el pe< 
ticularmente de calor en la extremidad ii 
del esternón, y á veces con disnea y prurití 
en la garganta, saliendo además la sangre en. 
cendida v regularmente espumosa, constituye 
la hemotisis. Divídese en hidiopática y sinto- 
mática. La primera se gubdivide en pictórica; 
la cual viene sin violencia esterna, ni haber pre- 
cedido tos ni supresión de alguna evacuación ha- 
bitual. 

Forzada ó tea huma tico, la que es produ- 
cida por la. acción de una causa esterna. 

Tísica, la que se sigue a una tos anticua}, 
acompañada de estenuacion y debilidad, debién- 
dose reducir á esta especie la producida por 
tubérculo y escirro en los pulmones. 

Calculosa, en la que salen con la sangre 
unos caltiilülos que por lo regular son de una 
naturaleza calcárea, y la que están sujetos con 
especialidad los lapidarios, canteros, ganade- 
ros &e. 

Periódica 6 sicaria, la cual sigue á la su- 
presión del flujo hemorroidal ó menstruo. 

Cansas. Pueden considerarse predisponentes 
y ocasionales. Las primeras se comprehenden 



270 

fácilmente si hacemos atención á que los raso» 
sanguíneos de ios pulmones son mas abundan» 
fes que los <ie hingufta otra parte dei cnerpo¡ 
de igual tamaño; e-tos vasos que son muy grue- 
sos á su salida del corazón, se snbdividen mas 
pronto que los de ninguna otra parte en va- 
sos de mi volumen muy pequeño, y estos úl- 
timo- se ramifican cerca de las superficies in- 
ternas <!e las cavidades bronquiales, qne e-tan 
cit nadas en un te|ido celular flojo, v cubiertos- 
solo de una membrana delgada; hm basta con- 
siderar con cuanta facilidad v frecuencia se 
llenan de sanare para comprender por qué su 
emorragia es la mas frecuente de todas, des- 
pués de la de la nariz, y pn particular porque 
cualquier choque ó golpe violento que se de á 
todo el cuerpo, ocasiona con tanta facilidad la 
emotisis, y es evidente que en los adultos pue- 
de resultar en todo tiempo por el estado ple- 
torico de los pulmones, desde los diez y seis 
hasta los treinta y cinco años; ¡¡o obstante las 
mas veces es efecto de una falta de proporción 
entre la capacidad de los vasos del pulmón y 
la de los demás del cuerpo; pues eso es enfer- 
medad comunmente hereditaria, dependiente de 
una conformación particular y defectuosa, la 
cual consiste en la debilidad ele estos órga- 
nos, manifiesta por la voz afeminada, por la 
elevación de las escápulas, estrechez del pecho, 
rubicundez de las mejillas, pulso lleno y frecuen- 
te, cuello largo y respiración difícil, ojos ale- 
gres y vivos, cutis transparente y fina, venas asu- 



271 

Jadas &c. Si estas circunstancias se hallan uni- 
das á un temperamento sanguíneo, en que do- 
mina la plétora arterial, ó en sugetos endebUfj 
delicados, muy sensibles & irritables, de espíri- 
tu vivo, que padecen con frecuencia bcmorra^ 
gia de nariz, ó en quienes sea suprimidas otraj 
evacuaciones sanguíneas periódicos, ó - c e les ha 
amputado algún miembro considerable, es en- 
fermedad común. Habiendo c;-ta disposición cowí 
tribuyen á producir las diferentes causas oca- 
sionales &c. Calor esterno, disminución repen- 
tina del peso de la atmósfera, ejercicio violen- 
to de la respiración, cualquier grado de violen- 
cia esterna, y antes á veces se experimenta un 
sabor salado en la boca, Poco antes se espe- 
ri menta irritación en la parte superior de la la- 
ringe, á fin de moderarla bace el enfermo es- 
fuerzos para escupir, y arroja un poco de san* 
gre encendida y espumosa, asi continua salien- 
do cada vez cjue se renueva la irritacian, pro- 
duciendo algún ruido en la traquea; alguna! 
veces viene al tiempo de toccr, otras en poca 
porción y desaparece luego del iodo. Cuando 
(.•imana de la superficie interna de la boca, vie- 
ne sin esfttereo ni tos pnes c! esputo de la 
sangre de la garganta es nías raro que el de 
los pulmones, y las mas veces no podemos ase- 
gurar de su origen, ecsaminando lo interior di 
ia boca, y garganta, qne cuando se vierte del 
estómago se arroja en mayor porción casi siem- 
pre, y tiene per lo común de un color mas 
obscuro, es más grumonosa y está mezclada con 
otros materiales contenidos en esta entraña, y 



272 
por ultimo que lo hemotemesis tienen sus sin- 
tonías y circunstancias particulares. 

Pronóstico. Esta enfermedad carece de ries- 
go alguna vez, como cuando es resultado de la 
suprc-ion de alguna evacuación, v. g. la mens- 
truación, en cuyo caso el estado pletorico que 
la supresión de estas evacuaciones suele pro- 
ducir puede dar lugar á que la distencion 
que sufren los vasos por la presencia de la- 
sangre sea¿un estimulante que ecshallando su sen 
sibilidad de traguea á la ecsalaeion sanguínea 
y consiguinnte á la hemorragia, la que termi- 
na luego que habiendo cesado la distencion, 
falta el estuiulo, y la sensibilidad ecsaltada 
vuelve á un tipo regular. Lo mismo hace su- 
ceder, cuando ía hemorragia sobreviniendo á 
á consecuencia de una violencia esterna, ha 
«ido la ruptura de los vasos poco conside- 
rable, capaz de ceder á los astringentes, y sin 
que luya en el paciente disposición primitiva; 
mas si esta ecsiste ó si aquella ha sido conside- 
rable, de modo que la hemorragia no se haya 
podido cohibir, suele entonces hacerse peligro- 
sa, mayormente si después de comer se obser- 
va calentura, calor en las manos, encendimien- 
to de las mejillas &c. pues siguiendo este cur- 
so por lo regular termina en tisis. 

Curación. Va sea producida por ecshalacion 
6 por ruptura, las indicaciones principales son: 
pimera, evitar la impresión de cansas capaces 
de ecsaltar la sensibilidad orgánica de los vasos 
de la parte. Segunda, calmar la tos y toda ir- 
ritación que pueda determinar mayor cantidad 



273 
de sangre á los pulmones, é impelir con su pre- 
sencia que se cicatrice I» ruptura de Uv> vasos 
si eesisté 6 que La seroibdidHd > c< ntractibili- 
dad organic--, vuelvan á tomar su tipo regular, 
Tercera, cohibir lo mas pronto posible la lio. 
morra^ia, tratando de oponerse cu lo micoívo 
por un buen régimen profiláctico á 'as c 
cuencias que puedan s'obitevVnlr, Para s«1 
cer todas e»ta<, primero: evitar el calor <Mer. 
no, los movimientos escesivos, el canto &c. as- 
tringentes v calmantes, entre los que el diaseor. 
dio, retania, alumbre y otros disueltos en ve- 
bienio apropiado, como el cocimiento bl 
de Sidebenan, ó pildoras compuestas de están 
mismas snstaneias, conservas de membrillo, l»s 
áceidos dilatados surten muy buenos efectos: asi- 
mismo el ó¡)io en dó^is repetidas; sangrias del 
brazo, de la mano, y aun los vejigatorias apli- 
cados al pceho 6 espalda con objeto do desva- 
necer el estímalo de los vasos capilares de los 
pulmones, deben preferirse en todo caso de be- 
motisis, procurando al mismo tiempo evitar el 
retorno por una dieta analéptica, ejeseicio u ;-> 
vo moderado, la mudanza de climas, los 
del campo &c. y en ¡os que gozan por H ó 
hayan contraído riña constitución viciada, h 
los traigan el pecbo cubierto de lana á (:: 
excitar la transpiración, y (pie se disipe aíffun 
tanto la acrimonia tísica que reina en todos ellos, 
tratando igualmente de cambiarles su constitu- 
ción, a beneficio del régimen propuesto y (la 
pequeñas sangrías cada seis meses por especio 
de tras ó cuatro años, pura producirles unes- 



274 

tado pictórico que deberá disiparse después len- 
tamente con la costumbre ele sangrarse. Mas sí 
todo es iuiit.il, si se hacen úlcenltas como se 
manifiesta por la calentura que se observa des- 
pués de comer, tos y esputos tenidos de san- 
gre ó pus, so aplicará inmediatamente el (»a- 
ticulo (i¡ue debe establecerse entre, el poles é 
in les de la mano del lado de! pecho que utin- 
c.ipalmente se siente afecto. La serocidád que 
por él se evacna parece ser la. que arrastra con 
la acrimonia particular que predomina en el sis- 
tema, 3uy¡¡s efectos son tan difíciles de vencer) 
de Solano de Luque, cuvos mará vi I i oses efec- 
tos están bien comprobados que se recurre ea 
tiempo oportuno á éi. 

GENERO TERCERO. 

Tisis puhnonal. 



i*>Jii carácter genérico consiste en nna estenua- 
Cíonj consunción y debilidad del cuerpo, acom. 
[•• lia de tos, de calentura lenta, y de espec- 
toracion purulenta. Puede dividirse en incipien- 
te y confirmada: aquella llamada también tisis 
seca, es la que no se ha llegado á manifestar 
la espectoracion purulenta, y esta por otro nom- 
bre húmeda, es la acompañada de esta espec- 
toracion. También las han dividido algunos se- 
gún la diversidad de sus causas en escrofulosa, 
escorbútica, venérea, hepática, asmática &c. pe- 
r« nosotros nos ceñiremos á tratar de la tisis ver* 



275 
datera ¿ consunción pultnonal, propiamente tal 
dependiente por lo común de la nemotisis, y 
aun con mas frecuencia de los tubérculos fofi 
mados en la sustancia de los pulmones, ya sea 
por una disposición hereditaria, ya por vicio es- 
pecífico que predomine en la maza ¡inmoral, 
ya en fin por el concurso de estas causas (<¡no 
pueden mirarse como predisponente*-) con luí 
ocasionales, cuales son los ejercicios violenta ?, la 
intemperancia en comidas y bebidas espiritar* 
sas, pasiones violentas, la súbita supresión de 
las evacuaciones habituales, por \¡\ impresión 
del fiio exterior ó por la de un liquido frió 
estando caliente, la influencia de una tex- 
tura húmeda, fria &c. Los que mas espuestüa 
están a esta son los endebles y delicados, que 
tienen la fibra muscular muy floja y la < 
cidad del peclio muy estrecha. E! tiempo <■;• 
la puvertad y juventud, son las épocas en qiw 
se declara con preferencia: asi se nota que drs- 
de los quince hasta los treinta años es cuando 
suele hacer e^ mayor número de victimas. Y 
aunque en general no perdona edad ni secso, 
sin embargo es fácil de observar que los jóve- 
nes altos y delgados, de un incremento preeoí, 
que además de un pecho angosto y estrecho 
ofrecen una complecsion débil, tez delicada y 
mejillas rozadas, es en quienes se advierte ern 
mas frecuencia. Las mujeres son también acó» 
metidas de esta dolencia mas comunmente qi* 
los hombres, ya sea por la vida sedentaria que 
suelen tener, ya por la estructura y conforma» 
«ion natural de un cuerpo, ya por una conse- 



27G 
«uencia del Injo frivolo de sus adornos, ya en 
fin por alguna otra circunstancia particular que 
las domina. Es muy frecuente en la práctica 
ver marchitados por ella en la flor de su edad, 
los atractivos, la gracia y la belleza que na- 
turaleza ha reunido en "los individuos de este 
secso amable, y que una mueiíe temprana ar- 
rebata a las delicias y placeres del otro. El ori- 
gen de la verdadera tisis pulmonal, puede de- 
ducirse generalmente de la hemolisis, de lo que 
llaman vulgarmente rehuma ó catarro ordina- 
rio, y algunas veces también de heridas ó úl- 
ceras hechas en la sustancia del pulmón por 
agentes estrriores. una tos mas 6 menas inco- 
moda durante la noche, ordinariamente seca 
acompañada de dolor y tirantes en el pecho, 
costdlas y cabeza, ligeros calosfríos, algunos 
grados de calor febril, junto con acá sensación 
dolorosa en las articulaciones, son los efectos 
regulares de el: estos síntomas suelen por lo 
común ceder á los medios comunes, bebidas di- 
luentes, blandos pectorales, aperitivos suaves &e. 
cuidando al mismo tiempo de observar una die- 
ta esacta, y resguardarse del frió cargado de hu- 
medad; pero lo común es confundir estos con 
los que se originan de la inflamación de los tu- 
bérculos, y que pueden mirarse como el pri- 
mer periodo de la tisis, teniendo á los síntomas 
que acompañan á esta inflamación por efectos 
inmediatos de la impresión de! frió, y por con- 
siguiente no causan alguna inquietud al enfer- 
mo ni á sus asistente;, ni los determinan a to- 
mar precauciones, Cuando se ha cogido dees 



277 

te modo una ó dos veces el frió, según el mo- 
do común do espresarse, no ceden ya los > í r i - 
tomas á simples remedios que una ligero ;if<'c- 
cion catarral; antes por el contrario la tos so 
hace cada vez mas violenta, mas penosa, mas 
seca y continua, h* nochi y no se 

logra en ellas ningún reposo: I - dolores di 
cho son mas fijus y puntantes, los movimientos 
de la respiración mas acucados y difíciles, la 
espectoracion espumosa v poco abund inte, ei 
pulso velos, doro, algunas veces tirante como 
una cnerda, otras lleno y turbado, la lengua se 
pone blanca, y en su parte dorsal ó superior, 
se pone de una materia, amarillenta, los ü 
marchitan, la piel contrae una palidez trisíe, < v l 
apetito se pierde enteramente, e! estómago se 
debilita, los alimentos escitan nanceas y á veces 
Vomito, en fin todo anuncia un progreso fatal, 
y sin embargo el enfermo sigue en su modo 
ordinario de vivir, sin ser todavía para é! mas 
que una rehuma, una tos difícil de curar, y no 
proponiéndole algún peligro en su enfermedad, 
no se cree obligado á sujetarse á ninguna regla. 
Primer periodo. En este estado los ligeros 
movimientos febriles que espeí imentan, se ma- 
nifiestan por un periodo de calentura mas con- 
siderable, cutas ecsacerv ación es después de có- 
rner ó por la tarde son bien notables, el pe- 
cho y las partes superiores se cubren por la 
mañana de un ligero sudor que mitiga lo.* sín- 
tomas, siguiéndose unas remisiones (pie duran 
toda la mañana. La tos no pierde nada de »u 
violencia, y los progresos de la espectoraeiüo, 



278 
son cada vez mas abundantes, espumosos v al- 
gunas veces salen salomados de fií amentos saa» 
guineos. Lts aiejHlas durante U calentura, se 
cubren de una roseta encimada v brillante, los 
labios y glándulas citaadas en los ándalos de 
las órbitas, toman un color rojo mas vivo que 
en el estado sano; suben de pronto llamaradas 
de calor y rubicundez, y en las palmas de las 
minos y plantas de ¡os (des, se deja sentir un 
ardor seco y desagradable, Á proporción que 
hace progresos | a calentura se acerca al tipo con- 
tinuo, y los intervalos de remisión siendo cada 
vez rweRos noíablcs. La espeutoracion es cada 
día mas copiosa, y los esputos salen mezclados 
j>or la mañana de una materia purulenta, al- 
gunas veces desagradable al palada» efei en- 
fermo (e;i un estadio mas adelantado suden ser 
dulces, lo que es mala señal) amarillos, ver- 
dosos, los que se van volviendo de un color 
ceniciento, á proporción que la enfermedad se 
aprocsima al fin. 

üe.tjundo periodo. Comienzan á descubrirse 
en todo el sistema orgánico impresiones de des- 
trucción y de desorden. La gordura que llena 
los fondos orbitario--, y que sirviendo de apo- 
yo á los ojo-, contribuye á darle su brillantez 
Í vivacidad propia, se derrite y desaparece: un 
umor viscoso destila de estos órganos lángui- 
dos y marchitos, los pómulos descarnadas salen 
acia fuera, la nariz se alarga, las cienes se hun- 
den, finalmente el cuerpo cae en una dema- 
cración general, que aniquilan considerablemen- 
te sus fuerzas: la tos repile - con mas esfuerza 



279 
al acercarse la noche, v el poco sueno que eff 
esta consilia el enfermo es agitado é, ¡oterram* 
pido: Jos sudores de la mañana son colicuati- 
vos y abundantes, el calor es mas intenso, las 
remisiones mas oL-caras, los esputos mas abun- 
dantes y purulentos, v esto en tanto qtie que* 
da todavía algún poco do vigor, y las fuerzas 
digestivas conservan aun bastante energía para 
animar los jugos nutritivos, de que el cuerpo 
tiene necesidad. 

Tercer periodo. Al estreñimiento de vientre 
común á los dos primero», sobrevienen frecueu- 
tes deposiciones, que pronto degeneran en diar- 
rea confirmada, pues anuncian el tercero y ú!- 
timo periodo de la enfermedad; ios aliunenloj 
en este caso casi no hacen mencioo alguna ra 
el estómago, y el canal intestinal apenas pene 
obstáculo 4 su espulsion. Luego que á los de- 
más accidentes se agrega este, el calor febril 
y los sudores se disminuyen notablemente; pero 
la tos sigue con el mismo tezon por las noche?, 
impidiendo los solo dables < fectos del sueño que 
ni con los opiados es posible conciliar. 

En este estado la lengua aparece limpia v 
bastante encendida acia su raiz, algunas veces 
cubiertas de astas, y por lo regular dolorida y 
muy sensible: la voz se pone ronca, y las pa- 
labras salen cortadas entre breves inspiraciones 
ó interrumpidas por el bipo, que son los dos 
síntomas que mas molestan á los tísicos: última- 
mente, los enfermos inferiores se cargan de una 
hinchazón hederaatosa que hace visible la im- 
presión del dedo. 



2S0 

Asi continúan por algunos dias haciéndose la 
diarrea cada vez mas violenta, disminuyéndo- 
se á proporción el calor, los sudores y la es- 
pectoracion, principalmente entre dia las fuer- 
zas se enervan poco á poco, hasta que al fin se 
Riegan al ejercicio de los menores movimien- 
to;-, viniendo bien presto lo moral á participar 
dé esta misma decadencia. Al acercarse el ul- 
tiaio instante experimentan frecuentes y laro-os 
desmayos, las uñas se doblan sobre las llemas 
de Ííís dodo-, el hipo los atormenta de conti- 
nno: á veces se perciben ligeras convulsianes, 
la lengua se pone vaíbuciente y las pocas pa- 
labras (¡ue articula es con suma dificultad, en 
fin la muerte viene á terminar esta triste escena. 

Pronostico, Se saca: primero, en que el mo- 
co naturalmente es transparente, el pus es opa- 
co: segundo, el moco carece por lo regular de 
olor, y este las mas veces se advierte en el pus. 
El moco echado en el agua queda suspendido, 
que por el contrario el pus se precipita y ca- 
si se disuelve. 

Curación. Habiendo considerado los tubér- 
culos como causa mas frecuente de la tisis, en 
atención á que aun en aquellos casos en que 
parece originarse del catarro, del asma, de la 
repercueion de algunos ecsaníemas &c. solo es 
debida al vicio tuberculoso, que estas diferen- 
tes circunstancias inducen en los pulmones, pre- 
caveremos su formación ó los resolveremos. 

En personas nacidas de padres tísicos, ó por 
su modo particular de vivir han llegado á ad- 
quirir una organización particular que los dis- 



2*1 

pone a" . contraer esta enfermedad, se observa e» 
el periodo de la vida que mas favorece el dea» 
arroyo de este germen destructor, desenvolver • 
se los síntomas dichos; se [ruede presumir que 
uno ó muchos tubérculos formados ya ó que 
comienzan á formarse*, ocupan la sustancia da 
les pulmones, este es el ca o de poner todo el 
esfuerzo para arrancar esta víctima de los bra- 
zos de la parca mecsc. rabie. Aqni es donde el 
abrigo a lin de evitar foda impresión de frió 
y humedad, de ejercicio pasivo moderado, los 
aires libres del campo, el uso de las leches, y 
cocimiento febrífugo salsa de Fuller, y la apli- 
Cacicn del fentícolo de Solano de l/ique tie- 
nen su principal lugar, evitando al miMnn tiem- 
po todo ejercicio violento que pueda ocasio- 
nar la infamación de los tobé reo I os, toda vio* 
lencia en la respiración v toda postura capaz 
de disminuir la capacidad del pecho. VA con- 
tener la tes pertinaz que tanto molesta a los en- 
fermos v "'■ se aumenta á medida que la en- 
fermedad hace progresos, es muy del caso to- 
me el paciente por la noche y «un entre din, 
seis granos de sinoglosa ó uno de opio, al mif- 
(Tí,o tiempo <¡ue se procurará mantener sus fuer* 
zas digestivas por medio de la tintura de quina 
ú otro tónico, y resto urar las pérdidas diarias 
á benefiíio de una dieta analéptica. Cuando se 
loaran los principios cede, cuando íe junta dt- 
bilidad v arreglo del paciente; mas cuando no 
ha podido impedirle la inflamación de los tn- 
1 érenlos v se ha formado á consecuencia algia 
actcilJo ó lómica, que habiéndose en la cavi- 



28« 

dad de los bronquios, ha dado lugar á la for- 
mación de una úlcera, ya que se presente la ti- 
sis con todos los caracteres que la confirman, 
en este raso facilitar la espulsion de los ma- 
teriales purulentos, precaveer la absorción, de- 
tener los efeetos de la materia transmitida ya 
á la maza general, por medio de esta y curar 
la úlcera. Hasta hoy no se ha encontrado reme- 
dio capaz de satisfacer estas indicaciones, y cuan- 
do algunos han curado solo lo han debido á 
los esfuerzos de la sabia directora que tiene 4 
su cargo velar sobre la conservación de nues- 
tra ecsisteneia, sin que el arte haya hecho mas 
qce ponerse de su parte para dirigir sus co- 
natos. 

Estos medios de que en semejantes casos 
puede valerse el médico, se reducen , a los tó- 
nicos, á los demulcentes y á los suaves espec- 
torantes y escitantes del pulmor,, quina en tin- 
tura con ojimiel, el opio con la hipecacuana, 
la miel blanca, los báizamos de terebentma, del 
arzobispo, de la roela &e, dando de tres á 
cuatro gotas por mañana y tarde en ir.fucion 
de manzanilla y aumentando su dosis hasta do- 
ce, procurando calmar ó moderar los síntomas 
que sobrevengan, tal como la disnea, la tos vio- 
lenta y la diarrea, pr>r medio de los opiados, 
el cocimiento albo de Sidenhan con el dia-cordio, 
la retama &c. y suspendiendo el uso de las le- 
ches en caso que estas lo promuevan. 



283 

«ENERO CUARTO* 

almorranas ó fivjo hemorroidal* 

__ja evacuación de sangre por ciertos tumor- 
cilios formados en la margen interior del ano, 
es el síntoma que constituye por lo general las 
almorranas o finjo hemorroidal. Divídese en 
secas ó ciegas, y en humedas ó Alientes; sub- 
rlividense unas y otras en internas y esternas. Las 
fiuentes ya sean internas ó esternas, son aquellas 
«?n que casi á periodos lijo?, se manifiestan por una 
abnn darte evacuación de sangre. 

Síntomas. Ligeros calosfríos con costrnecion 
espasinódica de lo interior del cuerpo; dolor 
gravativo en las espaldas y lomos, algunas ve- 
ees torpeza en las extremidades inferiores, pul- 
so duro y comprimido, sequedad en lo inferior 
de la boca, orina poco abundaate, y descolen* 
da, debilidad de estómago, flatos en los intesti- 
nos, frecuentes ganas de orinar y eesonerar el 
vientre, una especie de presión desde el ano 
basta el periné, alguna vez con flujo de mu. 
eosidad blanca, generalmente variado, tanto en 
la cantidad de la sangre que fluye cuanto en 
la duración del flujo. Los efectos de esta eva- 
cuación si t j s eseeíiva son: postración de fuer- 
zas, marasmo, pesadez en los muslos, sueno tra- 
bajoso, opresión en la región precordial; infla- 
mación de vientre con borborigmos, pulso dé- 
bil. Si esta evacuación pro¡-igue inmoderada- 
mente sobreviene hinchazón de pies, ojos y ca- 



284 
ra.&c. Sieridqesfa.de un color cárdeno, v aplo- 
mado, respi' ación anhelos», hidropesía^ calentu-a 
lenta, y tabes. Es presagio todavía mas funesto 3 
<¡ne el hilado ó el vaso e^ten avcílíaídós, r¡iie 
a va eslreña miento, caqliesiü incipiente, é hidro- 
pesbi. 

CnUmr. Las mas comunes son la obesidad, 
1.1 di-tencion dé las venas el rédalo, la vida 
{•'.'¡¡ctii:;-!.!, disposición hereditaria^ uso repetido de 
puro-. ir, les acres, afecciones tristes, ejercicio 4 
Caballo muy confirmado, el n-o de los ¡jipvri- 
nes &c tudas obran especialmente en su>etós 
que van de los treinta y sei-años para ariba, y por 
tanto predomina en ellos la plétora venosa, 
y cnando en los sug-eíos que han estado largo 
tiempo espuestos a esta evacuación, se les su- 
prime en la declinación de la vida, son por lo 
general acometidos de la apoplejía 6 perlesía. 
Las almorranas eslán sojetas á inflamarse, y al- 
gunas veces se supuran y causan una fístula, y 
aun en algunas personas de mala constitución 
suelen degenerar en úlceras cancerosos. 

Curación. Paliativa, ó radical-, la primera 
consiste en sangrias, el ejercicio, dieta tenue, ó 
sustancias poco nutritivas, légimen atemperante 
usando esteriormente ce las | Ciliadas, y v¡ gij(n- 
tos anodinos: cuando los dolores suri violentos 
se puede aplicar cata pí asina anodina, ó fomen- 
tos emolientes &c. Si aun con todo es mas vio- 
lento pasaremos á la aplicacmn de los narcóticos. 
No tienen lugar los purganles por que aumen- 
tan la irritación y el dolor, y solo se podr» 

iy 



285 
lajar el vientre, y para ello hav la pulpa de 
casia, de tamarindos &:c. Si aun con todo esto 
jigüe el dolor sera necesario evacuar por me- 
dio de las sanguijuelas los bamorciilos, y cuan- 
do no con la lanceta. £1 alivio sigue inde 
tiblemente á su evacuación, pero esta hace ce- 
sar la tención: sin embargo mil \<> a un 
derrame difícil de corregir. La radical consiste 
en quitar enteramente los sacos hemorroidales, 
lo que es resorte de la cirujia; no obstante el 
médico debe tener cuidado de precaver, y opo- 
nen-e á las funestas consecuencias que podrían 
sobrevenir ala repentina supresión de una eva- 
cuación periódica; por lo que antes de supri- 
mir esta evacuación, tratará de moderar los sín- 
tomas de plenitud, por medio de la dieta, ejer- 
cicio, régimen atemperante &c. cuidando al inti- 
mo tiempo de Iajar el vientre, á beneficio 
aceite de almendras dulces, tizarías tamarinda- 
das, jai abe de rosas solutivo &c. y establecer 
alguna otra evacuación en las parles inmediata! 
evitando todo estímulo al recto, y calmarle si 
lo hav; precauciones serán mas necesarias, cuan- 
do el Hujo se manifieste en la manía y efectos 
del hilado; en cuyo caso no debe quitarse, coa 
tal que sea moderado; pero si no presenta 
las mismas indicaciones y sobre todo el estable- 
cimiento de un íbnticulo en las partes inme- 
diata:-; pues de no, suele seguirse la apoplegia* 
perlesía, mania, hemolisis &c. 



2$G 

GENERO QUINTO. 

Menor rapa ó flujo moderado menstrual. 



I£ 



}a menstruación que repite con mas fre- 
cuencia que lo ordinario, que continúa por mas 
tiempo, ó que curando el espacio acostumbrado} 
c> mas abundante que lo común, á la misma 
personal ^ 

La mayor parte de l;ís mtigéres están sujeta 
á algunas desigualdades relativas al pcrido, á 
la duración v á la cantidad de sus menstruo?, 
lo que no depeade de otra cosa, que de la 
multitud de irregularidades á que están sujetos 
tydos los fenómenos vitales, consecuencia pre- 
cisa de las variaciones que esperimentan estas 
mismas fuerzas: ¿quien ignora que las mugeres 
de un temperamento débil y delicado tienen 
muchas veces mucho mas copiosa que las que son 
mas fuertes, vigorosas y sanguíneas como co- 
munmente sucede? 

Síntomas. Flujo mas ó menos considerable, 
principalmente cuando esté precedido de dolor 
de cabeza, de vahido ó disnea, que ha principiado 
por una acción de frió, y acompañado de gran 
dolor de espaldas y caderas, pulso frecuente, 
calor y sed: segundo, repetición reiterada, en 
cuyo caso la cara se pone pálida y descolorida, 
el pulso decae, se experimenta uní debilidad 
estraordinaria al moverse, la respiración se ace- 
lera al mas leve ejercicio: á mas se réstente y 
pone dolorida la espalda, después de haber es- 
?¿ 



287 
tado en tina postura nidia, los estromos so en* 
frian con frecuencia, \ los picase notan al ano- 
checer con una hinchazón hedümatos». La de- 
bilidad producida de este modo todavía se toa» 
ni tiesta con mas frecuencia por afecciones del 
estómago, como la attorragia ó mucha hambre 
y otros síntomas de dispesia, por "na palpita* 
cion de coraron y frecuentes desmayoSj y pr 
fin abatimiento de ánimo, pues causas liberas 
producen emociones violentas, y mas cuando n* 
tas causas sobrevienen sin ser esperadas. Ll l! li- 
jo menstrual que está acompañado de este ri» 
lidad en las tnugeres casadas, puede casi siem- 
pre considerarse como inmoderado y enfermo, 
pudiéndose decir lo mismo por lo general, del 
que está precedido o seguido de flujos blanco* 

Causas. La sensibilidad y contractilidad i 
nicas, aumentadas ó abolidas eíi el sistema capU 
lar uterino; la acción de la causa cualquiera Ja 
margen á las variaciones que observamos en la 
menstrua» ion. Las causas ca aces de trasminar 
la sensibilidad de los vasos uterinos, v dar lu- 
gar á las hemorragias son: primera la pletoraj 
v todo lo que puede inducir este estado, como 
los muy nutritivos y abundantes, licores fuetes, 
embriaguez: segundo, lo que determina a la san- 
gre á encaminarse e< n mas abundancia y ímr- 
za Acia los vasos uterinos; como esfuerzos con* 
siderables de todo el cuer; o, las conmoción* 
generales producidas por la? caídas, los golpes, 
fuertes, coiiti¡cion»*s del vientre, inflamación, tirito 
ejercicio violento, y en particular el baile y la« 
pasiones, activas: tercero todo lo que sea cafií 



2SS 
de irritarlos vasos de! útero, determinado en ac- 
ción directamente sabré ellos; tales son los esce- 
sos en los placeres de la venus pasiones amo- 
rosas, el uso de la venus en tiempo de mens- 
trual-, estreñimiento de vientre: cuarto todo lo 
(¡ue sea capaz de distender forzosamente los va- 
sos del útero; como abortos frecuentes, partos 
reiterados en mujeres que no cri m, en fin lo 
que produce relajación general, como la costum- 
bre de habitar aposentos calidos, el uso inmode- 
rado de bebidas igualmente calientes que ener- 
van, como el café, íé fec. 

Curtición. Debe variar por razón de su na- 
turaleza, y de las diferentes causas que la ha- 
yan producido. Siendo por tanto muy esencial, 
distinguir cuando es activa, de cuando es pa- 
siva. Cuando se manifiesta en mujeres pletori- 
ca¿, robustas y bien constituidas, que estando el 
periodo (íe la menstruación han hecho algún es- 
fuerzo violento, han sufrido alufun golpe &c Cuan- 
do en estas mismas se verifican por entregarse 
incautamente á las paciones amorosas en los pe- 
riodos inmediatos á la menstruación, ó finalmen- 
te cuando á consecuencia de plétora general, se 
participa igualmente el uterino, en todos estos 
casos debe considerarse como activa, y depen- 
diente de la ecsaltacion de la sensibilidad orgá- 
nica, de los vasos capilares, del útero, debiendo 
entonces apartar las causas remotas que hayan 
dado origen á la hemorragia, huir del calor es- 
tremo, y por consiguiente las habitaciones calien- 
tes y las camas blandas, darle situación en que 
las caderas tengau mas altura, régime ligero y 



28!) 
refrescante, bebidas frini y áo cid ni a das, orchaiad 
nitradas, áccidos vegetales &c. pre '' £* 

trenimiento ó disiparlo cotí los laceantes, Massi 
a pesar de tocio sigue la diátesis iufrimaiom,>san. 
gria de! brazo ó roano, sude ser medio de preca- 
veerlas: en caso preciso recorre ;1 los astringen- 
tes solos, ya maridados con los opiados, ponien* 
do después en practica el redime proíilacticb 
de las hemorragias. Las pasivas ó aquellas <p:e 
vienen por debilidad, ó falta de acción orgá- 
nica contráctil, de las extremidades capilares, dé 
los vasos uterino-, y que se dará a conocer ptfr 
la fnlta de síntomas tipie indican fa acción 
aumentada de estos vasos por fibra besa, débil, 

f>.or consecuencia de la educación, influencia día 
as paciones, vida cedentaria. Se tratará eontfe 
niéndola por grados restituyendo á los vasa 
uterinos la tonicidad qne les es propia, para lo 
que se usarán repercusivos aplicados en el vien- 
tre, como vinagre aguado, baños trios de agua 
de mar, frió estertor, nieve, bebidas asi ¡ingen- 
tes y tónicas, retania, diascordio, alumbre, efc 
tracto de quina, los erubrosos y opiados; cuando la 
debilidad es tanta, que llega á bacer un estímu- 
lo para evacuaciones de sangre, á que llamamos 
hemorragia por inacción. Las que en razón de 
su costitucion ó cualquier otro motivo se ven 
espuestas á sufrir estos desarreglos, procu- 
ren evitar á las inmediaciones del mes todo lo 
que pueda producirla, usando en los interino, 
dios de régimen apropiado á su naturales» 
poríilactica. 



290 

GENERO SESTO. 

Leucorrea flores ó flujos blacos. 

Ja evacuación de ceroso amarillento que sa- 
le del útero ó de la vagina. Cuando acomete á las 
mujeres sujetas al flujo inmoderado del menstruo, 
y en ¡as que este se origina de las causas que de- 
Iit;in ios vasos del útero, y en particular el sistema 
general; cuando aparece un poco antes del flujo 
menstrual, ó es su continuación, permaneciendo de 
un mes á otro: cuando el mes se disminuye, á 
proporción de lo que se aumenta el flujo blan- 
co: cuando este continúa despnes que ha cesa- 
do el mes, y parecen observar en algún modo 
sn retorno periódico: cuando están acompaña- 
dos de los efectos de la hemorragia; cuando 
no está acompañado, ni precedido de síntomas, 
qtie indican algunas afecciones locales del úte- 
ro: Cuando no ha venido inmediatamente des- 
pués del coito, y no está acompañado de sín- 
tomas i'.iílamatorios, de las" partes de la fracción. 
La materia varía mucho en cnanto á su consis- 
tencia y color; pero no se puede siempre de- 
terminar por estas exterioridades, cual es 
su naturaleza, cual es su manantial particular, 
y de donde trae su origen. Caracterizada por 
las diversas circunstancias particulares ya indi- 
cadas, parece dimanan de las mismas causas qae 
la especie de menorragia, que supone que 
viene de la relajación de las estremidades de 
los vasos del útero, por consiguiente las mas 
veces sigue ó acompaña a esta memorragia. Sin 
embargo aunque la leucorrea depende en par- 
ticular de la relajación indicada, se puede pro- 



SOI 

ducir por irritaciones cappces de motivar c-lu 

relajación, y parece aumentarse siempfe, c«n 
toda especie de irritación que obua en el irern. 

.Sus eíivtos, se parecen á los de la. memorra, 
gia, acarrean una pVbtfidad general, que m 
naapiGeMa mas en. ¡as funciones del otó- 
mago. Sin embargo, si es moderada, \ no i»$tj) 

, apompa nada íle un gradp considerable de me. 

.tyorragia, puede estar largo tiempo sin l 
¿ir un alto grado de debilidad, v solo cuando 
es inmoderado son notables les efectos de psto 
género. Pero se puede suponer, aun cuando loa 

.esfuerzos de todo el cuerpo, no son muy con- 
í-i ¡orab'.es, (pie debilita el sistema de la gra, 
ciun y parece bastante probable que este ilu. 
jo contribuye en muchas ocasiones á producir 
la esterioridad. La materia al principio es casi 
siempre dulce, pero después suele ser acre, e 
iiriar ó aun corroer la superficie de las partes 
por donde pasa, y producir dií'ei entes alíerueio- 
nes acompañadas de dolor. 

Curación Como suponemos que depende por 
lo general de una pérdida considerable de tu- 
no de los vasos del útero, se lia conseguidq 
moderarla alguna vez, y aun curarla con cin- 
tos medicamentos estimulantes que obran en la^ 
vias de la orina, y por razón de procsj arñíM 
de esta* partes, comunican con frecuencia (U 
acción al vientre, ó al útero: éstas son las can- 
táridas, terebintina, y otros balzamos de seme- 
jante naturaleza. Los generales son azifrán tle 
marte astringente, el diascordm con hipecacoa- 
üá } quina, alumbre, ratania, abaras terrón inoras 



292 

ejercicios, inyecciones, cocimiento de quina y otros 
tónicos y astrmg-antes suaves, so encomiendan úl- 
timamente; pero siempre se registe, y son pocos 
los casos en que se consigue su total curación 
á no ser por la mudanza de clima, baños mi- 
nerales. 

GENERO SÉPTIMO. 

Amenorrea ó supresión del menstruo. 

sLLJl mes corr<» m^nos que lo aeosínnbrado, 
6 no corre nada, aunque no haya preñez. De- 
ben admitirse dos especies diferentes: primera, 
en que [o* menstruos no principian en el perio- 
do de la vi!a, en que es costumbre; y a. cu- 
yo psta lo d unos el nombre de retención. ¡Se- 
gún la, en que después de ría be r aparecido de- 
ja de repetir en sus periodos ordinarios por 
distintas causas á la de la concepción, y en- 
tonce* llamónos supresión. A la retención este 
periodo varia mucho según los diferentes in- 
dividuos, temperamentos, educación, género de 
vida, cuma &c, 

Sintonías Retenoi m, lacitnd, debilidad, pesadez 
para moverse, junto á diversos de dispesia, y 
aun alo-una vez aconmpañada de apetitos estra- 
vagantes. 

Al mismo tiempo el color vermejo de la 
cara, y aun de todo el cuerpo se pone pálido, 
Jas estremidades inferiores y no pocas veces 
íaa gran parte del cuerpo padecen una hin- 



293 
cliazon hedemetosa. La respiración se acele- 
ra por cualquier movimiento vivo ó penoso, •! 
corazón sufre palpitaciones y sincopes, sobrevie- 
nen en muchos casos dolores de cubeao, de es- 
paldas &c. Cuando estos síntomas llegan á un 
estado considerable, constituyen la clorosis de 
los autores, que casi sobreviene sin la retención 
de los meses; de donde parece inferirse que 
Jas causas mas comunes de esta retención de- 
ben ser todas las que son capaces do debili- 
tar la acción del sistema general, y por con- 
siguiente las del útero y sus vasos, modifican- 
do á consecuencia sus propiedades vitales; de 
modo que no llegan de su sensibilidad orgáni- 
ca á ponerse en relación con la sangre que 
debe evacuarse, ni la tonoeidad de sus vasos capí. 
lares, á adquirir el grado de energía que les 
es propio para el ejercicio de sus funcio- 
nes, se sigue necesariamente la retoicicn 
de dicha e vacilación periódica, y de aqui 
el cúmulo de males que la esperiencia de- 
muestra. Las causas cié inducir esta debili- 
dad, con especialidad una constitución flecnia- 
tica ó mucosa, favorecida ya por enfermedades 
precedentes, ya por una larga estenuacioo de 
fuerzas, ó graves pesadumbres, ya por una vi- 
da inactiva y sedentaria, ya en lin por la edu- 
cación que tanto influye en el desairoyo de 
nuestro sistema, asi físico como moral. No sien- 
do las pasiones, las que menos influjo tienen 
en la producción de estas enfermedades, y es- 
pecialmente la del amor, que parece haber ea 
i as muñeres un cierto estado de los ovarios, 



2,94 
que las prepara y dispone á gozar de los pla- 
ceres de venus acia el mismo periodo en qae 
los meses aparecen por la primera vez, de don- 
de es de presumir que en algún modo ecsiste una 
simpatía entre el estado de los ovarios, y el de 
los vasos uterinos y que por consiguiente cuan- 
do el estimulo producido por las partes de la 
generación falta todo el sistema, cae en un es- 
tado de languidez, y de flojedad, bien al con- 
trario de cuando este se desenrova con energía, 
Pues entonces, todo se aviva en la muger, los 
ojos antes mudos adquieren viveza, y expresión, 
brillando en su persona lodo atractivo de gra- 
cias festivas y sencillas, y toda frescura y lozanía 
de la juventud. 

Curación, Restablecer el tono vita! de todo 
el sistema y el de los vasos del útero: dieta 
corroborante, ejercicio activo, aires libres, puros 
y bien ocsigenados, los tónicos marciales. Es- 
citar la acción de los vasos del útero para las 
friegas, baños tibios de las estremida ie^ inferiores, 
y los purgantes, el aloes dos granos, medio escrú- 
pulo azafrán de marte, ha^ta ver lo que sucede 
para aumentar ó disminuir el aloes. Otra sal 
de marte media dracema crémor, media onza, 
y dividiéndose en diez y seis partes de las cua- 
les se dará una cada dia. La primera mueve 
e! vientre, la segunda menos y menos las de 
mas. Baños minerales fr i os, aguas teruginosas 
naturales, ejeriu, coito, cuando las circunstan- 
cias lo permiten. 

Segunda supresión. No toda interrupción del 
flujo luego que este se haya manifestado una 



-295 

vez, se debe considerar como superior, por 
que esta evacuación cuando principia nq oh* 
serva de repente periodos regulares? para (, mo, 
si sobreviene una interrupción, á poco después 
de la primera, ó aun durante su purso, so de- 
be considerar las mas veces con retension, ma- 
yormente si concurren las circunstancias <¡ue 
dan origen a esta, y se anuncia por lossinto- 
inas paiticulares ¡\ este estado. Los sintonías que 

. se pueden considerar como pertenecientes con. 
propiedad á la supresión, son los que sobre- 

, vienen después que el (lujo mestrual se ha es- 
tablecido de un modo rotular, por algún tiempo, 
sin que puedan atribuirse mis desarreglos a las 
causas de la retención [El esta lo de seprestan 
puede muy bien atribuirse en algunos casoí 
á las mismas causas, que ocasionan la retención, 
ó á lo menos á las que obran de \\n runda 
análogo. Asi vemos que las grandes pesaduna- 

. bres, un susto repentino, durante el per i ©do 
del mes, la vida sedentaria, y el estado tanto 
físico como mora!, son circunstancias todas, que 
contribuyen a producir un estado de debilidad 
en todo el sistema, que da mareen á que SUS» 

. penda el flujo] sino mas bien á un estado tle 
eretismo, ó á una modiíiicacion particular de la 
sensibilidad, y contractilidad orgánica, que im- 
pide en estos vasos el ejercicio de las funciones 
á qne naturaleza los destina: por esto se ve 

.con frecuencia originarse esta enfermedad por 
nn fuerte acceso de ira, por una alegría esce- 
civa por una pasión amorosa, abuso de frutas, 
de leches, de accjdos ó por la impresión del 



296 
frío en las estreiiiidades, como cuando las mii- 
geres durante este estado ponen sus pies ó 
mafflós en agua fría. E^ta misma supresión pue- 
de dep» nder de una especie de iner»a en la 
civci I •••■ i< n capilar uterina, ó bien de una san- 
gría hecha imprudentemente en una parte re- 
m>ta, como en el br.;zo durante la mestrua- 
cion ó ai acercara esta: puede contribuir en 
tina supresión compUta, deténsioo, ó disminu- 
ción sucesiva de la misma, la cual manifiesta 
sin embargo al mismo tiempo, su tendencia re- 
gular por esfuerzos vanos. 

Puede la supresión producir distintas afec- 
ciones de hecho, viceras abdominales ó glándulas, y 
depravar el apetito, digestión, y secresiones, 
é intericia, cuartana, calentura hética, estenua- 
cion é hidropesía. En cualquiera otro periodo 
de la edad puede seguirse afecciones espastno- 
dicas, hipocondriacas, histéricas, gotosas, ó tam- 
bién congestiones en la cabeza, pecho y esto- 
mago, y sostener toses catarrales, asma, vomi- 
to habituado, ¿cuanto no deben adaptarse los 
principios del método curativo a Sa naturaleza 
particular de le causa oca-i mal, á la constitu- 
ción del cuerpo, al estado o> tm ozi, de iner- 
cia &C? Unas veces Sé h.i dr- exMt.tr la natu- 
raleza lánguida por estim liantes, como en lo> 
casos de Mención] tiras disminuir e¡ estado de 
erectismo de los v,\^u<, y restablecer 'sus propie- 
dades vitales trastornadas al orden regular, por 
las sangrías a pie, temperantes opiados^ -anties- 
pasmódñ'os. tfóaftas de grama, rmantrillo, táiv 
taro marcial soiuule, iu^uauo» etcf, 4icor ano- 



297- 
tlino &c\ siendo suficientes algunas veces íoí 
efectos de Higiene. 

Algunas veces manifiesta la natnaaleza sus 
conatos por algunas señales que indican su ten- 
dencia al finjo. Esta es época en que ponién- 
donos de su parte, debemos emplear los reme- 
dios apropiados, que por lo común es inútil en 
otro tiempo, 

CENERO OCTAVO. 

Ilcmatenicsis ó vcv::¿o de sangre. 

¡as nauceas ó conatos al vómito con espul- 
sion de materiales sanguinolentos, mezclados con 
sustancias alimenticias, caraderízanla: esta se ar- 
roja regularmente sin tos, y es bastante negrus- 
ca y espumosa. Especies 

Primera: la que sobreviene de resultas de 
la supresión de! menstruo, ó almorranas. Aco- 
mete 4 personas de vida sedentaria y que co- 
men mucho, ó es efecto de un ejercicio vio- 
lento, de la ira ó del abuso de licores espiri- 
tuosos. Alguna vez la producen la dureza y tu- 
mores del brazo, otras dolor en el hipocondrio 
derecho acompañado de calentura, y entonces 
es muy funesto. 

Segunda: la negra ó melena, en la que arro- 
jan por el vomito, mochas libras de sangre ne- 
gra; como suele observarse algunas veces en los 
escorbúticos, y mucho mas frecuentemente en las 
celenturas pútridas y malignas, anunciando el 
peligro de una muerte próesima. 



2M 

Tercera: vómito de sangre producido por 
!a respiración de un anarisma en el estómago ó 
en el eesofago. 

Cuarta: la hematernesis ocasionada por las 
heridas del estómago, por las sancrijnuelas in- 
t reducidas en esta entran % por escesos de ira» 
por los venenos reabsortos desde la cutis hasta ella. 

Causas* Supresión de evacuaciones como el 
flujo menstrual, hemorroidal &c. no por la san- 
gre que habia de evacuarse por aquellos es- 
mentorios se dirija acia el estómago, sino por 
que produciendo una plétora ya sea genera!, ya 
parcial, se determina a salir la sangre por aque- 
llas partes por donde encuentra menos resisten*- 
eia, v Hallándose los vasos del estómago muy 
debilitados por el uso de licores espirituos, be- 
bidas calientes y estimulantes, como ponche, ca- 
fé &c. ó bien por hallarse sumamente pictóri- 
cos por la detención que sufre en ellos la san- 
gre que no puede circular bien por las visce- 
ras abdominales, á causa de las ostricciones que 
padecen, la rupcion de vasos del estómago, y 
se verifica el íiujo: también de la aneurisma do 
la aorta algunas enfermedades de las otras par- 
tes contiguas, que huí contraído una adheren- 
cia estreeha con el estómago. 

Ctiracioii. La pletoriea pide su moderación, 
restablecer la eiacuueion suprimida, bebidas frias 
ó lieladas &c. absteniéndose en un todo de los 
estimulantes, cálidas &c. En la que precede y 
acompáñala hincharon del vaso y dureza, y la pul- 
sación acia á las espaldas en el lado izquier- 
do, y en que la sangre no ¿pndieudo pasar li- 



*P9 
bremente por el vaso, se acumula en los ramo* 
de la splénica arterial, y por consiguiente en 
lov vasos del estómiígo. 8e darán los discernien- 
tes y tónicos que no esciten demasiado, como 
quina con hierro, va en sirttapcia ó )¡> sil oc« 
sido, la tintura elástica, pildoras de azafrán de 
marte aperitivo v ruibarbo, cinturas solutivas y 
alkalina*, ejercicio moderado &c. finalmente te 
indagará con todo cuidado. 

GKNEKO NOVENO 

Ilcmalnria ó flujo de la uretra. 

rm 

4J¿i ítijd de sanare, orina, o semen Sanguino- 
lento por el canal de la uretra en ambos sec- 
sos. Cuando sale pura la sangré y sin dolor acia 
la región timbaras, trayecto de' los tíreteles é 
hipogastrio, se debe presumir es de la uretra. 
Cuando imsxlada con la orina hayan 6 no pre- 
cedido en las partes anteriormente expuestas do- 
lor, ^o debe presumir trae mi origen de los rí- 
ñones ó de la vegipa. Cuando tiei e on color 
HCfrro Wéacíládo ó no con materia purulento, 
pi.meipalnw ule si su evacuación se verifica coa 
dolor ó arder en el pubis, (¡che considerara 
í'fmouefial de lesión 6 eoúlcerácion de la \e- 
pi^jft. Cuando Se presenta la (riña un poco té- 
pida de sangre, yá esto se sgrega dolor ngu- 
i¡o en la región limbar. siendo dificultosa r 
a-n sedimento la ew reciño de la orina, no se 
puede dudar de ningún modo que un calcula 



300 
voluminoso ó cubierto de asperezas, se hava de- 
tenido en nna de los dos uréíeres. 

. Primera especie, liematuria espontanea: afec- 
ta á los pletoricos, no está precedida da dolor 
agudo en los ríñones, sino de entorpecimiento 
en todo el cuerpo y cierta incomodidad en la 
vagina, pudiéndo reducirse aquí la periódica que 
sustituye á los meses suprimidos. 

Secunda, la producida por cálculo en los 
ríñones ó vejiga, 

Teroca: negra, cuyo síntoma bastante fu- 
nesto se observa ed las calenturas pútridas. 

^ Cuarta: forzada; como la producida por 
vómitos violentos, caídas, ejercicio á caballo, va- 
rices ó almorranas de la vegiga, escesos de venus. 

Quinta: en la que corre sin cesar gota á 
gola la sangre que trae su origen de la uretra, 
ya por la presencia de un cálculo qoe dilace- 
ra sus paredes ó túnicas, va por úlcera que 
destruye su testura, ó ya por la sonda. 
; Sesta: la que vine" en los ecsantemas como 
viruelas calenturas, miliar &c. 

Séptima: falsa, en la que las orinas tienen 
un color rojo obscuro semejante al polvo de l a * 
drillo molido sin contener sangre, como se obser- 
va en muchas especies de calenturas, en la hidro, 
pesia, disenteria &c. debiéndose igualmente re- 
ducir 4 esta especie la producida por ciertos 
alimentos, como la fruta de opopuncia, de la 
zarra &c. 

Curación. La pletorica: disminuir la maza 
humoral con evacuaciones generales, y restabje-. 



301 
rer algunas otras que se hallen supresas. En la 
de presencia de calculo, y qnc vine acompaña* 
da de dolores intcn-o-; disminuir el erétisine de 
las fibras por las sanarías, diluentes y atompe- 
rantes, oposiciones oleosas v nansilagínosas, por 
todo lo dicho en la calculosa nefritis. En la 
forzada: si ha sido local la cansa, ecsije una cu- 
ración tópico, si por las cantáridas ó diuréticos 
estimulantes, ei uso del alcanfor á grandes dir- 
éis, y en general los refrescantes, y ao¡¡ paró- 
dicos, leches y moderación en las constumbres. En 
Ja que corre la sangre gota agota trayendo su 
or gen de la uretra, se eiiia bou las ¡nyéciones 
calmantes i astringentes ó desersivas, según el 
estado de irritación ó afonía que acompaña. La 
falsa se corre jira echando mano de lo respec- 
tivo á su clase. 

CAPITULO VI. 

De los projluvios acompañados de piressia. 

GENERO PRIMERO. 

J 

Catarro. 



-JuJ l estado inflamatorio de una ó muchas men- 
bia'nas mucosas, como las de la parte posterior de 
la boca, narices, bronquios ó intestinos, se co- 
noce bajo el nombre de catarro: por esta ra- 
zón puede tomar el carácter de rbmadico ó 
corisa, angina, preumonia espuria, dipeño cero 



PM 

so &c. Son dos especies, uno benigno 6 simple 
y olro benigno' ó contaffioso, 

b! primero viene con un;) horripilación de to- 
do el cuerpo, cuya invacion sucede comunmente 
por la tarde, las manos se ponen Crias, hay dolor 
gravativo de cabes», cansancio general; pulso 
Febril y caloroso?, difícil respiración, sensación de 
ar<l>.- en lis tutrices, v en la parte posterior de 
la boca, la que se aumenta acia la noche, se 
«¿el ra inris el pulso; hay tos mas violenta, es- 
toma los frecuentes', y íiucsion de cerosidad por 
las narices, corto sudor por la mañana, espec-" 
foración de material viscoso, al que en la de- 
clin ación, y en proporción que calman los sín- 
tomas, sé presenta menos espumoso v mas con- 
tinente: acompaña todo esto un sentimiento de 
peso en la frente, y alguna tirantez en el mo- 
vimiento de los ojos, y á todo lo largo del cue- 
llo, al mismo tiempo el apetito cesa, viene la 
sed, lascitud genera!; casi siempre este catarro es- 
ta acompañado de un cierto angina tonsdar, el 
que se hace mas violento cuando este se agra- 
va por alguna nueva acción de frió, y muchas veces 
degenera también en inflamaciones de pecho, 
cuando se ha originado de causa violenta. 

Causas. Acción de trio qne a proporción 
de la disposición del individuo asi obra; pero 
en un pletorico suele manifestarse por afectos 
inflamatorios de pecho, por anginas, diarreas 
cerosas, por el catarro simple, mas en los débi- 
les de un tempramento caquetico: entonces se ma- 
nifiesta generalmente con síntomas distintsa y cons- 



803 
tituyc lo que se conoce 1 ! cun el nombre de ca- 
tarro maligno y contagioso. Se ve casi por los 
mismo síntomas que el simple: la debilidad quo 
acompaña siempre á esta, y el modo rápido 
con que se manifiesta con ¡os principale? ca- 
racteres que la distinguen del catarro acciden- 
tal: no obstante se observan m,« chas variedades 
en ios diferentes individuos. En algunos el do» 
1er de cabeza es n.uv violento y sobre* iene por! 
]& noche un delirio pasadero, el pulso por lo 
general está muy acelerado e irregular, se que- 
ja el enfermo de un dolor violento con latidos 
en lo alto de la cabeza, la tara está abotaga* 
da, y el vientre tenso y dolorido. Estos son sus 
síntomas; mas la calentura que le acompaña, 
conocida generalmente bajo el nombre de catar- 
ral, es la que principalmente determina las in- 
dicaciones curativas. 

GENERO SEGUNDO. 

Disenteria. 



Has cámaras frecuentes acompañadas de tor- 
io i nos y seguidas de tenesmo, constituyen este 
género. Por lo general son escasas, y la mate- 
ria evacuada consiste mas en \m material mu- 
coso mezclado alguna vez con sangre. Mientras 
que subsiste, rara ves salen verdaderos escremen- 
to.«, y si salen algunos tienen por lo común una 
figura compacta y dura, reina mas en estio y. 
otoño, al tiempo mismo que las calenturas oto- 



30¿ 

líale* intermitentes y remitentes, alguna vez so 
complica con estas 'mismas calenturas. Divíde- 
se en sanguínea, mucosa y adiposa. Sabdi vi den- 
se en simple, inflamatoria, pútrida é intermi- 
tentes. 

Síntomas. Calosfríos y demás generales de 
pireeda; pero los de afección local se manifies- 
ta por lo común, primero: el vientre está estre- 
ñido _ y los intestinos llenos de aire: no grado 
de diarrea es algunas veces el primer síntoma 
do la disenteria; sirt embargo esto es raro y 
las mas veces principia por retortijones v ga- 
nas continuas de deponer, se arroja poco de 
cada vez, pero se queja de pujo; "las cámaras 
se hacen por grados mas frecuentes, los retor- 
tijones mas violentos y el pujo mas considera- 
ble: hay roas ó sr.enos pirecsia que alguna vez es del 
género de las remitentes ú observa el periodo ter- 
cianario. Otras veces la calentura es inflamatoria, 
y en mochas ocasiones del género pútrido. Es- 
tos estados febriles acompañan á la enfermedad 
en toda su carrera, especialmente cuando dege- 
nera en inflamación de los intestinos, ó cuando 
se termina con precipitación con la muerte. En 
otros casos el estado febril desaparece casi del 
todo, y no obstante permanecen largo tiempo 
después los síntomas propios de la^disenteria. 
líeina cuando han dominado aígun tiempo los 
calores considerables y con especialidad los cli- 
mas calientes, por consiguiente su principio es 
la irritabilidad escesiva del canal intesfinal, mas 
ecsaltada en su sistema mucoso y sanguíneo. Mu- 
chas veces se produce por la aplicación del frió, 



305 
resultado de la sim;j*tia entre» los ir>* ^^ti i o<í y 
la piel. Otras por la de su -i :n¡ i aere* ) c— 
timulantes, los espiritn e. Cuando no es 

producida por alguna deestascau a I reju- 

lartnente os contagio-a, especialmente si lus vapore^ 
délas cámaras de un disentérico, obran directa- 
mente sobre el ano de una persona cualquiera^ 

CuracwUi Simple: purgantes suaves, tu 
manada tártaro soluble, maná tres onza", sulfa- 
to de magnecia una onza. 6 de la tierra foliada de 
tártaro en dos libras deagua, dulce de calaba- 
zi bebiendo encima una cantidad regular de agua, 
los emolientes para moderar la costricciou es. 
pasrnódica de los intestinos, redaños aceite &c, 
ayudas emolientes, goma arábiga, almidón, c.d- 
do de arroz, las frutas maduras en razón de 
las gomas que contienen. Cocimiento Sidhenan 
solo ó maridado con el diascordio, especialmen- 
te .si son violentos los dolores, los anodinos v an- 
tiespasmódicos, licor anodino, tintura tbebaie») 
alcanfor & :. En la piitrida deberá recaí 
á la quina, á íin de aumentar el tono ó péi Ji- 
da de vitalidad del sistema, y oponerse a la 
putrefacción, v. g. una drucma (!c qaina cofl 
media de crémor" en ocho papeles, enema* de 
quina y aectdo de limón: hrpeeacuana a lininis- 
trada corno purgantes, todos los ant'tespasmódi- 
cos, y preferentemente el alcanfor en cao quese 
presentasen los síntomas nerviosos. Cuando acom- 
paña a las calenturas intermitentes snbcontinuasj 
deberá darse quina en sustancia, y todo el ré- 
gimen tónico y corroborante, del mismo molo 
que ea la calentura de esta especie, dependiendo 



306\ 
por lo general de un contagio, ecsige un modo 
preservativo qne consiste en la separación y ais. 
¡amiento de los enfermos, en la abundancia y 
buena calidad de los alimentos, bebidas atem- 
perantes, por ultimo en procurar apartar todas 
luá causas que den motivo á su producción. 

CAPITULO Vil. 

Neuroses. 



las afecciones nerviosas vagas 6 irregulares, 
la sensibilidad y contractilidad unos veces aumen- 
tada, otras disminuida, los espasmos violentos y 
prontos en causar la confusión y el desorden 
en diferentes funciones de la economía animal, 
junta ó separadamente, las funciones de lossen- 
tuos internos igualmente aumentadas, disminui- 
das ó abolidas; las de los estemos, y las de 
los movimientos tanto voluntarios como involun- 
tarios, sujetas alternativamente á un estado de 
es.-: tacion, postración y desorden: esta es sin 
duda la imagen del caos de confusión que ca- 
racteriza esta clase de enfermedades, tanto por 
la instabilidad de los fenómenos que resultan, 
cuanto por la naturaleza de las causas que la 
originan. Hay muchas circunstancias tanto físi- 
cas, como morales, internas y esternas, que pue- 
den alterar el orden de las funciones nerviosas 
de los músculos, visceras y órganos de los sen- 
tidos. Pero el estudio de las alteraciones, y mu- 
danzas debe ser presedido de los roas delicados 



307 
y finos conocimientos anatómicos y fisiológicos 
¿Qué relaciones inmediatas no tiene e*te eutu-. 
dio con la fisiología, ííjnalmente que ron la 
historia de la especie humana destinadas A. iln«ui 
trar perennemente la medicina? ¿Quien sino ia 
fisologia nos ha enseñarlo, que cada especia 
de sensibilidad, tiene una clase de fenómenos 
á que preside, y que las inflamaciones, supura- 
ciones, formación de tumores, hidropesías, n~ 
dores, hemorragias, vicios de las secreciones &c. 
no son sino otras tantas alteraciones de la 
sensibilidad orgánica, al paso que todo l<» 
que es espasmo, convulsión, parálisis, soño- 
lencia, entorpecimiento, pecion de las funciones 
intelectuales &c. en una palabra, todas las en- 
fermedades que se dirigen á romper nuestras 
relaciones con los ene t pos que nos rodean, per- 
tenecen á las alteraciones de la sensibilidad y 
contractilidad animales, y su ponen un trastorno 
mas ó menos manifiesto en el sistema nervioso? 
¿Quien sino ella nos ha manifestado que las eü- 
fermedades que alteran las funciones de la vi- 
da animal, son tan diferentes de las (pie tras- 
tornan la armonía de la vida orgánica, que DO 
dicen ninguna relación ni en su carácter, ni en 
su carrera, ni en sus fenómenos? Considérese 
si no por una parte las lesiones de los senti- 
dos estemos, á saber: la ceguera, sordera, pér- 
dida del gusto &c. las de los internos como la 
mania, epiíecsia, apoplegia, catalegis &c. y las 
de .los movimientos voluntarios, como las con- 
vulsiones, parálisis &c, y ecsamínense por otra 
las calenturas, hemorragias, catarros &c.-y to- 



308 

«as las enfermedades que trastornan la digestión, 
circulación, respi ración, secreciones &c. y se co- 
nocerá la gran diferencia que las separa, y cu- 
yo conocí miento debemos a las investigaeiones 
de esta ciencia, Pero si la fisiología ha contri- 
buido tanto en estos últimos tiempos á engan- 
char el basto campo de ia medicina, no ha te- 
nido menos parte ¡a historia natural y la de las 
naciones, principalmente en el conocimiento de 
las causas, naturaleza y variedades de las afec- 
ciones nerviosas, recorriendo los esfremos mas 
opuestos, esto es, analizando los efectos de la 
vida mas rustica y silvestre, y comparándola 
con los de las artes sedentarias y la afemina- 
ción mas re finad?; escudriñando los consecuen- 
cias di* una languidez, opulencia &c. contrape- 
sando el tu jo insensato y la extravagancia de 
los vacinales de Nerón, con las ni;tcer.;ciones 
irreligiosa* de los bracmanes, y poniéndonos en 
proporción de calcular todos ios grados . inter- 
medios, y elevarnos al principio verdadero de 
las afecciones nerviosas mas irregulares, "das pa- 
ra esto y establecer el carácter verdadero de 
las neuroses, seria necesario determinar cuales 
son Jas que residen principa! méate en el siste- 
ma nervioso cerebral, y cuales las que afectan 
con particularidad el sistema de los ganglios. 
Coloqúense por un lado las parálisis, emiplegia, 
convulsiones de los niños, tétanos, cntalepsia, apo- 

Í)legia, la mayor parte de Las epilepsias, todos 
os numerosos accidentes qus resultan de los 
derramamientos, de las compresiones del cere- 
bro en los casos de heridas de cabeza, las neu- 



30S 

reoses de la vista, oído, olfato, «rosto &c, y to- 
das las afeccionas cuvo origen ecsiste evidente» 
mente eo la cabeza, póngase per otro la histe- 
ria, la hipocondría, melancolía, y toda esta clase 
numerosa de afecciones, en las cnales el vientre y 
el pecho con particularidad el primero^ parece t ¡ < ¡ e 
son el foco dónde reside todo el mal; y si 
rá que hay una diferencia esencial entre los 
primero- - , que son el atributo de la vida 
mal; y las segundas que siéndolo de la 01 
nica tienen sus síníortí is rin carácter muy di- 
verso. No-solo deben fcnciarsé según que re- 
side en una de las dos vidas animal y orgá- 
nica, sirio, también, primero: que afectado el ce- 
rebro hidiopática ó simpáticamente, se halla tras. 
tornado el orden de las funciones intelectuales, 
dando margen á las falsas percepciones ó de- 
lirios, a la apoplegiaj epilepsia, catalepsis &c. 
Segundo, según que bailándose afectos sólol 
los órganos que establecen nuestras relaciones 
con los objetos que nos rodean, estamos priva- 
dos de recibir las ingresjones de estos, y por tan- 
to determinarnos al movimiento á pesar de que 
e-cifen en toda su integridad las funciones inte- 
lectuales, corno veemos en el síncope, en el es- 
tasis &e, y tercero según que la mavor ó me- 
nor intensidad de estos afectos nerviosos se ma- 
nifieste por la lesión de la sensibilidad y con- 
tractilidad animal, pertenecientes, al movimien- 
to muscular, á la locomoción y á la voz, co- 
mo se ve en las convulsione 3 , parálisis, hemi- 
plejía &c. Casi la misma diferencia puede es- 
tablecerse en las neuroses de la vida orgánica, 



310 

aunque ninguna comparación puede hacerse en- 
tre las convulsiones d« ¡os músculos que reci- 
ben nervios de la vida animal; v los movimien- 
tos espasmódicos é irregulares que esperimentan 
todos los mú-culos en que se di-tribuyen ner- 
vios de los ganglios; porque á la verdad, en 
las afecciones espasmódicas- del corazón, de ¡o* 
intestinos, vegiga &c, en que ecsistiendo en to-. 
da su integridad y energía los sentidos estenios, 
solo ¡o.s internos son los afectos; mada hay que 
dio-a relación con ía apopienia, epiieesia, cata- 
lepsis &". Finalmente los cólicos nerviosos, cu- 
yo asiento reside" ro n:tie-t ausente en los nervios 
de los ganglios séttii lunares, distribuidos por to- 
das las regiones de! vientre y que forman unas 
verdaderas neuralgias del sistema nervioso de 
la vida orgánica, nada tienen de común con el 
trismo doloroso, ciática y otras neuralgias del 
sistema nervioso de la vida animal. 

A pesar de todo debemos confesar son muy in- 
esactüs nuestros conocimientos eneste punto, pa- 
ra pjder señalar con seguridad la naturaleza 
de las enfermedades nerviosas, sequilas dife- 
rencias establecidas-, y cual es oclusivamente el 
sitio en qae con particularidad tienen su a ¡cu- 
to. Conocemos los fenómenos que nos presentan. 
y las variedades y diferentes anomalías de que 
son susceptibles; mas ignorarnos las- causas de 
e>tas variedades: según lo dicho, dividiremos las 
nenroses para mejor inteligencia en unas que 
afectan las funciones animales con particulari- 
dad, otras que. afectan solo las vitales, y otras 
las naturales. 



311 

ARTICULO PRIMERO. 

Neuroses de las Junciones animaleg. 

GENERO PRIMERO. 

Vértigos. y 

TU 

¿L¡2n ellos parece que repentinamente se dan 
vuelta*, o que se mueven y ruedan los nbjetol 
con alguna turbación el sentido y movimiento 
vacilando el cuerpo, Lien se ve las modifica* 
ciones que admite; porque aun teniendo cerra* 
dos los ojos hay la misma alueion y turbación 
de les sentidos: hay varias especies; peju las 
mas son simple, caduco y téneUricoso, lútea mi- 
nando sus fenómenos y causas e:-cilantes, y por, 
otro lado consideramos las infinitas mudaH/as 
de acción y las afecciones simpáticas á que es- 
la espuesto el sistema nervioso, no podremos me- 
nos de tener esta afección nervios-a convulsiva. 

Causas. Las remotas lo son todas las que 
comprimen, abitan, estimulan ó enervan aque- 
llas partes, obrando directamente ó por una co- 
municación simpática. Asi los hipocondriacos, 
histéricos, embarazadas, las que tienen una vi- 
da sedentaria, los qne se entregan á medita- 
ciones profundas, viejos, glotones, viciosos, los 
que se dan á la embriaguez y á la disolución 
están espuestos á esta enfermedad. La supresión 
del menstruo y de los loquios, hemorroides, os- 
trüccion de primeras vías, embriaguez causada 



312 

por el humo del tabaco, cerveza, lombrices en 
el estómago y resto del canal intestinal, tufo, 
carbón, gx>lpes en la cabeza, derrame en el crá- 
neo &c. A mas de la división común á to- 
das las enfermedades de idiopáticas ó sintomá- 
ticas, se ha dividido el vértigos por razón de 
las cansas espresadas; pero estas divisiones de 
nada pueden servirnos en la espheacion del gé- 
nero y se hallan consignadas en las diferentes 
especies, si bien es necesario arreglará ellas efe 
plan curativo, no monos que deducir el pro- 
nóstico que siempre es mas ó menos funesto con 
ropecto á la gravedad de la causa. Asi el in- 
veterado y tenebricoso, es mas peligroso que el 
hipecondnaoo, histérico, y mas el que proviene 
sin causa manifiesta, que aquel rayo principio 
es bien conocido. Hipócrates hizo algunos pro- 
nósticos relativos al vértigos que se reducen ¿i 
que cuando á este sucede la cefalalgia, se cu- 
ra I as mas veces; pero siendo al contrario es 
de mal anuncio: que los vértigos acompañados 
con otras enfermedades ó sintomáticos son per- 
niciosos: que el que aparece al principio de las 
enfermedades anuncia mil veces la hemorragia 
de narices, el vómito &c. 

Curación. A de ser conforme á los agentes 
que la producen, y á las demás circunstancias 
insinuadas. Los reíaadios generales son ios tóni- 
cos, anliespasmódicos y con preferencia el alcan- 
for, los purgantes, vegigatorios. Gcster recomien- 
da los narcóticos y los áccidos suaves, y otros 
el vino mezclado con agua del mar, para cal- 
mar el de los navegantes. Los. particulares son, 



313 

por ejemplo, snngria y todos 1o's domas del re- 
gimen antiflogístico en los producidos por la 
plétora. Eméticos, purgantes y dieta moderada 
en los que son producidos por la saburra de 
primeras vias: los alicsifarmacos ya sean gene- 
rales ó específicos, en los producidos por los ve- 
nenos finalmente se obrará con arreglo á la 
causa, la cual se indaga. 

GENERO SEGUNDO 

Apoplegia. 



¡la abolición absoluta de sentidos internos v 
< sternos y movimientos, voluntarios subsistiendo U 
acción de la respiración y del pulso aunque 
alterada. ¡Se diferencia de caro, sincope, y asii- 
ria, por el ronquido ó eslortor del letargo, y 
y de la tifom&nia, por la profundidad, sueño 
ó sopor; de la tpilecsia, catoco, catalepsis, es- 
tasis &c. por la debilidad de todos ios miem* 
bros. Divídese en idiopática y sintomática; y 
la primera en sanguínea, serosa, mental, y tra- 
humatica. La sintomática se encuentra compli- 
cad;: con las calenturas continuas é intermiten- 
tes, con las inflamaciones del cerebro, y del 
pedio, con los ecsanjemas, la apilopsia, gola &c. 
afecta comunmente á personas de abantada edad, 
c.-p< cialmente á los que han pasado de sesea* 
ja anos. A los que tienen la cabeza ancha, V 
«I cuello coito, a los repletos, indolentes, de 
vida scdcUuna, y entiesados al estudio cicusi- 



514 

vo, á los comedores y borracho*; á los que 
se les suprime algún flujo sang-uineo &c. 

Síntomas Viene repentinamente y es el ca- 
rácter propio de la sanguínea; pero en muchos 
casos la preceden varios síntomas, como vérti- 
go-; tenebríéosos, dolores de cabera, epistasis, 
debilidad en la vista y oído, trastornos ligeros 
en lo intelectual, y pérdida, de movimiento pa- 
sadero, habla balbuciente, olvidos frecuentes, 
modorra, y algunas pesadillas. Estos y las cir- 
cunstancias predisponentes, que hemos espuesto, 
nos pueden dar á conocer el ecsordio de ella, 
y tal vez precaveer sus violentos ataques, si pres- 
tamos atención 

¡Pansas Toda compresión de la substancia 
cerebral, capaz de trastornar sus funciones in- 
terrumpiendo la determinación de su influjo á 
los órganos esteriores, ó alterando la disposi- 
ción del cerebro para recibir impresiones. Las 
remotas, con esceso los alimentos muy nutriti- 
vos, vida sedentaria, supresión del flujo hemor- 
roidal, menstruación, loqnios, uso inmoderado 
de la venus y baños calientes, golpes, heridas, 
contuciones en la cabeza, abuso de licores es- 
pirituosos, escesiva dosis de narcóticos, grandes 
pesadumbres, demasiada aplicación al estudio, 
accesos de ira &c. 

Pronóstico Pudiéndose presentar en varios 
grados: una leve ó inperfecía, estando únicamen- 
te afectada la sensibilidad de ciertas partes, y 
la fuerza motris de algunos músculos: otras muy 
violentas, dañando considerablemente el sentido, 
y movientos voluntarios, dejando libres pulso y 



315 

respiración: puede ser que se presenten con 
tanta violencia los sinfonías que mate al enfer- 
mo repentinamente. Tocios estos grados fun- 
dados en la mayor ó menor intensidad de? 
los sintonías, liaran variarlo, siendo mas sus- 
ceptible de curación la que ataca levemente, 
ofreciendo mucha dificultad la que presenta los 
síntomas en mas alto grado, pues como na so 
loore la reacción del cerebro 4 los ocho ó diez 
horas por lo común se hará mortal, ó termina 
por tina emiplegia. 

También es señal funesta, pero presentán- 
dose la i espiración estertorosa, el pulso está 
designa} e. intermitente, abatiéndose después de 
las sandias, aun ciando olas ha\an sido muy 
escasas, pues la presencia de lMos sintonías nos 
manifiestan generalmente t haberse verificado la 
cstravasasion de los líquidos, que comprimen 
constantemente el cerebro y son causa del fa- 
llecimiento. 

Curación Sangrías, lavativas irritantes, algu- 
nas espirituosas amoniacales, estornutatorios á 
las narices, frieg'as ásperas, punzadas y otros ec- 
sitsntes de la piel, obertura de la yugular, ó 
de las venas occipita'es [según Morsagni] ven- 
tosas sajadas íce; pero no se debe generalizar 
todo e.%to, pues su utilidad es respectiva y se- 
£im las varias especies y causas se determinan. 
Solo vendrán bien las sangrías en aquella es- 
pecie que por una plétora peñera I ó parcial 
del cerebro se ve; pero dañarán á la produ- 
cida por el histérico, por un cúmulo de sero- 
sidad en el cráneo, por una debilidad nerviosa 



313 

causada por una serie de pifiones de ánimo, 
meditación, estudio &c. los que se pueden ge- 
noralinar mas son los estimulantes según eon- 
yenga» 

Primor u especie. Es familiar á los pletorieos 
sanguíneas de cualquiera edad ó secso, y mas 
Cuando >e le< lia suprimido alguna evacuación. 

Curación Hasta aqui se ha tratado cnn el 
meta. lo antiflogístico continuando al mismo tiem- 
po ¡os incitativo:»» Semejante modo da á cono- 
cer, (pie esta practica dista de formar ideas esac- 
tas en eota edificando y destruyendo. Esto su 
puesto y considerándola como una afección 
nerviosa, solo en circunstancias muy particula- 
res se podrá prescribir alguna evacuación de 
sangre, siendo preferible en la plétora local 
las sanguijuelas. Las principales indicaciones son 
cabeza alta boca arriba; se aplicarán á esta par- 
te incitativos y estimulantes, no muy activos en 
los principios: estornutatorios, estímulos univer- 
sales esteriores, por la gran relación que tiene 
la cabeza con todos los órganos de los movi- 
mientos voluntarios. Ventosa, al ocipucio, friegas 
generales y vegigatorios al espinazo, y á las 
estremidades inferiores, ladrillos calientes, ubi- 
caciones, lavativas irritantes. 

Indicación segunda. l J ara evitar la repetición de 
los insultos apopléticos es mejor corroborar el sis- 
tema nervioso, v los vasos del cerebro; dieta res- 
taurante, y de fácil digestión con la tintura de qui- 
na por algún tiempo, si las evacuaciones su- 
primidas, la indolencia &c, han dado origen á 
21 



317 

la plétora, y asi se han de poner las miras en 
que no se reproduzca. 

Especie segunda pituitosa. El estado carjue- 
tico y débil de bis enfermos, la hidropesía y 
particularmente el bidrosefalo suele ocasionar 
esta, aunque no siempre pues se han visto hidro- 
sefalos monstruosos, y los pacientes no han in- 
corrido en apoplegia. Cuando se verifica es 
mas funesta de todos, y no se distingue con bas- 
tante claridad. Suele ser precedida comunmen- 
te de una pesadez cstraofdinaria de cabeza, 
vértigos y propensión al sueño; en el ataque 
no está el semblante muy rubicundo, las venas 
no se hinchan, la respiración es difícil y mayor 
el estertor, despiden una linfa espumosa por la 
boca, el pulso blando mas, y menos lleno que 
la sanguínea cotí alo-unas intermisiones. 

Curación. Estimulante en toda su esíemion, 
y si hay abundancia de serosidad lo que eva- 
cué este humor sin debilitar los enfermos, será 
lo primero que se de después del paroxismo, 
Siendo efecto de glotonería, eméticos v purgan- 
tes, sangrando antes y procurando después en- 
tonar el sistema gástrico con infusión mansani- 
11a, té, café y tintura de quina. 

GENERO TERCERO. 
Parálisis u perlesía. 

vUáJMa es la privación del sentido y movimien- 
to de un miembro cualquiera como las manos, 



318 

v\ brazo, la pierna &o. sin ningún dolor. Di- 
vídese en perfecta é imperfecta: la primera es 
en la que í';í¡í;hi a un tiempo mismo el senti- 
do y movimiento, y la segunda en la que so- 
lo falta una de las dos facultades: divídese en 
universal y parcial. La primera depende déla 
afección del origen de los nervios en cualquie- 
ra parte de su tránsito entre el cerebro v los 
órganos del movimiento ó en la poca disposi- 
ción de estos mismos para recibir el influjo ner- 
vioso. La pérdida de la potencia para ejecutar 
un movimiento, dice Culien, puede dimanar de 
una afección morvíüca de los músculos 6 de los 
órganos de movimiento que los hace incapa- 
ces de ejercer esta función, ó de la interrup- 
ción de la potencia nerviosa que es siempre ne- 
cesaria para los movimientos de los órganos que 
están sometidos a nuestra voluntad. Divídese 
además en erniplegia y parapiegia. La primera 
consiste en la debilidad ó en la suspeneion del 
movimiento mnscuiar, y aun en el sentimiento 
de todos los músculos de un lado sin que ba- 
ya dolor ni sopor, y la segunda en una estre- 
ma debilidad con la pérdida del sentido y mo- 
vimiento en la mitad del cuerpo, tomando tras- 
versamente, siendo mas común de la mitad del 
cuerpo abajo, comprendiendo Us extremidades 
inferieres complicada con incontinencia de ori- 
na, impotencia viril &c. 

La hemiplegia principia comunmente por un 
ataque de apoplegia ó es su consecuencia, y 
cuando es después, de haber durado algún tiempo 



319 

se lince mortal. Sucede comunmente posando 
de nuevo 4 la apoplegia, por consiguiente la 
relación 6 la afinidad que hay entre estas dos 
enfermedades es bastante evidente, siendo esto 
tanto mas cierto cuanto veemos que la hemiple- 
jía acomete á las personas que son de la mis- 
ma constitución que las que están afectas de 
apoplegia, y que esta precedida de los mismos 
síntomas que aqtiellas. Asi la hemiplejía puede 
por razón de su concesión evidente y de vos re- 
laciones íntimas con la apoplegia considerarse 
convenientemente como dependiente de causas 
semejantes, esto es, (Je una compresión a la po- 
tencia nerviosa propagarse del cerebro 5 los ór- 
ganos del movimiento ó de la aplicación de ios 
narcóticos ó de otros venenos que hacen á la 
potencia nerviosa poco acomodada para obrar 
del modo ordinario y conveniente. 

Pronostico. La perlesía producida por conj 
tion es generalmente incurable, como se ve cuan- 
do esta signe a la apoplegia. i ; ,s mas 6 menos 
difícil de curar según que el sentido y movi- 
miento están mas ó menos disminuidos; pero la 
hemiplejía es algo menos fon esta que la para- 
plegia. Las perlesías parciales por nervios cor- 
tados ó corroídos son incurables del mismo mo- 
do que las que dimanan de la hinchazón de las ver- 
tebra?. Lasque son efecto de dislocaciones, se cu- 
ran por la reducción de estas, como se hagan 
con prontitud. Cuanto mas antigua mas difícil 
de curar: el frío de una parte paralítica es de 
nial agüero; pero si conserva calor es favora- 
ble. La perlesía por lo común es incurable cuan- 



320 
do la parte que padece está estrenuamente es- 
tenuada, ó muy edematoso; pero el temblor qne 
sobreviene en ella, es por lo común una señal 
favorable que indica que la compresión princi- 
pia á disminuir. La perlesía que sobreviene á 
los viejos es casi siempre incurable. Es también 
tanto mas difícil de curar en el invierno, que 
en el estio. Calentura viva que venga en prin- 
cipio de la perlesía, curará casi siempre cuan- 
do no hay plétora, sobre todo si esta calenta- 
ra toma el carácter de intermitente ó remiten- 
te, y termina por sudores. 

Curación Es menester atender á sn causa 
que puede tener un asiento en el cerebro, ner- 
vios, músculos; circuusfancias que varían. Tiene 
regularmente su erigen en el cerebro, cuando 
sigue á la aplopegia, cuyas causas obrando 
constantemente aunque en grado remiso, ó ejer- 
ciendo largo tiempo su acción en el cerebro, 
lian llegando á debilitar algnnas de sus par- 
tes, que careciendo en este caso de la energía 
vital, que lees propia, gravita sobre las entrañas, 
é impide á estas el libre ejercicio de sus fun- 
ciones, siendo este el modo como puede com- 
prenderse porque la emipleyia se manifiesta 
generalmente en el lado opuesto al emisfério 
que padece ó sufrió la compresión primitiva. 
En este caso, no debe diferenciarse el método 
curativo del que se emplea en los ataques apo- 
pléticos, pues esta solo es el resultado de la 
acción de las mismas causas que produjeron la 
apoplegia: por tanto el régimen anlifiojistico si 
la robustes y temperamento del paciente la 



321 
ecsigen, Mantener la parte en una constante 
transpiración con c¡ abrigo, nn;i franela, evitan- 
do aplicar estimules que solo aprovechan cuan- 
do su aplicación graduada se í • ' <' 
lado sano, y otras partesjinmediatas al cerebro, 
con objeto de reanimar la acción • or* 
gtmo. Asi es como debe portarse en el pi 
ataque de emiplegia, que sobreviene á c 
ruencia de la apoplejía; mas cuando ha subsis- 
tido algún tiempo, cuando los síntomas 
rosos que indican una compresión considerable 
en el origen de los nervios e 
cuando so sabe que la aplicación de los vene- 
nos narcóticos ha precedido a la emiplejia, tie- 
nen lugar los estimulantes generales; corno ba- 
ños termales, elr.tricidad &c. tópicos de la mis- 
ma naturaleza á las partes afectas, pues pue- 
de depender de una falta de disposición de las 
partes para recibir el influjo nervioso, disposi- 
ción que en el estado sano solo reconoce por 
causa las propiedades vitales desenrolladas en 
el grado de energia que les compete. 

Cuando no tiene la parálisis su erigen en el 
cerebro, y sí solo en los nervios, ó en los órganos 
del movimiento, puede reconocer por causa las 
compresiones, ligaduras, dislocaciones de los hue- 
sos, y aun la sección de los nervios; (en etrfo 
caso es incurable) ó bien una disminución, ó 
modificación de las propiedades vitales que im- 
pide que estas partes reciban el influjo del ce- 
rebro, en estos casos son de mucha utilidad los 
estimulantes aplicados 4 las partes afectas con 
el fin de aumentar las propiedades vitales dis- 



322 

minuidas, y restituir á las partes el grado de 
vitalidad que íes es propio. 

GENERO CUARTO. 

Epilepsia. 

sLaJis conocida por el vulgo con el nombre de 
mal de coraron, gota coral &c: su carácter 
consiste en una convulsión ciánica (ios antiguos 
\ dividen las convulsiones en tónicas y clónicas: 
las primeras son las en que las convulsiones s<»- 
ben á un grado mas considerable q;¡e lo ordi- 
nario en ei estado de salad, v qae le signe una 
relajación espontanea: que tampoco ceden fácil- 
mente á la est-jnsion ni cuando los múscinos 
antagonistas están en movimiento, ni aplicando 
otras potencias capaces de producir la estension. 
A esíe estado de contracción que han llamado 
espasmo tónico; le conocemos siempre y rigoro- 
samente, bajo el nombre de espasmo. El otro 
estado raorvifico de contracciones, aquel donde 
sucede una relajación, pero á estas contraccio- 
nes se reiteran repentinamente sin el concur- 
so de \ú voluntad, ó sin una nueva ^acción de 
causas naturales, y estas contracciones son al 
mismo tiempo mas violentas, y mas fuertes que 
en el estado sano, este estado de contracción 
morvifíca es aquel que han llamado e-pasmo 
clónico, y que llamamos rigorosa y simplemente 
convulsión) de la mayor parte de los músculos 
destinados al movimiento voluntario, acempa- 



323 

rada de perdida do sentido, v que so termina 
por-, un estado tío insensibilidad} y sueno .'¡pá- 
renlo. L| tipo general 6 las circunstancias par- 
ticulares de esta si» aparecen mucho *ii las di- 
ferentes personas (¡m> acomete, que son por lo 
general los sugetos débiles, á los niños?, mi 
res &c. repiten por acepciones en los qno 
en la apariencia de una salud perfecta. ' 
cesiones se disipan después dft algún tiempo, y 
dejan al paciente en el estado de salud 
pozaba antes: alguna vez le preceden ciertos 
sin to mus que en las personas que han p¡ 
do antes iguales accesiones pueden indias r sus 
acometimientos, como son un vértigos caduco que 
suele esperimentar el peciento, otras veces frfl 
manifiesta por una aura epiléptica, maniiicsta es« 
ta por una impresión desagradable que se es- 
penmenta en cualquira parte del cuerpo, de 
donde sube á modo de una gota fria basta el 
cerebro; otras veces inclina la \ista y fija rn un 
objeto hasta que sobreviene el parogismo; al- 
gunas veces preceden los mismos tíntomas qoe 
la apoplegia, a saber: entorpecimiento, langui- 
dez, lascitod, en algunos, casos cara algo hin- 
chada, estupor, vahídos, gravedad de cabeza, 
presión en Jos ojos, zumbido en los oid>>-, tac- 
to obtuso &o. Otras veces es precedida de olo- 
res fétido-?, constricción del pecho, garganta, vien- 
tre, palpitación, de corazón &<•. Luego que 
principia el paroxismo, caen al suelo repentina* 
mente y so revuelcan por él, pierden el senti- 
do y movimiento y se agitan por diversos mo- 
vimientos convulsivos. Comunmente los inicia- 



32 i 
bros de un lado están en una contracción mas 
violenta ó m; s considerable i¡u; los del otro. En 
todos les casos los músculos de la cara y de los 
ojos están muy afectos y producen diferentes ges- 
tes estraordinarios, rostro pálido ya amoratado, 
la lengua fuera do la boca y en estado con- 
vulsivo, otras veces sucede que se baila esta 
impelida contra los dientes, especialmente cuan- 
do hallándose afeites los músculos de la man* 
díbulo, cierran la boca con fuerza, de que re- 
sulta herírsela, truchas veces. Mientras sale una 
espuma por la beca, respiración Rezada y t\s. 
tertorosá, hay derramé de cernen, y cuando son 
muy violentos se arrojan orinas y eses insensible- 
mente, lodo este estado de agitación ha suce- 
dido de un sueno profundo é inquieto, durante 
el cual suele venir algún sudor aeompáfíado 
de pulso blando é igual que indica la termi- 
nación del parogismo. Por último vuelven en sí 
llenos de confusión por algún tiempo, sin acor- 
darse de cuanto les ha pasado. Por espacio de 
dos dias poco mas ó menos, sienten su cuerpo 
abrumado y dolorido, están melancólicos v so 
recobran pasado este tiempo. Este es el tipo ge- 
neral de este, las variedades que se observa en 
en ella, en los diversos individuos ó en el mis- 
mo, en diferentes circunstancias, no consiste si- 
no en que los fenómenos que acabo de indi- 
car son mas ó menos violentos y mas ó menos 
largos. Los estímulos productores de la epilep- 
sia obran ya reoidiendo en el mismo cerebro, 
ya fuera de él afectando ciertas partes, desde 
de las cuales se propaga la modificación mor- 



bosa al cerebro y se produce la epilesia. Est* 

nos manifiesta que esta enfermedad puede con- 
siderarse como idiopáttea y como simpática, se- 
gún que las causas que lá producen tienen su 
asiento inmediatamente en el cerebro, 6 es afec- 
tado inmediatamente. 

Causa.?. Ocasionales ytpredisponentes: fa9 pri- 
meras obran debilitando la energía del cerebro, 
ya directa, ya indirectamente, tales son. por ejem- 
plo, los estimulantes mecánicos, los químicos, la 
distensión estraordinaña, las irritaciones menta- 
les, debiéndose colocar en esta ultima ¡a vis- 
ta de las personas acometidas de una accesión 
epiléptica, que frecuentemente produce otra del 
mismo género en el espectador, por la viva im- 
presión que semejante objeto l< ásu ima- 
ginación. A mas hay otras de naturaleza análo- 
ga á aquellas que producen el sincopo: tales son 
grandes evacuaciones de sangre, el horror ó una 
fuerte aversión escitada repentinamente por una 
sensación desagradable, y las mas veces origina- 
da por una simpatía, con el dolor ó el peli- 
gro que esperimenta otra persona: la acción de 
muchas causas que se miran como venemos, co- 
mo también Ja presencia de una causa particu- 
lar, cuya acción está acompañada de lo que se 
ha llamado aura epiléptica ó vapor epiléptico, 
que consiste en la sensación de alguna cosa que 
se pone en movimiento en cualquiera parle del 
cuerpo, y desde alli sube por grados acia la 
cabeza, y cuando llega á la cabeza, al instante 
se priva la persona del sentido y cae cu una 
accesión epiléptica. 



326 
Un gran numero de cansas ocasionales 
consiste en impresiones endebles, que frecuente- 
mente no producen sino poco 6 ningún efecto 
sobre la mayor parte de los hombres; de don- 
de concluyo que ios que esiáu afectos por es- 
tas cansa!) son mas f-ci'es de conmover que los 
otros, y por consiguiente que hay en este caso 
una cierta movilidad [en las fibras] que pro- 
duce la disposición ú la enfermedad, bistá mo- 
vilidad se conoce por el estado del alma. Las 
personas en quienes domina, tan prontamente se 
animan con la esperanza, como se abaten con el 
terror; fácil y prontamente pasan de nn estado á 
otro: se necesite poco pura contentarlas* y es- 
tán propensas á la alegría; pero se encolerizan 
y ponen tris! es con mucha facilidad: las meno- 
res impresiones les conmueven vivamente, v sin 
embargo ninguna los afecta mucho tiempo. Es- 
te estado constituye el temperamento infantil: 
por consiguiente hay en. ciertas personas una mo- 
vilidad de organización que generalmente trao 
su origen del estado de las fibrillas primitiva" 
y esta movilidad es mas perfecta en ciertos pe- 
riodos *de la vida que en oíros, y eonsiste en 
un grado mas considerable de sensibilidad ó de 
irritabilidad, propiedades vitales que están mas 
ó menos ecsaltados, según la edad, constitución, 
secso, clima y otra porción de circunstancias 
que debilitan la energía del sistema* tampoco 
puede dudarse que el estado de plétora dispo- 
ne á esta enfermedad. Sus efectos son eviden- 
tes: afecta las mas veces á las personas pleío- 
ricas, comunmente se determina por causas cu- 



327 

paces de producir una turgencia estraordinanl 
de la sangre, y ya se !i:i curado disminuyendo 
la plétora, pues éste estado supone las mas ve- 
ees una relajación de los tftlidos, y por consi- 
guiente una cierta debilidad de las tibras mo- 
trices. 

Pronostico. Algunas veces es de mocho ries- 
go especialmente cuando en las palpitaciones 
fuertes de corazón, que esperimenta el enfermd 
durante el paroxismo, sucede (¡ue enviando es- 
te una cantidad considerable de sangre unas 
veces al pulmón, otras á la cabeza ¿ce. y 
deteniéndose el paciente al mismo tiempo la res- 
piración, se lian verificada hemolisis, apople- 
jías &c. de funestas consecuencias. Cuando no 
es inveterada, hereditaria, v no hay daño algu- 
no en las visceras puede curarse. Se tendrá presen- 
te la de Hipócrates. 

Curación Vana respecto da la causa; y asi 
cuando reconoce una plétora del cerebro, que 
afecta personas robustas y especialmente aque- 
llas á qnienes se les han suprimido alguna eva- 
cuación, como sucede al bello secso á las in- 
mediaciones del menstruo, en cuyo caso* espe- 
iimentan insultos epilépticos, están indicadas las 
sangrías para disminuir la plétora parcial del 
útero, vinagre á las naricez durante el parogis- 
mo, absteniéndose del alkali volátil y otros es- 
timulantes, y pasado este se disminuirá el es- 
tado de plétora, y se restablecerán las evacua- 
ciones suprimidas. Cuando vienen i consecuen- 
cia de los desarreglos de la venus, ó de sal 



328 
perdidas considerables de humores, se aplicarán 
durante el parojismo estimulantes mas activos a 
las narices, se darán fricciones con estos mis- 
mos en la región epigrustica y colunma verte- 
bral. Pasado el pafagismo se concillará al cuer- 
po la cantidad de humor perdido, y entonar 
los diferentes sistemas, con los tónicos y corro- 
b ©antes entre los que tiene la preferencia el 
baño frió, ejercicio proporcionado á las fuer- 
zas y constitución del enfermo. El electuario an- 
tiepileptico de Fuller, quina seis dracmas, vale- 
riana tres daremos con jarabe de peonía, recur- 
riendo asimismo á los astringentes y antiespas- 
mod i eos, con ta ración ojas de naranjo agrio, opio, 
alcanfor al mi tle, succino, castor, polvos de floren- 
cía &e, de los que se hacen pildora-;. 

Cuando es producida por terror, rapto de 
ira, ó cualquira otra pasión vehemente ó por el 
horror que causa en sugetos dotados de una su- 
ma sensibilidad é irritabilidad la simple vista 
de nn epiléptico, entonces substituir ideas dia- 
metralmente opuestas, v en mudar, por decirlo 
asi, la imaginación, usando al mismo tiempo al- 
gunos calmantes. Cuando á consecuencia de al- 
guna afección local distante del cerebro, pre- 
cediendo el acenso de un vapor, que parace le- 
vantarse de la parte afecta, como sucede en la 
histérica, verminosa, dolorusa, febricosi. la qne 
lo es por la dentición en tos niños &c. debe 
variar la curación fiera del parogismo, respecto de 
la variedad de estímulos. 

Esto supuesto, si la afección primaria ecsis- 
te en una parte en donde se pueda hacer una 



359 

ligadura, será un remedio escálente para im- 
pedir la venida del paroxismo, y se completa- 
rá la curación variando la organización de la 

parte, mediante la aplicación de los vejigato- 
rios. Si consiste en gusanos anidados en prime- 
ras vias, se destruirán: s,i es histérica &c. lo 
-propio de estas enfermedades. Finalmente so 
temírá precente que confina a á menudo única* 
nienü; por la potencia del hábito, que contribu, 
ye nuitího lia aumentar la movilidad, y consi- 
guientemente á mantenerla, de donde es verosímil 
«jue es podcioso remedio para curarla, es romper 
este hábito, y mudar toda la constitución del 
sistema. Este es el motivo por que una mu- 
tación considerable de clima, de régimen, y de 
otras circunstancias en el modo de vivir la han 
curado mil veces. 

GENERO QUINTO. 

Corea, danza o baile de san vito. 

¿.yjs común á ambos secsos, y casi únicamen- 
te afecta á los muchachos: viene generalmente 
desde los diez años hasta los catorce antes de 
la puvertad, y rara vez va mas alia de este pe- 
riodo. Se caracteriza particularmente por mo- 
vimientos convulsivos algo vanados; pero casi 
del mismo género en todos. Afectan la pier- 
na y brazo de un mismo lado, principian por 
lo común por la pierna y pie, de suerte (jue 



330 

aunque la estremidad esté quieta, el pie está 
comunmente agitado de movimientos convulsi- 
vos, que lo hacen mover alternativamente acia 
adelante y acia atrás. Cuando el enfermo quiere 
andar la pierna afecta rara vez se lenvanta co- 
mo se practica, comunmente antes si se arras- 
tra del mismo modo que si la e>tremiviad estu- 
biera paralítica, y si el paciente intenta levan- 
tarla, no puede ejecutar este movimiento con 
firmeza á causa de los movimientos comvuísi- 
vos, aun cuando no intente algún movimien- 
to voluntario; p'ero sobre todo cuando quiere 
■ejecutar estos movimientos no lo puede hacer na- 
turalmente, por que se precipitan ó intorrupen 
por movimientos convulsivos que se ejecutan 
con una dirección opuesta á la que se propo- 
ne. El ejemplo mas común de esto, es en los 
enfermos que van á llevar un vaso de líquido a 
la voca, lo que no pueden corregir hasta des- 
pués de reiterados esfuerzos que se iníerrupen 
por movimientos convulsivos frecuentes, que apar- 
tan y desvian la mano de la boca. El espíritu 
las mas veces está afecto en esta de alg-un gra- 
do de fatuidad, y ofrece frecuentemente las 
mismas emociones pasaderas, variadas y sin con- 
cierto, que se observan en la .afección histéri- 
ca. Estas son fas circunstancias mas comunes, 
sin embargo varia alguna vez en diferentes per- 
sonas: se vé alguna diferencia en los movimien- 
los convulsivos particularmente en los que afec- 
tan la cabeza y tronco. Parece haber diferentes 
propenciones al movimiento por lo que las 



331 

acciones vanan en los que las padecen por *q 
modo de saltar y de correr. Se lia visto carac- 
teriadaz por semejantes movimientos parecer 
como epidémica, en ciertos parages de una pro- 
vincia; en tonces la padecwn personas de dife- 
rentes edades, pero aun en este caso las afec- 
tas son las mas veces jóvenes de ambos secsos, 
y sobre todo los que con de constitución fácil 
á conmoverse. 

Curacipn. IWserio encargo los antiespasmo- 
dicos, ventosas en los miembros afectos, los 
tónicos, (¡nina, hierro, baño frió: líiceío elo- 
gia el ele'Jtuario siguien e: asufre inedia dracoaa 
polvos de ruis de peonía v valeriana tres drac? 
mas cinabrio y antimonio dos dracmas almts- 
cle y alcanfor un escrúpulo incorporado tolo 
con jarabe, con el cual la tintura (Je quina, bu 
r¡o> de agua de mar, caustico á la nuca y 
hueso sacro, y friegas al cuello y espinazo con 
espíritu de vino asegura haber conseguido 
felices sucesos. 

Sidenhan encarda sangrar v purear alter- 
nativamente; sin embargo es menester tener pre- 
sente que puede ser efecto de la plétora ó de 
la debilidad: en el primer caso se puede san- 
grar y purgar, pero en el segundo es no-no. 
En muchos lie -vü-to continuar muchos mj 
pesar de toda especie de remedio?, pero tam- 
h-cii he obíervado que cede fácilmente á la 
acción de lo? tónicos y antie3pasmodicos éntrelos 
que tienen lugar el eiectuano epiléptico ya di- 



332 

eho las cataplasmas de quina vino y opio h li 
e.-pina. 



*ItK 



GENERO SESTO. 

Tétanos. 



jos nosolo^istas y prácticos lian dístJfejpiído 
las enfermedades tetánicas en diferentes especies, 
Como el tetanps, opistotonos y emprosíotono-; mas 
todos deben mirarse como impropias, respecto á, 
que todos estos términos indican varios grados 
de un;> sola enfermedad y que no se puede apli- 
car sino á aquella cuya historia vamos adescribir. 
Se distingue de la epilepsia: primera, en que es- 
ta reconoce por cansa primaria la movilidad 
del sistema, dependiente de un estado de debi- 
lidad, ática niños, mujeres, personas debites &<?. 
Reina en los paises frios, y es producido las mas 
veces por pasiones deprimentes, como susto, pe- 
sadumbres &c: mientras que las enfermedades 
tetánicas reconocen por eiüsa primaria una cons- 
titución peculiar del individuo dependiente de 
su mucha sensibilidad, ataca apersonas robustas, 
y hombres adultos: reina en los paises calidos, y es 
"producida ala-unas veces por pasiones fuertes de 
animo, como un esceso de ira ote. 

Causas. Frió v humedad al cuerpo en.» 
cendido y á calorado, alternativos de calor y 
frió, lombrices dentecion en los niños, picadu- 
ras, desgarros, ú otras lesiones de los nervios 
5 2* 



8 *s 

en cualqnier parte del cuerpo. Cuando por Trióse 
vé pocos dias después de la acción de este Trio, 
pero si es efecto de Ja picadura ó <¡r otra le- 
sión de un nervio, tío aparece ordinarimentc vi- 
no muchos di;is después de es! 
veces cuando no queda \;i dolor 
el sitio donde ha estado la herido ó eontm 
y frecaentísirnamente cuando jase curó en 
mente la herida. 

Síntomas. Alguna vez llega repentinamente 
á un grado muy allí», pero las nías veces por 
grados En este c;: s o se anuncia por una sensa- 
ción de rigidez acia á la nuca, la que aumen- 
tando pr r grados hace el movimiento de la ci- 
bera difícil y doloroso. A proporción que la 
rigidez del cuello se manifiesta y crece se cs- 
perimentan comunmente una pcfTsacion do emba- 
razo acia la base de la lengua, que se muda 
por grados en dificultad de fragsr, y en ñn en 
una interrupción total de la diglucion. Mientras 
que se aumenta la rigidez al cuello sobreviene 
Tin doler violento acia la parte inferior del es- 
ternón qué se estiende desde alli al ángulo inferior 
del omoplato. Cuando se siente este dolor, to- 
dos los músculos del cuello, y particularmente 
los de su parte posterior, padecen al instante un 
espasmo, que empuja fuertemente la cabeza acia 
á tras; al mismo tiempo los músculos recevadores 
de la mandíbula inferior que desde los prime- 
ros acometimientos de la enfermedad padecían 
Una rigidez espasmódicn, entonces, generalmen- 
te son acomeíidos de un espasmo mas violento, 
que de tal modo junta y aprieta los dientes uno 



334 

contra otro, que no permiten la m?nor abertura. 
Cuando llega este punto, el dor de la parterte 
inferior del esternón repite con mucha Secuen- 
cia, y les espasmos de ia p arte posterior del 
cuello, y de la mandíbula inferior se remuevan 
al mismo tiempo con violencia, y mucho dolor. 
A proporción que crece «si muchos músculos pa- 
decen espasmris: luego que los del cuello han 
sido acometidos, todos los de la espina muy lue- 
go se atacan, y enervan frecuente meo te el tron- 
co acia tras, io que constituyo lo que llamara 
opistotonor. Les músculos tí ees o res y estensores 
de las estremidades inferiores, comunmente se 
tfacan » un mismo tienpu, y las ponen rígidas y 
tiesas. Durante toda la carrera de la enferme- 
dad los músculos del abdomen padecen vivos 
espamps, de modo que el vientre está fuerte- 
mente contraído. Los fieesores de la cabeza y 
del tronco se convelen tan fuertemente que con- 
trava lancean la fuerza de los estensores: tienen 
la cabeza y el tronco derechos, t'uzos y tensos, 
de modo que estas partes se pueden mover en 
ningún sentido: y á este esta Iq se ha aplicado 
rigorosamente el término de t taños. Cuando lle- 
ga á nn periodo mas alto, cada óigano del 
movimiento voluntario, parece afecto, y entre 
otros los músculos de la cara: la frente está 
arrugada, ¡os ojos alo-una vez se vuelven, pero 
comunmente esta en estado de rigidez y perma- 
necen inmobles en sus órbitas: la nariz y las 
mejillas se contraen áeia las orejas, de manera 
que toda la figura esprime las mas violentas 



335 

contorciones. Cuando estos espasmos son tan uni- 
versales, sobreviene comúnmente una convulsión 
viva que quita la vida al enfermo. Estosespas- 
mos en cualquiera parte que se manifiestan, es- 
tan acompañados de dolores mas violentos. No' 
obstante cuando el espasmo es estremo no es 
durable, al cabo de uno 6 de ríos minutos el 
estado de contracción de los músculo?, dismi- 
nuye basta un cierto punto; sin embarco no 
sobreviene nua relajación bastant» considerable 
para permitir la acción de los míiscub 
pistas. Esta disminución dé contracción, también 
modera algo el dolor, pero ninguno de 
dos estados dura runcho; de cuando en cuando 
se renovnn las contracciones violentas y los do- 
lores, alguna vez al cabo de doce ó quince me- 
ses v frecuentemente sin que ninguna causa evi- 
dente parezca producirla. Los ataques de esta en- 
fermedad raía vez están acompañados de calen- 
tara ciando los espasmo* son graves y violen- 
tos, él pulso está contraído precipitado 6 irre- 
gular, y m respiración está afecta del mismo mQ- 
do, poro en el tiempo de la remisión el pulso y 
la respiración' se resta Mesen a sñ estado natural': 
el calor del cuWpb no arimenrd ordinariamen- 
te, las mas veces lacára éslá ámariíla y cubier- 
ta de un sudor f: io, en iñttcnás ocasiones las es- 
tremidades las mas veces están frias, y un smlcr 
del mismo género se cstíendé por todo el cuer- 
po; sin embargo cuando Ida espasmos son fre- 
cuentes y violentos el p'u-o está alguna vez 
mas lleno y mas frecuente que en el estado 
natura!, la cara está encendida, y todo el cuer- 



po cubierto da up sudor caliente. No acompaña 
constantemente, calentura sobre todo cundo se pro- 
duce por iu lesión de los nervios, pero en bs casos 
en que el (¿tunos es efecto del IVio, viene al- 
guna vez la calentura y se dice la han acom- 
pañado síntomas ¡nllamátorios. La cabeza rara 
vez se afecta de delirio, ni aun de -una confu- 
sión de ideas, bi no es en su último periodo. 
Cuando por hs convulsiones reiteradas de una 
enfermé ¡al violenta, cada función del sistema, 
e.-*á considerablemente turbada. No es jnenos 
ordinario (pie ea una enfermedad tan violen- 
ta, las funciones naturales no padezcan ni in- 
mediata, ni considerablemente. Las vómitos so- 
brevienen alguna vez desde las principios, pero 
comunmente no continúan v es bastante ordina- 
rio ver subsistir el apetito por todo el curso de 
la enfermedad y el alimento (¡ ¡e se toma pa- 
rece digerirse bien. Las escreciones en algunos 
lances están afectas, pero esto no es lo que 
nias comunmente sucede. La orina se suprime 
alguna ver, 6 no sale sino con dificultad y 
dolor: el vientre está estreñido y se ha visto 
manifestarse alguna vez una erupción miliar so- 
bre la cutis. 

Pronostico. Generalmente se termina por la 
muerte y se puede suponer con razón es una 
consecuencia inevitable de su naturaleza; pero 
se sabe que de poco tiempo á esta parte co- 
nocen los médicos su método curativo. Cuando 
se conoce por causa la lesión de los nervios, 
es comunmente mas violenta, y mas difícil de 
curar, que cuando es efecto del frió; la que 



«37 
viene lerep-rnte v sgbe pronto 3 un ¡jrn '> ' ,n " v 
violento es siempre mas peli aquella 

cuyos progresos son mas lentos, por cava rafcon 
siempre es mortal nntes del día cuarto y pasa lo 
este periodo se p ie le mirar al enfermo, eo- 
mo en macho menos riesgo. Generalmente mien- 
tras mas tiempo Im-dnrado el tétanos, menos hay 
que recelar; sin embargo se debe notar particu- 
larmente que continúa siendo peligrosa mu 
dias después del cuarto y aunque su í 
esté considerablemente disminuida, suele re 10- 
varse con tanta violencia y riesgo, como nntes, 
Nunca tiene terminación repentina, ó que se 
pueda llamar critica; pero se disipa siempre 
por grados y dura frecuentemente por mucho 
tiempo antes que hayan desaparecido todos sus 
síntomas. 

Toma todovia untipo. Los espasmos se li- 
mitan alguna vez ú Ticamente á aun solo lado, 
y ocacionaen el una tensión considerable. Sauva- 
ges dicele tétanos lateral, y otros modernpi 
pleurostotonos. 

Curación. Cuando reconoce por causa la le- 
sión de un nervio se debe intorrompir su co- 
municación el seporio, va cortando enteramente 
los nervios >n su transito, 6 vi lestruyendo en 
una cierta e-re xión la parte ó la estremidad 
aféela de los nervio;. 

El opio a docia más considerables que 
en tolos casos no de ina v.-/ r ; n.) moderadas: 
v. g. de cuatro en cuatro horas un grano, 'f 
si io basta repetirlo de dos en dos horas con 



538. 

mas frecuencia hasta que se vea principiar a 
obrar. Sobre todo se observa que aunque las 
primeras dosis no hayan producido alguna re- 
misión, sin embargo sus efectos sobre el siste- 
ma no continúan largo tiempo, y como suele 
repatir por algún tiempo, es muy necesario rei- 
terar ei opio en la misma cantidad que antes, 
en el tiempo en que se cree que sus efectos 
deben cesar: se debe insistir hasta estar bien se- 
guro pira disminuir se ha propuesto mezclar- 
se los oíros antiespas módicos mas poderosos, co- 
mo son el almizcle, alcanfor &c. En el caso 
que el enfermo no pueda tragar, se darán en 
lavativa-;, amqne hay veces que son perjudicia- 
les por el movimiento que ocasiona al enfer- 
mo, al mis.no tiempo se podrán mandar trein- 
ta ó cuareata gotas de opio, media dracma de 
alcanfor y éter vítriólico cuanto baste á solver- 
lo, con lo que se nncionarán las fauces, ingles 
acsilas &c. ó bien se aplicarán estopas mo- 
jadas. 

Tétanos arismus que acomete á los niños 
inmediatamente después de su nacimiento, y que 
se ha llamado particularmente trismus natentium. 
Esta espece parece ser una particular por ra- 
zón de los sugetos que la padecen porque es- 
tos no tienen mas de dos semanas, y asi co- 
munmente no tienen mas que nueve dias. El 
síntoma qui se ha observado particularmente 
en el trimns ó el cerramiento de la mandíbu- 
la; pero este síntoma no es el único, parece las 
mas veces coa todos los que se observan en ©l 



339 

api-totonos, tétanos y otras variedades de osle 
género es mortal absoluta. 

GENERO SÉPTIMO. 

Hidrofobia, 



) i convulsión dolorosa de la firinge q\\i 
pur lo común viene de resultas de la moróle- 
'tura de animal rabioso, v produce el fastidio 
y horror á lá bebida: hay dos, espontanea y 
dependiente de un contagió. 

El virus hidrofovico tiene una hpecie de 
afinidad con la saliva, que sedo en ella parteo 
recidir el principio de comunicación] y que no 
se enlaza c^n cualquiera oti<* de nue&tros hu- 
mor s. 

Síntomas. Habiendo precedido la mordedu- 
ra de un animal rabioso, son: la ¿ltjracion da 
la fantasía, sueño inquieto enfadándose fácilmen- 
te, iracundo^, responden desconcertaüameDte í 
lo que se les pregunta, Luyen de la \".¿, so 
sftea la boca, se. apartan do las genies, se qs- 
conden por los neones, lloran, encendimiento 
de cara, abominan las lluvias, no hav sed. Aun- 
que algunos de estos tienen análoga con loa 
de la hipocondría y minia, á vista de ellos par- 
ticularmente si lia . precedido la mordedura 
debo recalar la acta ación del venino hidrofo- 
vico, el cual luego qae principia ¿ manifestar- 
se lo li ic¿ asi. Considérese en tre* estado?. 
Prid&ero: yívqs dAiCáó ea la parta ofendí»* 



340 
da, la cual muda de color aunque se haya ci- 
catrizado, se propagan vagamente por todo el 
sistema muscular, padecen Uscitudes y torpeza 
en los movimientos, aborrecen los líquidos, la 
luz, la compañía,: son alterados sus sueños por 
horribles representaciones del animal ijue los 
mordió. 

Segundo: sobrevienen convulsiones, salto 
de tendones, suspiros profundos, encendimiento 
de ojos, suma sensibilidad que se ecsálfa con 
la luz, SDiiido &e. gran anciedad y congoja, mu- 
danza de voz, vómito de materiales babosos, co- 
léricos ó porracees, calenturas, vigilia?, trastor- 
no de ideas y miradas feroces. 

Tercero: boca abierta, lengua, de fuera, ron- 
quera, ahullidos, mucha sed pero se irritan á la vis- 
ta de los líquidos, su boca está inundada de saliva 
espumosa, furor, escupen y muerden a cnantos pue- 
den acir, tienen dolor en el paladar y en el gas- 
nate que les impide la deglución y fuerte com- 
presión en la boca del estómago hasta el dia- 
fragma. \L\ pulso de alto y vivo, se hace bajo, 
desigual y convulso: vienen sudores fríos que 
terminan en la muerte. En el intervalo de las 
accesiones hidreofovicas, hay algunos momentos 
de calma, en los que el alma ejerce todas sus 
acciones con la mayor perfección. 

Pronostico, Cree que asi como la luz vene- 
rea obra sobre la linfa, el escorbuto sobre !a 
sangre, el virus varioloso sobre el humor muco- 
so del cutis, y la rabia tiene su- asiento en los 
nervios, y que es de la naturaleza de las afec- 
ciones convulsivas: piensa igualmente qu« las 



341 

alteraciones de los cadáveres de los hilrofovi- 
cos son contenencia de esta acción inmodera- 
da de los nervios. 

Curación. Primero: si hay moderada se la- 
vara con Bgna y jabón, y según otros con agua, 
vinagre y sal. 

Segundo: zajas al rededor mas ó menos 
profundas para procurar su desahogo, y ana 
aplicar ventosas para formar atracción; pero las 
mordeduras sin hemorragia han sido siempre mas 
funestas que las otras. 

Tercero: se cauterizará la herí la con un 
pincel empapado en áccido nítrico, preferido p >r 
Carrillo á la manteca de antimonio usada fe- 
lizmente por González, puede también un vejiga- 
torio. 

Cuarto: se visarán los digestivos, v, g, sti- 
raicis v. s. drach. uní: diez ó doce granos can- 
táridas por una dfacma de V. para animar. 
Se mantendrá llaga cuarenta dias. 

Quinto: friegas suaves con. dos dracmas de 
pomada mercurial, primero al rededor de la he- 
rida y después sobre diversas partes, no oponién- 
dose á las evacuaciones producidas por el mer- 
curio para asi facilitar el écsito del veneno: so 
podrá hasta tres dracmas. 

Sesto: se acudirá á los baño«, los que po- 
drán usarse por la mañana durante un mes: se 
podrá usar interiormente los antipasmó lieos mas 
enérgicos que opio mosco &c. y sudoríficos mai 
activos. 



342 

«ENERO OCTAVO. 

Delirio. 

^¿Js un vicio de la percepción, de la memo- 
ria ó de la imaginación que representan obje- 
tos que en realidad no ecíisten, ó aun cuando 
ecsisínn forjamos un juicio diverso del que es 
oemiin á los demás hombres. Es evidente que 
la percepción, la memoria y la imaginación son 
las bases del jrticio, por lo que es indispensa- 
ble que a los desórdenes de cualquiera de es- 
tas facultades se sigan los errores y estravios 
de aquel, sin necesidad de que eesista ningún 
vicio sensible en los órganos de los sentidos, si- 
no mas bien un cierto" estado del eereb.\! que 
lo hice incapaz de ejercer las funciones que te 
son propias, con la constancia, regularidad y 
armonía que le es necesaria. Supongamos en 
efecto uno de los emisferios organizado mas fuer- 
temente que el otro, mejor desenvuelto en to- 
dos sus putos, v susceptible por ío mismo de 
afecciones mas vivas: entonces ía percepción se* 
rá confusa, porque el cerebro es respecto del 
alma, lo que los sentidos para el cerebro: M 
transmite la conmoción originada de los senti- 
dos, asi como estos se envían las impresiones q.UQ 
"hacen en ellos los caerpos vecinos. ¿Qué cosa 
hay mas coman que el veer coincidir con la 
compresión de emisferio de un lado por un der- 
rame de sangre ó de pus, por la depresión de 
«a hueso por eesostoses formado en ia cara in- 



343 
terna del cráneo &:•. numerosas alteíaeíones en 
la memoria, en | a percepción, en la imagina- 
ción y el juicio? A la reída J en la memoria 

facultad* de reproducir las sensaciones antiguas, 
y en la imaginación facultad de orear otras 
nueva.-: cada emisferio párete qte reproduce 3 
cria una, si las dos no son perfectamente se- 
mejantes, la percepción del alma que debe reu- 
nirías sera inesacta e irregular, y por tanto «I 
juicio (¡ue resulta deberá ser erróneo. ¡V,! as esta 
desigualdad que suponemos en los emisferios del 
cerebro, no es indispensable sea en su organi- 
zación ó estructura, basta con que solo ecsisía 
en su fuerza ó energía vita!, ¡>;¡es reemos con 
frecuencia que cuando lia estado afecto algu- 
no de los emisferios, si queda mas débil que.el 
otro continúan las alteraciones 1 de las funciones 
intelectuales, ínterin no adquiere su fuerza na- 
tura!. Esta esplicacion parece coincidir con el 
aumento 6 disminución de escitamento que es- 
tablece Cuiten como causa próesima del deli- 
rio Pienco di e: es mnv evidente que la 

desigualdad de escitamento del cerebro puede 
ocasionar con frecuencia el delirio; mai no pre- 
tendo esplicar como ¡as diferentes porciones del 
cerebro pueden ocasionarla con frecuencia, y al 
mismo tiempo tener diversos grados de ca lapsus 
ó de escitamento, ni como la energía del cere- 
bro puede tener diferentes grados de fuerza re- 
lativas 4 las diferentes funciones animales, vita- 
tules y naturales (si consideramos el cerebro co- 
mo centro y agente único que preside á todas 
las funciones de la economía jauimal, seria di- 



m 

ficil esplicar esfos fenómenos? mas si -siguiendo 
Ja doctrina de Bichat atribuimos al ceiebro so- 
lo las funciones qne poniéndonos en relación 
con los seres que nos rodean constituyen la vi- 
da del anima!, al paso <jue consideramos al sis- 
tema de los cráng-lios, como e! tínico destinado 
á determinar el ejercicio de las que períenecen 
á la vida orgánica, veremos pueden las funcio- 
nes de una y otra vida presentar condiciones di- 
ferentes sin que se haga sensible la alteración 
que reciprocamente pueden esperimentar. Asi 
teemos diariamente trastornarse las funciones di- 
gestidas, secretorias, excretorias &c. las de la res- 
piración, circulación &e. sin que las funciones 
del cerebro sufran alteración alguna a no ser 
en sus últimos periodo?, del mismo modo que 
veemos las funciones animales va aumentadas 
va disminuidas, y aun á veces abolidas, sin que 
en las orgánicas observemos lesión alguna, lo 
cual no podría verificarse si un solo centro pre- 
sidióse todos los fenómenos vitales) lista teoria 
que acabamos de proponer, es sin duda la mas 
conforme á la ob erva< ion y al m >do cerno se 
verifican las sanciones dei cerebro, á pesar de 
jpie Pinol ere-' que los delirios no febrilé"?, le- 
jos de ee'r defecto de la organización, pa'sí siem- 
pre depende de alguna f.er'e y vehemente pa- 
sión, tanto por la naturaleza del objeto de e!l¡>, 
cuanto por la vivísima sensibilidad de aquel que 
la esper mienta, Mas de cualquiera modo" que 
se verifiquen estos extravíos del entendinaien.to, 
siempre es imposible determinar su método cu- 



W5 

inüvo. Algunos cifran la curación en aüsilios 
moróles. 

«ENERO NOVENO. 

Manía. 



\s una afección crónica sin calentura? viene 

(leí desarreglo de !a imaginación y de la ra- 
sen, y por la que los enfermos hablan, obran 
i se agitan de un modo extraordinario y fue- 
ra del natura!. 

Cansas. Los paroxismos maniacos se presen- 
tan generalmente bajo la forma de un arreba- 
to de cólera prolongado mas ó menos impetuo- 
so; cuvas mas comunes causas dimanan de al- 
guna ftférte pesadumbre ocasionada por reveces 
de la inconstante fortuna, ó por la perdida de 
un objeto estimado, no menos que por terrores 
pánicos, por una contrariedad y desgraciada in- 
clinación, 6 cualquiera especie do pasión violen- 
ta que aunque dirigiendo su acción sobre las 
tuerzas frénicas, sin embargo la impresión que 
estas reciben dan margen á que se propaguen 
tfescíe este centró cómo per irradiación los pa- 
rcgismcs man ráeos, resultando según las leyes 
de la economía animal, ciertos esifavios en las 
funciones intelectuales, unas veees solo en la per- 
cepción de las ¡deas, imaginación ó memoria; 
ctras en el ínedo de juagar ó raciocinar, no ob* 
serráhdosé á veces ninguo trastorno en la ra- 



346 

2on; pero sí un ímpetn ciego y una propensión 
irresistible á los actos de ferocidad y barbarie: 
agrégase frecuentemente el temperamento san- 
guíneo, constitución irritable, supresión de al- 
guna evacuación periódica &c. circunstancias 
que acompañan comunmente á los que van á 
ser acometidos ó padecen estos afecciones. 

Síntomas. Constricción (espasmodica) en la 
jregipn riel estómago unida á un estreñimiento 
pertinaz, tedio á los alimentos y fuertes ardo- 
r< ;s de entrañas que los obligan 4 buscar be- 
bulas refrigerantes, agitaciones inquietudes va- 
gas, terrores pánicos y pervigílios, perturbación; 
y desorden de ideas que se ma.nifie.stao al es- 
tertor por gestos in licitados, por singulares comi 
posturas' y movimientos del cuerpo, que no pue- 
den menos de penetrar vivamente á un obser- 
vador perspicaz. Levantar la cabeza y clavar 
los ojos al cielo, baldar en vea baja, se pasea 
y se para alternativamente en un aire de ad- 
miración juiciosa, ó una especie de recojimien- 
proíundo: algunos escesos de un genio' jovial, 
carcajadas descooipazadas: lloran siíi saber por 
qi:e, algunos encienden repentinamente los ojos, 
el mirar furioso todo anuneiael parogismo y la 
necesidad ecsigente de reclusión. 

Curación. Como c! temperamento individual 
influye considerablemente en la forma y carác- 
ter de la mania, y por otra parle la acompa- 
ñan y siguen males tísicos secundarios, eosami- 
naremos remedios los mas recomendados, que 
pueden ayudar la acción de los ausilios morales, 
tanto en la Higiene como en la teurapeutica y 



347 

Y profiláctica. Aunqne no se percibo níflgtlHjJ 
irritación particular ni plétora alguna* es evi- 
dente que conviene evitarla y todo lo que po- 
dria producir la plétora; por esto .se ordena por 
lo común una dicta que ni será estimulan ni nu- 
tritiva. Será provechoso, aunque no haya plé- 
tora cstraordinaria, disminuir la plenitud ordi- 
naria por diferentes evacuaciones Cuando la 
sangre se indina á la cabeza y cuando la ina- 
nia está i\ sus principios, no deja de aprovechar 
la sangría; algunos prefieren sanarías particula- 
res, como la eterotonia, las escarificaciones en 
la nuca, jubilares, basta abrir la del brazo: una 
especie de desmayo es señal de disminución de 
plenitud en los vasos encefálicos. £1 estreñi- 
miento es síntoma común en la mama, de con- 
siguiente los purgantes suaves, repetidos vomi- 
tivos razurando frecuentemente la cabeza, es 
probable que favoreciendo la transpiración des- 
truya el incitamento de las parios interna*. El 
Vegitfátoríó destruye con mas eníerezi el esci- 
tamento de las partes situadas bajo el sitio de 
su aplicación, y se há ob-ervado ser muy útil 
en la mania reciente acarreando el sueño, en 
en yo caso se debe reiterar su aplicación. Sien- 
do el calor el principal agente (pie desde lue- 
CO pone en movimiento el sistema nervioso, pro- 
duciendo una eesufacion eseesiva, se podrá mi- 
rar la aplicación del frió como conveniente en 
dichos casos, baño frió en eslado de lascitud, 
v el caliente en estado de rigidez: opio, al- 
canfor v nitro pildoras de un escrúpulo el se- 



., 348 ■ 

gnitídd, lifédia dracma el tercero continuado al- 
gún tiempo. 

Culleii dice, hay dos casos diferentes -de 
inania, !,!¡e vanan en particular p »r razón del 
fé*rnperariíeritó primitivo de ¡as personas que la 
j/atdecen. Quizá acomete con ma- frecuencia a 
los que* son de un temperamento melancólico ó 
atrabiliario* pero, también es cierto que e.n nm- 
cpag ocasiiViés se ve en los de uri ¡tempera*! 
mentó opuesto que los médicos lian llamado, 
sanguíneo. .Sospecho que se debe mirar como 
de diferente naturaleza, según que afecta á per- 
sonas de uno vi oíro temperamento, y e»tov per- 
suadido que s'; ve hicieran observaciones esao- 
tas con bastante número de maniacos, se podría 
hallar en estos dos casos alguna diferencia cons- 
tante en los síntomas, ó a lo menos en la na- 
turaleza de ellos. Creo que las imaginaciones 
falsas, las aversiones y resentimientos particula- 
res son mas fijos y mas durables en el tempe- 
ramento melancólico que en el saguíneo, y que 
hay cierta disposición inflamatoria complicada 
comunmente con la mania en el temperamen- 
to sangíneo mas bien que en el melancólico: 
si es efectiva esta diferencia, es evidente que se 
dehe admitir alguna en la práctica. Estov per- 
suadido que las sangrías y los otros antiflogís- 
ticos son mas convenientes, y lian sido úti- 
les en la que acomete al temperamento sanguí- 
neo, que la que se observa en el temperamen- 
to melancólico. Sospecho que el baño frió es 
toas útil al temperamento sanguíneo que al me* 

2a 



1 £11 * 349 ■ i 

lancoiico; pero no tenjó suficiente espenoncist 
para resolver estas dificultades con entera segu- 
ridad. Solo queda que añadir que los mania- 
cos del temperamento sanguíneo, se curan me- 
jor v con mas perfección que los del melancó- 
lico. La escesiva sensibilidad qne gfenerhlmen- 
te constituye el carácter de los maniacos v que 
los hace capaces de ¡as mas fuertes confijocio- 
nes y concentradas pesadumbres, los espone sin 
duda á recaídas, pero este es un motivo mas 
para vencer sus paciones, siguiendo los cense- 
jos de la sabiduría, y para fortificar su alma 
por las mácsirnas morales de los filósofos anti- 
guos. La medicina preservativa ó profiláctica 
y fundada sobre principios sublimes, ensefia á 
ser cauto al acerrare el calor ú producir una 
distracción feliz, mediante ocupaciones serias ó 
penosas tareas, en tanto que duran los intervalos 
de tranquilidad á contener mientras sobsiste 
el restablecimiento las fravezu: as y caprichos de 
los dementes por una constancia invariable, por 
un aparato que inspira temor acompañado siem- 
pre generalmente el tono de la venevoiencia y 
mansedumbre: á condenar teda esceso de in- 
temperancia y todo motivo de tristeza y furor, 
finalmente a detener «I demente en e! hospicio 6 re- 
clusión todo el tiempo necesario a precaveer 
su salida anticipadamente. 



350 
NEüROSES DE LAS FUNCIONES VÍTALES 

GENERO PRIMERO 

Sincope ¿ 



\&ótiskié en i¡na debilidad repentina de hi 
icier&is rífales ci.'l cuérpd y espíritu, aenm- 
jlañcidá de un pulso casi imperceptible^ respis 
ración casi abolida, grande disminución (íel 
movimiento muscniar, de sentidos r calor,- ma- 
nifestán lo>e ai mismo tiempo sudores fnos. 
Haf dos especies, idiopatieo f siniomaticó. El 
primero se siíbdivide en otras' dos, á saber: pri- 
tnero cardiaco que repite frecuentemente sin 
causa evidente, y en cuyos intermedios hay palpi- 
taciones violentas de corazón, 6 de los! vasos 
vecinos: segundo^ ocasional 6 accidental produ- 
cida por cansa evidente. Al primero debe re- 
ducirse el pleforico qne reconoce la superabun- 
da dé sangre del Corazón, y que se conoce 
por mutaciones frecuentes del pu¡só. El pro- 
ducido por la dilatación aneurismatica del co- 
razón ó de sus vasos grandes: que se conoce 
por la opresión de pecho, por una sensaciort 
de p?so, que se esperimenta en la región del 
Corazón, y por las violentas palpitaciones, Ef 
de resulta de las concreciones poliposas de es- 
tas mismas partes, cnya señal mas cierta son 
las fuertes palpitaciones, y la desigualdad y estado 
varirble del pulso. El producido por la hidrope- 



351 

sia del pericardio que se conoce por un pe«rt 
en la ¡región del corazón, por una opresión de 
pecho que se aumenta cumulo el enfermo éstft 
boca arriba y disminuye cuando está acia 
adelante; vienen constantemente lipotimias, sin- 
copes, palpitaciones fuertes, él enfermo se des» 
piei ta sobresaltado, y parece estar a punto de 
ahogarse. 

Al ocasional 6 ancidental deberán redu. 
cirse, primero: la lipotimia producida por las 
pasiones del alma, susto, miedo, terror, ale- 
gría &c. segundo el por la antipatía, como; el 
que produce la aversión de cualquier objeto 
tercero el por /os venenos, vapores pútridos 
que resalan jos enfermos ulceras, cadáveres fk,G» 
cuarto el por ja abertura de los abeesos in- 
ternos y esteraos, y asi los abeesos del higadoj 
páncreas &c. se conocen por los sincope! 
frecuentes: sesto, el por las caídas ¿> <M Í ,( 'S he- 
ridas, violentas comodones, de cuerpo, cabeza, 
sangrías &c. 

Los sintomáticos son unos sintonías de en- 
fermedad que afectan todo el sistema, ó á otras 
partes disfintas del corazón: primero febril, que 
se observa en la terciana cinopal: segundo 
el que se observa en el principio ó aumento do 
las enfermedades agudas ó inflamatorias; terce- 
ro el esantematico, que viene en la repereu- 
cion zarnosa, del eritema, de las viruelas, y 
otras enfermedades cutáneas. El melastastico 
por la supresión de evacuaciones habituales» 

Síntomas Alguna v^z viene de golpe; pero 
si iro por grados en este caso se anuncie 



352 
por sensaciones de languidez, debilidad y an- 
ciedad al rededor del corazón al que acom- 
paña ó signe inmediatamente una especie de 
vahido, de oscurecimiento de vista, zumbido de 
oi los, labios temblones, ó contraidos de uno y 
otro bulo por movimientos irregulares, alguna 
vez hay borborigmos en el vientre, debilidad de 
la re -rwacion, y del pulso que apenas se per- 
cibo, suele cesar enteramente por cierto tiempo, 
sudor frió, y alguna vez se esíiende sobre la 
frente, las funciones animales tanto el sentido 
como el movimiento se debilitan hasta nn rier- 
to punto. La convalesccncia suele ser acompa- 
ñada de anciedad en la región del corazón* 
suelen acompañarlo accesiones de epilecsia. 

Cautas, Todo lo que debilite la acción del 
corazón interrumpe el ejercicio de todas las 
funciones, principalmente las del cerebro, el 
cual cesa d^ obra no por que obra sobre él 
sino porque no recibe el escitante necesario. 
De este modo lo producen las concreciones po- 
liposas de! earazon ó de los vasos grandes, la debi- 
lidad general por la falta de alimentos, lasconcre- 
siones de los ventrículos del corazón las congestio- 
nes serosas o por el mal régimen de vida, heridas, 
golpes, venenos narcóticos, pasiones de animo cuyo 
efecto estraño siempre á la vida animal es 
producir una mudanza cualquiera en la vida 
orgánica. Es sin duda estraño que las pasio- 
nes que entran esencialmente en nuestras re- 
laciones con los seres que nos rodean, que las 
modifican a cada paso, sin las cuales la vida 
animal no seria mas que una fría serie de 



858 

fenómenos intelectuales, y qqe animan, airaitfaq 
tan y ecsalfan sin decir todos los fenómenos do 
esía vida, no tengan jamás un termino, ni si} 
origen en los diverses órganos, y quo por e * 
contrario las partes que están destinadas pan; 
Jas funciones internas sean constantemente afec- 
tadas por ellos, y aun las e.-citen segon el 
estadio en que se hayan, como lo maniSotjta la 
rigorosa observación; todos los días vemos fus 
ffepfos de la colera, !a que acedera los movi- 
mientos de la circulación aumentando en una pro- 
porción por lo comnn incalculable el esfuerza 
del corazón: la alegría inmoejifioar tanto el cir- 
culo, lo muda sin embargo, desenvuelvo sai 
fenómenos, mas completamente la determina, 
acelerándola algún tanto, acia el Qrga.no cuta* 
nep. El tem.or obra en sentido inverso carao* 
tensándose por una debilidad en todo el siste* 
m.a yascular, la cual impidiendo á la sangra 
llegar i los capilares, determina aquella pal¡. 
(}ez general que se nota entonces en todo el 
qmbito del cuerpo, particularmente en la cara, 
siendo corta la diferencia en los efectos da la 
tristeza y el pesar. Tal es ademas el influjo 
que ejercen las pasiones sobre los órganos cir- 
culasoiios, que llegan cuando la afección es 
muy viva, al estremo de supender su acción: 
y de aqui lys sincopes cuyo primitivo acienta 
es siempre el corazón, y no el cerebro, que 
entonces deja «le obrar, solo porcino no recibo 
el excitante necesario para su acción, Cullen 
reduce á dos clases generales las causas de es- 
tas afecciones; mas eccisten, según el, en el 



354 
cervbro, otras en e! corazón, y entre las pri- 
meras coloca las vivas afecciones del alma, 1 a 
rtiversas evacuaciones &c. no se signe clara* 
monte que el sincope que sigue á las pasio- 
nes no afecta sino secundariamente al cerebro, 
y que siempre el, corazón es el que interrum- 
piéndose primero, determina por su muerte mo- 
mentánea la inacción del cerebro. En fin, que 
dependa de un pólipo, aneurisma &c. ó que sea 
el resultado de una pasión violenta, la afección 
sucesiva de los órganos siempre es la misma, siem- 
pre mueren momentáneamente, asi como pere- 
cen de nn todo en una herida del corazón, li- 
gadura de la aorta &c: también se producen 
del mismo modo las que siguen á ciertas eva- 
cuaciones de sangre, pus, agua &c. El corazón 
afectado simpáticamente cesa ele obrar, y ensegui- 
da el cerebro faltándole su escitante, interrumpe 
igualmente su acción. Los resultados por olores, 
antipatías &c parece que también presentan en sus 
fenómenos el mismo orden, aunque sea mas di- 
fícil de conocer su carácter. 

Curación. Restablecer la debilidad y movili- 
dad de todo el sistema, con corroborantes, tó- 
nicos, estimulantes y antiespasmódicos [el idio- 
pático no se acerca sino paliativamente el sin- 
tomático! ó diremos sangrías en caso de pléto- 
ra para lo contrario lo que reanime y vivifi- 
que la energía del corazón y cerebro; siendo 
suficiente para disipar los ligeros, el rociar el 
rostro con agaa fresca, aire, cualquiera sustan- 
cia ligeramente estimulante á las narices &c; pe» 
ro los violentos es necesario recurrir á remedios 



enérgicos, friegas sin moverlos ni abitarlo», on,j 
lor y los estimúlenles (escpptu^e <•! pleto¡\cq 
porque en este el color \ los t limuJarites privar 
cipalmente el amoniaco v otros de mi natura, 
)eza son nocivos) enemas" de humo de t.uco, 
solmera, vegig'atorioíi, en una palabra <\ fupjjq 
mismo; pero deben usarse por lifrgo liempo, c"i'- 
que pueden producir efectos morbosos, especiajf 
mente si acompaña plétora. 

GKNKI'O SKClNOí). 
l'u/j;ifuc¡ü?l. 



oJste es una contracción ó un si-tole del co, 
razón que se ejecuta con mas rapidez, y auq 
generalmente con mas fuerza que la aeo;-tum- 
brada, latiendo á veces con una violencia tan 
estraordinaria contra lo interior de las co tillas, 
que produce un sonido considerable en muchas 
ocasiones. Es efecto de causas diversas, mas <'n 
un todo semejantes a las (pie produce el simo- 
pe, de quien la palpitación es un co 
inseparable, principalmen e cuando oic es pro- 
ducido por lesiones orgánicas del corazón ó da 
sus vasos, como constantemente lo veeu.os en 
síncope cardiaco, Dijimos hablando de las cau- 
sas del síncope, que lo eran todas las que dis- 
minuyendo la acción del corazón, impedían que 
el cerebro recibiese el escítamenlo necesario pa- 
ra el ejercicio de sus funciones, y que por tan- 
to no debían considerarse estas causas como que 
ejercían su acción directamente en el cerebro, 
sino inmediatamente sobre el corozon, ya idio- 



356 

páticamente, como sucede en las afecciones or- 
p-anicas ó ya por simpatías, siendo esto mismo 
Jo que tu ceje en la palpitación, entre cuvas cau» 
sas y las de) síncope no ecsiste mas diferencia 
qtie la que resulta de la mayor ó menor violencia 
con que obran. Pues si la acción de las causas 
materiales, o bien el influjo de las pasiones no 
llegan á suspender repentinamente el movimien- 
to circujatorip y por consiguiente á producir el 
síncoue, nacen entonces con frecuencia palpita- 
ciones y otros movimientos irregulares, altera- 
ciones secundarias que siempre se Rallan en el 
corazón y nunca erj el cerebro, siendo en este 
paso muy fácil di-tinguir el órgano afectado por- 
que él solo os el que padece alteración sin que 
cesen los demás de obrar entonces como suce- 
de en el sincope. Estos pequeños pfecto 3 une 
las pasiones y lesiones orgánicas producen sobre 
el corazón, sirven para manifestar la naturale- 
za de los mayores influjos que el recibe en es- 
ta especie de afecciones. 

Pronostico. Aunque obran todas las causas so- 
bre el corazón, sin embargo unas lo baeen por 
simpatía y otras idiopaticamente. En general pue- 
de decirse que el síncope que depende del se- 
gundo orden de causas, esto es, de lesiones orgá- 
nicas del corazón ó de sus vasos es incurable: 
no pudiendo hacer otra cosa en su tratamiento 
que paliar sil violencia y repeticiones hasta un 
cierto punto, evitando todas las circunstancias 
que puedan producir algún trastorno en la cir- 
culación evitando el estado de plétora ó tur- 
gencia accidental del sistema, que á veces lie- 



357 
va por sí sola á producirla: en muchos de es- 
tos casos la sangría puede producir algún ali- 
vio momentáneo; pero de ningún modo es ad- 
misible en los casos de debilidad y movilidad. 
Curación Los casos que dependen del segundo 
orden de causas son muy diversos, ecsigen medios 
para desaparecer la afección primitiva, evitando 
la acción de las ocasionales y corrigiendo por 
los tónicos y nntipr.smódicos: azafrán de marte 
seis granos, opio uno, estrado de quina un es- 
crúpulo, f. p. en estado de debilidad y mo- 
vilidad q>>e tanto favorece á este género de 



atece :o»es, 

GENERO TERCERO, 

Disnea. 

¿zLjs tina continua dificultad de respirar, en 
la que el enfermo no esperimenta una estre- 
chura ó constricción, sino mas bien una sensación 
de llenura y embarazo en el pecho, acompa- 
ñada de una tos frecuente en todo el curso de 
la enfermedad, Aunque la asma y esta convie- 
nen en causar ambas dificultad en la respi- 
ración, se diferencian no obstante, primero: en 
que esta aíiije de continuo al enfermo, y el as- 
ma no lo verifica sino qor intervalos de mas ó 
menos duración: segundo, que en esta se sien- 
te una sensación de plenitud en el pecho, que 
casi puede confundirse con el hidrotorax, y en 
el asma se quejan de una opresión qae les di- 



S53 

fiecilta la respiración, á modo de si les compri- 
miesen Ins paredes del pecho. Dividense en 

Primero, Catarral, que se conoce por una 
tos frecuente, seguida de espectoracion abundan* 
te de un moco viscoso, 

Secundo. Seca: la acompaña tos seca, 

Tercero, Aerea: si^ne al aire en su temple. 

Cuarto. Terrea; sale con la tos materias cal- 
culosas ó terreos, 

Quinto. Acuosa: acompáñala escasez de ori- 
na, edema de piernas, faltando la undulación de 
pecho y de ¡rus señales <pie caracterizan el hi- 
rfrotorax, 

Sesío. Adiposa ó sarcotica; acomete á los muy 
gordos. 

Séptimo, Torasicaj por mala conformación 
de pecho. 

Octavo, Traumática ó esterna; producida por 
cansas esternas evidentes. 

■ Noveno. Pletonca: ocasionado por el osta- 
do fie plenitud de los vasos, 

Causas. Frío repentino estando calientes: tu- 
mores escirrosos que se forman en los pulmo- 
nes por vicio predominante en la maza gene- 
ral, por mala conformación, ya por gordura es- 
cesiva, ejercicio ó profesión de canteros, lapida- 
rios, peluqaeros &o. 

Curación, La pitiíuosa ó acuosa gomas ate- 
nuentes, la seila, el tártaro emético, la hipeca- 
cuana, vegigatonos &c, como medios capaces 
de aumentar la acción del sisiema y facili- 
tar el curso de I03 materiales que ocasionan la 



858 

enfermedad. En, tuberculosa, leches, agua de mar, 
ejercicio moderado, aire Ufare del campo, bue, 
nos alimentos, fontículos &c. finalmente esta es, 
pecie es una disposición de tisis: úsese de los 
que se propusieron allí. Ed la calculosa, la pic- 
tórica y área que son las únicas que se deben, 
considerar como idiopáticas, se procurará dimi- 
nuir el estado de plétora en la primera, y en 
Ja segunda corregir las cualidades del aire, y. 
mutaciones atmosféricas, adiposa, torácica, trau- 
mática &c, los medios de corregir estos vicios con 
lo que desaparece la disnea que en semejantes, 
casps se presenta como sintomática. 

GENERO CUARTO. 



fs otra dificultad de re«pirar que viene 
por intervalos, tos, opresión de pecho* v l'eva 
estertor con silvido. En el principio es difir.il 
Ja tos al paroxismo, pero se va aumentando 
por grados, y haciéndose mas diíicil á propor- 
ción que declina el paroxismo, y que la es- 
peetoracion se preseuta. Lo hay hidiopatico y 
sintomático, pero rara vez se presenta este 
ultimo. 

Sintonías Los parogismos son siempre casi 
al anochecer, su invasión repentina se mani- 
fiesta por contracción espasmodica del pecho, el 
enfermo se ve precisado á estar en pie y respirar ai- 
re libre y frío,, inspira y espira con silvido, 6 



360 
también siente obstáculo en !á articulación de 
los sonidos; pulso frecuentemente natural, ó le- 
vemente febril, orinas abundante?, y poco co- 
loradas, el rostro unas veces está pálido, fac- 
ciones alteradas y otras hinchada y encendido 
por la mañana se respira con menos perta v espec- 
toracion mas fácil, color mas subido de orina, 
sueño mas socegado; el enfermo siente siempre 
Constricción en el pecho, y anhelación cuando está 
orientalmente y á veces con el menor movimien- 
to. Después de comer tensión flatolenta del esto- 
niano, sopor, repetición de parogismo al ano- 
checer, aunque lo regular es á media no- 
che ó dos de la mañana asi dura seis ú 
ocho minutos y las remisiones se van haciendo 
mas sensibles particularmente acia la declina- 
ción del parogiomo, la espectoracion mas abun- 
dante, y continua de cuando en cuando entre 
el di;». A proporción del dicemo se alivian. 
Suelen renovarse por el calor estemo, por eso 
son mas frecnentes en el estio principalmente 
en los dias caniculares, que las otras estado- 
Des frias, se incomodan fácilmente por la mu- 
danza de la atmósfera, por ras que se hacen 
repentinamente de frió al calor, lo mismo 
cuando se ligera mas el aire» todo lo que dis- 
minuye la capacidad del pecho como una li- 
gadura, y todo lo que acelera la circulación. 

Causas. Afección propia del sistema nervio- 
so que pertenece á los órganos de la respira- 
ción, y consiste en la deprabacion del movi- 
miento de las fibras motrices del pulmón, sien- 
do verdaderamente la causa prócsima la cons- 



m 

fricción morbosa, y basta cierto ptmlo espasmo* 
dica de las fibras musculares de los bronquios,- 
ocasiona ya por ías inertes pasiones de animo, 
va por olores de sustancias irritantes, cerno hn- 
»no, polvo, gaces &c¿ va en fin por la muta- 
ción repentina de la atmósfera &e, circunstjní 
cias que. imprimen una modificación tal en los 
órganos respiratorios que impide efectuarse con 
libertad los dos movimientos. 

Pronostico* Nada favorable porqne es muy 
raro el que cura perfectamente, el mayor pe¿¡ 
ligro está en el parogismo, juzgándose de su 
ecsifo según sean mas ó menos grandes sus re- 
peticiones, pues cuando son muv frecuentes dan 
margen poF lo regular á la formación de aneu- 
rumas, varias palpitaciones de corazón y otros 
afectos orgánicos degenerando frecuentemente 
en ludrotorax, tisis &e. 

Curación* Dos indicaciones, una en el pa- 
rogismo y otra fuera: la primera sangría en 1 
jóvenes y pletorico?; pero á los principios por- 
que después íos dispondría a padecer frecuente* 
mente, como ella es corregir la contracción es- 
pasrnódica ó irritabilidad morbosa de las fibras 
motrices de los pulmones, se deberá esei'ar ia 
sensibilidad y contractilidad en sitios distantes, 
vomitivos; pero al principio sino favorecería ó 
bien alguna iníYieion teiforme de salvia, man- 
óle, todo con el objeto de escitar, determinación 
acia la superficie del cuerpo, y destruir por es- 
te medio que se forme en los pulmones, sina* 
pismos, cantáridas, baños de pies &c. ayudan- 
do su acción con antipasmódiecs, calmantes, dtt- 



362 
roulcentes, mucilaginosos y oleosos, opio, aza* 
fétida, almizcle, éter sulfúrico &c. Segunda, res- 
pirat aire libre, puro y bien oesigenado, huir 
de pasiones v de todo escitante del sistema ner- 
vioso, ciiidadando de no esponerse al frió ó ca- 
lor repentinamente, pecho abrigado á fin de pro- 
mover sudor abundante, leches, alimentos fáci- 
les, tónicos y antipasmódieos en caso que la de- 
bilidad y movilidad del sistema constituye al 
fonies de semejantes afecciones. 

GENERO QUINTO. 

Tos ferrhia* 



\^}e conoce bajo el nombre de romadizo ma* 
ligco ó coqueluche, consiste su carácter en una 
conmoción repentina del diafragma y los pnU 
mones con espulsion sonora de aire por la bo- 
ca, siguiéndose después una espectoracion mu- 
cosa, y por lo general el vómito. Es propia de 
los niños, es epidémica y ann se propaga por 
medio del contagio. Sigue calosfríos, pequeña 
calentura acompañada de tos, la que aumen- 
tándose se asemeja á un silvido, al insulto de 
la tos se hinchan las venas de la cara y cuello, 
aumentándose pulsaciones de arterias, cara amo- 
ratada, ojos tuberosos, lacrimantes, indicando re- 
pentina sofocación, qnc muchas veces suce- 
deria si no vieniesen hemorragias nazales ó por la 
boca, lo que regularmente mitiga los síntomas 
como ei vómito. Si no es asi y siguen fuertes 



3«3 

las conmociones, las congojas son grandes, íé 
presentan las convulsionrs, apoplegia v aun la 
muerte, por el contrario suele dejenerar en ti- 
s,s í principalmente si hay recargos febriles por 
Jas tardes al paso que íos niños se enflaquecen' 
y e'steiman, 

Curación, Dos indicaciones, primer periodo, 
cu va duración es por lo general dé doce ó quin- 
ce días: apenas se diferencia de una afección 
catarral, cuyos síntomas suelen descuidarlos y 
por eso no podemos observar sino su periodo 
convulsivo. Promover el sudor v espectoracion, 
con el salmeo, te, amapola &c. la leche que usada 
á pa?ta asi por bebida como por alimento, es 
igualmente útil: añadiendo tintura de qnina, oji- 
miel, ó algún otro espectorante ligero para au- 
inantar la acción de los pulmones y facilitar la 
expectoración, asi se evita que pase del perio- 
do catarral al convulsivo, ó á lo menos que sean 
sus síntomas aun menos violentes: mas cuando 
no, deberá evacuarse el sistema sanguíneo con 
sanguijuelas al brazo 6 pie para disminuir la 
determinación de sangre que se verifica á los 
puimenes y cabeza, y que dá margen á que 
el estado pictórico en que s« constituyen sus 
v; m s h;iga que termine en apoplegia ó degene- 
io en lisié: después un ligero digestivo, jarabe 
de ruibarbo, miel rosada &c. y después un eme- 
tiro de hipetacnami, cuya 6icci6n sobre el sis- 
toftia obra de un modo general interrumpiendo 
el retorno de las afecciones espasmódioas y es- 
eiianoo p;tti(ulat determinación poderosa acia 
la superficie del cuerpo, y destruyendo por es- 



864 

te medio las determinaciones que se hacen ác\£ 
los pulmones, de los efectis del emético se si- 
gue principalmente nna calma que dura tres d 
cuatro días, en Cuyo tiempo se principiará á dar 
el Cocimiento Manco de Sidhenan á pasto, aña¿ 
iiléndo de noche que la tos es mas violenta; 
jarabe de meeonio: si se estrine demasiado se 
usa eri su lügáf- del pectoral demulcente de la 
clásica ti otro de su especie. Al mismo tiempd 
se debe disminuir la irritabilidad aumentada dé 
sistema nervioso, derribando el estímulo por los 
firitlpasmódicos, azafétida interior ó en lavati- 
vas, naranjas^ cidras &c. El opio, fricciones eri 
él espinazo, cimiento muscular y alkali volátil 
y alcanfor- cáusticos al pecho y sinapismos á los 
pies &c. (Aunque sea asténica, no faltan .casos 
en que los niños se constituyen en una inflama- 
ción pulmonal á causa del método calefaciente 
de las potencias iniciativas y de su misma diá- 
tesis). La dificultad de respirar, el dolor en la 
parte inflamada, la sed y el calor que media 
aun entre los insultos de" la tos, nos maniñes». 
ta la presencia del estado esténico. Estado qué 
ecsig-e por su curación poner en practica todo 
el método antiflogístico, del mismo modo qne s« 
dijo hablando de las inflamaciones de pecho¿ 



H 



365 

NEUROS.ES de LAS FUNCIONES NATU- 
rales 
genero primero. 
Dispepsia. 



„ onsiste en un estado de atonia del estóma- 
go, ó debilidad de las fuerzas digestivas, ca- 
racterizada por la inapetencia, el astio, y al- 
gunas '.eres el vómito por distinciones repen- 
tinas, eruptos de diferentes géneros y un calor 
urente en la boca del estómago, y á veces 
fuertes dolores eri la región dé esta entraña. 
Dividiéndose en ídiop&tica y sintomática, las que 
reconocen por causa li debilidad de las fibras 
de! ventrículo, ó su falta de acción para ejer- 
cer con regularidad las pensiones que le otan 
destinadas. Esta debilidad que debe mirarse 
como su cansa procsima, puede cer directa o 
indirecta. 

Debe reducirse á la primera clase la pro- 
ducida por cau-as capaces de debilitar direc- 
tamente las fuerzas digertivas, que son el uso 
continuado de las bebidas calientes, de los acci- 
do.% y acesentes, la replecsioo inmoderada del 
estómago, el espino frecuente, la presencia de 
alguna otra evacuación escesiva &c. En la se- 
gunda deben colocarse toda la clase de tóni- 
cos y estimulantes, cuyo uso continuando y 
escesivo, ecsitando considerablemente la acción 



de las fibras del estero agro, son cansa de que 
sobrevenga la debilidad secundaria; de esía na- 
turaleza son todas las sustancias aromáticas, amar- 
gas, licores &c. Pueden añadirse íi todo lo di- 
cho otras o^ie obrando sobre todo el cuerno, ó 
en alguna de sus funciones, ejercer sin embar- 
co sin páticamente su acción sobre el estómago. 
Tnl,>s .ser; una vida indolente v sedentaria, las 
pasiones de animo, ei estadio escesivo, ó una 
grande y aplicada continuación á los neo-ocios, 
lo» escesos en ¡a venus, el aire í'rio y húmedo, 
principalmente cuando ha estado el cuerpo lar- 
go tiempo espuesto á su acción sin ejercicio, 
puede depender también de alguna afección 
orgánica del mismo estómago, tal como un hu- 
mor, una úlcera, esciro, repercucion de cesan- 
teínas &c. en cuyo caso daben considerarse sus 
síntomas, como afección secundaria que no pue- 
den curarse, sino destruyendo la enfermedad 
primitiva. 

Los accidos gástricos superabundantes y las 
saburras accida, alcalina, y mucosa, que las mas 
veces suelen ser efectos inmediatos de las causas 
anteriormente espuestas, ó de la ínglurie, deben 
mirarse como las mas frecuentes de esta en-. 
fermedad, pues la inapetencia, eí astio, el vó- 
mito, los eruptos, ácidos 6 alcalinos, el dolor 
quemante del cardias &c. no son debidos sino á la 
presencia de este accido, y materiales saburro- 
sos. La naturaleza, pues, de estos materiales, es 
la- que en general puede decirse constituye ei 
carácter de las diversas especies de dispepsia, 



867 

las que ecsigen diversa curación según son pro- 
ducidas por los acodos abundantes, por la presen* 
cia de los materiales biliosos ó |>or la de los pituito- 
sos. Por tantoen la dispesia áccida qne acó onde 'es- 
pecialmente a débiles v flemáticos, a los (pie 
solo se alimentan de vegetales, v substancias 
a acerantes, á qu^IloVeh quienes están suprimidas 
algunas e\acuaciones &c. E! pian curativo de- 
be ser Iónico y absorbente* mas sin embargo, 
se principiará con un lijero emético de hipe* 
cacuana, y en seguida una ó dos dracenas de 
magneeia, ojos de cangrejos, ó madre de perlas, 
las que tomará todas las mañanas por seis ú 
ocho di as, al cabo de los cuales se liará uso 
de los tónico*, solos ó unidos 4 los absorven- 
tes, la quina se administrará ya en sustancia, 
ya en tintura sola ó con el hierro, como el. co- 
cimiento centaura, caaiedrios &c. infuciones 
viscosas de jenciana, de quina, so rósela, reparos 
confortativos, hipecacuana administrada diaria- 
mente como nauceabunda, á fin de mantener la 
acción del estómago, aire y ejercicio son 
eeselentes y aun, los únicos capaces de corregir 
el estado de debilidad, y moderar los síntomas, 
No obstante en su administración ha de haber 
cuidado de alternarlos y aun variarlos, á fin que 
la naturaleza acostumbrada a unas mismas in- 
presiones, no llegue á hacerse indiferente á ellas* 
JB.spccie segunda. En la biliosa que invade 
con especialidad á los biliosos coléricos, muy 
ecsit.ados ya en lo físico, ya en lo moral, y que 
se manifiesta generalmente durante el estío y 
otoño. El plan curativo consiste; primero, en 



368 

evacuar la bilis por los eméticos. Segundo 
neutralizarla por medio de los aecidos. Tercero 
destruir el estado de debilidad del estómago 
por los tónicos, Pur tanto la administraccion de 
los eméticos antimoniales como base de la cu- 
ración y en seguida el uso de los snbaccidos, 
como el crémor de tártaro, pulpas de casia, ta- 
marindos &c. ¡os sumos dilatados de limón, na- 
ranja, y finalmente ios tonioos en la misma for- 
nvi (|ue propusimos en la especie anterior, con- 
chiven la curación, 

Especie tercera. En la dispepsia mocosa, 
que es propia de los de un temperamento fle- 
mático, obesos de constitución, que usan de ali- 
mentos muy crasos, como la leche, queso, que 
hacen poco ejerciólo, \ que por consiguiente 
tienen m iv poca agitación y desprendimiento 
de sus humores, se declara desde el principio 
tentar el aumentar la acción de todas las fibras 
por los eméticos que no sean de la clase de 
los antimoniales, liados en dosis en que soío sean, 
capace» de obrar como nauseabundos, tal es la 
^ipecacuana; facilitando al mismo tiempo el 
libre curso de las evacuaciones por medro del 
ejercicio, v procurando aumentar la acción tó- 
nica de todo el sistema, por la quina, el hier- 
ro, vino generoso, ponche &c. y todas las infu- 
ciones y cocimientos que se notaron en la accida, 
se procura al mismo tiempo mantener libre el 
vientre con lacsantes suaves, como ruibarbo ja- 
rabe, el de rosas solutivo &c. finaLmente no se 
olvide que la principal indicación que presen- 
ta todas estas especies es destruir la debilidad 



369 

ele que son seguidas, y algunas vccc3 es su 
causa. 

GENERO SEGUNDO. 



Hipocondría. 



4¿J^ crónica sin calentura, suele rrcompañarla 
palpitación, eruptos, borborismo?, ansiedades, - 
pasmos mas ó menos sensibles en eS vientre, y 
üt >'a porción de sensaciones molestas que c- di- 
fícil definir, pero que siempre hacen temor al 
enfermo perder la vida, siendo sin embargo 
Wnv desproporcionado sn temor.,. Es muy u'iíi- 
c¡l 'formarse una idea justa y esa cta., y na.equb 
Vocarla con el histerismo ó la melancolía, pues 
carecemos de nna verdadera -historia: sin em- 
bargo la atención á las afecciones propias pi- 
ra producirla, presumo que reside primitivamen- 
te y casi siempre en ia región epigrastiea desi 
de donde se propagan como por irradiación 
sus paroxismos. Obsevo, efecto que sule ser al- 
guna vez por la supresión anticipada de una 
calentura intermitente, por los usos narcótico*, 
por esceso en la venus, por pasar repentinamen- 
te de nna vida activa á la sedentaria, por la 
suprecion de cualquier evacuación abitual; pe- 
ro aun la vemos con mas frecuencia ser efecto in- 
mediato de las pasiones de animo &e. Sabe- 
mos el influjo de las pasiones sobre todos los 
actos de la vida orgánica, la viva impresión 
que se siente en el piloro en las fuertes conmo- 
ciones, !a impresión indeleble que á veces con- 
serva, y de donde nacen los escirros que se 



370 
en cuentran en él, la sensación de opresión que 
se esperi menta en toda ia región del estómago 
particularmente en el cardias; y en otras cir- 
cunstancias los vómitos espasmodicos, que á ve- 
ces sobrevienen repentinamente á cualquier es- 
pecie de trastorno escitado por las pasiones, deL 
mismo modo que la interrupción repentina de 
lo^ fenómenos de la digestión por una nueva 
agradable ó triste: pues bien, comparemos to- 
do? estos síntomas con la que acompaña estas 
afecciones, y creremos que son en un todo se- 
mejantes; sin embargo no puede á veces atri- 
buirse solamente al inflinjo de las pasiones to- 
dos los desarreglos que se observan en el ejer- 
cicio de las diverja* funciones de la vida orgá- 
nica, pero sabemos que el estado de las visce- 
ras, las diferentes épocas de la vida, sus lesio- 
nes y las variaciones de sus fuerzas &c. con- 
tribuyen notablemente ala producción de las pa- 
siones: ¿quien ignora que el individuo cuyo apa- 
rato pulmonal está bien formado, cuyo sistema 
circulatorio está datado de mucha energia, y en 
quien tienen las afeccionos una inpetuosidad que 
lo dispone a la coleta, valor &c. que en los 
que predominan el sistema bilioso están mas 
desenbueltas ciertas pasiones, como la envidia, el 
odio &c. y que las constituciones en que las 
funciones de los vasos hisfaticos están en mas 
alto grado imprimen á las^afecciones una len- 
titud opuesta á la impetuosidad del tempera- 
mento sanguíneo; pues generalmente lo qne ca- 
racteriza tal ó tal temperamento, es siempre cier- 
tas modificaciones en parte de las pasiones, y 



371 

en parte del estado de las visceras de I* v 1<«4 
orgánica, y del predominio de una o otra de 
sus funciones 1 ? Lomismo podemos decir de ha 
edades. En el niño !a debilidad de la orjnni- 
sacion conocida con la timidez, y el tenidr? en 
el joven el valor, y la osadía se desplegan I 
proporción que los sistemas pul monas y vascu* 
|ap se aventajan a los demás: la edad viril en 
que el hígado y el aparato gástrico están m ¡s 
desenrollados, es la edad de "la ambician, de !a 
envidia de la intriga &c. Considerando las pa- 
siones en los diversos climas, y en las diferen- 
tes estaciones, pueda observarse la misma rela- 
ción entre ellas, y los órganos de las funciones 
internas, pero, ya bastantes médicos lian indica- 
do estas analogías, y por consiguiente seria su-? 
períhiq el repetirlas. 

Si del nombre sano pasamos á contemplar. 
el enfermo, veremos que las lesiones de! estó- 
mago, del hígado, del vaso, de los intestinos 
del corazón &c, determinan en nuestras sen-a- 
ciones multitud de variedades, y alteraciones que 
$ejan de ecsistir luego que cesan aquellas. 

Los antiguos que creían que las aleccio- 
nes tristes se evacuaran p >r los purgantes con 
los humores, conocían mejor que nuestros mo- 
dernos mecánicos, las leyes de la economía ani- 
mal. Desembarazándolas vias primeras bacion des- 
aparecer la causa de estas afecciones y en efec- 
to veemos que la replecsion de los órganos gás- 
tricos esparce en su senblante un aspecto me- 
lancólico. Los errores de los pobres médicos 
Sobre la atrabües pruebao la esactitai de sus 



372 

observaciones sobre las relaciones que unen a 
estos órganos con los estados del alma. Esté 
mojo que acabamos de decir fundado en to- 
das las variaciones de que son suseptibles nues- 
tras funciones, según la edad, constitución, cli- 
ma, predominio de las pasiones &e. esplica 
(con arreglo á el estado actual de nuestros coi 
Boicmientos) de un modo mas claro, que la ma- 
teria tenas é inmoble de Boheraye impelida en 
los vasos de los hipocondrios, según las leves de !a 
hidrauilica, el modo como se producen estas 
afecciones, cura historia propondremos según la 
refiera Sthal, que es quiza el único que ensena 
á distinguirla de cualquiera otra enfermedad 
nerviosa, y que describe esactamente su carác- 
ter propio. 

La hipocondría, dice, es un conjunto ó su- 
cesión de síntomas 'singularmente variados e \ 
inconecsas, á sabor: cierta tención, torpezi 6 tam- 
bién dolor sin calentura manifiesta, ni tino al- 
guno particular, depravación mas bien que fal- 
ta de apetito, flatos intestinales a veces reteni- 
dos y otras espelidos con estrepito, constriccio- 
nes espa?mó.dicas, congojas que se agravan por 
razón de la vida, inactiva y sedentaria, ó bien 
por variaciones atmosféricas, desasocíelo ni 
causa, manifiesta, incomodidad vaga, ya antes ya 
después de comer, inflamaciones dolorosas, y al- 
gunas veces muy graves en el hipocondrio is- 
quierdo; lo* síntomas se eesacervan y causan es- 
travios en la razón, ó á un desorden claro pe- 
ro fijos en las ideas lo que distingue la hipo- 
condría de la melancolía. £1 mal suele a?rá- 



373 

fnrse por estravios en el régimen, y en razón 
de la edad, tanto mas cuanto la inconstancia 
nías versátil forme el carácter particular de los 
hipocondrios, ni capaces de sujetarse á un mo- 
do de vivir Ojo y determinado. La filosofía mo- 
ral, dice Pinei, y la medicina según lo advier- 
te Pintarlo, están mtirnamente uniltts y depen- 
den reciprocamente la una de la otra. ¡.Cuanto 
hace al caso para precaver las afecciones 
hipocondriacas, melancólicas seguir las invaria- 
bles leyes de la tiio-oiia moral, tener ac^edit n- 
te sobre si misino, señorear sus pasiones, en una 
palabra familiariaarse con los escritos de Epíteto, 
PlaíOD, ¡Séneca, y Plutarco, que con las macsi- 
mas in>trndivas que nos han dejado Hipócrates, 
/i releo, Sídbénan. Stnal, y otros celebres obser- 
vadores! El ftiédicp igualmente contribuirá á 
esta paite la mas importante de la curación, y 
e$te encargo es sinduda el mas delicado y di- 
fícil, sin embargo persuadiendo n tales enfer- 
mos que en ellos mismos es el material de la 
salud, la que solo pwede separarse dd arreglo 
de las facultades intelectuales; Se les pone de- 
lante el riesgo de degenerar en una locura. Fi- 
'raímente mudar el estado rnorai, y para el fí- 
sico los antipasmo dices, tónicos, el baño frió, 
removiendo lo perteneciente á la digestión y '•in- 
ternas particulares algunos minerales" herrubro- 
sa-s &c. pero sino se convinan estos con los cal- 
mantes, como el alcanfor, opio &c. suelen obrar 
estimulando y aumentando el espasmo, absor- 
ventes en caso de accido á estos en el predo- 
minio de los materiales biliosos 6 alcalinos, lac- 



374 

sanies en casos de estreñimiento, síntoma que 
por lo general a compaña á este mal, y que es 
necesario destruir manteniendo el vientre libre. 
Regularmente se halla en estado de plétora, ó de 
entorpecimiento todo el sistema de la vena porta, 
lo que machas veces da margen ai flojo he- 
morroidal con notable alivio de lo^ enfermos) 
conviene cuando naturaleza no lo facilita poi* 
si aplicar las sanguijuelas al margen del ano. 

GENERO TERCERO. 

Melancolía. 



insiste en un delirio primitivo, constante, y 
balitado á un objeto favorito sin calentara agu- 
da, con tristeza, miedo, horror per lo que se 
distingue de la mania. Los que la padécep for* 
man un juicio falso sobre un objeto particular, 
y raciocinan con mucho tmo sobre todos tos de- 
más; aman la soledad, es^an pálidos y abati- 
dos, y su cuerpo se estén úa. 

Causas. Son las mismas mas ó menos que 
la anterior. 

Síntomas. En la primitiva ó adquirida ei 
pulso esta lento y concentrado, las afecciones, 
espasmó dicas vagas ó fijas en una parte, incitan 
á otras muchas enfermedades; el sueño agüita- 
do y alterado por objeto de terror 6 imágenes 
lúgubres. Están atormentados de algunas ideas 
singulares ó poseídos de. pasión dominante. Pro- 
penden manifiestamente á la inacción y vida 
sedentaria, por las afecciones del alma son ca- 



375 
paces de la mayor violencia, de amor pasa a 
delirio, la piedad á fanatismo, la colera ¡"i fu- 
ror frenético, y el deseo de la venganza hasta 
la mas atroz crueldad. Reuue perseverancia ar- 
diente y profunda en el objeto idolatrado con 
la movilidad mas inconstante en lodo lo que no 
tiene relación con el; una triste taciturnidad sue- 
le interrumpirse por agudezas transitorias de 
alegría viva y casi convulsiva. El cuerpo se 
aja y deseca envejeciendo antes de tiempo; la 
cerosidad natural del carácter se aumenta con 
la edad, el perturbarse la razón termina por 
una especie de enajenamiento del alma, ó mas 
bien por el capricho y forzado enlace de cier- 
to orden de ideas, son las mas fuertes y tunuil- 
tosas conmociones. 

Curación, Se dirige principalmente á variar 
el estado de nuestras afecciones morales: mas 
como la mayor ó menor violencia de estas in- 
duce de-arreglos considerables en estado tísico. 
del cuerpo, v en el ejercicio de sus funciones, 
de aípii es la necesidad de recurrir á los ausi- 
lios (¡el arte, capaces de mudarle ó mejorarle, 
Aunque la dispepesia que acompaña constan- 
temente á los hipocondriacos no se observa sino 
rara vez en los melancólicos, sin smbargo es 
inseparable la astraccion de vientre de esta afec- 
ción. Por esto y desembarazando las primeras 
vms hacemos desaparecer. Sangria en caso de 
plétora, baños calientes en razón del estado de 
rigidez que predominan al sistema, no convie- 
nen narcóticos sino en ciertos casos de escita- 
meato violento en que esta se paregen á la 



376 

tnania donde mas bien puede sacarse sangre, ▼ 
en la que "suele degenerar muchas veces* obser- 
vándose que al ceder la audacia y furor que 
la acompaña suele sobrevenir una timidez, y aba* 
timiento de ánimo estraordinario. 

GENERO CUARTO* 

Histerismo. 

'onncese por un mido ó murmullo en el vien- 
tre acompañado de una sensación incomoda, y 
á manera de si Una bola rodase dentro de éí, 
dirigiéndole acia el astómago, y de allí á las 
fauces, donde produce una especie de sufoca- 
ción ó abogamiento. Acompañan á este estado 
fuerte-, convulciones, orina clara y transparente, 
trastorno de las potencias intelectuales. 

Síntoma* Unas veces se ven sus parogismos 
por grados, otras repentinamente. Si lo prime- 
ro, el sopor, intervalos de delirio, entorpecimien- 
to de los miembros, una inercia casi invencible, 
y alternativas de rubicundez y palidez del ros- 
tro. A proporción que se aumenta se tiene en 
•el abdomen una especie de globo que se enca- 
mina á tas partes superiores. 

Estas afecciones e^pantiódicas de los intes- 
tinos están acompañadas alguna vez de burbo- 
rismos ninv ruidosos, y sus movimientos son tan 
irregulares que favorecen preocupaciones supers- 
ticiosas entre gente de poca ilustración! otras 
veces por el contrario, el vientre está oprimido 
y tirante con nuevo estreñimiento. Pero tn to* 



377 

dos los casos hay contracciones cspasmodicas en 
la garganta, ó mas bien una especitP'dé agar- 
rotamiento: entonces la respiración es casi im- 
peroepíible ó nnla, el pulso insensible, estremu 
dadeS frías, y las mas veces ecsistefi todas las 
apariencias de la muerte, la que algunas ve- 
ces s;:; \e \: ;;!•:•. 

íifíos parogismos vienen por síntomas de 
convulcion ó delirio, según las complicaciones 
de Ohía con otras nerviosa-. En la declinación 
se \é por grados un restablecimiento de fuerzas, 
color natural del rostro, disminución progresiva, 
y sensación de los síntomas espasmo dtcos, pa- 
rece nuevamente la sensación y movimiento y 
la iascitud de las partes naturalmente fiecsibles, 
y humedecidas por el humor mucoso, acomete 
generalmente á los débiles caqueticos &c y cando 
viene en las viudas jóvenes (como dice Cullen) 
es cuando han adquirido ya un estado débil, por 
el continuo recuerdo de una cosa que le era 
grata, y que su estado, doloroso &c. no le per- 
ii. líen poner en practica, pues está con frecuen- 
cia unida con el apetito- venéreo; y los ncpolo- 
g islas han señalado una desús variedades, ba- 
jo el título de histoiia libidinosa; no siendo 
raro que la accesión se disipe por evacuaciou 
de cierta humedad fuera de la vagina, algu- 
nas \eces se ha terminado la accesión, ec&itan» 
di» esta secreción, lo que prueva que las mu- 
geres están entonces en un orgomo venéreo. Sa- 
wages había de una muger en la que, (clitoris 
iiíii; tío a baibaitonsore impúdico instituía paro- 
gisnio soibebat) y Astrue dice que se termino 



378 

por la espulsion de una materia glutinoso blan- 
ca. Bordu establece como tripod vital aí cora- 
zón, cerebro y estómago ¿No podemos añadir 
para cierto periodo de la vida, y para ciertas 
constituciones en cuanto centro, del que dima- 
nan también el sentido y el movimiento'? Y esto 
centro no recide en los orgánicos de la generación. 

Curación'. La mas probable es un cierto 
aumento de sensibilidad € irritabilidad del úte- 
ro, debiendo mirarse los efectos extraordinarios 
que la acompañan como resultados de la sin- 
patia que ota viscera tiene con los demás. Las 
remotas traen su origen unas veces de los par- 
tos difíciles, de ciertas erfermedades agudas,"del 
uso inmoderado de las sangrías, y purgantes, y 
flujos de sangre: otros de la obstrucion de las 
entrañas del abdomen, de los vicios del estó- 
mago, de las lombrices &c. también es muy co- 
mún que provenga de una escesiva continen- 
cia, que ocasiona el infarto de los ovinos* y 4 
veces del desaseo, degenerando los humores 
mucosos qne barnizan los oréanos de la genera- 
ción en una acrimonia capaz de estimularlos 
estraord'mariamente. 

Curación Esta mitiga los síntomas duran- 
te el parogismo por todos los medios capaces 
de entonar y excitar ai paciente calmando 
por este medio el aumento de sensibilidad é 
irritabilidad, fricciones a la región del útero, 
olores fétidos á las narices v. g. gal vano, asu- 
fre, azafetida, plumas, cabellos, quemadéz &c. 
lavativas antiespasmodicas de agua manzanilla 
con azafetida, láudano liquido, rociando agua 



379 
fría en el rostro, y cuando no baste, sinapismos 
ventosas, cantáridas. En el momento en que pue- 
da Iragar, se le dará alo-una bebida difusiva, agua- 
toror gil, yerba buena, flor de tila, ninfa &c. aña- 
diendo tintura de castor, susino, licor anodino, 
láudano líquido &c. Desvanecido el paroxismo, 
la indicación es evitar la acción de las causas 
procatarticas y predisponentes, y tratar de la ra- 
dical la que rara tez liega á conseguir;, no obs- 
tante el uso de tónicos, Daños frios, algunas ve- 
ces templados, aguas minerales, gaseosas, bue- 
nos alimentos, ejercicio, corroborantes convinados 
con antipasmódicos; en fin se pueden aplicar al 
histérico con esactitnd las observaciones y re* 
glas dietéticas dichas en la epilepsia. 

Genero quintó¿ 

Pirosisi 

¿-Li sta asi como la cardiagia, gastrodinea, Co¿ 
li«_o, y otra porción de afecciones nerviosas 
del conducto alimenticio, y especialmente del 
estomago, pueden depender con frecuencia de 
la liiporcondia, del histerismo &c. y ser digá- 
moslo asi, secundarias, 6 puramente sintomáti- 
cas. Mas sin embargo debemos detenernos aqui 
principalmente en las que son primitivas, y 
dependen del modo de vivir, cuya estension es 
inmensa en la especie hnmana, según la edad, 
secso, clima, ó el imperio de las costumbres. 

Cansas Los escesos tanto de intemperancia, 
cuanto de una abstinencia estremada, y destrao 



380. 
ton; el lujo, y prefación, suntuosidad, corrup- 
ción, de constnmbres, sistema insensato y vo- 
luptuoso. 

Síntomas. Dolor quemante en "el epigastrio 
acompañado de emptacion de una cantidad 
de humor acuoso comunmente insípido, y al- 
guna vez acre. Las accesiones se manifiestan. 
ordinariamente por La mañana, y antes del me- 
dio dia, cuando el estómago está vacio. El 
sintonía primero suele ser sensación dolorosa 
en la boca del estomago, a manera de si este 
se contrajese ó tirasen acia el dorso; a e*te 
que se aumenta cuando se está en pie, suelen 
seguirse eruptos aguanosas, unas veces insípidos 
y otras accidos 6 biliosos. Aunque reconozco 
siempre por causa la presencia de una materia 
acre ó estimulante, producto de alguna altera- 
eion ó descomposición humoral, puede no obs- 
tante manifestarse con diferentes síntomas rela- 
tivos 4 su naturaleza, y aun tomar diversos nom- 
bres: haremos mension de sus variedades como 
especies del genere. 

Especie primera.— rPirosis vulgar d aceedia del 
estómago. 

Esta que a veces stiele no ser mas qne una 
incomodidad fugaz, es comunmente efecto de la 
digestión viciada por ciertos alimentos áccidos, 
ó sustancias crudas difíciles de digerir ó condi- 
mentadas con aceites, que participen de un ca- 
rácter etnp ¡reumático. 

26 



, ,. 881' . 

• Síntomas. El primero que le acompaña es 
la sensación de tía humor áccido que se estien* 
de á lo largo del eesófago, esperimenlando igual 
sensación en el epigastrio junto á un saliveo 
abtra'dfetite, vómitos, ancieda les y oíros síntomas 
incómodos. 

Curachm. Dos indicaciones: primera, neutra- 
lizar los aceulos por medio de las absorvéfitfes: 
^egundai tónicos v ctirttfUora'fites del estomago 
y un n e (mío dietético prdfi láctico. I-as mfucio- 
nes dé té, café, AatizaflUlá &c. ó las de quina, 
genciana, centaura &e. 

.Kspecie scgn.tdct. — Cardialgía. 

Shtcm-a. Dolor ftíuv vehemente del estóma- 
go ó del éJHgasltfb con desfallecimiento, descon- 
suelo. ánsiéJáttes, síncopes y sudor. 

Las degeneraciones biliosas, los materiales 
saburrosos anidados en primeras vias, las sus- 
tanfcias alkaliims o pútridas &c, son sus causa?, 
como e! veneno, el emético muv activo, ó de 
un drástico: vivas^feeciones del alma, anomalías 
de la menstruación, stipfesioti del flujo hemor- 
roidal, la disenteria,- lombrices, calentura ecsan* 
temática, inflamatoria ó tifoidea. 

CtiraciaJK Cuando es dependiente del primer, 
orden de cansas debe facilitarse la evacua- 
ción del estimulo morboso y calmar ia excesi- 
va sensibilidad del sistema gástrico, concillando 
ai mismo ¡lempo el. tono perdido. Primera in- 
dicación; eméticos suaves á fin do ecsaltar de- 
masiado' la excesiva 'seéábilidad del estomago, 



382 
y atendiendo á la segunda, los calmantes, an-: 
lipasmudicos y en fin los tónicos. La ñor de ti- 
lia, toronjil. &c. cuatro onzas, jarabe de ci* 
dra una, licor anodino un escrúpulo, y si se 
quiere un escrúpulo de láudano en dos ó tres 
tomas y usada por mas ó menos tiempo con res- 
pecto al dolor, después si hubiere necesidad de 
dur tono üj<> al sistema gástrico debilitado, los 
amargos estomáticos* 

Cuando de los venenos eméticos varias 
calenturas inflamatorias tifoideas, exantemáticas 
&c. primera, moderar la violencia de sns sín- 
tomas embotando la eseesiva sensibilidad deles- 
tomado por los demulcentes, mucilaginosos y 
oleosos unidos &c. á ios calmantes y antipas- 
módicos, as« como cuando es debida á las ano- 
malías del menstruo, supresión del flujo &c. de- 
ben ver restituido cado uno respecto de su cla- 
se á su tipo regular, al paso que de moderar 
los síntomas por el modo propuesto. Suele ob- 
servarse esta enfermedad también como efecto 
de la inacción, padeciéndola con frecuencia las 
nodrizas, algnn tanto esenuado porque crian; 
eutonces los restaurantes. 

¡Especie tercera. — Gastrodinia. 

Consiste en un dolor agudísimo en la re- 
gión del estómago que no está acompañado de 
síacope, ni amenazado de él como la cardial- 
gía. Los materiales saburrosos, degeneraciones 
biliosas ó escesos de intemperancia, boa sus cau- 
# 



383 

sas mas frecuente'. El emético, los calmante» 
y en caso necesario los tónico, la hacen des- 
aparecer. 

GENERO SESTO. 

Cólico. 

\¿^onsiste «u carácter en nn dolor del abdo- 
men ó vientre inferior, que afecta especialmen- 
te las inmediaciones _del ombligo, produciendo 
un sentimiento como de tercedura, al mismo 
tiempo* vómitos v estreñimiento. Pocas enferme- 
dades hu) tan terribíes y penosas como el có- 
lico, ni tan raras y difíciles de observarse por 
la variedad de síntomas espantososos que le aeouv 
pan are, Acomete en todas las estaciones del año, 
y no hay complecsion privilegiada de sus insul- 
tos: aunque adolecen con preferencia los que 
tienen una debilidad peculiar del estomago 6 
intestinos, ostrucc'ones de entrañas, perturbadas 
Jas secresiones, acrimonias humorales, pasiones 
de ánimo ó estímulos mentales; los que abusan 
de las cosas no naturales, los que se descuidan 
en la preparación de las comidas ó bebidas, y 
se fian en este particular de gentes poco dig- 
nas de su confianza, los convalecientes deotras 
enfermedades, especialmente de las espasmódi- 
cas, y finalmente los que han padecido antes la 
propia enfermedad. 

. ¿Sintonías. No afecta á todos del mismo mo- 
do, pues á unos asalta .repentinamente, al paso 



384 

que á otros anuncia su invasión con uña lan* 
Quides ó desmadejamiento general, inquie- 
tud y tribulación de ánimo, vigilias, inape- 
tencias, amargor ó gusto metálico en la boca, 
espesura de la saliva, perturbación de las di- 
gestiones, sensación de peso y fatiga en el es- 
tómago, después de tomar alimento deposicio- 
nes do vientre resecas, dulas y ardientes, erup- 
tos, inflamaciones y nanceas frecuentes, palidez 
del rostro, lengua cargada de un zarro blan- 
quecino espeso. li\ peso y ansia del epigastrio 
é hipocondrios, degeneran en un embarazo mo- 
lesto, especialmente del lado derecho que se pro- 
longa hasta la boca superior de 1 estómago, tan- 
to (pie parece que la comprimen levantándole 
acia arriba, precedido ó seguido de ventosidades, 
cu vos síntomas se aumentan por grades. Agu- 
zándole los dolores del epigastrio y del estóma- 
go, sobrevienen las nanceas, los vómitos de fle- 
mas glutinosas, de mucosidad mas ó menos acre 
y bilis amarilla, verdosa ó de diversos colores: 
el dolor unas veces se 6ja en la boca superior 
del estómago, desde el principio hasta el fin de 
la enfermenad, pero otras veces se propaga has- 
ta la región del ombligo y vientre inferior, «fe 
estiende trasversa luiente de ambos lados, se pro- 
longa al espinazo ? lomos, ó trasciende a la vegiga 
en dirección de los uréteres, imitando a un dolor 
nefrítico, en cuyo caso los dolores de los ríñones 
é veces suelen ser tan acervos fe intolerables co- 
mo los del abdomen. Durante los parogismos 
dolorosos del vientre están espasmodizados los 
esfínteres de la vegiga y orificio posterior, y ia 



385 
orina fluye con dificultad, ó se suprime entera* 
mante: en el primer caso presenta tales v;i na- 
ciones que no puedo colegirse de olías ningún 
diagnóstico seguro, en la fuerza «iel dolor saleti 
claras, ardientes, azafranadas; pero luego que ;;e 
desvan?ce son copiosas, crasas, turbias con supo* 
so lacterieis, con mas u menos disuria ó estras- 
gnris; en todo este tiempo el vientre se mttntrerf 
ne estreñido con tenacidad, y ano que las msá 
veces recibe con facilidad las lavativas, hay ca- 
sos que es absolutamente imposible administrar- 
las. Al principio no se acelera el pulso mas de 
lo natural, antes al contrario suele estar ma^ lento 
y faltan igualmente los demás síntomas febiileí 
porque no debe confundirse la desigualdad y 
celeridad del pulso que se advierte en el pro* 
greso del mal á causa de los dolores y tormen- 
tos vivísimos, sin embargo de los cuales y del 
mucho espasmo que prevalece, no se nota nin- 
guna reacción febril, ni hay por !o regular, á 
escepcion de cierta dureza del pulso, ningún in- 
dicio de inflamación. En el estado y declina- 
ción del mal, se acelera el pulso, v á propor- 
ción que van cediendo los dolores y las irri- 
taciones, aparece el movimiento febril con pul- 
so regular que de ordinario dura mas de trein- 
ta horas, terminándose con un sudor copioso. 

Pronóstico. En la duración del mal 
puede haber y se observa mucha varie- 
dad, según la intención de -las calíais que le 
han producido, la diversa constitución é irrita- 
bilidad del enfermo y el método. Camina prós- 
peramente buando se empieza á sentir en el vien- 



386 
tre un movimiento blando §cia abajo con céna- 
los de deponer, precedida de ventosidad bien 
diversa de las ardías, con pujo infructuoso que 
sentía, anteriormente, á lo que siguen deposicio- 
nes de varias calidades de e-miaras-, las cuales 
nnas veces son caprinas, globulosas sin iug.o, con 
señales claras de la contracción que lian pade- 
cido i.is intestinos, y otras veces deposiciones -ue.l- 
tas visposas, pegajosas c »n mucóciiai reseca ó 
materiales verdosas y porraeeos. Con !a soltu- 
ra de vientre que a veces sue!e ser abunia.ti'í- 
sia.a, cede la fuerza en breve tiempo, v.tn tal 
caso no disipa totalmente el resentimiento de las 
partes doloridas, ni se restablece tan pro\to el 
apetito ni el sueño, está muy espuesto á recaí- 
das con los errores dietéticos. Mas sí el cóüco 
es demasiado violento, se descuida o maneja sin 
tino, desde el principio result;.n los síntomas mas 
ejecutivos, con (¡t crudeza del dolor se pervier- 
te el movimiento peristáltico de los intestinos, se 
presentan los vómitos estercoraceos con sudores 
frios y desmayos que abaten el espíritu, hasta 
el aliento tíespidé un olor estercoroso: se ecsa- 
cerran en sumo grado todos los síntomas meib- 
cionados, hasta que agoviado con los dolores no 
menos continuados que insoportables, le viene 
tina inflamación de los intestinos, el estupor 6 
delirio sordo, y se conmueve de tal modo el sis- 
tema nervioso, que produce las convulsiones ri- 
gurosas, 1 as cnalas completan la catástrofe po- 
niendo fin á su ecsistencia. 

Curación. Kelativa á la naturaleza del estí- 
mulo productor. 



387 
Indicaciones generales. 

Como el dolor ocasionado por los fuertes 
contracciones espasmo dicas de los intestinos, y 
el estreñimiento producto de la misma causa, 
son los mas sobresalientes. Consisten en calmar 
al dolor, destriir el espasmo y mover el vien- 
tre: primera, opio v sus prepai aciones, en do- 
sis de uno, dos ó mas óranos, en intervalos pro- 
porcionados á la violencia de los síntomas: se- 
g linda y tercera, oleosos &c. va en pociones, \ a 
en lavativas, los que si no fueren suficientes á 
mover el vientre, sustituyelos por los rtigestivoá 
oleosos con él crémor, los opiados con el fin 
de convinar si se puede todas las indicaciones 
tizanas manadas, lacsativa anticólica Matritense 
&c. en dosis Je un par de onzas cada dos lio- 
ras, ayudando á un tiempo su acción por los 
semisenpios y aun barios tibios generales, ve- 
gigatorios aplicados al epigas'rio, frotaciones de 
éter y alcanfor, enemas emolientes, y por últi- 
mo en caso necesario la sangría para precaveer 
la inflamación de los intestinos que suele seguir 
en siendo fuerte el espasmo. 

Especie primera. — Colic& flatutento. 

Sítele ser efecto de alimentos pecantos en 
cualidad ó cantidad, la debilidad del sistema 
jgástrico, bilis acre, vanos géneros de saburra 
&c. El alivio que sigue á la espulsion de los 
flatos; él no ecsacerrarse el dolor con la com- 
presión cómo sucede en las demás especies, j 



388 
la actriccion de vientre nos la ciarán á conocer, 
pasando al mismo tiempo la atención a las cau- 
sas productoras. 

Curación. A nías de las generales, el éter, 
fomentos carminantes, enemas de la misma cla- 
se, infucion de manzanilla, te, café, alcanfor, 
azafétida, espíritu de vino, fomentos de agras 
con éter, asi como los purgantes despnes de los 
dolores. 

Especie segundt. — BUoso. 

Di?e Satvnrres acomete á los vivos, coléri- 
cos, y principalmente á los accionarios á los li- 
cores, á los biliosos é. irritables, y a los que ha- 
cen mucho ejercicio en el estio. 

Síntoma*. Voz ronca, cardialgía, vómito* de 
bilis porracea y otros colores, hipo, sed, calor, 
amargor de boca, orina poca y de color encen- 
dido, no siempre hay astricción de vientre, y 
cuando se mueve las deyecciones son biliosa?: 
por lo común se fija el dolor en los intestinos 
delgados falta la tensión y calor del cólico in- 
flamatorio suelen presentarse vértigos, nías el 
pulso ni duro ni tirante, pero frecuente. 

Curación. Calmantes para mitigar los dolo- 
res y contener los vómitos violentos, se puede 
usar los tópicos frios al vientre y aun el baño 
general templado, esto es, menos que tibio, des- 
pués el emético acaba la curación por abajo y 
por arriba la bilis alterada, después bebidas frias 
y áccidas y algún tónico, según queden mas 
ó menos débiles Las visceras digestivas. 



389 

Especie tercera. — Espasmodico. 

Se conoce por la retracción del ombligo r 
espasmos de los músculos del abdomen y vien- 
tre inferior con dolores m;is ó menos vivos, y 
dem;Ps síntomas geneiicos. 

Ciiraek-::. Siempre combatiendo los dolores 
y el espasmo, y después estinjiuir, la cansa re- 
peliendo la gota v abocando a la piel las erup- 
ciones, si fuere el retomo de diebos males la 
causa. 

Especie curan' c/. — Pleíorico. 

La supresión de cualquiera evacuación pue- 
de causarla, y sueleu cesar en cuanto toman su 
cur.-o. 

Curación. Restablecer dichas evacuaciones y 
en caso de ser decidida la plétora, que no pue- 
da vencerse por otros medios que la sangría, 
se ejecutará. 

- Especie quinta. — Meconial. 

Causado por el meconio. 
Ciiroiiou. Los jarabes lacsantes, y para pre- 
caveerlo se tm el aguamiel, huyendo de los cal- 
mantes que en los niños suelen producir malos 
efectos, pues aunque se den cortos se narco- 
tizan. 



890 
Ei-pecie gesta. — Saturnino plomizo d de los 
pintóles. 
Esta especie es causada por la sal metáli- 
ca llamaría azúcar de Saturno, ú ocsido de plo- 
mo que fe suele mezclar con los alimentos por 
los descuidos y faltas de precaución en los uten- 
cilios cocinaier, pues erando estañarlas con mu» 
cho piorno, y depositándose en ellas por algo» 
tiempo aecidos, estos atacan al plomo, le ocsi- 
dan y forman o-ta sal metálica que es un ve- 
neno. Lo mismo sucede si se ponen aecidos por 
algún tiempo en vasijas vidriadas con alchol, 
principalmente si estipa mal cocidas, en fin el 
contacto de dichas sustancias accidas con el plo- 
mo en sus varias preparaciones, producen mas 
ó menos cantidad do dicijo veneno, que er* pri- 
meras vias produce los síntomas que expusimos 
en la historia general. 

Curación. A mas del plan general v calma- 
dos los dolores, es preciso neutralizar el vene- 
no metálico, para esto contribuye el aceite de 
reciña y los sulfu retes aikaiinos, hígado de azu- 
fre dado en pildoras y en dosis de medio ó un 
escupulo, de cuatro en cuatro horas. Estos sul- 
fij retos tienen ¡a propiedad de descomponer aquel 
ocsido y precipitarlo en forma de un polvo blan- 
co que se deposita en las túnicas del estomago 
€ intestinos: luego trátase de espeler estas par- 
tículas por medio de purgantes suaves que eva- 
cúen aun tiempo los excrementos detenidos con 
la torpeza que tenían los intestinos, que les ha- 
bía inducido el veneno sedante: tiz"ana lacsante, 
enemas id., oleosos con algún jabón ó purgan- 



391 

te, y después de bien purgado el enfermo se 
usarán los iónicos y aguas minerales, ya natu- 
reles, ja artificiales, y también las jerruginosas 
de bañares. Por lo regular en todo el tiempo 
de la curación necesitan algún calmante, pues 
suelen no quitarse los dolores del todo, pres- 
cribiéndose alimentos suaves en la con va leseen* 
cía, se acudirá con lo correspondiente, según lo* 
accidentes que ocurran. 



GENERO SÉPTIMO 

Choltra-morbus» 



__|s sa carácter tina evacuación de materiales 
biliosos por la parte superior é, inferior, enn re- 
tortijones, ansiedad y calambres en las estremi- 
dades inferiores. Es según las causas que la 
producen y circunstancias que las acompañan 
en espontanea y accidental. La primera sobre- 
viene espontáneamente, reina durante los calo- 
res del estio, y ataca á los suegetos de un tem- 
peramento bilioso. La segunda es debida al uso 
de sustancias acres y estimulantes, tal como la 
mostaza, pimienta, canela, licor &c, principal- 
mente cuando 4 estos escitantes se asocia al- 
guna de las circuntancias espuestas anteriormen- 
te. Se observa algunas veces como sintomática, 
en las fiebres intermitentes perniciosas, conocidas 
bajo el nombre de Coléricas. Cualquiera" que sea la 
causa remota de esta enfermedad, no puede du- 
darse es producir un estado de irritación en los 



3S2 
érgauos secretorios de la bilis y en toda la sn- 
perfieie del canal alimenticio; irritación que 
junta á la degeneración y secreción abundante 
de la misma bilis, da margen á que todas las 
partes espuestas entonces á su acción se consti- 
tuyan en tm estado de espasmo, que comunicán- 
dose desde los intestinos á los músculos del ab- 
domen y de las extremidades, produce el entor- 
pecimiento ó especie de parálisis en que e-tos 
se hallan. 

Pronostico. La violencia de los síntomas y 
lo rápido de los progreso», son causa de que á 
veces se ha<ra mortal en el espacio de veinte 
y cuatro hora-, terminando las mas veces por 
gangrena, ec-üto funesto que nos indican los su- 
dores frios, síncopes, frialdad en las estremida- 
des y todas las demás señales propias de seme- 
jante estado; mas cuando no corra sus perio- 
dos con tanta rapidez, podrá tratarse favorecien- 
do la evacuación de la cóLera y moderando el 
esceso de irritabilidad del sistema gástrico, 

Curación. Los di dientes dulces, como tiranas 
ó caldos de pollo dados en gran cantidad, asi 
por la boca como lavativas, el cocimiento blan- 
co de Sidhenan, y otros de esta especie son 
muy del caso, asi como perjudiciales todos los 
purgantes. Luego que se juzgue estar eva- 
cuada toda * la cólera, debe pasarse á la se- 
gunda indicación, esto es, detener por los opia- 
dos unidos á los diluentes propuestos los efec- 
tos* de la irritación, usando al mismo tiempo de 
vegigatorios al epigastrio en caso de ser mas 
fuertes los dolores de vientre y no ceder á lo 



3.93 

dicho, asi es como por lo general se alivia aun- 
que por lo común sucede que cuando el opio 
acaba dé obrar, la enfermedad paraca querer 
repetir: la irritabilidad de los intestinos y su dis- 
posición á caer en contracciones cspasmódicas 
y dolorosos, parece á lo menos algunos dias d«w 
pues de I primer acometimiento de la cólera. En 
estas circunstancias Hiele ser precisa retirar los 
parco ticos por muchus dias y aun unirlos con los 
tónicos, á ñn de corregir el estado de debili- 
dad en que quedan y que favorece la tenden- 
cia á las afecciones espasmódicas, 

GENERO OCTAVO. 

Diarrea. 



Consiste en evacuaciones ventrales mas frecuen- 
1. : v mas líquidas que lo acostumbrado. Diítín- 
£i't'í-e de algunas otras evacuaciones con quien 
podría confundirse en la naturaleza de los ma- 
teriales evacuados v las circunstancias que acom- 
pañan. Se diferencia ele la pasión celiaca en que 
HO esta se arrojan los aumentos convertidos en 
■■: <!e la ¡ienteria en que se arrojan los alimen- 
ta <)■ ¡ inbiao modo que se han tomado: del 
tenerme, ó pujo en que á los esfuerzos para de- 
-poner *e wigitfe la evacuación: de la hepatirria 
nteria en «jUe el material no es sanioso ni 
.sang'ÚMoiento v de la melena en no ser negro. 
Causas* Fióesimas ó remotas: aquellas, air- 
nitüto ue initabihdad y de movimiento peris'at- 



.... 394 

tico del canal intestinal: estas, la acción de to- 
do agente -estimulante, va obrando ciireeiuoien- 
te sobre el mismo orinal intestinal, ya frfíripáfuJ 
ca mentó en razón de afecciones de otras par- 
tes del cuerpo, de la supresión de afganas otras 
evacuaciones, por las pasiones de ánimo &e: en- 
tro los afrentes estimulantes, priaiero: inatetias 
intro 'lucidas por la boca: secundo, ios que vier- 
ten los diversos conductos excretorios que se abren 
en los intestinos: tercero, materias derramadas 
por abeiiurdS extraordinarias que ciertas enfer- 
medades han propncido. Los aumentos que co* 
munme'i te usamos, ocupan el primer lugar entre 
los estimulantes introducidos por la boca. Una 
inmoderda canillad de estos impiden muchas 
veces qiié se digiera bien en el estómago, y 
pasando á los intestinos indig-cstos, crudos, y con 
probabilidad acres, producen muchas \cces la 
diarrea, aun usados en cantidad proporcionada. 
•Además la orina, el pus, el suero y otras ma- 
terias que se hallan estancadas en algunas ca • 
vidades, pueden también dar margen á dbhít 
enfermedad, estableciendo comunicaciones con el 
tubo intestinal- por la adhesión y corrocion de 
■sus paredes, ó bien siendo absorvidas y verti- 
das de nuevo en los intestino*, finalmente Ciianí- 
•do la absorción 'q\ie debe hacerse por los \a- 
sos lácteos ó por los absorbentes, no se verifica 
en razón de la obstrucción de sus orificios, o lii 
xlé las glándulas tnecentencas, se constituye una 
•evacuación qiíHosa que conocemos con el nom- 
bre de afección celiaca, y que puede rmVarste 
-«orno una especie ' Jo diarrea. Se podría citar 



395 
aquí la disenteria como un caso particular de 
esta misma enfermedad, en que la irritación se 
encuentra reprimida con la pérdida de tono del 
estómago, 

Cifiucion. Primera indicación: coibirla por la 
gran debilidad que llega á producir en muy cor- 
to tiempo, exceptuándose de esta regla genera) 
todas las diarreas «Tincas, pútridas, biliosas, á 
menos que no llegue a ser muy escesivo. Diji- 
mos que las causas remotas ya obran directamen- 
te sobre el tubo intestinal, ya por simpatía, su 
efecto rnas inmediato es producir un aumento 
de irritabilidad, y movimiendo peristáltico: esto 
nos conduce á establecer como base las dos si- 
guientes indicaciones. Primera, destruir las cau- 
sas remotas ó hacer nulos sus efectos: segunda, 
moderar su irritabilidad escesiva invirtiendo el 
movimiento peristáltico. Cuando el esceso de ali- 
mentos, su mala cualidad, congestiones biliosas &c 
son causa, debe desde luego evacuarse los pro- 
quetps morbosos por los eméticos, purgantes &c. 
deivpues calmar la irritabilidad con diluentes, 
ikoulcentes y opiados: cuando esto no es su- 
íiruníe por el estado de debilidad ó falta de 
folio de los intestinos, pueden nnirse los astrin- 
gentes: cocimiento bh.nro y retania, diascordio 
&c, algunas veces tienen absorventes, particular- 
mente en Ins niños en quienes ja acrimonia ac- 
cida suelen ser causa c< mun. Cuando los íntes- 
1i¡.< s ¡ciben sin prtícün ente el estimulo, pri- 
mera ipüicaoJODi derribar este esiímulo ó abo- 
barlo a las partes primiti\amente afectas, he aquí 
la füzou poique cuando viene ue rejpercusicn 



3.96 

de exantemas, gota, frió &<\ restablecemos á 
jiii lugar las erupciones cuhmeus, por baños cá- 
llenles friegas, sudoríficos, abrigo, ;>l mismo tiem- 
po disminuir el estimulo por opiados, diluen- 
tes y tfeútulcenté»! Eu caso que ni aun asi ce- 
ds, ¡os eméticos en dosis naucebund'ás, la hx- 
pee^ctiana sola ó con opio, tiene buen efecto 
revirtiendo ó suspendiendo algún tanto el roo'- 
cimiento peritaltleo aumentado. Cuando son crí- 
tica* como en las calenturas bilió c as, p itri i;vs &c, 
ó por una acrimonia no se debe detener á me- 
nos de no ser excesivas ó hallarse en los últi- 
mos periodos. 

GENERO NOVENO 

Diabetes» 

- J5 tina necesidad continua 6 incorregible d© 
, uir, fastidio, sed, estenuacion, calentura lenta 
y ia muerte. 

Cansas. Parece probable que depende del 
estado de atonía de los órganos y potencias asi- 
milativas, ocaeionaodo por grandes hemorragias, 
por sangrías frecuentes, largas enfermedades, li- 
cores, venus, humedad y frialdad, alimentos po- 
co sanos &c. junto á Un aumento, ó por me- 
jor decir, a una modificación de la sensibilidad 
y contractilidad orgánica &c, de los ríñones; 
poniendo en relación sus escretorios con líqui- 
dos que le serán estraños en estado fisiológico, 
26 



397 
permite que se evacúen por estos orrranos el qui- 
Jc , moco, uinguedo y demás materiales propios 
á la nutrición, resallando de aquí la extenua- 
ción, consunción y muerte. Como la orina se 
h.iiia aquí mas ó menos cargada de los princi- 
pios de la nutrición con arreglo á la violen- 
cia de sus causas y á su duración, la han di- 
vidido en dos especies conocidas bajo el nom- 
bre de insípida ó legítima, y sacarina ó me la- 
cea. (La diabetes suele venir en las liebres in- 
termitentes en que se ha usado con exceso de 
la (¡iiiua, en cuyo caso cualquier anliesua'smjóU 
ctico la disipa) 

Especie primera. — Insípida. 

Esta puede considerarse como el primer pe- 
riodo de la enfermedad es un Ilujo abundante de 
•orina clara, sinoler y casi sin sabor ni sedimento: 
acnmpaííanla inapetencia, debilidad, sed, á lo que 
signe extenuación graduada. ■' 

Cuxecion. 'iónicos, astringentes, n^ua^ mine- 
rales jerruginosas, buenos aumentos^ aires del 
campo y el ejercicio son los mejores remedios; 
ihas cu;-! mío son insuficientes sigue sus pro Te- 
tes y num ¡fiesta la 

Especie sorjvnda. — Melé ce a ó sacarina. 

No es mas que el aumento de todos los 
síntomas dichos, y aparece desecación en todo 
el cuerpo, orinas blanquecinas ó amarillentas, 
y semejantes al aguamiel, de sabor dulce azu- 



cavado eon sedimento copioso, ceniciento: el vien- 
tre á veces se hincha alternando este estado con 
flujo cscesivo de orina, el pulso es pequeño, ir- 
regular é mrermitente, fbalmente, cuando se 
eu¡íí>tii;ne en sus últimos periodos, se manifies- 
tan los verdaderos caracteres de una calentura 
!¡é!i''a confirmada. 

Cttracirm. Cuando Mega á este estado es ca- 
si imp< sible curarla; sin embargo, si logramos 
los principios se darán las sustancias fáciles de 
digerir, y todas las capaces do suministrarse con 
abundancia, él mucilago y demás principios pro- 
pios á la formación del quilo, y á la nutrición 
de esta especie son ¡as leches, las gomas, las 
emulcioncs, urinas de maiz, sagú, salep, íinal- 
mente, concillando el tono debido al sistema urí- 
noso debilitado, mediante los tónico-astringentes, 
como biztoría, íormentüa &c. cocimiento casca- 
rilla con un poco de vitriolo blanco, los repa- 
ro? confortativos del abdomen y una dieta ana- 
léptica como llevamos propuesto. 

CAQUEC8IAS EN GENERAL. 



.¿Jas caquecsias ó enfermedades caqneíicas, son 
acpieüas cuyo principal síntoma es ia deformi- 
dad ó alteración considerable de la forma na- 
tural del cuerpo. 

La buena forma ó hermosura de nuestra 
economía animal consiste en el concurso natu- 
ral de Las cualidades sensibl.es, como son la 



309 
figura, volumen, número proporción de las par- 
tes, sii hrstre, color, consistencia, &c. de a<¡n¡ 
se sigue, que el defecto do alguna de estas cual*- 
dades conxtimye la fealdad, la cual no es morvífi- 
cn cómo no se - conístante v notable, y esté acom- 
pañada de síntomas dañosos como suele suce- 
der alguna vez. 

Los griegos han llamado á. la fealdad ca- 
quexia ó mal habito del cuerpo. Los antiguos 
bajo este nombre comprenden también la e>te- / 
fiuaoíon, las enfermedades ^ictéricas, las-diferen- ' 
tes- especies de erpes, v las crónicas enfermeda- 
des c-'tno se puede deducir de las definiciones 
de G<in. 

No se pueden colocar todas las imperfec- 
ciones en el numero de las enfermedades de es- 
ta ciase, por ejemplo, el mal olor es una Cuatí- 
dad viciosa, y sin embaroo se debe mirar co- 
mo un sistema de oirás enfermedades como el oce« 
na, el calor y color viciado en las calenturas 
€ inflan, aciones y otras enfermedades agudas, 
no es un síntoma principal, por consiguiente aun. 
que estas cualidades esien viciadas, pertenecen 
mas bien á la ciaste de enfermedades de quie- 
nes son los principales síntoma*. 

De los enJJaqnechu'tentcs ó estenuaciones. 

El enflaquecimiento, marasmo ó disminu- 
ción de ia gordura de todo el cuerpo, por lo 
común soio es un síntoma morvifieo y rausima 
vez se debe considerar como una afección prsroi- r 
tiva é idcopatjca; pero ya sea de uü modo » ; 



400 
de otro, parece que I as causas del enflaquecí- 
miento se ¡melón reducir á dos principales, es- 
to es á un deíVcío general de fluidos en I09 
vaso*, ó a una falta particular de aceite en el 
teji lo celular. Estas con frecuencia se convinaa 
paire sí; pero conviene considerarlas primero se- 
para 1. IUICíUC. 

lisiando compuestas una gran parte del cuer- 
po <io va>os Henos de fluidos, sa maza total de- 
be depender mucho del volumen de estos y 
cantidad ríe Buido que contienen, por consig-uie n- 
te es fácil de ver que la f,> í t;i d- fluidos, seguo 
su "Tado puede producir una disminución pro- 
porcional de la masa corpóreas por otro lado 
se puede ru>tar qae orno todas las partes del 
sistema vascular comunican entre -í toda la dis- 
minución de la cantidad de los humores en • -ual- 
qniera parte, debe disminuir proporcionalmente 
el volumen del sistema vascular, y por consi- 
guiente el de todo el cuerpo. La diminución ó 
falla de Huidos puede ser efecto de diferentes 
causas, como son: primera, cuando no se toma 
bastarde cantidad de alimentos, ó cuando son 
poco nutritivos: cuando el producto de la di- 
gestión no pasa á los vasos sanguineos, ya por 
íurojarse los alia>entos y aun el quirso por me- 
dio de los vómitos, ó ya porque la ostruccion 
de las glándulas, del mecenterio ó de sus va- 
sos, impiden el paso del quilo como sucede en 
la tabes escrofulosa, en la glandularis, mecente^ 
rica, atrofia infantilis, atrofia raquítica, tabes ra- 
quialo-ica &c. y que puede señalarse con el nom- 
bre d~e artrofia dibihum. La tercera causa de 



431 

falta de Cuidos, puede depender de un vicio de 
dos órganos de la dso-estion, que nó J convierten 
liel mudo conveniente los alimentos en un qUt¿ 
ó adecuado p<¡ra transformarle en los va»os san- 
guineos en una sustancia dotada de las cuali- 
dades necesarias para la nutrición. La cuarta 
causa de falta de fluidos consiste en las evacua- 
ciones escesivas hechas por diferentes vias, de 
Jas que Sawagcs higo las especies siguiei tes, v 
qae pueden designarse bnjo e! título de atrofia 
inanitorum. Estas son !a tabes, nutrición, ai 
ó leucorrea, atrofia ab átbi flux, afro fin <) ptiai 
iismo, atrofia ó san quiñis flux. La tabes dorsn- 
lis co!o<M(ia por Cullen entre los sinónimos de 
la atrofia debiliun, por considerarse como efec- 
to de la debilidad secundaria, parece debe ( o- 
ocarse con mas propiedad éntrelos de I a atro- 
fia inanitorum, por ser producida mas bien por 
una secreción aumentada, que no por la debi- 
lidad que se sio'tie á 1 1 enervación de! sistema. 
Finalmente, la adhesión de las paredes de los 
vasos pequeños que no permiten ya la introduc- 
ción de los Huirlos, ó que reciben menos de los 
que admitían antes; es otra causa de la falta 
de fluidos, siendo, seg-un parece, !o que sucedo 
en la atrofia venilis de Sawage--. 

Dijimos que la segunda clase general de 
l¡>8 causas de enflaquecimiento era falta de acei- 
te; primeramente es» probable que la falta de 
aceite reconozca por causa un estado inadecua- 
do de la sanare para favorecer su secreción, y 
reparar la pínula qne sin cesar se hace de es- 
te aceite. Este estado de la sangre debe depen- 



402 
der especialmente de la mitaradeza de los ali- 
mentos, y asi el uso cíe aquellos que conten. 
¡pin menos materia óleos*, menos mucilagr), en 
íin que sean menos nutritivos deberán mirarse 
como causa. Otra, el movimiento el cual pue- 
de contribuir de dos modos á su diminución: 
primero, aumentando el sudor y arrastrando con 
este mus ó menos porc/on de materia nutriti- 
va: secundó, ó bien absorvien 1 o una porción 
escesiva, pero indispensable entonces para el 
ejercicio aumentado de las libras muse dures ó 
motrices. 

Cualquiera acrimonia predominante ese«si- 
va puede producirla igualmente; pues siendo es- 
tos los que embotan ó disminuyen la accesión 
de ¡as potencias acres, cuanto mavor sea el nú- 
mero 6 cantidad de estos, tanta niayor cantidad 
de aceites deberá consumirse, y asi pnreee de- 
be verificarse: la estén-nacion en todos aquellos 
en quienes domaría a!«-un vicio de acrimonia par- 
ticular de los humores. También las cau as. va 
por el aumento que induce la tran.-pirac'icn, "ya 
porque predomina en ellas' á enmonta particular^ 
6 ya en fin porque las perdidas constantes qiVe 
fe verifican por medio de las acrimonias todas, 
y que no se reparan entonces, pues los alimen- 
tos deben hacerlo á expensas de los aceites de- 
positados en el tegido celular, tanto pra e<te 
como para otros muchos cr.sos. Todos son sinto- 
máticos, por consistente su cura don es la mis- 
ino que la de i as enfermedades primitivas á 
quien pertenecen. En cuanto á las que se pue- 
den considerar como ideopáticas, parece que pue- 



403 
den curarse destruyendo do! todo lis causas re- 
motas y evitar las ocasionales; ejercicio mode- 
rado en aire libre y en el baño frió, ¡vlinientw 

j deosos nutritivos, pero con discreción seguí) las 
fuerzas d?l estomago. Modieimis aptófcables a tu- 
das las especies de marasmo en que no luva 
;if«ccior.e> lócale*; sin embargo en (os casos eu 
que es efeatp de increofcnto rápido no basi-i la 
dieta, el único medio parece fortificarle por <d 
trabajo v el ejercicio antes que la debilidad lle- 
gue á Cin grado considerable. 

IILickazevos o tumores generuiei* 

Pueden ocep ir to lo e! cuerpo, una parte 
considerable ó poca esíension; peso son de U 
misma naturaleza. Los comprendido* en este or- 
den se distinguen unos de otro* p'>r la materia 
que contienen 6 que ios forma; y asi ''" i' , ' oS 
que están formados por el a míe, en oíros que 
lo están por el aire, varios por un fluido acuo- 
so y otros dependientes del incremento pelicu- 
lar de ciertas entrañas del vientre inferior. 

ORDEN PRIMERO. 

5 umores adiposos. 

La polisarca, cuyo significado equivale al 
de corpulencia, ó con mas esactitud, al de obe- 
sidad, no es mas que una hinchazón adiposa ó 
mantecosa del cuerpo, acompañada de dificul- 
tad de moverse y aun de disnea. Sus grado» 



404 

varían mocho se<run loa individuos, y frecuen- 
temente so baoe considerable sin que se con- 
sidere corno una enfermedad; sin embargo hay 
un cierto grado de obesidad, que «venera I rmmte se 
conviene en que es morboso, este es aquel que 
produce en los que la padecen por razón de 
la dificultad de respirar una fatiga y desazón, 
que le hace con motivo de la pora dispo- 
sición al ej'-rcicio, incapaz de cumplir ios mi- 
nisterios v ocupaciones sociales^ La corpulencia 
ó el estada general de plenitud* pueile depen- 
der tanto Je plétora general del stistema va>- 
cular, como de" la ncuaitilftc-ton da aceite en el 
tejido celulaPji siendo común Goovínarse entre 
ií ambas causa?, y oofctar. mí*$ trabajo en algu- 
nos casos determinar istaál ci-niriboye tnas á pro- 
di;. -ir;;!; sin r-m b« ■.•.;■ o e% muy pasible q«s la (de- 
tora se encuentre sin una gran ohecidad* per*> 6téo 
que esto nunca llega a un g*&í!o considerable s¡u 
►rearad opaiíuai eja una gran parte dei siste- 
Bn de la a>rta, y p •>'•' co.vi^- ne ite et) b>s vasos de 
los pulmones v cerebro. Bajo es!e sooue-ío. parece 
se debe siempre atendí en la curación á «a reunión 
de la plétora y obesidad, delmosdo que acabó de 
esponer, y que cuando !os efectos morbíficos de la 
constitución pictórica amenazan a la cabeza ó a 
los pulmone^debe sangrarse; pero al mismo tiempo 
se tendrá presente que las- muy gordas no lo llevan 
bien, v cuando las circunstancias qne digo no 
piden' el recurso pronto de este remedio, ca- 
si nunca debe hacerse solo por causa de la obe- 
sidad: la mi>ma advertencia hay con respecto 
i todas las otras evacuaciones que se proponen 



405 
para la corpulencia, pues solo puede aliviar im- 
)>erfectamente si no se recurre á lo que voy 4 
decir, pues estas evacuaciones agotando 6 debi-s 
litando el sistema pueden favorecer la vuelta de 
Ja plétora y el incremento de obstdad: la mis- 
ma advertencia respecto de la obsidad que ya 
dependa de ia plétora ó de otra cualquiera 
causa, se le debe corar v precaveer sus efec- 
tos por la dieta ó el ejercicio, modo de vivir 
austero, alimentándose de sustancias poco nutri- 
tivas, especialmente ve<*etale«. l^ste régimen de- 
be siempre preceder al ejercisioj pues siendo 
escesiva de ningún modo permite el ejercicio, 
que sin embarco es único medio eficaz. í.ue^o 

° 1 r 

que se disminuya algún tanto, se jvodra conse- 
guir algún movimiento, al principio con mode- 
ración, y aumentando graduadamente es noce- 
sario desistir bastante. Cuando no se ha conse- 
guido alivio, todos !<>s remedios y demás con- 
sisten en ciertos métodos que conspiran á pro- 
ducir un estad:) salino de la masado la sangre, 
como vinagre, javon v otra*, cuyo uso produ- 
ciendo un estado acre y salmo de la sangre* 
'pueden acarrear Boaséciiencias mas funestas; 
pero lo que no se debe usar mientras ojie pue- 
de recurrirse á la abstinencia y ejercicio que son 
menos peligrosos. 



406 

SEGUNDO ORDEN. 

Tumores fiatnlentos. 

GENERO PRIMERO. 

Timpanitis. 

J^jU un fnmor del abdomen 6 vientre inferior 
elástico, sonoro y acompañado de tensión: el 
vientre está estreñido, y i as otras partes se en- 
flaquecen ó estenúan. 

No cede con facilidad k alguna compre- 
sión, cuando se toca tiene un sonido seuieían- 
te al de un tambor, no se percibe alcona fluc- 
tuacion interna, y el todo del vientre és menos 
pesado que lo (pie parece puede comportar el 
volumen del tumor. La desazón que produce la 
distencion, disminuye las mas veces Cuando sa- 
le por arriba, ó por áb&ra el aire. Estos son 
fus caracteres, y m'iichíís espécimen ios prueba» 
que depende siempre cío una porción extraordi- 
naria de airo aumentada en algUna de las par- 
tes que están por debajo de los tegnmeu'íos'del 
abdomen; pero su asiento varia un poco se^Un 
los diversos casos, v esto es ¡o que produce las 
diferentes especies de timpanitis. 

La primera es aquella en que el aire está 
del todo encerrado en la cavidad de! canal ali- 
menticio y mas en la de los intestinos, por lo 
que e.-*ta especie (pie es la mas común de to- 
das, y á la que convienen con particularidad 



407 
los caracteres propuestos la han llamado timpa- 
nitis intestinal. 

La segunda, cuando el aire no está del 
todo encerrado en la cavidad de los intestinos, 
sino que también penetra entre sus membranas, 
como la especie llamada por Savrages entero- 
fisodes. 

La tercera cuando la intestinal v abdomi- 
nal se computan ó se verifioun á un ti&rnpo. Ea 
probable que en e>te caso ¡a intestinal es la pri- 
mitiva, v que la otra soio es una consecuencia 
del aire que se escapa por erosiop ó ru 
de la túnica intestinafl, y pasa de m cavidad k 
la del ;.b bmen. 

La cuarta en q:ie el aire esta encerrado en 
el saco del peritoneo y de las entrañas? en- 
tonces se iiamn abdominal. 

Se ha admitido una quinta, en que la ab- 
dominal se encuentra complicada con la i' 
sia ascitis, y á la que 11 aula Savvajjes rapa- 
rais asciticus. Como esta no es una verdara 
timpanitis, v como algunas. son no solo ninv ra- 
ras, sino que también no pueden cuando so en- 
cuentran muarve como enfermedades primitivas 
y distinguirse, no halláronos aqui mas de ellas 
limitándonos á considerar el caso mas fre- 
cuente, y casi el objeto único de la práctica, 
que es la intestinal. No se ba observado que 
fiara efecto de un tiempo particular, ó que de- 
pendiese de alguna di^posi -ion primitiva que se 
puede conocer por lo que se observa en ambos 
iw)s y todas las edades, aunque con mas fre- 
cuencia en los jóvenes, lou fenómenos visibles, 



408 
en sus diferentes periodos son: el tnmor del 
Vientre llega prontamente alunitas veces á un era- 
do eonsi dértt&fe, y rafa vez se forma con tanta len- 
titud cotilo se observa comunmente en la ascitis; 
Da 'obstante feti algiartos casos viene por granos y 
so anuneía por Baifllencia extraordinaria de! es- 
tómago é intestinos* acompañada de continuos 
borborismos, y ventosidades que salen con roas 
frecuencia que lo Acostumbrado por ambas vias. 
Este estado lo acompañan las mas veces de 
dolores cólicos que se padecen mas al rededor 
del ombligó, acia al dorso, pero generalmen- 
te á proporción que se aumentan e-tos dolores, 
se hacen menos vivos y el ei.fermo desea cons- 
tantemente arrojar fiatOs ; pero solo consigue si 
no difícilmente y cuando !ó logra disminuya 
un poco la sensación de distensión; sin. .embar- 
go es alivio pasadero v de ómgi/na duración. 
Cuando principia . se j>ereibe desigualdad en el 
tumor y en la tensión de las diferentes partes 
del vientre inferior, pero muy presto se liace 
i/jual la tensión y presenta sus síntomas gené- 
ricos. En el principio y por toda su carrera el 
vientre está estreñido, y los escrementos que so 
arrojan casi siempre están duros y secos. El 
principio no altera la orina, pero á proporción 
que hace progresos la estrangnria y aun la dis- 
curria viene en alguna ocasión. Es raro que 
adelante sin disminuir el apetito, y sm que la 
digestión se haga mal y que todo el cuerpo se 
estenue mucho. Se junta la sed, sensación des- 
agradable de calor, pulso muy frecuente, v con- 
tinua de este modo por toda la carrera. Cuau- 



...- 40.9 
do }a adelantó se diñadla la respiración mu- 
cho y la acompaña una tos frecuente y seeaí 
las fuerzas disminuyen, y aumentando de día 
en día los síntomas' febriles, viene la muerte, 
consecuencia probable de U gangrena. 

Ccwsas. La pérdida de tono de las libras mus- 
culares de los intestinos. EÍ airo de cualquie- 
ra naturaleza aumentado en su cavidad, ya sea 
por desprendimiento de los alimentos, ó ya por 
algún vicio* de los humores que sirven á ¡u di- 
gestión, fjue los hace incapaces de oponerse á 
la separa'cion demasiado crecida y de producir 
la absorción que se hace las mas veces en las 
personas que gozan de una buena salud, deben 
por su propia elasticidad abrirse paso por arri 
ba y por abajo, y aun expelerse iodo por el 
corro de la inspiración, es probable que en 
casos en que no tiene lugar la absorción y im- 
pulsión y que el aire se acumule de modo que la 
produce, su paso se interrumpe en algunos para- 
ges del cana! intestinal. Esta interrupción debe 
atribuirse íi las eouttriociones espasmód¡cas de 
ciciías partes de Cita cada!, de donde puede con- 
cluirse que estas constricciones eu cierto modo 
concurren á constituir la cansa de la timpanitis. 

Curación Primera indicación, disipar las con- 
triciones que particularmente han causado la acu- 
mulación del aire, y que continua interrumpiendo 
su paso en la e&tensicn de los intestinos; escitando 
ei movimiento peristáltico de ¿as porciones vecinas 
de los intestinos, casi siempre sirven para ello los 
purgantes por suaves, por que los drásticos violen- 
tos dados cuando los intestinos están muy dilatados 



so- 



410 

soacnpnc^ de producir inflamación: por eso se 
hacen con frecuencia ias enemas, á las pasio- 
nes de ruibarbo con éter: es menester reunir 
algunos Jo los aatiespasmodicos con el designio 
de destruir la constricción de los intestinos 
y auu en ei concepto de que en algún modo 
puede obrar como carminativos. Según la suoo- 
sicion de qwe dependa mas de la atonía del 
canal alimenticio, los tónicos parece estar indi- 
cados en e!l;i, y no habiendo otro mas pode- 
roso que el frió aplicado 4 la superacie del 
cuerpo, ó que Lis bebidas frías, se han dado 
también ambas cosas, baño frío útil; prueban 
las observaciones que se ha curado casi repen- 
tinamente por la aplicación de la nieve reite- 
rada en el vientre. En casos rebeldes se ha 
hecho la paracentesis, pero este remedio muy 
incierto solo puede ser conveniente en los casos 
de timpanitis abdominal y de mogón modo en 
la intestinal, pues hasta ahora hay observación 
capaz de determinar hasta que punto se podria 
hacer sin riesgo: por ultimo evitar en la dieta 
los alimentos que puedan producirla: 

TERCERA ORDEN 

Tumores acuosos ó hidropesías* 



|s continua la influencia de los descubri- 
mientos anatómicos en los progresos de la pa- 
lologia interna: tenemos ejemplo patente en las 
luces que las investigaciones do los vasos linfa- 



ticos han dado á la teoria de las hidropesías* 

Cn'dH inesadas son las expresiones que los anii- 
güm esphearon sobre la formación de esta 

Í)or razón de los cortos progresos que habia 
lecho hasta entonces la anatomía: hasta esta 
época se bra&iii creído que ios derramenes for- 
mados en diversas caví. I, ules se debían a la 
simple condensaron üe ciertos vapores, y que 
la mateiia era un liquido aquoso: otros descu- 
brimientos uterinos nos han manifestado la 
ecsjtfkencJa de dos ordenes de va «os, de los 
que turnando unos origen en el sistema capi- 
lar van á abrirse á los sistemas delmoides 
mucoso, seroso, celular, sinovia) &c. para cor- 
ducir los materiales de la ecsalacio,n de la nu- 
trición, a cada nr¡o do los tejidos organizados, 
al paso que naciendo el otro orden de vasos 
de todas aquellas partes fn que hay ecsalacio- 
m s sirven para recocer los reciduos de estos 
quedando de este modo establecida uno mutua 
Correspondencia entre estos dos ordenes de fun- 
ciones, Ínterin tina cansa cualquiera no trastor- 
na sus fenómenos, sabemos que para que estos, 
se verifiquen con regularidad debe ecsistir en- 
tre los elementos que forman cada uno de los 
fluidos ecsalados, tal que solo eslos pueden ser 
recibidos por los vasos, ?os cuales despiden ó 
rechazan á los otrns, mientras no está mudada 
fu sesibihdad orgánica. £1 sistema capilar gp- 
no?,i| parece une es el deposito en donde se 
elabora la sangre, poro aqui es en donde de 
roja que era se convierte en negra, y aquí 
es también donde sus diferentes eltunntcs se 



412 

separan, se convinan de nuevo, y en donde & 
consecuencia de estas mudanzas," de estas dife- 
rentes transformaciones, cada ecsalante toma, 
escoje por decirlo asi, las porciones con quienes 
esta en relación su sensibilidad orgánica, y deja 
los otros, resultando de aqui «na consecuencia muy 
sensilla, y es que siempre que la sensibilidad or- 
gánica del sistema en que se hace la ecsala- 
cion estar ecsaltada de un modo cualquiera, de- 
be inmediatamente variar la ecsalacion, y en 
efecto asi sucede siempre. Jamas hav trastorno 
alguno en las ecsalaciones, sin que 'haya habi- 
do otro anterior en la sensibilidad de los ec- 
sal»ntes. 

Consideremos, por ejemplo, las diferentes lesio- 
nes de la transpiración, y veremos que el frió, 
el calor, la sequedad, la humedad, los rosa- 
mientos &c. ejercen siempre su influjo en la 
sensibilidad cutánea, y que los trastornos de la 
ecsalacion general igualmente que los de la 
absorción son solo consecutivos, estando ambos suje- 
tos á unos mismos principios. Esta es la base de la 
teoría de lasjhidiopesias, las que no obstante falta de- 
terminar en que caso son producidas por falta de 
acción en las absorventes, y en cuales otros de- 
pende del aumento de acción de los ecsalantes. 
Siempre que aplicamos á un miembro una li- 
gadura muy apretada á la cual se sigue una 
hinchazón de la parte inferior de este miembro, 
ó siempre que este efecto suceda por estar mu- 
cho tiempo de pie &c. es de presumir que la 
¡nfiltraccion depende de la compresión do loa 
27 



413 

vasos linfáticos, y que esta se verifica entonces 
del mismo modo que las dilataciones venosas 
en iguales circunstancias, porque la linfa expe- 
rimenta dificultades en su circulación. He aquí, 
pues, un caso de hidropesía, en la cual nada 
influyen los ecsal antes, pues dependen solo de 
que los absorventes no chupan lo que aquellos 
no ecshalan. Si otras causas, corno, por ejem- 
plo, una contusión, una herida, &c. diminuyen 
el resorte de la parte, los absorventes directa- 
mente habilitados no podrán tomar los fluidos 
que les corresponden, é igualmente resultará el 
mismo fenómeno cuando su debilidad es sim- 
pática, 6 lo que es lo mismo, depende de la 
lesión de alguna viscera. En todos estos casos 
encontraremos á los absorventes muy dilatados 
en el cadáver, y aun aun muchas veces llenos 
de fluidos. 

Pero en las afecciones orgánicas á las cua- 
les sigile la hidropesía, son ciertamente los emu- 
lantes, los que á lo menos en el mayor número 
de casos vierten una cantidad mayor de fluidos 
de la que tienen por costumbre» La pleura, v. 
g, se llena en la tiiis del mismo modo que el 
culis de sudor todas las 'tardes y del mismo 
modo que se escupe sangre &o. Siendo estas 
las ecsaíaciones que llamamos pasivas, las cua- 
les indican una disminución real de las fuer- 
zas vitales, ocasionada por largas y penosas en- 
fermedades, evacuaciones escesivas, uso inmode- 
rado de licores &c. sin embargo cuando estas 
causas que obran debilitando el- tistema en ge- 
neral son causa de la hidropesía, puede sin du- 



414 

da considerarse esta como dependiente tanto de 
de una ecsalacion pasiva aumentada, cuanto 
de una absorción disminuida, p-tes este es ciñó 
de aquellos casos en los que sin que nosotros 
podamos d?cir como sobreviene un trastorno de 
las fuerzas vitales de una parte, como . sucede 
en las hidropesías parciales, en la inflamación 
&c, ó en íod«> el sistema, como en la anas-até» 
¿a. A todo esto puede a«Te u-arse el uso esce* 

111*1 O n 

Mi-n de bebidas; acuosas, malos aumentos, su- 
presión de algunas evacuaciones serosas habi- 
tuales, la ruptura de alguno de los vasos lin- 
fáticos. Oíros las inflamaciones crónicas que los 
autores médicos omiten, mientras están llenos 
libros de historias de íiegmacias acudas. Estas 
inflamaciones crónicas tienen muchas varieda- 
des, y no son menos funestas que las agudas, 
porque muchas veces se desconocen á causa de 
la Jigereíia insidiosa de sus síntomas, y porque 
con frecuencia se descuida ó se dirige mal su 
curación. Estas ñVgmaeias residen por lo re- 
gular en los pulmones, intestinos y ojos, y al- 
guna vez también en el higado. Es difícil co- 
nocerlas en su pnncipio si no vienen á agudas, 
principalmente en las visceras parenquimatosas. 
Las crónicas de los intestinos son fáciles cíe co- 
nocer, pero pueden engaíiar por la apariencia 
de infarto en las primeras vias ó de un cólico 
flatolento: en los pulmones se presentan con la 
exterioridad de un catarro agudo, ó que sea 
descuidado ó curado mal. Cuando se inveteran, 
degeneran en asma, en hidropesía de pecho, en 



415 

tubérculos pulmonares y tisis, por esto la in- 
flamación crónica de los intestinos ó de alguna 
de las partes abdominales, termina por estre- 
ñimientos pertinaces, á veces por diarreas y as- 
citis. También pueden afectar los ríñones en 
las afecciones calculosas ó gotosas, la vejiga, el 
útero, y según las circunstancias accidentales 
presentasen bajo diversos aspectos, 6 producirán 
otras enfermedades. Además de los síntomas pe- 
culiares á la parte afecta, tienen muy á me- 
nudo por innícios una leve calentura hética qué 
solo se manifiesta por las tardes, y aun á ve- 
ces no se advierte esta calentura. Si el daño 
reside en los pulmones, la tos es leve, continua 
V rebelde, con dificultad de respirar, si en el 
higado, hay intericia poco maíiiíiesta, congojas 
leves, poca ó ninguna hinchazón en el hipocon- 
drio derecho, nauceas, falta de apetito, y cur- 
sos biliosos y frecuentes. Iguales inflamaciones 
se observan en los intestinos caracterizadas por 
mayor ó menor tensión en el abdomen, por la 
mayor ó menor sensibilidad de esta parte aun 
tocándola levemente, por dolores sordos, diar- 
reas interminables, ó bien por un derrame lin- 
fático. En cualquiera parte que resida sigue 
de este modo con síntomas leves ó equívocos 
durante muchos dias, y á veces meses enteros 
ó tembien años, con lesión mas ó menos ma- 
nifiesta de las funciones de la parte afecta: se 
estiende por grados alguna vez á las partes ve- 
cinas y í» calentura hética termina en una es- 
ttnnacion funesta. La que acomete al estómago 
por lo general es mas dolorosa y tiene un cur- 



416 

so mas rápido por los trastornos y perversión de 
la digestión, y por la morosidad triste, melan- 
cólica y abatimiento que la siguen. Podremos 
veer ranchos casos de estas inflamaciones cró- 
nicos en la tan conocida obra de Morgagni, y 
bien se vé cuan Uíil es en la práctica 'de la 
medicina distinguir las hidropesías que dima- 
nan <le la inflamación crónica de las que son 
primitivas. 

«ENERO PRIMERO. 

Anasarca. 

sü\a eeesitamos elevarnos á nociones esactas de 
la estructura de las diversas prolongaciones y 
funciones del tejido celular para adquirir lu- 
ces sobre la naturaleza, y consecuencias de los 
sinstomas que ofrece la anasarca. Que cosas 
latí útiles no vemos en las investigaciones sobre 
el tejido mucoso ú órgano celular por Bordew, 
por Bichat &c. Se sabe que este tejido está com- 
puesto de filamentos y láminas separadas de 
nervios y de vasos sanguíneos, que depositan en 
él por medio del sistema ecsalante de diver- 
sos líquidos linfáticos, adiposos, serosos y muco- 
sos, segnn las diferentes circunstancias, los cua- 
les son reabsorvidos por otro orden de vasos 
que hemos conocido bajo el nombre de absor- 
ventes. Los líquidos están depositados en unas 
areolas ó celdillas que varían por su magnitud 
y figura, y que se manifiestan principalmente 



417 

cuando se las macera ó se las sopla. Suponga- 
mos ahora que una cansa cualquiera hace va- 
riar las propiedades vitales Je estos dos órde- 
nes de vasos eoslmlantes y absorventes, 1 indo 
margen á qne los primeros depositan en las 
celdillas de! tejido celular una. mayor cantida4 
de Suidos que la cjiíe era propia al esta lo vi- 
no, ó que los segundos no recojen ío su-ioieo- 
te á mantener este equilibrio, y tendremos ana 
idea esacta de la formación ó causa próesima 
de la anasarca. Esta que no consiste en otra co- 
sa que nn tumor blando, indolente, sin elastici- 
dad que afecta todo el cuerpo, ó á una de sus 
partes, que cede con facilidad á la supresión 
del dedo, la que se mantiene por mas 6 meaos 
tiempo, pirece seguir en sus diferentes peno- 
dos las diversas propagaciones ó situaciones del 
tejido celular. 

Síntomas. Se ve al principio únicamente en 
los pies y acia los tobillos, pero cuando las 
causas que lo producen continúan obrando, la 
hinchazón se esliendo por grados á ios mus- 
los, lomos y vientre, y propagándose en segui- 
da del mismo modo al pecho, brazjs, manos, 
y siempre acompañado de un grado de sed es- 
cesiva y orinas poco abundantes y encendidas, 

Causas. Supresión 6 trastornos del mes, io- 
quios. almoraoas, sudores &c. abuso de rejra 
en enfermedades acudas ó crónicas, calenturas in- 
termitentes, repereucion de algún eosa'.item -.el uso 
astringente en la diarrea serosa, retención le 
orina, histerismo, vicios en algunas visceras del 
abjoíacn &c. Como el fluido derramado en el 



413 

tejido celular dilata el cutis, comprime los vi- 
sos sanguíneos, nervios, músculos &c. y lo tie- 
ne todo en un estado de flojedad, el calor ani- 
nial y el tono contráctil de los vasos están muy 
disminuidos, y él .cutis suele ser alguna vez in- 
sensible aun cuando se le queme. La resisten- 
cia que la circulación experimenta en los vasos 
pequeños, hace refluir la sangre á los vasos 
grandes acia el corazón y pulmones, y produ- 
ce congojas y dificultad de respirar al menor 
ínovicnten/tó. "Alguna vez, especialmente cuando 
el cutis esta, delicado, el fluido estiende y di- 
lata de tal modo los poros, que se abre paso 
libre y forma una trasudación mas 6 menos 
abundante. Si solo atravieza el cutis y- el te- 
jida eeíülar sin penetrar la cutícula ¿^epidermis 
separa á e«ta última formando vegiguillas, las 
que estando abiertas dejan salir el fluido. La 
anasarca, aun cuando no haya derrame de liquido 
en el pecho ó en el abdomen, le ocasiona siem- 
pre el tejido celular que envuelve las visceras, 
lo que no puede menos de turbar las funcio- 
nes de estas últimas, y producir diversos sín- 
tomas según la parte que afecta. 

Curación. Todo el mundo sabe que la gor- 
dura, daarante largas enfermedades, se absorvo, 
y sirve de alimento: que en el eníisema por 
causa esterna, fractura de una costilla, herida 
de la traquea &c. el aire es absorvido igual- 
mente y espe'.ido: que la sangre es travasada ea 
los equimosis, desaparece por la acción de los 
vasos absorventes; pues del mismo modo an gran 
derrame ó superabundancia de liquido en el 



419 
tejido celular, puede desaparecer por la ncciow 
del sistema linfitico ó acórvente, si podemoi 
reanimar esta función. He aquí, pues, las prin- 
cipales indicaciones que con este objeto deben 
satisfacerse, 

Primera. Destruir las cansas remotas de la 
enfermedad. 

Segunda. Evacuar la serosidad que ya está 
acumuladj en el tejido celular. 

Tercera. Restablecer e\ tono general, cuyo 
estado de atonía en muchos casos, se debe mi- 
rar como la causa mas frecuente de este géne- 
ro de afecciones. Como en muchísimas ocasio- 
nes las causas remotas de las hidropesías son 
según queda espue.xto, ciertas enfermedades que 
han precedido, y cuyo método curativo hemos 
propuesto en cada una de ellas en particular, 
Veremos que es preciso disminuir la pleni- 
tud de las células y proporcionar que pudan. 
los rasos rehacerse con alguna mas facilidad. 
Esto se hace de dos maneras: primera, evacuar 
directamente el agua contenida en la parte afec- 
ta de la hidropesía, praticando diversas abertu- 
ras (Este método como asimismo el cauterio y 
cáusticos potenciales, producen efectos saluda- 
bles, al parecer, pues evacúan en muy poco 
tiempo toda la cerosidad contenida en él tejido 
celular; per» son temibles sus consacueucias por 
la gangrena que viene en los los sitios tbnde 
aquellos se aplicaron, en razón dó la falta de 
acciun y de vitalidad quf» los caracteriza.), y 
la seguí la- promoviendo ciertas evacuaciones 
cerosas generales que podemos opouerle, como 



428 

los hidragogos, sudoríficos, y diuréticos &c. Se 
necesita gran tino y prudencia para elegirlos, 
según la cansa, edad, disposiciones del indivi- 
duo, estación, clima &c. Camper dice juiciosa- 
mente que debimos confiar poco en los eva- 
cuantes, si no intentamos sabiamante los estimu- 
lantes y tónicos a fin de aumentar la acción de 
los vasos, facilitaudo de este modo la absorción. 
Por tanto: lastizanas aperitivas, como la de grama 
con el tártaro marcial soluble, rubia ne tinto- 
reros, esparragaros, peregil &c. ó el vinagre e¡- 
cilitico media onza, en un cuartillo de agua 
favoreciendo su acción con los tónicos perma- 
nentes, friegas, ejercicio, vendajes, vestidos de 
valleta &c, y en caso de no ser suficiente ó sos- 
pecharse algún daño orgánico, las pildoras de 
jabón, hierro, estracto de quina á las que pae- 
de añadirse la scilla ó cualquier otro espitan- 
te de este genero. Sal de marte dos dragonas 
crémor ana onzi, mézclese y dése en diez y seis 
papeles en los casos en que se juzgue oportu- 
no buscar las evacuaciones de vientre. Como 
las funciones digestivas en esto? enfermos par- 
ticipan de la debilibad general que los acom- 
paña, tiene costantemente una gran cantidad de 
accidos en primeras vias, las cuales es necesa- 
rio neutralizar con los absorbentes y aumentar 
la acción del esto nago por los tónicos perma- 
nentes y demás medios de la dispecsia entre los 
que el ejercicio es el primero. 

.) c ^¿^í-«-¿r ■¿-'Leyese-es ¿^¿¿* 



421 

«ENERO SliGUNDO» 



Ilidrctorax 



__l cumulo preternatural de un fluido cero- 
so en la cavidad del pecho» Las seiíftjes que 
lo caracterizan son la disnea, la palidez del 
rostro, edema de ías extremidades inferiores, dt¡> 
íkulíad de acostarse, despierta repentinamente 
sobresaltado y se queja de palpitación, siendo 
al mismo tiempo sensible la fluctuación dentro 
del pecho. La cantidad é iguahn;;nte que el 
sitio del agua &c, vacian mucho, por lo que 
casi siempre es difícil determinar sil presencia 
y naturaleza. Principia por una . sensación .'casi 
siempre de congoja ó ansiedad acia la parte 
inferior del esternón: después se junta la dificul- 
tad de respirar que poco a poco se va ha- 
ciendo mas v mas sensible. IV¡ as bien se acues- 
ta boca arriba el enfermo que por ios dos lados ios 
acompaña tos seca al principio y después espq- 
ra moco claro. La binchaaon edematosa, y abo- 
tagamiento de la cara, sed, v escasez di} orina. 
Su carácter cierto es dispertar repentinamente 
con sensación de ansiedad, dificultad respirar, 
y violenta palpitación de corazón que le obli- 
gan á levantarse, sentarse, impidiéndole el sue- 
ño por una gran parte de la noche; sin embar- 
go no es constante en todos los casos de hidro- 
torax y áe ningún modo so presenta en tos de 
enpisema; pero cuando s# baila acompañado de 
las mas mínimas señales de bidrotorax, se pue- 



422 

de concluir con seguridad que hay aguí en el 
pecho. Cuando ya ha hecho algunos progre- 
sos, el pulso es casi irregular 6 intermitente; pe- 
ro sucediendo esto eu otra enfermedad dé pe- 
dio, no debe mirarse como una senil cierta a 
menos que no esté acompañad» de los sinto- 
nías &c. Alguna vez se presenta en unión con 
alguno de los demás. Sigue mas y -ñas su car- 
rera á pesar de los remedios; y poco antes do 
la 01 norte esputo de sangre, gegun lo dicho, la 
curación es la misma que llevo dicho, y mas cuan- 
do se hauyan complicadas como efecto de la diá- 
tesis general es indudable que no debe variar- 
se. Aunque el hidrotorax este solo, sea parcial 
y producido por causas particulares que solo 
obran en el pedio, de ningún modo hay mas 
que lo general. Es difieil peferminar los casos 
de paracentesis pero pueden producir nn alivio 
de larga duración, y mas cuando lo demás ha 
sido con provecho, la evacuación do las aguas 
puede favorecer mucho la curación completa. 

GENERO TERCERO. 

Ascitis 



¿S¡íU un tumor preternatural del abdomen por 
la presencia de un liquido comunmente seroso, cu- 
ya fluctuación dentro se percibe al través de las pa- 
redes. Hay dos, una abdominal y otra enquis- 
tada: la primera se conoce por la igualdad del 
abdomen y fluctuación bastante manifiesta: la 



423 

segunda, en qde 4 lo menos es parcial T Ja 
acompaña fluctuación menos sensible. Estos cú- 
mulos de agua ya sean generales ó parciales ocu- 
pan diversos asientos. Se hacen comunmente en 
el saco del peritoneo, 6 en lo general del ab- 
domen, pero las mas veces prici pian juntándose! 
en casos que se forman en una ó muchas entra- 
ñas, y que les están unidos, siendo quizá nno do 
los ejemplos mas frecuentes de esto género la 
hidropesía en los ovarios. Alguna vez en I 
citis al principio es del todo fuera del perit< 
contenida entre esta membrana y los mus ulos >lei 
abdomen. Estas aguas contenidas en sacos 
ticulares unidos á las entrañas, y las que fie- 
ra del peritoneo constituyen lo que lo- autores 
dicen enquistadas. Las mas veces es difícil ase- 
gurar su verdadero asiento las qué casi siem- 
pre se producen por racimos de idatides. A pro- 
porción que hace progreso?, se hace uniforme 
en la estension toda deí v abdotüen; la disténcion y la 
sensación de peso, aunque considerables, v;ir¡:in 
un poco según que el cuerpo varia de postu- 
ra: se siente mas peso en la que está acosta- 
do, y entonces'' la distensión se hace ;¡ (o 
menos \ considerable en el lado opuesto. Algu- 
na vea la ascitis e&tá sin calentura; pero co- 
munmente se observa: pocas vece 5 adelanta sin 
acompañarla sed y pocas orina. La mayor di- 
ficultad de su diagnóstico consiste en distinguir 
cuando el agua está contenida en el abdomen, 
y cuando se verifican sus diferentes grados de 
hidropesía enqnistada, se cree que ocupa el ab- 
domen cuando se sospecha una diátesis hidró- 



424 

pica general, y cuando se ve en cualquier gra* 
do de hidropesía en otra parte del cuerpo, y 
mucho mas si el vientre se hincha igualmente des- 
de un principio; pero cuando no ha sido precedida 
de un estado caquetico notable del sistema, y 
cuando en el principio del tumor y la tensión 
han sido mas considerables en una parte del 
vientre que en otra, hay fundamento para sos- 
pechar una enquistada: siendo todavía mas pro- 
bable cuando U;S fuerzas están poco disminui- 
das, apetito bueno, sueño natural¿ó poco turba- 
do, meses del modo acostumbrado, la anasarca 
riu esta todavía formada ó se limita a estremi- 
dades inferiores y no hay palidez leucoflegma- 
tica, ó color aplomado, sin calentura ni sed con- 
siderable, ni orina escasa como sucede cuando 
la afección es mas general. No puede curarse 
la ascitis que es del genero de las enquistadas 
del mismo modo que cuando el agua esta derra- 
mada solo en la cavidad del abdomen, sin ha- 
ber al mismo siempo otra especie de hidrope- 
sía, porque entonces se puede presumir que de- 
pende de un scirro del hígado ó de cualquie- 
ra otra afección considerable de las entrañas 
del abdomen que deben mirarse como muy di- 
fíciles de destruir, y por consiguiente la asci- 
tis que de ella depende debe serlo también; sin 
embargo frecuentemente en estos casos se pue- 
de dar un alivio pasagero por la pareceníisis. 
Cuando forma una parte de la general es sus- 
ceptible de la curación, cuando lo son otras 
especies de este genero; y es claro que pa- 
ra conseguirla se deben usar los mismos me- 



425 
dios que en la general. Sucede acompañarla 
diarrea, y entonces no se puede dar liberalmen- 
le purgantes como se acostumbra asarlos en la 
anasarca, por consiguiente casi del todo se risa 
de los diuréticos. J.a paracentesis solo tiene lu- 
gar ciando los demás remedios se han usado 
con provecho y se cree por este medio el com- 
pleto auno, pues es difícil determinar su ad- 
ministración. 

Raquitis. 

Según su naturaleza pertenece á las enfer- 
medades linfáticas en todas edades, especialmen- 
te en la infancia, en tiempo de la primera den- 
tision, 

Slt'Jomas. El defecto de acrecentamiento del 
cuerpo que parece no muda de tamaño, la ca- 
beza moy- grande y blanda, coyas suturas dis- 
tan mucho unas de otras, la frente protuberan- 
te y ancua, las mejillas aunque de buena co- 
lor están mojes y flaccidas, la dentición tarda, di- 
fícil y de mal color, el cuello delgado y las 
mus veces largio, de modo que apenas pueden 
sostener ia cabera por su eseesivo peso, las ve- 
nas yugulares estendijas, percíbese con la vis- 
ta ia pulsación de las carótidas pinto á un en- 
torpecimiento, soñolencia, hidroceialo, y no po- 
cas veces las convulsiones. Cuando estos síntomas 
Capitales fritan, es señal que ha hecho su prin- 
ci¡)al tiro a los demás huesos; en este caso el 
ingenio está muy adelantado, y Tas demás facul- 
tades del alma. Está muy viciada la estructura 



42G 
del pecho. El esternón está ya elevado, ya de¿ 
preso de lo regular; mal encorvadas las costillas, 
cuyas estremidades es tan tuberosas y nudosas, 
como la de las claviculas: la espina dorsal pa- 
dece igualmente vanas infecciones ó corvadu- 
ras y se entumece: escápulas elevadas, toses, ca- 
tarros, sofocaciones, y frecuentemente la tisis en 
Ja flor de su edad. Si se ecsaminan las demás 
partes, se verá el hígado grande, intestinos dis- 
tendidos, glándulas hinchadas, epifices y huesos 
de las extremidades inferiores se encorvan de¿ 
maciado: á io dicho la voracidad y con el tiem- 
po las parálisis parciales. Calentura lenta noc- 
turna alterada cu da vez mas hasta la muerte, des- 
pués de la cual consarva el cuerpo su molicie 
y flaccidez. 

Divídese en adquirida, hereditaria, connafa 
y endémica. Las causas procatarticas y procsi- 
inas. Primera sobresalen aquellas que debilitan, 
mucho el sistema tónico y residen en los pa- 
dres endebles, libidinosos, acabados en el derna- 
siadouso que hizo la madre de la tetras durante el 
tiempo de la preñes, bebidas acuosas y demai- 
siada ociosidad, coadyuva el tener las amas nu- 
tricias su evacuación menstrual acostumbrada, 
y aquellas cava leche es muy cerosa é impro- 
pia á la nutrición: mal olor dencias y dientes, 
deticion difícil, constitución húmeda de! aire, 
el sitio pantanoso, comidas aristosas no fermen- 
tadas, el uso constante del agua caliente. 

Curación. Habitación seca para que las lianas 
estén bien constituidas, moderado éjercicjd corpo- 
ral, buenos alimentos vino, I inpieza, tónicos, qui- 



427 
»a, hierro, serpentaria, inagnecia blanea, qu* 
puede mezclarse con quina v ruibarbo, opiata 
compuesta, azafrán marcial, quina, jabón, tierra 
foliada de tártaro y canela, es debida propor- 
ción, dicen que. da firmeza á los huesos, baños 
frios corroborantes, friegas franeladas, aguas es- 
pirituosas, baños universales de quina, romero, 
espliego, y por último los cauterios actuales. Car- 
rillo y González oeostumbran aplicar sobre la 
espina dorsal el moesa con buen éc.sito, lo que 
corrobora igualmente mi practica. 

flictericia. 

Toda superficie del cutis que reviste el cuer- 
po y principalmente la cornea tienen su color 
pajizo. Se produce por diversas causas; pero 
aqui es una porción de bilis que ecsiste en la 
maza de la sangre. Es necesario saber que la 
bilis no ecsiste en h sangre bajo la forma que 
les es particular y que no la adquiere sino 
cuando ha pasado por el hígado que es su se- 
cretorio, por consiguiente no puede verse en la 
superficie ó producir la bictericia en los casos 
que su secreción e^tá interrumpida; y asi se 
verifica cuando se ha hecho y ha refluido á los 
vasos sanguíneos. Sucede de dos modos: prime- 
ro, interrumpiéndose la escrecion de bilis, ó su 
paso al duodeno, y acumulándose en los vasos 
biliarios, desde donde puede ir á los sauguíneos: 
segundo, estando libres los biliarios la absor- 
ción se puede hacer en el canal alimenticio, siena- 



428 
pre que en este se hay;» acumulado tina gran 
cantidad, sin embargo casi es raro. 

Su e-crecion ó su paso al duodeno, se veri- 
fica por diversas causas, tales son un calculo 
en el conducto colidoco, un espasmo afectador 
de estas mismas partes, tumores de partes circun- 
vecinas que la comprimen, inflamaciones hepáti- 
cas, del Colidoco, de la vegiga, de la hiél y fie- 
mas piríes adyacentes. De toda* se pueden for- 
mar vanas especies denominándolas hictencia, 
calculosa, espasmódica, hepática, febril, acciden- 
tal, raqnialgíca, de las preñadas, de los niños &c. 
señalando como idiopáticas las tres primeras, 
como sintomáticas la febril, accidental, raquial- 
gica'y iss restantes como simpáticas. La calculosa 
trae dolor agudo en la región epigástrica, au- 
mentándose después de comer aun por algunos 
dias antes de verse lo pajizo, y en la que se 
ven concresiones biliares en losescrementos. En la 
espasmódica no hay dolor, resultado de las 
enfermedades del hígado: hay tres variedades de 
esta: hepática por ia inflamación del hígado ca- 
racterizada por todos los síntomas de la hepa- 
titis: por ostraccion ó scirro del hígado: puru- 
lenta que viene en casos de vómica ó abceso 
del hígado, precedida de inflamación que sigue 
calentura lenta hética, estenuacion y muerte. La 
de las preñadas es durante el embarazo, y de- 
pende del retardo del movimiento que sufre la 
sangre en el sistema de la vena porta, que es- 
tando los vasos llenos comprimen los conductos 
biliarios. La de niños es poco tiempo después 
28 



429 

de su nacimiento y es por el meconio acumu- 
lado en los intestinos ó errores en el régimen. 
La bilis cuya secreción se ha hecho, debe cuan- 
do ecsiste alguna de estas circunstancias acu- 
mularse en los conductos biliaries, de donde de- 
be absorver y encaminar por los linfáticos a la 
masa de la sangre, ó refluir en los mismos y 
pasa después directamente á la vena caba as- 
cendente: de uno ó de otro modo se derrama 
en la masa de la sangre, desde allí pasa por 
cada ecsalante y produce la hictencia; resta de- 
cir que siempre está unida á otros síntomas 
particulares como la blancura de los esciemcn- 
tos fácil de esplicar por falta de bilis en los 
intestinos. Hay dureza ó consistencia de los es- 
crementos de y no fácil (íe selir. Las orinas tienen 
colorpajizo ó tiñen el lienzo de amarillo; la acom- 
pañan perennemente, comunmente hay dolor 
en el epigastrio que corresponde al lugar del 
colidoco: frecuentemente hay vómitos, y algu- 
na vez sin dolor especial. Éo los casos que el 
dolor es violento, hay pulso frecuente, lleno y 
duro con algo de pireesia. Hay sensación de 
peso en el hígado ó estómago, falta de ape- 
tito y las faereas, abatimiento de animo, lengua 
amarilla, boea amarga, respiración difícil, sed, 
comezón de algunas partes ó de todo el cuer- 
po, y una, especie de ios convulsiva. 

Curación. Es rara. Cuando sigue á otras en- 
fermedades, especialmente si manifestaban obs- 
trucción de entrañas, se puede creer probable- 
mente tumores circunvecinos, entonces es incu- 
rable, y solo cuando reconoce concresiones que 



430 

obstruyen el conducto colidoco, espasmo &c. fa- 
voreciendo la espulsion de las concresiones, es- 
citando los intestinos y estos la acción de los 
vasos biliarios por los purgantes, especialmente 
el ruibarbo, tizana anticohea Matritense, sal ca- 
tártica &c. En la acompañada de dolores, re- 
daños, tomentos y aun los untos: cáusticos al 
epigastrio y opio con baños tibios, miel para 
reanimar la acción del jago gástrico en el ca- 
nal intestinal, que las mas vecas está debilita- 
da, cuando lia subsistido largo tiempo, favore- 
ciendo todas lasescresiones por medio de las frie- 
gas, ejercicio &o. y el combrillo partido y oli- 
do porque le sigue le evacuación serosa. 

Escorbuto, 

Hablamos del pútrido que acomete á los 
marinos, y a los que guarnecen las plazas que 
carecen de carnes saludables, vegetales frescos, 
vino y otras bebidas corroborantes, aire hume- 
do sin vestidos á proposito para defenderse. 
Se caracteriza en su primer periodo por un 
rostro pálido, con tez de color amoratado mas 
é menos sabido, cansancio general y debilidad 
al menor movimiento, dificultad de respirar, ru- 
bicundez é hinchazón de las encías, de las que 
sale sangre al mas leve rose; manchas colora- 
das, azuladas y amoratadas en los miembros &c. 
En el segundo periodo se pierde el uso de los 
miembros, hay contracciones de los músculos de las 
paatorr illas y alguna vez hinchazón monstruosa 



431 

de las mismas estremidades con grandes equi- 
mosis mas 6 menos amoratados, sincopes fre* 
cuentes al menor movimiento y 4 veces solo 
con esponerse al aire fresco, propenssion á he- 
morragias copiosas por las nances, encias, intes- 
tinos, putrnones, encias ungosas con dolo- 
res fuertes, amoratadas, olor muy fétido, ecsul- 
ceraciones mas ó menos dolorosas en las estre- 
midades inferiores ó simples dureza, del teji- 
do celular. En el tercer periodo ulceras sór- 
didas, fungosas en las estremidades; algunas ve- 
ces calentura pútrida con sudores fétidos, pete- 
quias y hemorragias copiosas por cámaras, ori- 
nas, pulmones v narices, todos los horrores de 
la hipocondría y del abatimiento mas profundo» 
opresión suma é hidropesía de pecho, y algu- 
nas veces ascitis» 

Curación. Viages marítimos, aires saludables, 
vegetales frescos, verduras y enzaladas, accidos, 
manzanas, limones y naranjas, cerveza, cidra, vi- 
no &c. Curación local tocar las úlceras con ac- 
eido muriatico diluido, paños impregnados de 
vapores aromáticos, friegas para las edemas 
é hinchazones: asi en esta como en todas 
las demás crónicas es poderosa la influeu- 
. cia de las pasiones alegres, ejerció corporal &c. 

Elefantiasis* 

Se ha dicho asi porque la cutis está apre- 
tada, arrugada, áspera, untuosa y sin pelo, las 
estremidades insensibles, salen tubérculos en la 
cara y la voz se ronqaece. Parece que reside el 



... 432 

principio en las entrañas del vientre inferior, 
si no se muestra esto cuando el hígado y el 
vaso han padecido ya mucho, la cara se pone 
de un color encarnado obscuro, ojos relucien- 
tes y estrechados por la contracción de los par- 
pados, respiración difícil, cutis anas veces en- 
cendida, otras blanca y con frecuencia negra, 
las venas de la cara y pecho se enzanchan bas- 
tante, el sudor y aliento huelen mal, tristeza, 
sofocación: mientras el sueño vienen diferentes 
tumores, duros, ásperos y escabrosos en todo el 
cueipo, el hueco que dejan se hiede y grietea, 
después todo el cueipo se hincha igual, los pe- 
los se caen, y se ponen blancos los que quedan: 
se ven grietas en la cabeza, profundas y aspe- 
ras: los tumores duros se levantan en punta, su 
estremidad las mas veces es blanca, y su base 
de color verdoso, pulso pequeño, lento y obs- 
curo, se forman en la lengua tuberculillos du- 
ros, el medio de las mejillas está ligeramente 
encendido, las cejas están privadas de pelo, muy 
sobresalientes y atraídas acia abajo por su mis- 
mo peso: las narices están singularmente dila- 
tadas por tumores negros: las orejas adquieren 
un tamaño estraordinario, la dificultad en la res- 
piración se aumenta con la enfermedad y los 
tumores se mudan en ulceras fétidas: alguna 
vez se corroe la ternilla de la nariz y la mis- 
ma nariz se cae del mismo modo que las es- 
tremidades y las partes de la generación; en 
fin la muerte no acaba los tormentos crueles 
que padecen los infelices basta que se han mu- 



433 

tilado y desgarrado á pedazos. Esta es la ver- 
dadera, pues las otras de Sawages conocidas ba- 
jo ios nombres de Alopesiana, Leoenca &c. no 
son mas que unos síntomas variados de esta 
misma. 

Curación. En su mas alto grado apenas se 
alivia si no es por los estimulantes, por un ré- 
gimen propio para favorecer la escrecion cutá- 
nea, legumbres, carnes saludables, cangrejo?, ga- 
lápagos, leche y cocimiento de cebada y abe- 
na, infusión de yedra -terrestre y verónica: vi- 
no añejo y ejercicio, porque los enfermos pro- 
penden á la inacción: baños emolientes y un 
poco aromáticos, después de agua de mar ó 
termales, los de vapor > el cocimiento de le- 
ños sudoríficos, tintura antimoniada, á las úlce- 
ras tópicos anticepticos, tintura de mirra, ací- 
bar, succino &c. el mercurio es perjudicial acia 
el fin de la curación y cuando se trata solo 
de resolver los tubérculos se emplearán ungüen- 
tos de mediana actividad, como el de enula cam- 
pana, altea ó estoraque, y después disoluciones 
mas detersivas, v. g. aguardiente, logia de po- 
tasa y muriate amoniacal mezclados. 

Tricoma, plica ó polaca. 

Es una enfermedad en la que los cabe- 
llos se ponen mas gordos que lo acostumbrado, 
se aglutinan, mezclan y forman cordones y nu- 
dos que no se pueden desatar ni desenredar, 
es contagiosa. Hay dos especies: primera, cir- 
rona llamada vulgarmente en. cordones ó ma- 



404 

cho: segunda, nriloma ó hembra. La primera 
es mas coman y menos funesta: los cabellos e* 
tan enredados y aglutinados formando largos 
cordones: indica su invacion, palidez del rostro, 
debilidad producida por la relajación de las 
conjuntivas, dolores de cabeza, miembros, prin- 
cipalmente en las articulaciones, se junta el zum- 
bido de oidos, convulsiones, contracción de los 
miembros, raquitis complicada con la fragilidad 
de los huesos. Cuando llega á su mas alto pe- 
rio do, se caen los cabellos pira volver á nacer 
de nuevo: basta entonces es peligroso cortarles, 
alguna vez es mejor conservar toda la vida los 
nudos. La segunda, cadejos vellosos en los ca- 
bellos, de tal modo enlazados que es imposible 
desenredarlo*, unas veces pepanulos, otras for- 
mando una mitra ó toca qne cubre todo el cuer- 
po. Esta produce los mas terribles» síntomas cuan- 
do se cortan los cabellos: las uñas crecen pas- 
mosamente desiguales y negras, imitando á los 
cuernos de macho: estas uñas se caen y salen 
de nuevo luego que se ha curado la enfer- 
medad. 

Este es endémico y contagioso entre los 
rusos y polacos, y depende generalmente de una 
acrimonia especifica contra la que no se cono- 
ce remedio particular. Carrillo encarga la apli- 
cación de los emolientes a la cabeza para pro- 
mover v facilitar la erupción de este humor, é" 
igualmente González los diaforéticos y los ve- 
giratorios y prohibe expresamente que se des- 
enreden y cortea los cabellos aglutinados. 



^ 435 

Escrófulas, 

Las escrófulas que se hallan descritas en 
en muchos tratados como tina afección pura- 
mente lo^al, son debidas a una diátesis general 
ó á una constitución escrofulosa, cuyas seña- 
les esteriores aun desde la infancia son hincha- 
zón del labio superior, alguna vez una grieta 
con licor amarillento, e» esta partí 1 encendimien- 
to y dolor en las narices, lagañas en los ojos, 
supuración en los oidos, ubullatmento del cere- 
bro, algo de pereza y negligencia, alegría, di- 
chos agudos y blancura del cutis. 

Primer periodo. El vicio escrofuloso ejer- 
ce su acción en las glándulas linfáticas, pero 
con mas frecuencia en las del cuello, en los 
ángulos de la mandíbula, y en la base del 
occipucio. Estos tumores mas ó menos irregu- 
lares son duros é indolentes sin alterar el co- 
lor del cutis, algunas veces subsisten un año ó 
dos, otras las glándulas se afectan pronto y re- 
sulta cierto movimiento interior ú orgánico. He 
aqui el efecto de una acción simpática en otras 
glándulas ú órganos congéneres, el pulso es mas 
frecuente, hay mayor calor en el cutis, estre- 
ñimiento y se orina poco; esta resolución es 
fugaz sucediendo bien pronto la atonía. 

Segundo periodo. Los tumores se aumen- 
tan poco á poco sin que por esto se hagan mas 
blandos: el color del cutis que los cubre se al- 
tera y se vuelve sucesivamente azulado ó de un 
rojo mas ó menos subido. Las glándulas se ablan- 
ban por grados sin causar dolor, y ofrecen al 



436 
tacto una especie de fluctuación, pupuran y pre- 
sentan un flujo de materias puriformes en las 
que se hallan sueltas algunas concreciones blan- 
quecinas. Las úlceras que resultan duran mas ó 
menos tiempo, se renuevan después de haberse 
cicatrizado, ó bien forman en su contigüidad 
nuevas ulceras. 

Esta alternativa de tumores ó ulceraciones, 
dura mas ó menos tiempo, según las circuns- 
tancias. El vicio escrofuloso puede también trans- 
mitirse á las glándulas subclavias, acsilares &c, 
y producir efectos análogos. 

Tercer periodo. Si ataca las glándulas pul- 
monares puede producir la tisis tuberculosa, y 
si pasa a la* mesenténcas la artrofia "mesenteri- 
ca: en estos dos casos pasa el enfermo por to- 
dos los grados del marasmo y de la calentara 
hética antes de fallecer. Este vicio puede aso- 
ciarse al mal venéreo, á la raquitis y al escor- 
buto, y ofrecer entonces sintonías variados 6 in- 
coneesos. La historia del vicio escrofuloso de- 
pende de la consideración de las diversas cau- 
sas que pueden concurrir a producirle; como del 
clima, estación, edad, lugares en que se habi- 
ta, y de las enfermedades que hayan precedi- 
do, En general, las revo'nciones de la edad in- 
fluyen en las diversas direcciones de este vicio. 

En la niñez se dirige con frecuencia á 
las glándulas linfáticas esteríores, y 4 veces acia 
el meseterio: en La adolescencia los pulmones son 
los que mas 4 menudo padecen, y en la edad 
viril puede transformarse en hidropesías ó en 
afecciones cutáneas may rebeldes. Hay hecho* 



437 
que pueden subministrarlos taces acerca de es- 
te vicio, como el que un grado mayor de el, 
el accido fosfórico se halla en menor porción 
en las orinas que ías proporciones de fosfate 
calcáreo: que estas se aumentan mucho en las 
orinas, mientras que duran las ulceras escrofu- 
losa?; y que disecando cadáveres se ha encon- 
trado en una ó muchas glándulas linfáticas en 
el parenqnima de las visceras, ó también en el 
canal torasico cierta cantidad del mismo fosfa- 
te calcáreo. 

¿No parece, pues, que en esta enferme fiad 
el accido fosfórico es muy abundante y se des- 
prende en gran cantidad para el u o de la eco- 
nomía, pasando á la sustancia de los huesos á 
disolver el fosfate calcáreo que absorvidp por 
los vasos linfáticos- se deposita y esparce des- 
pués distintamente en ciertas partes? 

Curación. En el primero y serondo periodo 
están indicados los tónicos, como el ocsid^ de 
hierro convinado. con las sal amoniacal, ó bien 
con el alkali fijo* los amargos &c. Lv zarza par- 
rilla en cantidad de una onza, el alkali fijo en 
la de vina dracma en un cuartillo de agua ha- 
ciéndolo hervir hasta consumir cerca de la mi- 
tad, es nmv buen remedio dándolo todas Ías no- 
ches a! acontarse por algún,)? días 

El affua del mar y el muriaíe calcáreo tie- 
ne una nulidad decidida. El efecto de los re- 
medios, debe favorecerse por los recursos que 
ministra la Higiene, ¡"i saber: habitación cómo- 
da y saludable, mudan lanza de clima, buenos 
alimentos, friegas secas &c. sin pasar en silencio 



43$ 

las propiedades del muríate de Barita, que tan- 
to tiempo ha lijado la atención pública y cu- 
yos efectos han correspondido en gran parte á 
los deseos, usándolo constantemente en dosis do 
uno ó dos granos disueltos en dos onzas de 
ao-iui cada tercer día, dejando en lo demás á 
la naturaleza, que manifieste lentamente sus sa- 
ludables recursos. 



FIN DE LA OBRA.